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Opinión
Violencia y Paz
Dice el historiador británico Eric Hobsbawm: “El siglo XX ha sido el más sangriento de la historia conocida de la humanidad. La cifra total de muertos provocados directa o indirectamente por las guerras se eleva a unos 187 millones de personas, un número que equivale a más del 10 por 100 de la población mundial de 1913. Si tomamos el año 1914 como punto de partida, el siglo XX ha sido un siglo de guerras casi ininterrumpidas, a excepción de algunos breves períodos sin conflictos armados organizados en todo el planeta. Ha sido un siglo dominado por las guerra mundiales, guerras entre estados territoriales o alianzas de estados.”[1]
Es indudable que pese a los progresos cosechados por la humanidad, aún hoy son recurrentes las noticias sobre conflictos bélicos. La violencia y el militarismo forman parte de nuestras vidas cotidianas y están presente en prácticamente todos más aspectos del día a día. Es materialmente imposible estar ajeno a esa realidad. Tan es así que el desarrollo actual de la industria bélica sitúa a la humanidad ante la ominosa perspectiva de una hecatombe de proporcionales mundiales capaz de convertir nuestro planeta en un inmenso cementerio, con la destrucción de toda la humanidad. Es por ello que las temáticas asociadas a la paz en sus múltiples manifestaciones han adquirido un protagonismo indiscutible en el sistema de las necesidades insatisfechas de las personas y de los pueblos del último período del siglo XX y tal temática entraña una inmediata proyección subjetiva que afecta a toda la humanidad. El siglo XXI no parece distanciarse de esta dinámica y así hoy encontramos conflictos “vivos” que pueden ser calificados como guerras en Afganistán, Yemen, México, Nigeria, Camerún, Níger, Chad, Argelia, Mauritania, Marruecos, Túnez, Siria, Azerbaiyán, Congo, Somalia, Mali Irak, Sudán del Sur, Mozambique, Etiopía o Libia[2]. Afectan por tanto a todos los rincones de la tierra y son constantes las referencias en cualquier parte de noticias.
Es por ello que existe una conciencia universal de que nos enfrentamos a uno de los peligros más acuciantes que amenazan la supervivencia de la especia humana. La guerra es sin duda una de las más importantes causas de muerte, destrucción y dolor que ha afectado a la humanidad. Y no parece que estemos cerca de su desaparición. Antes al contrario, las partidas presupuestarias de los Estados destacan por su volumen de inversiones y gastos en armas y tecnologías militares. Es una nota común en todo el planeta.
A esta situación se opone el pacifismo como ideología política. Esta opción representa ahora una novedad en la evolución de la conciencia cívica del Occidente y se ve reforzada con la inclusión de la paz como un derecho humano de carácter universal, cuyo titular es cualquier hombre en todo el planeta.
Uno de los investigadores más reconocidos en el desarrollo de la teoría de la cultura de paz, Johan Galtung propone dos definiciones de paz[3]:
- La primera está orientada hacia la violencia y refiere que la paz es la ausencia/reducción de todo tipo de violencia
- La segunda está orientada hacia el conflicto y la define como “una transformación del conflicto no-violenta y creativa”
La paz, desde una perspectiva académica se puede abordar –según el propio Galtung- con arreglo a tres pilares básicos:
- Hechos
- Teorías
- Valores
Los hechos son los datos y/o acontecimientos que se dan en un determinado escenario. Las teorías se refieren a los aportes académicos y a los estudios al respecto. Y los valores engloban los planteamientos éticos, filosóficos y morales que sustenta nuestra cultura.
Y así, este autor clasifica los tipos de paz y violencia. Entre los de paz encontramos:
- Paz negativa, ausencia de cualquier tipo de violencia
- Paz natural, convivencia de las especies en cooperación, sin forcejeos ni conflictos
- Paz positiva directa , como bondad tanto física como verbal que proporciona al cuerpo y a la mente todas las necesidades básicas
- Paz positiva estructural, que sustituye la represión por libertad y la explotación por la equidad y refuerza lo conseguido mediante el diálogo en lugar de la penetración, la integración por la segmentación, la solidaridad por la fragmentación y la participación por la marginación
- Paz positiva cultural, que sustituye la legitimación de la violencia en la religión, leyes, ideología, lengua, arte y ciencia por la legitimación de la paz
Y entre los de violencia:
- Violencia natural, la que se origina de manera involuntaria en la naturaleza, incluido el cuerpo humano.
- Violencia directa, la que es intencionada y está causada por actos concretos, individuales o colectivos en espacios personales, sociales y mundiales
- Violencia indirecta, la que no siendo intencionada se construye en espacios personales, sociales o temporales
- Violencia cultura, que legitima la estructural e induce a los actores a cometer violencia directa o a no ver como violencia la estructural, pudiendo ser tanto intencionada como no intencionada
- Violencia temporal, que consiste en los impactos agresivos de las futuras generaciones
Otro concepto es el que nos ofrece Barrio Maestre, que recoge la siguiente definición[4]:
“Violencia, por tanto, dice a cualquier modo de ejercer una energía o fuerza (dynamis), y este constituye el significado directamente aludido por la etimología. Violencia, en efecto, proviene de la palabra latina vis, que se traduce como fuerza, vigor”
Presenta la violencia como una desviación de la naturaleza, como una agresión contra la tendencia nativa de algo, contra la orientación que nace del propio ser o esencia de ese algo.
Mientras que autores como Galtung estiman que la violencia se ejerce por aprendizaje, otros –como Barrio Maestre- afirman que es una desviación de la naturaleza. Otros autores atienden a otras dimensiones y así Bettelheim[5] la define como el comportamiento de alguien incapaz de imaginar otra solución a un problema que le atormenta o Luis Rojas Marcos[6] indica que es aprendida sobre todo durante la niñez. Por su parte Vicenç Fisas[7] la define como “el uso o amenaza de uso de la fuerza o de potencia, abierta u oculta, con la finalidad de obtener de uno o varios individuos algo que no consienten libremente, o de hacerles algún tipo de mal (físico, psíquico o moral). La violencia por tanto, no es sólo un determinado tipo de acto, sino también una determinada potencialidad. No se refiere sólo a una forma de hacer, sino también de no dejar hacer, de negar potencialidad”.
[1] Eric Hobsbawm, War and Peace in the 20th Century, London Review of Books, 21-2-2002, pp. 16-18, traducción castellana de Ferran Esteve.
[2] Incluimos todos los conflictos con más de mil muertos contabilizados en el pasado año 2020, extraído de la web: https://es.wikipedia.org/wiki/Anexo:Guerras_y_conflictos_actuales.
[3] Johan Galtung, Peace by peaceful means, SAGE Publications, Londres, 1996.
[4] José María Barrio Maestre, Positivismo y violencia. El desafío actual de una cultura de paz, Eunsa, Navarra, 1997.
[5] Bruno Bettelheim, Educación y vida moderna, Crítica, Barcelona, 1982.
[6] Luis Rojas Marcos, Las semillas de la violencia, Espasa Calpe, Madrid, 1995.
[7] Vicenç Fisas, Cultura de paz y gestión de conflictos, Icaria, Barcelona, 2002.