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Tres #chistespublicitarios más
Hace unos meses empezamos a hablar de «chistes publicitarios», refiriéndonos a campañas en las que parece que el cinismo se impone de tal manera que los mensajes lanzados incluso llegan a ser delirantes y ridículos, al diferir de una manera descarada de la realidad.
En este artículo, hacemos una segunda entrega de «chistes publicitarios», recordando que la mejor respuesta frente a ellos es la risa, no la risa indiferente, sino una risa irónica o socarrona, pero, ante todo, crítica.
«Lanzamos 5G+». ORANGE
En este spot, en el que, tras un naufragio, un niño le pide a su padre que no lance un mensaje al mar en una botella de plástico, se nos presenta la tecnología 5G como respuesta a que «el mundo nos está pidiendo una comunicación más sostenible».
Sin embargo, hablar de la tecnología 5G como sostenible, es un chiste, pese a que, como afirma el anuncio, esta es mucho eficiente en el tráfico de datos que la 4G.
Además del aumento de la velocidad en el tráfico de datos, la red de tecnología 5G ofrece otras dos grandes ventajas: una mayor banda ancha y una latencia reducida, lo que le permite albergar más dispositivos conectados que antes y con un tiempo de respuesta casi inmediato. Por ello, esta tecnología ha sido concebida para poder conectar directamente nuevos dispositivos (elementos de iluminación, termostatos, sistemas de seguridad del hogar, cámaras, otros electrodomésticos, etc.) a las redes móviles, dando lugar al «Internet de las cosas».
Con todo, pese a la mayor eficiencia, esta situación dará lugar a un consumo energético considerablemente mayor, dado que aumentará el consumo de los nuevos elementos que se conectan a la red, el tráfico de datos, serán necesarias más antenas inalámbricas, más servidores que habrá que mantener refrigerados... Según Vertiv, empresa estadounidense especializada en el desarrollo y la comercialización de sistemas para la optimización del consumo de energía, la tecnología 5G aumentará el consumo total de energía en las redes de telecomunicaciones entre un 150 % y un 170 % sólo para 2026. Los mayores aumentos se producirán en las áreas de macrocentros de datos, nodos y redes.
Esto no resulta muy sostenible en una situación de emergencia energética. Y este es sólo parte del impacto ambiental de esta tecnología. Su implantación requerirá de mayores necesidades de distintos dispositivos tecnológicos y el desarrollo de otros más complejos. Todo ello requiere disponer de diversos minerales y materiales, cuya extracción conlleva graves impactos ambientales y sociales, y que, en algunos casos, muestran los primeros síntomas de escasez. Tampoco hay que olvidar los grandes impactos que se producen en su fabricación y la posterior generación de residuos peligrosos, una vez el dispositivo deja de emplearse.
Y todo ello sin entrar a valorar la amenaza para nuestra privacidad que supone el tráfico de tantísimos datos que definen el funcionamiento de nuestra vivienda, nuestros hábitos…
«Cosas que cambian las cosas». YOIGO
En este spot, Yoigo ofrece facilidades de financiación, mediante pago fraccionado, a sus clientes que quieran cambiar de móvil cada dos años.
Con el ejemplo anterior ya hemos hablado de los impactos ambientales, y sociales, que conlleva, en toda su cadena, la fabricación masiva de dispositivos electrónicos, como los teléfonos móviles. Siendo conscientes de ellos, resulta totalmente irresponsable incitar a renovarlos en periodos tan cortos de tiempo. Desde luego, esto no son «cosas que cambian las cosas».
El consumismo se basa en una constante compra de bienes y servicios, desacoplada de unas necesidades reales. Este caso es un buen ejemplo de lo que define Serge Latouche, reconocido defensor del Decrecimiento, como las tres patas de la depredadora sociedad consumista del crecimiento. Por un lado, la publicidad, algo evidente, por otro, el crédito fácil, o las distintas posibilidades de financiación posterior de la compra. Y por último, la rápida obsolescencia de los productos de consumo, que puede deberse tanto a la obsolescencia programada, para determinar una vida limitada y corta del producto, y, no menos importante cuando hablamos de tecnología, a la obsolescencia inducida, que es la transmisión de la idea, que llegamos a interiorizar, de que la continua superación de los niveles tecnológicos de los nuevos equipos deja obsoletos los actuales, aunque sigan sirviendo para el uso que les damos, incitándonos a sustituirlos constantemente.
«Un futuro mejor empieza en casa». GRUNDIG
Esta campaña, de Grundig, pone el foco sobre la ecoansiedad, un trastorno, cada vez más frecuente, que combina la sensación de aprensión, preocupación y agobio ante el alcance potencial de los impactos previstos del cambio climático.
Sin embargo, la solución para la compañía alemana es sencilla, sin psicólogos ni nada parecido, y la tenemos en nuestra propia casa. Sólo se trata de comprar los electrodomésticos que diseñan con «conciencia ecológica», como televisiones que ahorran energía u hornos que previenen el desperdicio alimentario (que me lo expliquen).
Es habitual que las campañas publicitarias nos muestren el consumo como solución a la crisis ambiental, en la que tanto peso tiene el propio consumo. Dado que el único fin de la publicidad es vender, lo que no sería muy normal es que nos hablaran de que la verdadera solución está en reducir el consumo. En cualquier caso, esta campaña resulta especialmente ridícula si somos mínimamente conscientes de la gravedad de la crisis climática, y por tanto entendemos cómo está afectando a nuestra salud mental.
Aunque insuficiente, dada la entidad de la crisis climática, la mejora de la eficiencia energética puede suponer una reducción en el consumo. Pero si de verdad queremos afrontar el problema, se debe producir una reducción importante en el uso de los múltiples dispositivos electrónicos que nos acompañan en el día a día, teniendo en cuenta sus impactos ambientales. Además, en este sentido, hay que tener en cuenta, que, en muchos casos, la introducción de tecnologías con mayor eficiencia energética puede, a la postre, aumentar el consumo total de energía. Así lo afirma la paradoja de Jevons que se basa en que la reducción de los costes de producción incrementa la demanda del recurso, o en este caso, el menor coste asociado al funcionamiento de estos electrodomésticos, hace que éstos se usen más.
Desde nuestro punto de vista, la mejor forma de combatir la ecoansiedad es, a partir de la toma de conciencia, desarrollar una preocupación constructiva, o ansiedad práctica, que encamine nuestra conducta, de forma colectiva (pues el alcance es mayor y el camino acompañado más fácil) en busca de soluciones.
Teniendo en cuenta el gran peso que tiene nuestro consumo en las problemáticas ambientales a las que nos referimos, parte de las soluciones están en la búsqueda de alternativas a este modelo de consumo. Desde este blog, que también nos sirve de auto-terapia, queremos aportar nuestro granito de arena en este sentido.