Contaminación
Cómo conseguir un aire urbano limpio sin parar la actividad económica

Pocas son las razones por las que se podría echar de menos un confinamiento domiciliario como el que ocurrió hace un año, pero sin duda una de ellas es la mejora de la calidad del aire en las grandes ciudades. Una reducción de los niveles de dióxido de nitrógeno (NO2) del 64%, como la acaecida durante los diez primeros días del Estado de alarma de media en las principales ciudades del Estado español —unas cifras que constataron investigadores de la Universitat Politécnica de València y que llegaron al 83% en Barcelona y al 73% en Madrid— sin que se paralice la actividad económica son el sueño de todo alcalde preocupado por la contaminación. A nivel estatal, la polución urbana cayó un 58% en España entre el 14 de marzo y el 30 de abril, según el informe Efectos de la crisis de la covid–19 sobre la calidad del aire urbano en España.
Los datos actuales, sin embargo, muestran que hemos vuelto a las andadas. Este lunes, el satélite Copernicus Sentinel-5P de la Agencia Espacial Europea publicaba los datos de las concentraciones de NO2 en una de las regiones más contaminadas del planeta: las zonas central y oriental de China, donde viven cientos de millones de personas. Los datos, como no podía ser de otra manera, muestran niveles similares e incluso superiores a la era precovid.
No obstante, no todo es resignación. El estudio Blue Sky Recovery, publicado este 17 de marzo por Transport and Environment (T&E), una federación de entidades y ONG que promueven un transporte sostenible en Europa, y Ecologistas en Acción muestra el camino para respirar aire limpio sin parar la actividad. Y lo hacen en un momento en el que las diferentes administraciones pueden obtener fondos del programa europeo Next Generation para la recuperación económica postpandemia.
Iniciativa novedosa, guion conocido
La investigación se ha centrado en seis ciudades europeas —Budapest, Bruselas, Berlín, Londres, Madrid y París—y evalúa escenarios posibles para alcanzar niveles similares a los del confinamiento. “La receta es en realidad conocida”, señalan desde ambas organizaciones: reducir el número de automóviles, acelerando el fin de los vehículos de combustión y dando más protagonismo a peatones, bicicletas, transporte público y al teletrabajo.
“Se podría lograr, por ejemplo, con una combinación de un cambio modal de al menos el 10% de los viajes realizados en coche, por viajes caminando, en bici y en transporte público, unida a una sustitución del 94% de los kilómetros realizados actualmente en cualquier tipo de vehículo de combustión interna, por viajes en vehículos 0 emisiones”, señalan desde T&E y Ecologistas.
No es la única fórmula. Otras combinaciones de cambio modal hacia una movilidad activa y la sustitución de vehículos de combustión interna podrían tener incluso mayores beneficios en términos de salud y calidad de vida, según el estudio.
Se trata de transformaciones urbanas “ambiciosas pero viables” para los investigadores. Ecologistas en Acción destaca que este “es el momento de acometer los cambios necesarios aplicando el Programa de Apoyo al Transporte Sostenible y Digital recientemente lanzado por el Ministerio de Transporte, Movilidad y Agenda Urbana”, un programa que recibirá fondos de recuperación de los planes europeos y —defienden— “debería orientarse a realizar los cambios necesarios para reducir el uso del coche, implantar zonas de bajas emisiones y rediseñar el espacio urbano para priorizar los desplazamientos a pie, en bicicleta y en transporte público, e incluso reducir las necesidades de desplazamiento”.
Como señala Nuria Blázquez, coordinadora de Transporte de Ecologistas en Acción, “los ayuntamientos tienen la oportunidad de hacer los cambios necesarios en los próximos años empleando adecuadamente los fondos de recuperación”. “No hay excusas para no transformar las ciudades para las personas, poner en marcha zonas de bajas emisiones, mejorar el transporte público y abandonar los vehículos de combustión interna”, añade.
Dicho programa se enmarca en el componente 6 del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia de España y permitirá a los ayuntamientos recibir fondos para acometer este tipo de infraestructuras en los próximos meses.
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