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Educación pública
Huelga de profesorado en Madrid o cómo organizar la protesta desde abajo
Marina Cruz Pascual es profesora de Secundaria en un instituto de San Cristóbal de los Ángeles, al sur de Madrid. Tiene 270 alumnos y podría tener 30 menos, si los recortes que se llevaron a cabo en la época de Esperanza Aguirre ya se hubieran revertido. Con la excusa de la crisis y con la tijera neoliberal, en 2011 el PP decidió aumentar las horas lectivas del profesorado: De 18 a 20 en Secundaria y de 23 a 25 en Primaria. Como un dominó, las comunidades fueron sucumbiendo al método Aguirre, apuntalado por la Ley Wert. Hoy, todas las autonomías han revertido esta situación. Excepto Madrid.
Marina explica que con menos horas lectivas podría hacer más cosas, atender al alumnado con necesidades especiales, adecuar los materiales. “Hacer que todos los alumnos y alumnas tengan las mismas oportunidades”, asegura. También significaría tener más compañeros, porque el aumento de horas fue en realidad un ERE encubierto. Según datos que maneja CGT, esta bajada de horas lectivas supone la contratación de más de 4.000 docentes y un gasto de 144 millones de euros, un 11,7% de los gastos derivados a la escuela concertada.
Esta bajada de horas lectivas supone la contratación de más de 4.000 docentes y un gasto de 144 millones de euros, un 11,7% de los gastos derivados a la escuela concertada, según CGT
Ante esta situación, desde abajo y al margen de la mesa sectorial, donde negocian los sindicatos mayoritarios, profesores y profesoras sentían que había que hacer algo. Hace un año comenzaron las asambleas de lo que hoy es el colectivo Menos Lectivas, nacido de las cenizas de aquella Marea Verde que salió a la calle para enfrentarse a Aguirre y sus recortes. A finales de febrero de este año, y apoyados por CGT, CNT y STEM, convocaron tres días de huelga con un amplio seguimiento. El próximo 8 y 21 de mayo, repiten.
Hasta los barrios
“En septiembre de 2023 un compañero y yo nos enteramos que se estaban recogiendo firmas para reclamar la disminución de horas lectivas. Nadie nos había dicho nada, los grandes sindicatos ni habían llegado a nuestro centro”, expresa María. Tras asistir a la primera asamblea de Menos Lectivas, crearon su propia asamblea de centro. Durante las pasadas jornadas de huelga había una treintena activas, explica. Hoy ya son incontables.
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“En mi instituto formamos una asamblea de centro de docentes, quedamos una vez al mes o cada tres semanas y nos turnamos para no ir siempre los mismos a las asambleas generales para poder trasladar la información”, explica esta docente. “Además, estamos formando parte del tejido del barrio, vamos a las reuniones de la mesa comunitario y al espacio socioeducativo, espacios de intervención y participación comunitaria, para formar parte de la comunidad”, resume. Todo ello en un barrio con gran porcentaje de población vulnerabilizada y la amenaza de la segregación escolar siempre latente.
Llegar a una huelga
Cristóbal Corretje es profesor de Primaria. No tiene ni un rato para atender una llamada telefónica y es difícil contactar con él. De manera atropellada explica que la Asamblea Menos Lectivas, de la que forma parte, “surge después de que los sindicatos mayoritarios sentíamos que no estaban reivindicando bien lo importante, especialmente el tema de las horas lectivas. Habían llegado a un acuerdo verbal con la comunidad que consistía en bajar las horas en Secundaria pero no en Primaria ni en Infantil”, explica.
Mientras Menos lectivas tejía acciones de protesta, entregas de firmas, cadenas de profesorado, los sindicatos mayoritarios presentes en la mesa sectorial —CCOO, ANPE, CSIF y UGT— negociaban la bajada de horas lectivas. Se sentaban en torno a una propuesta que esta asamblea consideraba “insuficiente”. En palabras de Alfredo Marcos, delegado sindical de CGT, para Secundaria se pactaba la llegada a las 18 horas en dos cursos y para Primaria e Infantil se ofertaba una hora no lectiva que se corresponde con la exclusiva de los viernes. "Los viernes pueden salir una hora antes pero seguirán haciendo las mismas horas lectivas”, explicaba.
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Mientras en la mesa se negociaba en estos términos, el 27, 28 y 29 de febrero el profesorado iba a la huelga. Una huelga calificada como un “éxito” por los convocantes, dos de cada 10 docentes hicieron seguimiento según sus cifras.
El 7 de marzo la Comunidad de Madrid rompió negociaciones con los sindicatos, informando que retiraba la propuesta de reducción de horas para todo el profesorado de Secundaria, así como la bajada de ratios que también estaba sobre la mesa. El 8 de abril los sindicatos de la mesa sectorial convocaban dos jornadas de huelga para los próximos 8 y 21 de mayo. “Más vale tarde que nunca”, expresa Cristóbal Corretje. Desde Menos Lectivas han decidido secundar esta convocatoria siempre en los márgenes de su autonomía.
“Hemos convocado también huelga pero tendremos comité propio. No nos fiamos de los grandes sindicatos, no sabemos si las negociaciones otra vez se nos volverán en contra”
“Hemos convocado también huelga pero tendremos comité propio. No nos fiamos de los grandes sindicatos, no sabemos si las negociaciones otra vez se nos volverán en contra”, expresa María Alemany, que pertenece a CNT. Alemany denuncia que durante la pasada huelga, que los grandes sindicatos no secundaron, intentaron desmovilización al personal. “Nosotros no vamos a desmovilizar, vamos a apoyar la huelga y tenemos nuestra propia convocatoria”, expresa.
Grieta en la inversión
De contexto, una comunidad colista en inversión educativa. Según el Sistema Estatal de Indicadores de la Educación 2023, Madrid invierte 5.607 euros por alumno, siendo la región que menos deposita, lejos de los 10.214 que destina la Comunidad Autónoma Vasca por alumno. Al mismo tiempo ocupa los primeros puestos en cuanto a la ratio de alumnado en Bachillerato, con 25,8 alumnos por aula, solo superada por Andalucía, que tiene una media de 29.
Mientras tanto, las transferencias de dinero público hacia la educación concertada no han dejado de crecer en estos 10 últimos años. En 2012 Madrid invertía en gastos para este modelo de gestión educativa un total de 904 millones. En 2020 esta cifra asciende hasta los 1.143 millones de euros y es la tercera comunidad en porcentaje de gasto para la concertada, con un 19,3%, solo superada por Balears (19,6%) y Euskadi (25,5%).
Además, la asamblea Menos Lectivas habla de un sistema público segregador, especialmente en Secundaria, donde le bilingüismo está creando dos tipos de aulas y enseñanzas a dos velocidades. Cuando el alumno llega al instituto desde un colegio bilingüe se le mete en una clase y si no, se le mete en otra. “Hay clases de primera y clases de segura, clases con chavales con más necesidades que otros. Hay guetos ya no solo a nivel territorial sino dentro del propio centro. Desde Primaria la realidad es que los chavales no llegan al mínimo para cursar una asignatura en inglés de verdad. El que puede pagar aparte un refuerzo en inglés puede acceder a las opciones bilingües del instituto”, explica Cristóbal Corretje.
“No hay datos reales de cómo ha funcionado el bilingüismo. Tampoco se atreven a obtenerlos. El sentimiento mayoritario es que no está funcionando pero la consejería no quiere auditarlo”
Para Corretje, el bilingüismo es un programa que no se ha evaluado de verdad de manera externa desde que empezó. “No hay datos reales de cómo ha funcionado el bilingüismo. Tampoco se atreven a obtenerlos. El sentimiento mayoritario es que no está funcionando pero la consejería no quiere auditarlo”, expresa.
Atención a la diversidad
La bajada de horas lectivas, la disminución de ratios o la desaparición de prácticas segregadoras no son los únicos motivos para la huelga. Desde la Asamblea Menos Lectivas ponen el foco también en el necesario aumento de recursos para atención a la diversidad, ante un gobierno que camina en el lado contrario como demostró con la subida de las ratios para las aulas TEA sin el aumento de personal consecuente.
Esto en educación ordinaria. Los docentes que trabajan en educación especial dibujan un panorama más desolador. M. y L. son maestras en un colegio de educación especial en Usera. El único de la zona, un colegio pensado para 130 alumnos y alumnas que hoy acoge a 200. Piden más recursos personales y espaciales para poderlos atender al alumnado como se merece.
“En nuestra zona tendría que haber otro colegio de educación especial, lleva mucho tiempo proyectado pero no se construye. Nuestro cole está extralimitado”, denuncian. Expresan que unos centros pedagógicos, como son los suyos, se están convirtiendo en centros asistenciales.
“A los niños de educación especial se les tiene en cuenta como cifras pero no como lo que son. La ratio máxima está en 8, pedimos que se reduzca. Quieren que sean coles asistenciales y hay niños que se puede desarrollar mucho más su potencial y no llegamos”
“A los niños de educación especial se les tiene en cuenta como cifras pero no como lo que son. La ratio máxima está en 8, pedimos que se reduzca. Quieren que sean coles asistenciales y hay niños que se puede desarrollar mucho más su potencial pero no llegamos. No están tipificados como centros de difícil desempeño. Y por eso no se nos da más recursos”, denuncian.
M. y L., que no aportan sus nombres por miedo a represalias, también se sumarán a la huelga. Una huelga construida desde abajo. “Hemos tenido que despertar y ser nosotros los protagonistas de nuestras luchas. Hemos sido muy conformistas dejando todo en las mesas de negociación en las que no se consiguen cosas. Si no despertamos, nadie lo va a hacer por nosotros y nosotras”, zanja Marina Cruz Pascual.