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Crímenes del franquismo
Patronato de Protección a la Mujer: imperdonable

Presidenta de la Asociación Todos los niños robados son también mis niños. Profesora asociada Universidad Carlos III de Madrid UC3M. Instituto de Estudios de Género UC3M
El lunes 9 de junio tuvo lugar el llamado acto de perdón desde la Conferencia Española de Religiosos (CONFER) hacia las víctimas y supervivientes del Patronato de Protección a la Mujer.
En estos días han corrido ríos de tinta sobre lo sucedido en dicho acto, tanto en medios de prensa católica como en medios generalistas de comunicación. Especialmente entre los primeros se han realizado publicaciones exaltadas donde parecía que únicamente faltaba que los autores enviaran de una patada a estas mujeres al infierno, aun sabiendo (triste sería que a estas alturas todavía no lo supieran) que estas supervivientes ya habían estado allí durante mucho tiempo por obra y gracia de un Estado dictatorial y patriarcal, cuyos fundamentos eran los preceptos del nacionalcatolicismo.
Estas publicaciones han puesto el foco en que las supervivientes, junto con las personas que las acompañaban, reventaron el acto al no aceptar el perdón, y corear el lema de “Verdad, justicia y reparación” como consigna de una protesta programada y orquestada con anterioridad. Ante esto, hay que aclarar varias cuestiones:
El 29 de mayo se publicó una nota de prensa que recogía declaraciones del presidente de la CONFER, Jesús Díaz Sariego, que causaron un inmenso malestar entre las mujeres supervivientes del Patronato por la desafortunada condescendencia de Sariego, propia de una gran falta de conocimiento de lo que realmente fue ese sitio para las internas:
“Sí percibimos que ellas necesitaban para su propia sanación este gesto. Si este gesto sirve para reconciliar y ayudar a esas mujeres que tanto han sufrido en su historia personal, bienvenido sea".
"Hemos podido constatar que son vidas, más allá de los centros, muy sufrientes con una infancia y juventud muy dura. Las hemos escuchado también no sin cierta sorpresa por parte de quienes hoy en día regentamos la CONFER porque nosotros no hemos vivido esa experiencia que también hay que contextualizar en un contexto de la época. La posición de la Iglesia era diferente a lo que es hoy, las congregaciones también”.
[…] han podido “constatar cómo muchas mujeres que han pasado por estos centros les ha servido como promoción personal y profesional”.
“Ese equilibrio, acoger a las mujeres que han sufrido y reconocer que la labor de las congregaciones dentro de ese contexto también ha favorecido el desarrollo de muchas mujeres”.
Unas declaraciones muy poco acertadas a diez días de un acto de perdón. En primer lugar, la sanación la necesitan las personas, instituciones, y organizaciones de la Iglesia católica que fueron autores, o consentidores, de las atrocidades cometidas.
En segundo lugar, independientemente de las infancias y juventudes que hubieran tenido las mujeres, los centros del Patronato, que eran regentados por las congregaciones religiosas (esto no hay que olvidarlo), no ayudaron en absoluto a mejorar sus vidas, al contrario: algunas se suicidaron, estas son las víctimas; las supervivientes sufrieron situaciones tan inhumanas que dejaron en ellas unas secuelas físicas, sicológicas y emocionales devastadoras.
En tercer lugar, nunca se puede justificar actuaciones tan aberrantes por el contexto histórico, social o político. Precisamente, que el nacionalcatolicismo fuera el sustento ideológico del franquismo, y se mantuvieran sus pautas más allá de la dictadura, es lo que origina tamaña ignominia. No solo no es una justificación para los castigos infligidos, sino que es la razón por la que precisamente deberían condenarse. En esos centros se produjeron salvajadas que, aunque no estuvieran tipificadas en esa época como delitos en el ordenamiento interno, seguían siendo crímenes, amparados por la dictadura, donde Estado e Iglesia eran una unidad, y continuados, a la vez que ignorados, en una transición heredera de esas conductas.
En cuarto lugar, allí el único oficio que las internas aprendieron fue el de sobrevivir ante tanta barbarie cometida en esos centros. Lo demás era trabajo forzado, como expone Consuelo García del Cid, superviviente del Patronato, investigadora de esta institución y autora de Las desterradas hijas de Eva; Ruega por nosotras; Las insurrectas del Patronato de Protección a la Mujer; Patronato de Protección a la Mujer, origen y pervivencia, donde relata, incorporando el testimonios de otras supervivientes, el maltrato sistémico que recibían las internas. Es altamente recomendable, para conocer este aspecto y muchas otras brutalidades cometidas en el Patronato, leer la tesis doctoral de Carmen Guillén (El Patronato de Protección a la Mujer, prostitución, moralidad e intervención estatal durante el franquismo) o el trabajo de las periodistas María Palau y Marta García (Indignas hijas de su patria) o de Ana María Pascual (Así ocultó el franquismo las vejaciones a las mujeres en el reformatorio de Peñagrande) o de profesoras como Pilar Iglesias Aparicio (Políticas de represión y punición de las mujeres: Las Lavanderías de la Magdalena de Irlanda y el Patronato de Protección a la Mujer de España), entre los numerosos trabajos que decenas de investigadoras llevan realizando en los últimos años.
El viernes 6 de junio desde la CONFER se comunicó a las supervivientes que en el evento del día 9 no iban a emitir testimonios donde se hablara del robo de bebés. Lógicamente, esta censura no fue admitida y así se le comunico a la CONFER, además de avisar de que las mujeres asistentes al acto tenían el derecho a reaccionar si este borrado se producía finalmente. A la CONFER no pareció importarles lo suficiente este aviso como para cambiar de criterio.
Espontáneamente, la exigencia de verdad, justicia y reparación se hizo oír. De manera inmediata, una inmensa mayoría de las personas asistentes coreó estas palabras al unísono como una necesidad vital
El día 9 de junio nadie sabía lo que podía acontecer. Lo que ocurrió al final no estaba orquestado como una protesta definitiva independiente de lo que dijeran las religiosas. Era una posibilidad en caso de que se recortaran los testimonios, a pesar de la negativa días antes de las supervivientes a que eso sucediera, y en caso de que la petición de perdón no respondiera a lo que esperaban, como así fue. Esa posibilidad, que luego se concretó, iba a ser una protesta silenciosa con un “no” en alto. Sin embargo, espontáneamente la exigencia de verdad, justicia y reparación se hizo oír. De manera inmediata, una inmensa mayoría de las personas asistentes coreó estas palabras al unísono como una necesidad vital, no únicamente política, ante una petición de perdón fallida que no respondía al terrible sufrimiento que tuvieron que vivir miles de mujeres. Esta exigencia de derechos, en voz alta, y que duró cerca de ocho minutos, no estaba en absoluto programada, fue un acto espontáneo que nadie organizó, pero al que se unió prácticamente todo un auditorio.
Comprensiblemente, las supervivientes acumulaban mucha tensión por lo sucedido días antes, y esto produjo una explosión de emociones y reivindicaciones ante la desaparición de la referencia a los bebés robados junto con unas palabras de perdón que en modo alguno eran proporcionales a la magnitud de las barbaridades cometidas en centros oficiales, dependientes del Ministerio de Justicia (esto último tampoco debe pasarse por alto).
En relación con lo expuesto, quedan varias preguntas en el aire. Una de ellas es por qué se negó la CONFER a mencionar el robo de bebés como parte de la crueldad cometida en el Patronato. Más que una respuesta, lo que nos genera es una reflexión: de los muchos casos de violación de derechos humanos cometidos en el Patronato (aislamiento, castigos físicos, falta de alimentos, humillaciones, trabajo forzado, encierro en psiquiátricos…) puede que no queden huellas documentales, ni señales físicas, ni archivos médicos, pero de los niños y niñas desaparecidos en esos centros, igual que ocurre con los desaparecidos en clínicas y maternidades ajenas al Patronato, hay una consecuencia muy visible que pervive hoy, la propia presencia viva de esos menores que ya han aparecido y se han reencontrado con sus madres, y los que estamos seguras de que aparecerán con el tiempo.
Bebés robados
Bebés Robados La ley de bebés robados vuelve al Congreso por tercera vez
De hecho, la Proposición de Ley sobre bebés robados que impulsamos en el Congreso incluye tanto a las mujeres cuyos bebés fueron desaparecidos en cárceles, clínicas y maternidades ajenas al Patronato como a las mujeres que se quedaron sin sus hijos e hijas en los centros y maternidades del Patronato; y una vez aprobada esta Ley, sancionará a los culpables de este crimen, susceptible de ser considerado un delito de desaparición forzada según el Derecho Internacional. ¿Es quizás el miedo a una demanda con consecuencias legales lo que hizo que se censurara algún testimonio que mencionaba este tema? Sería interesante conocer la respuesta de la Conferencia Española de Religiosos, pero es más que probable que por ahora no la tengamos.
El perdón no es una acción institucional global de la Iglesia católica, principalmente porque se sigue considerando que las personas causantes de tales tropelías son versos sueltos dentro de la Iglesia
Otro aspecto importante es determinar que este perdón lo pedía la CONFER, no el Papa como máxima autoridad de la Iglesia católica, ni siquiera la Conferencia Episcopal Española (CEE), órgano colegiado que agrupa a todos los obispos de nuestro país, algunas de cuyas decisiones pueden ser vinculantes, obligatorias para la Iglesia en España como, por ejemplo, las decisiones sobre normas acerca de la conducta de los religiosos. Sin embargo, las decisiones de la CONFER no tienen esta potestad. Esta circunstancia da lugar a que el perdón solicitado no sea una acción institucional global de la Iglesia católica, principalmente porque se sigue considerando que las personas causantes de tales tropelías son versos sueltos dentro de la Iglesia y que, por tanto, la responsabilidad de lo sucedido es individual de tales personas.
En este escenario son, cuando menos, sorprendentes las declaraciones del presidente de la CEE, Luis Argüello en Religión Digital el 16 de junio. Por contextualizar, en dicha entrevista, saltándose la supuesta “neutralidad” que debe tener la Iglesia para no posicionarse, ni a favor ni en contra, de una ideología política, Argüello hablaba de una forma absolutamente escorada sobre la situación actual. Y es aquí donde Argüello opinaba sobre el perdón que Pedro Sánchez pidió a la ciudadanía por los últimos casos de corrupción:
“Veíamos al presidente pidiendo perdón, que es un gesto humanamente reconocible, pero políticamente es irrelevante en el sentido de cómo el perdón debe traducirse en otro tipo de medidas”, subraya Argüello, quien ve “sorprendente” que los principales implicados “han sido los dos últimos secretarios de organización de un partido político [Ábalos y Cerdán], con lo cual la significación institucional va más allá de lo personal”.
Independientemente de la indignación que produce un posicionamiento político tan evidente en el presidente de la CEE, aunque a nadie le sorprende, lo interesante es la interpretación que hace Argüello de la petición de perdón de Pedro Sánchez. Estaría muy bien que lo hiciera, en los mismos términos, sobre la petición de perdón que realizó la CONFER en cuanto a los abusos perpetrados en el Patronato y que asuma, como representante de la Iglesia católica española, la responsabilidad global de esta institución. Hagamos un ejercicio de recreación sobre las palabra de Argüello:
“Veíamos al presidente de la CONFER y varias religiosas pidiendo perdón, que es un gesto humanamente reconocible, pero políticamente es irrelevante en el sentido de cómo el perdón debe traducirse en otro tipo de medidas”, subraya Argüello, quien ve “sorprendente” que los principales implicados “hayan sido integrantes de la Iglesia católica, con lo cual la significación institucional va más allá de lo personal”.
Seguimos esperando este tipo de declaraciones.
Por cierto, esa misma tarde del día 16 de junio, el presidente de la CEE participó en un acto con el dirigente de la extrema derecha en la Fundación Pablo VI, el mismo sitio donde se produjo la petición de perdón fallida del 9 de junio. La “neutralidad partidista” de la Iglesia. Estremece por lo que recuerda a su actuación durante una de las etapas más horrendas de nuestra historia reciente y que hace preguntarnos si algo ha cambiado dentro de esta institución.
Para finalizar, hay que poner de relieve que no todas las personas relacionadas con el Patronato (supervivientes, investigadoras, acompañantes de las mujeres que allí estuvieron…) veían pertinente una petición de perdón, sin embargo, era importante respaldar en ese proceso a las supervivientes que sí lo necesitaban y allí estuvimos cumpliendo el día 9 de junio nuestra función de acompañamiento.
Sin embargo, en opinión de muchas de las supervivientes, y de personas que las acompañamos e investigamos sobre este lugar del horror, creemos que lo realmente relevante es un proceso integral de reparación que pase por diferentes acciones, tanto del Estado como de la Iglesia como institución: el reconocimiento de estas mujeres como víctimas del franquismo y su herencia, exactamente igual que el resto de víctimas y supervivientes de otros crímenes de la dictadura y de la transición; y, en consecuencia, que obtengan los derechos básicos a la verdad, justicia y reparación y garantías de no repetición, con todo lo que supone de asunción de responsabilidades, tanto administrativas como judiciales, por los causantes.
Nadie debería cuestionar que las supervivientes reclamasen las garantías de sus derechos fundamentales junto al público asistente, y más después de lo ocurrido los días previos y durante el acto. Lo hicieron por coherencia, por dignidad y por respeto a sí mismas.