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Redes sociales
Jugar a Tinder
Te sientes sola, los algoritmos no te han ayudado nada y eso es desolador.
En la búsqueda de la pareja que deseamos, filtrando en Tinder, Bumble, Okcupid o sucedáneos tomamos conciencia de la artificialidad del asunto. ¿Qué buscamos por ahí? ¿Follar? ¿El amor de nuestra vida ®? ¿Alguien que nos haga casito? ¿“Solo” amigos? No sé qué opción me da más repulsión.
En un escaparate pleno de máscaras que son mentira, pedimos gritando a alguien que nos preste atención. Qué llamada de atención tan grande la de dejarlo con tu pareja y entrar a Tinder frenéticamente como cuando aceleras porque el semáforo se va a poner en rojo. Qué soledad, qué abismo que nos desborda y no sabemos afrontar. El proceso que he visto vivir suele ser: “solo busco sexo” tratándonos así como personas-objeto en el sentido más utilitario de esta expresión. ¡Cuidado! Que no estoy criticando buscar solo sexo, pero ¿Sabéis cuál es el problema? Que buscar ”solo sexo“ parece que nos da la plena licencia a dejar de tratarnos como personas, con respeto, responsabilidad afectiva y empatía. ”Es que solo quería sexo“ - claro corazón, la otra persona también, no iba a pedirte matrimonio, pero no hacía falta que la trataras como a tu juguete sexual.
Después pienso sobre la opción de respuesta “El amor de tu vida”® y aquí no sé qué es peor… Si decirte que sí, que el amor de tu vida eres tú mismo y que no hace falta que nadie protagonice un rol idealizado que te terminará decepcionando, o que resulta una tremenda movida que a través de 5 fotos, una descripción con iconitos y una coincidencia algorítmica de ”swip right - match“ va a traerte un ángel de cielo que conecte contigo emocionalmente, busquéis el mismo tipo de relación, encajéis bien en personalidad y os atraigáis sexualmente...y no es poco pedir.
Hemos pasado de vincularnos con personas e ir construyendo relaciones, a filtrar con qué relación queremos conectar haciendo que las personas hagan de escaparate y tengan que pasar los 50 filtros que tenemos, que casi algorítmicamente hace que busques a alguien personalizado, alguien adaptadx a ti y sino pasa los filtros le damos a Next, cómo en aquel programa de hace 15 años que veíamos los millenials.
”Alguien que nos haga casito“ probablemente sea la opción que más me preocupa, porque -para mí- connota una enorme llamada de atención que nace de una carencia, ¿Qué te falta que la carencia te hace actuar de forma frenética haciendo swip left / swip right pensando que llegará la persona que cubra ese hueco? ¿A quién necesitas contarle tu vida para sentir que es importante, a quién necesitas para sentirte queridx? ¿Quién necesitas que te abrace? Vamos mendigando amor por las esquinas, conseguimos lo que nos han dicho que tenemos que conseguir (estudios, trabajo, casa...) Pero ¿Quién nos quiere? Es un abismo si lo vemos desde la carencia, sin embargo, en ese abismo de soledad, no paramos a mirar otros tipos de relaciones que nos sostienen, otros tipos de relaciones que nos escuchan despotricar en nuestro día a día, otro tipo de relación que Disney no nos ha contado que es ”la válida” o “la completa” y por tanto, no les damos el mismo valor, porque nos han contado que la categoría de la amistad es inferior a la de la pareja.
Sí, sí, así de absurdo, porque por esta regla de tres, ese alguien personalizado bajo tus 50 filtros que encuentras en Tinder, al relacionarse en el plano romántico, y construir una relación desde ahí, pasa a ser directamente más importante que tus amigas que llevan ahí mucho tiempo sosteniéndote, escuchándote, acompañándote y queriéndote. Por eso me jode el “solo” amigos, porque ¿Cómo que “solo” amigos? ¿Te parece poco? No sé a ti, pero para mí, mis amigas son el pilar en el que me sostengo cuando me caigo, y menos mal que están.
En estas últimas semanas me ha salido en varias plataformas de vídeo y música anuncios de Tinder, una publicidad o propaganda que nos mandan mensajes sobre cómo modelar nuestra conducta con respecto a la pareja, y yo pienso que tenemos que resignificar esos mensajes porque la categoría de pareja se ha convertido en una caja vacía en la que van pasando personas, cómo en el programa de Next: pasa los filtros, hay conexión, hay atracción, decepción, no encajan las expectativas, Next.
Por eso pido que resignifiquemos a las amigas, que las cuidemos, que nos sostengamos, que seamos red, porque, al fin y al cabo, ellas son mis relaciones más largas.