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A la memoria de Julio Anguita
Estos tiempos de excepcionalidad han visto florecer las metáforas que pretendían aproximarnos a la comprensión de un suceso que ha venido a alterar nuestras vidas y nuestros horizontes de un modo inesperado. Enfrentados a lo imprevisto e inusitado, nos hemos visto abocados, con mayor o menor éxito, a leer a marchas forzadas un presente intempestivo, actualización de muchas de esas distopías virtuales que pueblan nuestra literatura o nuestro cine. En estas páginas siempre hemos defendido la imaginación como única potencia materialista capaz de ayudarnos a construir un futuro que, como indica en algunos de sus textos Marina Garcés con acierto, nos había sido robado pero que, de repente, se presenta ante nuestros ojos como una urgencia inmediata. Pues si nuestro presente resulta incierto, qué decir del porvenir por venir. Y si el futuro parecía obturado por un presente neoliberal que actuaba como agujero negro de toda esperanza, ahora, sin embargo, en estos tiempos de pánico, como también señala con acierto en un reciente artículo Jorge León Casero, se abre la posibilidad de pensar una salida a esta crisis que no suponga una quizá ya impensable vuelta al pasado. Deleuze nos dice que pensamos siempre obligados y, en ese sentido, las constricciones del presente resultan extremadamente evidentes.
Filosofía
Pánico por sistema: el gobierno de la retroalimentación social del miedo
El capitalismo como pandemia
Pero volvamos por un momento al terreno de las metáforas para intentar entender, una vez más, los mecanismos, múltiples, diversificados históricamente, del capitalismo. Las semejanzas y diferencias de las estrategias del Capital con los modos de comportamiento de un virus de alta capacidad de contagio y efectos letales como es el COVID-19 (ya saben ustedes, «d» de diciembre y 19 porque el primer infectado en China declaró haber leído ese número de veces el Libro rojo de Mao como, ineficaz a todas luces, estrategia terapéutica), no deja de ser una imagen que nos permite pensar que, acaso, las maneras de hacerles frente, a ambas pandemias, pudieran tener puntos en común.
Entre las evidentes semejanzas, el carácter desterritorializado de ambos virus, su carácter global, el desconocimiento del sentido de la palabra frontera. Capital y virus aprovechan con enorme eficacia los espacios lisos de la comunicación, los caminos que establecen nexos entre lugares lejanos del planeta, para deslizarse por su superficie e infectar todo cuanto sale a su paso. Por ello, las respuestas locales, nacionales, son de una eficacia muy limitada, pues, además de ser incapaces de sellar por completo un territorio, siempre se hallan a expensas de lo que suceda a su alrededor. En el caso del COVID-19, hemos echado en falta, frente a un virus global, la existencia de mecanismos globales que permitieran la toma de decisiones a la misma escala que actúa el virus. En el caso del capitalismo, Marx y Engels lo sintetizaron en una frase que devino lema: “Trabajadores de todos los países, uníos”, en un llamamiento a la internacionalización de las luchas como única estrategia para enfrentar a un capitalismo que no tiene otra patria que su beneficio. Una pequeña conclusión se extrae de esto: la necesidad, tanto en un caso como en el otro, de articular mecanismos globales de respuesta.
Las dinámicas virales en la comunicación han acentuado aquello que define la enorme eficacia del capitalismo contemporáneo: su capacidad de construcción de subjetividad.
La virtud del COVID-19 es que ha puesto de manifiesto un hecho que las luchas políticas de la izquierda, de modo paradójico, venían reclamando desde tiempos lejanos pero para lo que nunca se estableció un programa político eficaz. Las internacionales no dejaron de ser, al menos avanzado el siglo XX, meros artefactos formales de muy escaso contenido político. Si la actual pandemia está obligando a pensar a los mayores detractores de la existencia de mecanismos políticos de carácter global en la necesidad de su existencia; si parece estar propiciando el que esa idea de «gobierno» mundial, presente en el discurso filosófico desde la antigüedad y reactivada por la Ilustración, adquiera esa dimensión «afectante», por decirlo al modo de Lordon, de la que hasta ahora había carecido; si algo que forma parte del ADN de la izquierda parece tener posibilidad de convertirse en agenda política y preocupación social, es el momento de volcar los esfuerzos en pensar formas de organización y prácticas globales que subrayen la importancia de lo común.
Un segundo elemento de coincidencia entre ambos virus es su enorme capacidad de contagio y los efectos letales que provocan para la vida. Es enormemente significativo que una palabra como «viral» venga asociada, cada vez más, a dinámicas que se desarrollan dentro del que es el instrumento fundamental de difusión del Capital en las sociedades contemporáneas: la tecnología de la información. En efecto, las dinámicas virales en la comunicación han acentuado aquello que define la enorme eficacia del capitalismo contemporáneo: su capacidad de construcción de subjetividad, de infectar con el virus del neoliberalismo a toda forma de vida humana. Con la diferencia de que, lejos de buscar formas de protección y medidas de profilaxis, las subjetividades contemporáneas se exponen alegremente, es uno de los más terribles efectos del virus, a las dinámicas de contagio.
Filosofía
Políticas de la imaginación
La imaginación es una facultad a la que se ha prestado poca atención en el discurso filosófico. Sin embargo, la lógica materialista exige de ella para pensar el futuro.
Semejanza en la eficacia del contagio, pero diferencia en las actitudes frente al mismo. Merece la pena subrayar esta cuestión que, desde los orígenes del virus del Capital, marca un rasgo específico. Sabemos que una de las claves en la lucha contra el COVID-19 radica en la consecución de una inmunidad grupal que convirtiera a las sociedades, como colectivo, en geografías menos expuestas al virus. Por el contrario, el capitalismo nace intentando quebrar una importante inmunidad grupal que acompañaba a las sociedades de la Modernidad temprana. En efecto, dichas sociedades se asentaban, tanto en sus prácticas económicas como culturales, en potentes formas del común que se mostraban enormemente resistentes y reticentes al propietarismo individualista que el capitalismo se empeña en imponer. Con una extremada violencia, por otro lado. El virus del Capital provoca en la Europa moderna una extrema mortalidad, bajo la forma bien de hambrunas, bien de persecuciones, que acompaña su expansión territorial. Desde Marx a Federici se ha puesto de manifiesto cómo la acumulación originaria se produce violentando economías y saberes del común que entorpecían la labor disciplinante y rapaz del capital. Es la “economía moral de la multitud”, de la que habló Thompson. Las leyes de pobres inglesas de los siglos XVI en adelante provocaron decenas de miles de ejecuciones, solo 70.000 en tiempos de Enrique VIII, que sumieron en un estado de terror a las poblaciones expropiadas de sus medios de subsistencia. El éxodo a la ciudad y su disciplinamiento salarial permiten entender el despegue industrial de la Inglaterra de finales del XVIII.
Parece bastante evidente que la eficacia del capitalismo radica en su capacidad de destruir esas inmunidades de grupo, para lo que su virus no duda en mutar, haciéndose fordista o posfordista, según la ocasión, y así penetrar con mayor efectividad en colectivos con una especial capacidad de inmunidad. Como decía Baudrillard, el enemigo acaba instalándose en nuestro propio pensamiento. El virus de la temida subsunción real, la más potente de las mutaciones del virus del Capital, se encuentra siempre al acecho.
EN BUSCA DE UNA VACUNA: EL INTELECTO GENERAL COMO ECONOMÍA DEL COMÚN
Curiosamente, la pandemia del COVID-19 apunta en su posible solución vías y estrategias que pudieran ser también de utilidad en el diseño de un horizonte que fuera más allá de las prácticas de retorno, quizá ya imposible, a un pasado que ha cobijado en su seno el suelo fértil sobre el que ahora brota el virus. Inmunidad de grupo, vacuna y mecanismos globales de alerta y coordinación ante otras posibles pandemias parecen ser tres mecanismos inexcusables para hacer frente a esta y otras futuras pandemias. Mecanismos que también resultan imprescindibles para enfrentar la pandemia capitalista en su forma neoliberal.
Ya hemos señalado en alguna ocasión la pulsión suicida que caracteriza al neoliberalismo, cómo esta cepa específica del virus capitalista desprecia cualquier previsión de futuro y se caracteriza por un goce inmediato del presente. De quienes pueden gozarlo, claro. Su dimensión tremendamente letal exige la implementación inmediata de medidas profilácticas que eviten nuestra desaparición como especie, lo que denomino el conatus de la multitud. Los graves problemas que aquejan a la humanidad no pueden abordarse desde una perspectiva local, exigen, como hemos señalado más arriba, políticas coordinadas de ámbito global, por lo que los sectores críticos con el actual estado de cosas deben imaginar formas de cooperación política que desborden los marcos nacionales y que se empeñen en el diseño de una política del común. La actual coyuntura, que hace visible esa necesidad en el ámbito sanitario, debiera servir de palanca para extender dichas prácticas al ámbito de lo político en general. Algo que, desde una perspectiva ideológica, siempre hemos sabido, puede pasar a formar parte, quizá, de un nuevo sentido común crítico.
En los saberes socializados puede encontrarse la clave, la vacuna, para ir recuperando esa inmunidad de grupo que el capitalismo se ha empeñado en destruir.
El diseño de la política de lo común al que antes hacía referencia pasa, a mi modo de ver, por abordar una cuestión que Marx señalaba en los Grundrisse, la del Intelecto General. Recordemos que con dicho concepto Marx hace referencia a los saberes sociales que son vampirizados por el Capital en beneficio privado y cuyo uso debiera revertir, propone él, en beneficio colectivo. Ya hemos señalado cómo el Capital se ha construido sobre la apropiación violenta de lo común, ya fuera este material o inmaterial. El neoliberalismo ha profundizado esa dinámica, hasta el punto de que Laval y Dardot nos hablan, metafóricamente, de una segunda ola de cercamientos. La lucha contra el virus médico, la denodada búsqueda de una vacuna, pone de relieve la importancia de que ese saber médico sea un saber compartido, que la vacuna alcance al conjunto de la población, pues de no ser así, los efectos letales del virus afectarán a amplios sectores de la población mundial, evidentemente la menos favorecida. La situación subraya la necesidad de que el saber científico, en especial aquel del campo de la salud, adquiera un estatuto común y no sea monopolizado por una industria, la farmacéutica, carente de toda vocación social.
A mi modo de ver, el de Intelecto General es un concepto que adquiere una importancia singular en el diseño de una política del común y en la imaginación de un futuro alejado de las inercias de las prácticas del Capital. Pues en los saberes socializados puede encontrarse la clave, la vacuna, para ir recuperando esa inmunidad de grupo que el capitalismo se ha empeñado en destruir. Cuanto más efectivas se muestren las prácticas del común, no solo en la lucha contra el virus, sino contra los efectos económicos que de la situación de confinamiento se derivan y derivarán, más se podrá visibilizar el carácter imperativo de las mismas en la defensa de los intereses de la mayoría social. Lo que empieza a parecer evidente en el ámbito de la salud, que sin un potente sistema público sanitario la población se hallaría tremendamente expuesta en coyunturas como la actual, podría también visibilizarse en otros ámbitos, como el de la energía, los transportes, la alimentación. Y esas visibilidades generan, sin duda, procesos de subjetivación sobre los que construir un nuevo sentido común crítico, como reivindica Sousa Santos. La reconstrucción de la inmunidad de grupo frente a las tendencias individualizadoras, idiotas, del capitalismo, la producción de una economía moral de la multitud sobre la base de un espíritu de lo común, koinota, la construcción de subjetividad antagonista, en última instancia, son estrategias necesarias para las que, de manera paradójica, la crisis del COVID-19 ha allanado, en parte, el camino. Imaginar un porvenir en el que lo común se convierta en el horizonte de nuestras políticas es una necesidad visibilizada por la crisis sanitaria y económica de nuestro presente ante la que se alza la siniestra alternativa de un fascismo en alza. De ahí que haya que imaginar, pero imaginar rápido.
Filosofía
El materialismo, la vida
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no entendi una mierda, palabras tan complicadas tener que usar?
Hay una práctica efectiva, y cada vez mas común, frente al covid : ¡dióxido de cloro! Sí, se que, aunque no sea lo mismo, suena a locura Trumpista. El caso es que funciona. Podría salvar, y haber salvado, muchas vidas... Aunque algunos comienzan a interesarse, parece que hay otros planes... A las prácticas minoritarias siempre les cuesta mucho abrirse paso. Cuando tocan privilegios bien establecidos practicamente imposible, a no ser que lo puedan fagocitar y ponerlo a su servicio... Casi es mejor que siga operando al margen.
En cuanto al otro virus, mucho mas peligroso y mortal sí...ese está mucho mas arraigado en nosotros de lo que imaginamos... Dejo aquí una reflexión de lo que me contó un tipo no hace mucho. A ver si alguien lo lee y puede opinar algo...:
"Cualquier intento directo de "superar" el capitalismo por "oposición" será absorvido por su axiomática... ¿Cuántas veces lo he visto? SIEMPRE! Si hay historia revolucionaria es un continuo relato de FRACASO! Y las causas, son simpre las mismas... maximalismo, voluntarismo, culto a la personalidad, represión, adoctrinamiento, desprecio por el individuo, por su derecho, vida e individualidad, los sujetos se vuelven "sacrificables"... sin importar cuántos años de proceso revolucionario pase... los sacrificios son infinitos, interminables, y aquellos a los cuales se quiere "liberar"... pierden su libertad... "falsa libertad" me dicen siempre... Pero los sujetos se rebelan contra esas formas de control, porque siempre es mejor una "falsa libertad" que una "verdadera esclavitud"... Decir que en el capitalismo "no te permite imaginar un mundo a tus impulsos" es mentira, yo imagino el mundo según mis deseos, y todos lo hacen todos los días, incluso algunos cumplen con sus revoluciones personales y colectivas algunas veces, pero esas revoluciones sólo pueden sobrevivir (y esto lo descubrió Deleuze) cuando el "deseo" y el "interés" coinciden...
Deleuze es, de todos los post-modernos, el único que realmente entiende el poder, la rebelión y el facismo, además del deseo social...
Mi rebelión está en la cabeza, no es visible, ni aparente, no se pone pañuelos ni brazaletes... no se tatua ni se pone piercing, porque cualquier signo que te pongas encima será re-codificado y re-territorializado... NO SERÁ REPRIMIDO ni prohibido, será absorvido. Pero el capitalismo no puede impedir que me ponga traje y corbata, sea invisible mientras en mi cabeza y la de los que están conmigo nos movemos hacia el borde... lo que complica mi revolución es que quiero dejar de ser facista, no quiero imponerle a los demás nada! Deleuze tiene varias descripciones tediosas de como "no ser facista", y es un trabajo muy laborioso, eso de ocupar los espacios entre los binomios opuestos, y al llenarlos hacerlos desaparecer... es el movimiento rizomático en sí, porque no tiene forma, y no se puede definir por la forma ni lo formal. No ser uno, ni dual, ni multiple sino "multiplicidad", hasta ahora no he visto ningún movimiento cultural alternativo que lo haga... todos y cada uno lucha por una "identidad tribal" en oposición al "otro", lgbtiq+(1.5% de la pob) contra heteros(98.5% de la pob), feministas vs. heteropatriarcado, abortistas vs. pro-vida, progresistas vs capitalistas, nacionalistas vs globalistas... ASI NO HAY REVOLUCIÓN, sólo fugaces des-territorialidades que en breve vuelven a ser re-territorializados...
Que un binomio pugne, es la forma más fácil de que funcione el capitalismo. Así ha funcionado siempre, durante las expansiones... colonos vs aborigenes, independentistas vs colonialistas, Mundo libre vs Cortina de Hierros, Nobles vs Burguese... Y que pasó con todo eso, al final Vietnam ahora es capitalista, China es neoliberal salvaje, Rusia es capitalista... ¿Qué pasó? El binomio en pugna re-territorializó las oposiciones e hizo una síntesis conjuntiva. No importó para nada que el 80% de la población haya vivido bajo algún tipo de socialismo y comunismo, incluso Cambodia que vivió bajo los Jemeres Rojos, a pesar del exterminio de todos los contra-revolucionarios, a pesar de haber sido invadido por Vietnam, a pesar del asesoramiento Chino... Cambodia terminó siendo neoliberal salvaje. No nos hace pensar???? A veces pienso que el capitalismo agita la diferencia para que se des-territorialize y volver a re-territorializarla, como cuando Mao dijo "Permitir que 100 flores florezcan"; eso hizo aparecer a los opositores, y Mao los exterminó...
marxistas... leninistas... estalinistas, trostskystas y maoistas, pero con los años empezaron a descubrir "cosas" (errores, fallas, in-funcionalidades, aberraciones) y no decían nada... porque existía "consenso revolucionario", no hay muchas facultades donde no se haga apología del marxismo, o demonización del capitalismo (que no es una filosofía), de 2006 en adelante busqué otras cosas, algo más moderno, Althusser, Folcault, pero Deleuze... la tiene más clara(aunque no sea amable ni sistemático al explicarlo), lo bueno y esperanzador es que he visto que hay por fin un intento válido de "depuración" del marxismo en todas sus vertientes, y están buscando lo que sirve y lo que nó, pero igual veo resistencia, anquilosamiento, yo lo entiendo... 100 años de lucha revolucionaria buscando una "sociedad justa", un "hombre nuevo", con costos altísimos... 75 años, 4 generaciones 20 millones de muertos en la URSS, para que al final todo terminara en un reset capitalista; China 70 años, 4 generaciones, 80 millones de muertos... para que 24 años después de la revolución, abandoran la economía científica marxista, y hoy sean neoliberales salvajes, puedo comprender que es prácticamente imposible aceptar que la mayor parte del razonamiento sociologico marxista es ABSURDO, y la economía científica marxista es inoperante; y ahí vuelve a sonar en mi cabeza Deleuze diciendo verdades como martillos... el capitalismo se adapta, re-territorializa, re-codifica, absorve la oposición, el deseo no es carencia sino motor de producción, existe el deseo social es nómade, inmanente y multiplicidad. Si el marxismo no hace una síntesis y abandona todas las tradiciones erradas, obsoletas e inoperantes... jamás existirá una revolución existosa...
Y a la izquierda y al progresismo sigo sin entenderlo; siento que me mienten... me expresan su interés "humanista", pero me ocultan su deseo "facista", porque el progresismo no quiere que la gente haga lo que quiera, quiere "control", quiere decirle a los sujetos y a la sociedad "lo que está bien y mal, y como deben actuar"... el progresismo DELIRA!, nunca has escuchado a algún representante sindical, social o gremial de los profesores decir textualmente "no queremos que los hijos sean clones de los padres"; pero eso nunca ha sido así, de hecho de eso se trata lo que dice Freud "matar al padre" (o madre), los hijos desechan siempre lo que no le ha funcionado a los padres y adoptan nuevas formas de hacer las cosas, eso de la "reproducción social" es un cuento! La síntesis de Deleuze entre Freud-Marx está bien orientada, lamentablemente Deleuze se ocupó de los errores del psicoanálisis que tienden a perpetuar el "edipo", si se hubiese puesto a hacer una crítica de Marx ¿Qué maravilla tendríamos en nuestras manos? Ya estaríamos libres de las aberraciones marxistas, lamentablemente Deleuze murió sin publicar su libro sobre Marxismo... lo que perdimos ahí es GIGANTESCO! Cuando se critica al capitalismo por "explotador" como si fuera la ideología más explotadora de la historia, yo sonrío porque eso es una proyección de nuestro deseo facista de tener un enemigo externo al cual combatir. Yo no creo que el capitalismo sea una entelequia o entidad, ni siquiera una filosofía, ya sea en la sociedad tribal, despótica o capitalista siempre existió "explotación", "privilegios", "acumulación", el error es pensar que el capitalismo empezó con la revolución industrial, el capitalismo ha funcionado desde que existe la moneda como método de intercambio, incluso antes cuando existía trueque, sólo que son múltiples tipos de capitalismo, que a su vez tienen varios modelos que funcionan en faces sucesivas, una de las cuestiones que siempre me hace reir mucho es cuando escucho eso del "salario", que es la forma que en la fuerza de trabajo se mantiene viva para que sobreviva para la próxima jornada de trabajo... ¿Qué es lo extraño de eso? hace 300.000 años los homosapiens ya hacian eso, sin que existiera un "capitalismo explotador", buscaban comida para sobrevivir una jornada más... en cuanto a la "acumulación capitalista", o "apropiación de la plusvalía" ¿Qué tiene de nuevo? 10.000 años antes de cristo con el origen de la agricultura se hacía "acumulación" y "apropiación de plusvalía".
Con respecto a si el capitalismo "desvia el deseo hacia el consumo", eso es REAL! pero no es lo importante, lo importante es la "experiencia de libertad", actualmente la humanidad en el capitalismo y democracia liberal tiene la mejor experiencia de libertad que jamás haya tenido, y el deseo del sujeto y el deseo social se mueve hacia la apliación de esa experiencia de libertad, la experiencia de libertad es un gran descubrimiento, puesto que desde el punto de vista tradicional de la autonomía, autodeterminación, elección, voluntad... jamás seremos libres. Tampoco desde un punto de vista potencial debido a limitaciones temporales, energéticas, de ubicuidad y cognocitivas; pero a través de los socius que hemos atravesado durante la historia siempre hemos extendido nuestra "experiencia de libertad. El capitalismo nos provee una experiencia de libertad... bastante amplia en occidente a mi entener... y ahí está el problema de la "revolución", jamás hemos hecho una revolución que amplie dicha experiencia de libertad; salvo la Revolución Francesa, o más precisamente cuando la burguesía desplazó a la nobleza, antes de ese hito, los sujetos "pertenecian a los nobles", su fuerza de trabajo, su tiempo, su vida eran propiedad de un déspota, con el advenimiento de la burguesía, los sujetos pasaron a ser "dueños de su fuerza de trabajo", empezaron a tener libertad de desplazamiento, el ser "dueño" de su fuerza de trabajo (y mira que lo pongo entre comillas...) ha sido la más grande expansión de la experiencia de libertad en la historia de la humanidad; de ahí en más ninguna revolución ha ampliado la experiencia de libertad, sino muy por el contrario todo se han vuelto "control", "adoctrinamiento", "represión", y por sobre todas las cosas "sacrificios por la revolución"; sacrificios muy onerosos para los sujetos... Rusia 75 años, 4 generaciones, 20 millones de muertos, China 70 años, 4 generaciones 80 millones de muertos... podriamos seguir con Vietnam, Cambodia, Cuba, Venezuela... Y nos olvidamos de la "condición postmoderna" de Lyotard, ya no estamos para "cambiar el mundo", queremos cambiar el auto, el móvil, viajes, etc. Nadie puede venir a pedirnos que sacrifiquenos lo poco que tenemos por la patria, nación, religión, revolución, etc. Porque los grandes relatos me prometen un paraiso que está en el futuro, pero ahora me exigen "sacrificios". Enfrentar al capitalismo por oposición está condenado al fracazo, siempre ha sido así, Deleuze dice evitar revoluciones del retorno, y evitar revoluciones donde el interés no coincida con el deseo (interes altruista, deseo facista), y nos indica "sed rizoma", no multiple, sino multiplicidad, ocupar los intersticios entre las dualidades en pugna hasta que esas dualidades dejen de tener importancia, ocupar la actitud esquizofrénica, pero no hasta el infinito, sino lo suficiente para llegar al borde. Yo suelo decir que si coloco una marca sobre mi cuerpo como una pañoleta verde, azul o rosa, me pinto el pelo verde, morado o lila, me tatuo, escarifico o visto para territorializarme SERÉ ABSORVIDO POR EL CAPITALISMO, pero nada me impide que use traje y corbata y volverme invisible (libre de marcas) mientras me muevo hacia el borde sobre una linea de fuga. El territorializarse es inmanente al sujeto, deseamos "pertenecer", deseamos "identidad", pero también deseamos libertad, no podemos dejar de ser lo que somos, hay 300.000 años que nos han definido, no por un dominio del discurso hegenómico (gramci), o dominio del lenguaje, o del discurso... va a cambiar la realidad, verdad o naturaleza, tal vez sólo cambie la "percepción" de los sujetos, pero tarde o temprano chocaremos contra esa corriente subterranea que tiene el deseo social que es inmanente, nómade y multiplicidad; y que no responde a hegemonías, discursos o lenguajes...
Permítanme: decir que no cura nada el mms sí que es un bulo. Y lo digo por experiencia propia. Con el covid no tengo experiencia. El problema de ésto se propague, que como dicen por ahí puede ser el descubrimiento mas importante en materia de salud de los últimos cien años, es que toca, o trastoca, económicamente a muchos de forma muy fuerte. No se, por compararlo con algo es como si se prohibiera productos cuestionados como el alcohol o la leche. Qué pasaría con los que viven del vino y la cerveza o de los que viven de la leche y productos lácteos?
En la opinión anterior, creo que se confunde el tiro. El problema no es el marxismo, que es toda una revolución, que sigue aún vigente, entre nosotros aunque muchos no lo vean, el problema son los tiranos que en nombre del comunismo han cometido grandes atrocidades historicas. Pero esto, es como si calificamos a la religión católica, al cristianismo, de maléfica y destructiva, por el oscurantismo de la edad media o tanta corrupcion, santa inquisicion, papas corruptos, pederastia o el característico alineamiento con las dictaduras europeas.....creo que es una reflexión muy desajustada.
Mi sincera enhorabuena. Escribir y aporrear una cacerola al mismo tiempo tiene mucho mérito. Más aún si se aporrea con la cabeza.
Lo importante es encontrar una solución, llámese vacuna para ambos males. El rumbo actual lleva a la población mundial al desfiladero sanitario y económico. Las contribuciones de Marx al funcionamiento social, no han dejado de estar vigentes aunque el neoliberalismo se empeñe en desacreditarlo.