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Cooperativismo
Dar el cante en el movimiento cooperativo
Allá por el 17 de marzo de 1990, desde el siempre interesante colectivo Barrikada de papel se publicaba en El Correo de Andalucía una columna titulada “Cooperativismo: una encrucijada”. En la misma se analizaba la situación –entonces actual- del cooperativismo, marcada por su concentración en dos sectores que atravesaban fuertes crisis: el textil y la construcción. El citado equipo editorial reflexionaba sobre el fomento verbal a la creación de cooperativas, la ausencia de recursos e incomprensión de las administraciones y la falta de ayudas reales y específicas para resolver los problemas que al movimiento cooperativo se habían planteado. Asimismo, apuntaban que la proliferación de cursos de formación cooperativa se estaba utilizando como fórmula de entretenimiento destinada a los parados. Es una música que todavía nos suena, ¿verdad?
Además, completaban su crítico análisis apuntando soluciones y así indicaban varias alternativas: formación y gestión empresarial, necesidad de elegir bien el sector a trabajar, utilización de recursos financieros e intercooperación. Se trataba de observaciones de lo más acertadas, si bien la parte más lúcida de su texto la encontrábamos al final, cuando referían que el elemento esencial del movimiento cooperativo radicaba en la formación ideológica para participar en un proyecto colectivo. Y esta última característica, la colectiva, era la que subrayaban. No erraban el tiro.
Hoy, más de dos décadas después de escribirse aquel artículo, no podemos sino destacar el tino del mismo, que ya anticipaba el preludio del posterior desastre con la quiebra, en todos los sentidos, de CEPES-Andalucía, quien representase el mayor exponente de aquel discurso y prácticas. A día de hoy, el movimiento cooperativo en Andalucía sigue arrastrando esas mismas remoras. Pero lo que es aún peor, también sufre del ataque indiscriminado y furibundo del capitalismo más salvaje. Solo así podemos explicarnos que en los más recientes debates públicos sobre la próxima reforma de la ley de cooperativas, ya en el debate pre-parlamentario se estén introduciendo cuestiones tales como:
- Abrir aún más las puertas a los socios inversores, es decir, introducir el capital como sustituto de las personas en la base social de las entidades cooperativas.
- Plantear la posibilidad de cooperativas unipersonales –actualmente en Andalucía, únicamente se exigen dos socios-. Sí, como lo oyen, reducir las cooperativas a uno, al más puro estilo de las Sociedades Mercantiles Unipersonales.
- Acentuar la influencia de los votos ponderados, huyendo de los principios democráticos y acercándose a las sociedades por acciones o por participaciones.
Basta una reflexión muy básica para concluir que todas estas ideas aplicadas al ideario cooperativo solo desafinan y hasta el más sordo más absoluto puede percibir que están claramente desentonadas. Sin embargo, nada de esto es casual pues la tendencia viene de lejos. El último grito neoliberal podemos encontrarlo en la reciente ley de Ayuso –esa punta de lanza del mercantilismo más rancio y centrípeto- al respecto. Su Exposición de Motivos resulta clarificadora y así plantea “la necesidad de adaptarse al derecho societario”, “la búsqueda de respuestas a las exigencias de un mercado cada vez más competitivo” o la “asimilación con las sociedades de capital”. A buen entendedor pocas palabras bastan.
En Andalucía, se observa una clara tendencia seguidista y acrítica del cooperativismo institucional comprometida con dicha línea de pensamiento y así, de manera más velada o clara, se manifiestan los representantes oficiales de estos y otros espacios. El discurso que puede escucharse en cualquier evento de FAECTA, Andaluciaescoop, las Cooperativas Agroalimentarias de Andalucía e incluso en espacios académicos como CIDES o CIRIEC, apuntan, todos, en la misma dirección. Nos dicen, eso sí, que son respuestas demandadas por el movimiento cooperativo. Ahora bien, no nos consta consulta alguna a quienes participamos cotidianamente en las cooperativas andaluzas y eso que ni somos tantísimos como debiéramos ni estamos –precisamente- escondidos.
Sin duda alguna, los próximos tiempos van a ser, ciertamente, difíciles y a la vez decisivos para la supervivencia del movimiento cooperativo andaluz. Apoyo mutuo versus mercantilización y democracia versus libre mercado. El debate no solo está en ver quien da el cante, sino también en entonar lo mejor posible. Lo que no saben los malos es que también en eso, ya les llevamos ventaja: véase y léase “Flamenconomía: nociones de economía y otros cantes".