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Editorial
Ikastolas y escuelas segregadoras
PNV y EH Bildu llevan meses negociando un nuevo pacto educativo que sustituya a la Ley de la Escuela Pública Vasca que acordaron PNV, PSE y EE en 1993 —y que supuso la publificación de decenas de ikastolas económicamente quebradas—. El jeltzale Jokin Bildarratz, consejero de Educación, niega que exista segregación escolar, a pesar de que tengamos una de las mayores redes concertadas de Europa —50% del alumnado—. Hace tiempo que las auditorías externas señalan que el sistema vasco es, después de Madrid, uno de los más segregadores por origen y clase social.
La red pública está infradotada, tiene privatizados los servicios de transporte, comedor, limpieza y extraescolares, y la eventualidad afecta al 30% del profesorado. La salida de la pandemia no ha supuesto un refuerzo de las plantillas ni una mejora del modelo.
“La caída demográfica en curso va a volver a hacer económicamente inviables unos cuantos centros concertados y la solución no puede ser, de ninguna manera, financiarlos al 100% con dinero público”
Ante esta realidad, la caída demográfica en curso va a volver a hacer económicamente inviables unos cuantos centros concertados. Casi 30 años después, ese es otra vez el meollo de la cuestión. Y la solución no puede ser, de ninguna manera, financiarlos al 100% con dinero público. Lo comunitario deja de ser comunitario cuando se sufraga con lo público. Da igual que lo fiscalice el municipio o cualquier otra coartada administrativa, política o ideológica. Pero, en todo caso, y antes de iniciar ningún debate, los centros concertados, religiosos o ikastolas, deberían asumir las mismas ratios que la enseñanza pública respecto a familias inmigrantes, con necesidades especiales, de minorías étnicas, con rentas bajas o, directamente, en la exclusión social. Y que se lo hagan mirar, porque las comunidades educativas poco diversas, en una sociedad cada vez mas mestiza, son el caldo de cultivo perfecto para la aporafobia, el clasismo, la xenofobia y el racismo. También por eso, en unas cuantas zonas de la Comunidad Autónoma Vasca es imprescindible acabar, de manera rápida y sin medias tintas, con los centros gueto de la educación pública, donde están sobrerrepresentados sectores precarizados e inmigrantes.
¿Hay intención de hincarle el diente al problema de la segregación educativa hasta las últimas consecuencias? Habrá que ver, porque ello supondrá que unos cuantos centros concertados se publifiquen o desaparezcan. En todo caso, no abordar el problema de frente es renunciar a la cohesión social. Eso lo tienen claro la mayoría de los sindicatos del gremio educativo, las asociaciones de madres y padres, los órganos de representación, y la federación de directores y directoras de los centros públicos. De ahí su oposición al borrador de la iniciativa legislativa.
Es muy sencillo: basta de financiar con nuestro dinero escuelas búnker —como se denominan desde el movimiento contra la segregación— que no reflejan la pluralidad de nuestros pueblos y barrios. Es una cuestión de clase.
Educación
Educación vasca: el paraíso de la concertada
En la comunidad con más enseñanza privada subvencionada, los centros concertados esquivan alumnado de las familias con menos ingresos, un modelo segregador al que algunas asociaciones de padres y madres quieren plantar cara.