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Editorial
Política pese a todo
La pandemia global fue un evento totalizante cuyas consecuencias a duras penas empezamos a intuir. La gestión de estados de alarma y la carrera por suministros sanitarios devolvió a los Estados la centralidad que muchos daban por amortizada. Paralelamente, en casa, una pesada sensación, entre el hastío y la angustia, seguía envolviendo a buena parte del personal. Mientras, los empresarios de turno seguían con el business as usual. En ese contexto, y tras el desastre de Zaldibar, el PNV forzó elecciones autonómicas anticipadas y tras pasar lo peor de la pandemia en funciones arrancó el gobierno autonómico con récord de abstención.
Pasando al siguiente acto, se celebrarán pronto los comicios municipales y forales, con la maquinaria propagandística a todo tren siguiendo la habitual línea prospectiva de que “no habrá grandes sorpresas”. Sin mucha emoción, por tanto, las piezas de los periodistas se contentan con las nuevas “geometrías variables” de los posibles pactos entre partidos. Entre los de origen antagonista, hoy probados posibles socios, unos se presentan como posibles palancas para cambiar gobiernos, mientras otros asumen la necesidad de encontrar compañeros de viaje para lograrlo, a pesar de no poder imponer una estrategia a la altura de sus objetivos programáticos.
"Se celebrarán pronto los comicios municipales y forales, con la maquinaria propagandística a todo tren siguiendo la habitual línea prospectiva de que “no habrá grandes sorpresas”
Sea como fuere, estas elecciones cobran una importancia inusitada. Mientras tanto, los opulentos y siempre opacos presupuestos forales continúan pavimentando a golpe de licitación millonaria los caminos a ninguna parte, a la vez que chantajean bloqueando inversiones necesarias en los pueblos no adeptos al partido gobernante. En las capitales, los alcaldísimos imponen proyectos megalómanos, mientras ejercen sin cortapisas un poder autoritario protagonizado por constructoras corruptas y mórbidas policías locales.
Si un giro de guión en las urnas no lo impide, la mayor parte de los planes para los próximos años ya están bosquejados. No dejan de ser la territorialización de los agónicos intentos de recomposición del capital y su incesante búsqueda de ganancias. Estos nuevos arreglos tendrán un aterrizaje en forma de infraestructuras y macroproyectos cuyo impacto sobre nuestros hábitats generará inevitablemente conflicto. Hagamos política, nos va la vida en ello.