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Energía
Apagones, energías renovables y estabilidad del sistema eléctrico: tareas pendientes y visos de futuro
El pasado lunes 28 de abril, el 60% de la generación eléctrica española, unos 15 gigavatios, se esfumó en cinco segundos. Después vino el apagón. Los motivos de la desaparición de la potencia aún no están claros, pero los primeros indicios apuntan a un fallo —no se sabe si causa o consecuencia— en la generación de energía renovable fotovoltaica. Posiciones ideológicas e interesadas aparte, el cero absoluto ha abierto un debate legítimo sobre qué está pasando con las energías renovables en nuestro país y el papel que cumplen en la robustez (o no) del mix energético.
Eléctricas
Sistémica eléctrico Del lobby nuclear a la burbuja de las renovables: comienza la pugna por encontrar al culpable del apagón
Este martes, un informe de Red Eléctrica de España (REE), el operador del sistema, indicaba de forma preliminar que un problema de pérdida de generación fotovoltaica en el suroeste peninsular podría haber sido el origen del cero absoluto que vivió el territorio durante horas. Varios medios rescataron entonces un informe de Redeia, empresa matriz de REE, que señalaba la penetración de la energía renovable en España como un riesgo para la estabilidad del sistema. Según el Partido Popular y voceros de las energías fósiles, la elevada generación de renovables es una amenaza para la soberanía energética española que debe paliarse extendiendo la vida útil de las centrales nucleares y de ciclo combinado (gas).
El origen del fallo, aunque no se sabe si causa o consecuencia, se ha situado preliminarmente en la generación fotovoltaica del suroeste peninsular
Frente a las posiciones cercanas al lobby de la quema de combustibles que calienta el planeta, muchas personas han cerrado filas con las renovables. Pero queda mucho de que hablar. “Estamos simplificando el debate a nucleares versus renovables y es mucho más complejo”, opina Cristina Corchera, investigadora asociada del Instituto de Investigación en Energía de Catalunya (IREC). El momento actual puede ser una oportunidad para entender qué funciona y qué no con el modelo energético actual (renovables incluidas). En palabras de Corchera, “es analizar qué ha saltado y qué hay que complementar para seguir creciendo en el porcentaje de renovables”.
Por ejemplo, para Javier Andaluz, coordinador del área de Energía de Ecologistas en Acción, queda mucho trabajo pendiente en el sistema energético español para que este sea mejor y más limpio. Hay que arrebatar control a las empresas y dárselas a un Estado que planifique, descentralizar la producción de energía y fomentar el autoconsumo, cree Andaluz. También es necesario modernizar las medidas y protocolos de actuación, asegura el especialista. “El mix energético que tenemos ahora es diferente al que teníamos hace 30 años y, por lo tanto, la forma de gestionar la red tiene que ser distinta”, complementa Corchera, que cree que hay que dar “pasos adelante” en la digitalización del sistema de gestión de la red eléctrica.
Prevención de ceros absolutos: desconectar el sistema parcialmente
Primero, la fotografía previa al desastre: a las 12.30 del lunes 28 de abril, el sistema energético peninsular funcionaba con normalidad. Destacaba —aunque no era excepcional en absoluto— el alto porcentaje de generación renovable (82%) y, dentro de este, el gran peso de la fotovoltaica, que llegaba casi a suplir el 55% de la demanda. Tanto la eólica como la hidroeléctrica se situaban en posiciones cercanas al 10% de generación cada una. Las energías no renovables no llegaban a generar uno de cada cinco gigavatios vertidos a la red eléctrica y, dentro de estas fuentes de energía, solo destaca el 10% aportado por la nuclear. Las centrales de ciclo combinado (gas), que luego serían claves para la recuperación, solo generaban el 3% de la energía.
Tres minutos después de esta instantánea, el sistema se descalabra. Más de la mitad de la generación desaparece, aún por causas desconocidas. La diferencia entre generación y demanda provoca cambios de frecuencia dentro del sistema. Ante el vaivén en hercios, el sistema responde desconectándose para evitar incendios o infraestructura frita. La nuclear, tan reivindicada por sus promotores, fue la primera en desenchufarse por completo de la red: sus sistemas son demasiado delicados y su peligro potencial demasiado elevado como para mantener en línea las plantas, que aún hoy siguen desconectadas.
Los protocolos de Red Eléctrica deberían haberse activado automáticamente para desconectar del sistema peninsular la zona que estaba dando fallos
La hipótesis que se maneja por el momento está relacionada con una caída en la generación en la zona suroeste de la península. Andaluz recomienda cautela mientras las teorías e informes preliminares sigan siendo eso, teorías e informes preliminares; pero, asumiendo que el origen del apagón esté localizado en una zona concreta (y no en diferentes centrales por todo el territorio), el especialista cuenta que, “en principio”, podría haberse realizado una desconexión parcial del sistema eléctrico. De esta forma, el apagón habría afectado solo a una parte de la península.
Los protocolos de Red Eléctrica, cuenta el especialista, deberían haber funcionado de forma automática para aislar el fallo. Andaluz califica de “raro” este fallo en cascada: “Es bastante raro que no haya habido un cortafuegos previo, pero valorar si ha sido por negligencia, fallo o cuestión técnica-eléctrica es muy difícil”, considera.
Flexibilizando las energías inflexibles
Hay dos elementos en el sistema eléctrico que funcionan como piezas que deben casar casi a la perfección: generación y demanda. Esto es porque la energía no puede almacenarse, por lo que debe pasar a las redes de consumo una vez producida. En Red Eléctrica explican que esto se realiza mediante modelos estadísticos que predicen la demanda cambiante en cada momento del día para así poder ajustar la generación. Además, el sistema trabaja con precisión de milisegundos para corregir fluctuaciones en cualquiera de los dos extremos.
En este ámbito, son clave los tipos de energía que permiten modificar rápidamente la generación —aumentarla o disminuirla—. Antonio Turiel, experto en energía del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), habla en Carne Cruda de mantener centrales de ciclo combinado “en reserva”, funcionando con un gasto de gas mínimo, por si hiciera falta aumentar la producción de repente.
Andaluz opina que la eólica, hidráulica, cogeneración y biomasa pueden ser energías clave para adaptar la producción rápidamente; Turiel cree que es necesario el gas fósil
Andaluz opina que no es necesario recurrir a las energías fósiles para modificar prestamente la producción: “Eólica, hidráulica y algunas tecnologías de cogeneración o biomasa”, enumera el especialista, podrían hacerse cargo de picos y valles. Además, el ambientólogo asegura que no hay una ‘energía estrella’ que siempre se haga cargo de pisar el acelerador cuando la demanda lo pide: “La respuesta depende de dónde ocurre la falta”, explica Andaluz, que dice que la proximidad de la central productora es un factor importante.
Otra opción es instalar más inversores, opina Turiel. Estos son unos aparatos que, acoplados a los sistemas de generación fotovoltaica, permiten adaptar más rápidamente el flujo de energía que producen. De esta forma, el tipo de energía renovable que más se produce en España —principalmente en el sur— podría ser más adaptable.
Flexibilizar la demanda
El sistema eléctrico tiene dos extremos: producción y demanda. Esto significa que, a la hora de hacer ajustes, se puede hacer por cualquiera de los dos lados, recuerda Corchera. No solo se trata de pisar el acelerador de la producción de energía o verterla fuera de la red cuando sobra (un mecanismo conocido como curtailment en inglés), sino de reducir la demanda, digamos, de arriba abajo, cuando la producción no está siendo suficiente.
En España ya hay mecanismos para disminuir la demanda. Red Eléctrica cuenta con lo que llama Servicio de Repuesta Activa de la Demanda, un mecanismo que consiste en un listado de empresas que, a cambio de una retribución económica, aceptan quedarse a oscuras cuando el sistema no es capaz de generar energía suficiente para cubrir toda la demanda. “La interrumpibilidad es un mecanismo clave para gestionar la demanda mucho más rápidamente que encender una central”, explica Andaluz. Este mecanismo entró en juego varias veces durante el año pasado.
El Servicio de Respuesta Activa de la Demanda es un mecanismo de emergencia en el que participan empresas que, a cambio de dinero, aceptan quedarse a oscuras si la producción energética no alcanza a suplir la demanda
Pero Corchera pide ir más allá de los mecanismos de emergencia. La también fundadora de Bamboo Energy apunta a un programa belga que aspira a que la demanda industrial se pueda adaptar a los picos de generación renovable. Es decir, si tenemos mucha producción de fotovoltaica, los momentos más intensos de consumo energético deberían darse en las horas centrales del día.
Un sistema robusto y ¿100%? renovable
En conversación con El Salto, este medio pregunta a Javier Andaluz, de Ecologistas, si es compatible tener un sistema energético robusto y, a la vez, 100% renovable. La respuesta del ambientólogo es un rotundo “sí”. “Solo hace falta una planificación adecuada”, defiende.
“Necesitamos una planificación territorial basada en nodos cuanto más descentralizados mejor [frente al modelo fósil de grandes centrales] y acercando la producción a los centros de consumo. Sería más resiliente que lo que tenemos ahora”, expone Andaluz. Habría que poner especial atención a la energía hidroeléctrica, la más flexible de las renovables, y huir del monocultivo que actualmente nos acecha —eólica en el norte, fotovoltaica en el sur— para diversificar las fuentes de energía, dice el especialista.
Javier Andaluz (Ecologistas en Acción): “Necesitamos una planificación territorial basada en nodos cuanto más descentralizados mejor. Sería más resiliente que lo que tenemos ahora”
Su posición no es la única dentro del movimiento ecologista. Turiel, el experto en energía del CSIC, ha sido muy vocal en múltiples entrevistas en los últimos días sobre la importancia de mantener, por ejemplo, las centrales de ciclo combinado como reserva. Quienes piensan como él creen que ni los inversores para la fotovoltaica ni la hidroeléctrica como reserva son suficientes para garantizar la estabilidad del sistema. El experto apunta hacia un objetivo que considera más sensato: el 95% de generación no fósil.
Desde la Asociación de empresas de energías renovables y otras tecnologías limpias de la Comunitat Valenciana (Avaesen) señalan otro punto relevante: para mejorar la estabilidad del sistema eléctrico, habría que aumentar la interconexión con Francia. Los cables con el país galo y Marruecos fueron esenciales para iniciar la recuperación tras el cero. “Tenemos una interconexión insuficiente. Esto limita nuestra capacidad de reacción ante crisis técnicas”, valora el presidente de la asociación.
Habrá más apagones
Quien sepa la forma de pensar de la gente de ciencia podrá anticipar la respuesta a la pregunta de si habrá más apagones. “Probabilísticamente, sí”, dice Corchera, para quien “se van a aprender lecciones y mejoraremos”, pero, de todas formas, “lo importante” es tener mecanismos de resiliencia que permitan volver a la normalidad lo más rápido posible. “Como ha pasado”, subraya Corchera en referencia a la rápida vuelta al business as usual tras el apagón.
“El riesgo cero nunca existe”, asegura Andaluz. Corchera tercia que “lo importante” es tener herramientas para volver rápidamente a la normalidad
“El riesgo cero nunca existe”, tercia Andaluz. El ecologista recuerda que es el primer gran apagón en España “en 50 años” y eso “es un periodo de retorno muy bajo”. “Además, si nos dijeran que el precio de no tener apagones es triplicar la capacidad de generación, tener tres veces más parques eólicos, ¿querríamos pagar esa factura ambiental y social?”, lanza la pregunta Andaluz.
El coordinador de Energía de Ecologistas advierte que, en este momento de shock social, algunas empresas tratan de justificar el incremento en la infraestructura de generación de energía. “Nos podrían intentar colar pasos hacia atrás”, asegura Andaluz, que repite que la continuidad de las plantas nucleares (con cierre previsto en el periodo 2027-2025) y de ciclo combinado es innecesaria.
El subidón renovable
La generación de energía renovable se ha disparado en España. El pasado 16 de abril se consiguió que, durante unas horas, toda la energía consumida en el país fuera renovable, repitiendo el récord del 16 de mayo de 2023. El motivo del crecimiento de las renovables es sencillo: son “más baratas de instalación, amortización y todos los parámetros”, cuenta Andaluz. “Sale más rentable invertir en renovables que invertir en prolongar el parque nuclear y fósil”, añade el especialista.
En Ecologistas en Acción muestran preocupación por el aumento de la producción renovable. No porque prefieran las energías fósiles, sino porque el único kilovatio verde es el kilovatio que no se produce, dicen, y temen que se produzca energía de más.
En un informe publicado hace un par de semanas, Ecologistas apunta al “sobredimensionamiento” de la infraestructura generadora de energía. La eólica ha crecido un 30% entre 2019 y 2024. En el mismo lustro, la fotovoltaica ha multiplicado por siete su capacidad generadora.
La fotovoltaica está en camino de superar en entre un 56% y un 85% los 76 gigavatios de potencia que el PNIEC marca como objetivo de este tipo de energía para 2030
Esta sobredimensión tiene visos de perpetuarse a futuro. El Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) es el plan rector de la energía en España. El documento preparado por el Ministerio de Transición Ecológica prevé un aumento de la energía fotovoltaica, pero Ecologistas ha echado cuentas y señala que, entre todos los proyectos en algún punto de su tramitación —incluido los que pueden dejarse en caer antes de entrar en funcionamiento—, la fotovoltaica está en camino de superar en entre un 56% y un 85% los 76 gigavatios de potencia que el PNIEC marca como objetivo para 2030.
El rápido despliegue de las renovables, subrayan en Ecologistas, ayuda a reducir la factura de CO2, pero tiene gran contestación social en algunos territorios por sus impactos potenciales “sobre la biodiversidad, el sector primario y el paisaje”.