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Opinión socias
Israel: una entidad terrorista a intervenir

Cuando en septiembre de 1939 los nazis invadieron Polonia, dando lugar al comienzo de la Segunda Guerra Mundial, hacía tan solo seis años que los primeros presos políticos habían llegado al campo de concentración de Dachau y apenas faltaban unos pocos meses para la apertura de Auschwitz. El genocidio y el horror nazi que representó la segunda gran guerra no dejó reparos ni dudas para catalogar y repudiar a aquellos desalmados como los bastardos que eran.
El horror, la muerte y la barbarie que representa esta ideología de odio que circulaba –y circula– como un cáncer por Europa, con los tentáculos del fascismo italiano y español asomando por el sur, empujó a gran parte del mundo a entonar que no se desaparecería en silencio en la oscuridad. La Unión Soviética y Estados Unidos lideraron aquel bando aliado que, junto a la resistencia europea, obligó a Hitler a volarse la cabeza en un búnker.
Nos encontramos en un mundo multipolar distinto, con alianzas diferentes. Pero si este mundo fuera un mundo decente, Netanyahu ya colgaría boca abajo en una plaza de Jerusalén
Cuando la Alemania nazi tomaba Europa y llenaba sus paisajes de campos de exterminio, nadie dudó de que el uso de la fuerza contra Hitler era más que necesario. Hoy nos encontramos ante hechos que se reflejan con nitidez en el espejo de la historia. Vivimos un genocidio en Oriente Próximo que evidencia que, a veces, la historia es cíclica. El mundo de hoy es muy diferente al de los años 40 del pasado siglo. Nos encontramos en un mundo multipolar distinto, con alianzas diferentes. Pero si este mundo fuera un mundo decente, Netanyahu ya colgaría boca abajo en una plaza de Jerusalén.
Es posible que las palabras que sigan resulten chocantes para algunas y algunos. Pero en momentos históricos en los que niños y niñas son desmembrados y reventados por misiles de media tonelada, hay que tomar partido. Cuando se comete un genocidio en el que han sido asesinados, hasta ahora, más de 55.000 personas, no bastan eufemismos ni medias tintas. Cuando cada minuto que pasa muere asesinado un civil gazatí y se toma Cisjordania usando a colonos israelíes armados, las circunstancias excepcionales marcan medidas excepcionales. Un régimen que mata de hambre y sed para exterminar a una población entera requiere de una respuesta contundente. En un mundo decente, en el que ojalá nos encontrásemos, una coalición internacional habría liberado Gaza y tomado Tel Aviv.
La valiosa declaración de Derechos Humanos de 1948, que hoy algunos pisotean, fue gracias a los héroes y heroínas que colgaron a Mussolini
La democracia y la libertad no llegó a Europa de la mano de buenas palabras, sino reventando cráneos nazis en Stalingrado y Normandía. Los principios de igualdad y tolerancia que hoy defendemos se fundamentan sobre los cazas aliados que hicieron trizas a los nazis. La valiosa declaración de Derechos Humanos de 1948, que hoy algunos pisotean, fue gracias a los héroes y heroínas que colgaron a Mussolini. Los derechos emanan de las protestas y del humo de barricadas. En un mundo decente ya se habrían roto relaciones con el Estado de Israel, se habría establecido un embargo de armas y de tecnología y se habrían impuesto sanciones económicas. Pero también, una coalición militar internacional bajo mando de Naciones Unidas habría entrado en Palestina para proteger a la población civil en Gaza, neutralizar las posiciones ofensivas israelíes y capturar a los responsables político-militares del genocidio para ponerlos bajo custodia de la Corte Penal Internacional. Una intervención que fue posible contra los nazis y que debería de serlo contra el sionismo. Pero este no es un mundo decente.
Ya se va muy tarde, porque la comunidad internacional siempre ha sido más partidaria del silencio y de llegar tarde a todas partes. Nos encontramos en un mundo global sin dirección política. Este no es un mundo decente. Las entidades terroristas estatales no merecen ningún tipo de reconocimiento, ni respeto, ni comercio. Sino la más absoluta condena, rechazo y sanción. Las movilizaciones masivas de la sociedad civil evidencian que el pueblo siempre está un paso por encima respecto a su Gobierno en cuanto a estatura moral se refiere. La democracia y la vida se defienden con uñas y dientes. Y eso conlleva el derecho al uso de la fuerza legítima contra la tiranía y la opresión.
En un mundo decente hoy se habría desarticulado al Estado terrorista de Israel, pero en el mundo indecente en el que vivimos tenemos más de 55.000 cadáveres desmembrados en Gaza
El Estado genocida de Israel, y sus palmeros de extrema derecha occidentales, usan la historia del sufrimiento judío para justificar un genocidio. El pueblo judío no es Israel. De hecho, la mayor parte del pueblo judío se manifiesta en contra de este genocidio, porque conocen su propia historia. Y en un alarde estúpido de ignorancia y paranoia, Israel y sus palmeros acusan de ‘antisemitismo’ a todo y toda aquella que les afee que maten niños y niñas. Sin comprender que el pueblo palestino es también un pueblo semita. Y es por ello, que Israel y aquellos y aquellas que les apoyan sí son antisemitas, porque están exterminando a un pueblo semita.
El paso de la historia nos juzgará. Y pagaremos un alto precio por nuestro silencio. La falta de dique de contención contra Israel, la falta de sanción e intervención por la fuerza deja rienda suelta a su exterminio contra civiles. Es muy difícil construir una coalición contra Israel en el contexto geopolítico de las alianzas que hoy existe. En un mundo decente hoy se habría desarticulado al Estado terrorista de Israel, pero en el mundo indecente en el que vivimos tenemos más de 55.000 cadáveres desmembrados en Gaza.