Opinión
            
            
           
           
           
           
Riada de Badajoz, ni culpables ¿ni responsables?
           
        
        
Badajoz y Extremadura siguen en pie de guerra silenciosa un cuarto de siglo después de la tragedia de la riada en el barrio del Cerro de Reyes en 1997. La gente está cansada, quiere pasar página, pero sobre todo no quiere que la silencien con migajas y declaraciones políticas sin sentido, como la del expresidente extremeño Ibarra, que en la entrevista realizada por Canal Extremadura el pasado 6 de noviembre (Especial Informativo “25 años: Riada de Badajoz”) parecía como si aquello no fuera con él, echando balones fuera (que si el terremoto de Lorca, que si el volcán de la Palma, que si tal que si cual). Nadie discute el a posteriori, sino el a priori.
Argumentó también inexplicablemente que entonces no había móviles y que por eso no se enteró de lo sucedido hasta el día siguiente. ¿Alguien se cree que ante graves emergencias las máximas autoridades están desconectadas? Además, sin ser excesivamente irónico, creo que sí existían los teléfonos fijos, yo mismo sin ser un potentado tenía uno en mi casa. Por no hablar de la posible y conveniente personación física en su propio domicilio de las autoridades policiales y/o políticas competentes correspondientes.
Preguntas que siguen sin respuesta: ¿Por qué no se evacuó a tiempo a la población? ¿Por qué había construcciones en zonas inundables?, ¿y si eran ilegales, dónde están las alternativas habitacionales, los avisos y/o las propuestas de sanción?
El momento culminante de la entrevista  es cuando se hizo el sorprendido ante la pregunta sin malicia de la  presentadora respecto a un supuesto cambio en la posterior normativa  de la Ley del Suelo para prohibir la construcción en zonas  inundables a raíz de lo sucedido en Badajoz, pero el exmandatario  (prejubilado  de oro de la Universidad de Extremadura) sin sonrojo insinuó que  era ilegal después y antes de la riada, por lo que cualquiera puede  deducir quién fue el verdadero culpable: la gente, sí, los pobres  que construían sus casas al pie de los ríos porque no tenían otro  sitio donde pagarse una vivienda. Y no eran uno ni dos pelagatos o  perroflautas, fueron más de mil familias.
“Lo que ocurrió, sin embargo, fue un  antes y un después y no solo para Badajoz. La inundación de la  capital pacense y otra crecida posterior que dejó 11 víctimas en  Melilla reabrieron el debate sobre este tipo de catástrofes y  finalmente la Ley el Suelo cambió y se prohibió mantener edificios  en zonas de alto riesgo de inundación”. (Especial del Diario Hoy  de las periodistas Tania Agúndez y Natalia Reigadas, “Veinte  años de la riada”).
Por otra parte, ¿dónde estaba la política de vivienda social para aquellas familias que se vieron empujadas a construir su casa, al parecer de forma ilegal, en una zona inundable?
En 2017, cuando se cumplían 20 años de la riada, Isidra Méndez, la presidenta de la Asociación de Vecinos del Cerro de Reyes, decía que “esto sigue pareciendo Sarajevo”
¿Es posible hablar de casas “ilegales”  cuando muchas tenían sus escrituras de propiedad legales, gracias a  las cuales pudieron acceder a una nueva vivienda en Pardaleras, La  Granadilla o en el propio Cerro de Reyes?
Quizá en su momento fue práctico  aparcar momentáneamente u incluso olvidarse de pedir  responsabilidades por lo sucedido, pero más de dos décadas después  parece que no es de recibo pretender dilatar más la asunción de  responsabilidades a la espera de que prescriban los supuestos  delitos.
En 2021 el PSOE de Badajoz pedía  responsabilidades al PP municipal por su escasa inversión en la  recuperación de la zona de la riada de Badajoz. Denunciando las  peleas sobre competencias entre Ayuntamiento de Badajoz y Junta de  Extremadura. Pero sin autocrítica por la actuación política del  gobierno socialista de Ibarra previa a la riada.
En 2017, cuando se cumplían 20 años  de la riada, Isidra Méndez, la presidenta de la Asociación de  Vecinos del Cerro de Reyes, decía que “esto  sigue pareciendo Sarajevo”.
Los poderes públicos y privados (iglesia católica al frente) dicen que no hay que buscar culpables, pero ¿tampoco responsables políticos?
Pretenden acallar a la población con homenajes vacíos, placas, grafitis, medallas, misas y procesiones. Se agradecen las palabras bonitas y las palmadas en el hombro. Pero no es suficiente, no es suficiente con apelar a lo emocional
Pretenden acallar a la población con homenajes vacíos, placas, grafitis, medallas, misas y procesiones. Se agradecen las palabras bonitas y las palmadas en el hombro. Pero no es suficiente, no es suficiente con apelar a lo emocional. Como tampoco es suficiente con darle más hostias al pueblo, aunque éstas sean consagradas, así, en vez de gastar dinero en un templo católico (la iglesia de Jesús Obrero) ya podían haber invertido los siempre escasos fondos en salud mental y espacios públicos para todos los habitantes del barrio, sin sesgos de creencias o increencias.
Preguntas que siguen sin respuesta: ¿Por qué no se evacuó a tiempo a la población? ¿Por qué había construcciones en zonas inundables?, ¿y si eran ilegales, dónde están las alternativas habitacionales, los avisos y/o las propuestas de sanción? ¿Quién ha dimitido de las autoridades y administraciones con competencias? ¿Cómo es posible que se desbordaran dos arroyos antes que el propio río Guadiana? ¿Qué nivel de limpieza había en los arroyos que colapsaron?
La excusa de la ciclogénesis explosiva parece exactamente eso, una excusa monumental. Culpar a la naturaleza parece lo más socorrido y deleznable para quienes tienen el poder, el mandato y la influencia para gestionar y prever desastres.
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