Energías renovables
Energías renovables e insostenibles

Los proyectos para la producción de electricidad, y la oposición vecinal que suscitan, se multiplican en Navarra. Por su parte, en Araba se acaban de paralizar dos macroparques eólicos tras recibir informes medioambientales desfavorables.
Molinos navarros
Los polígonos eólicos cada vez más extendidos en el paisaje alavés y navarro. Mikel Romeo Ruiz

El precio de la electricidad no ha dejado de marcar máximos históricos en las últimas semanas. Tras un largo periodo de inmovilismo, el Gobierno español ha aprobado un nuevo decreto de la luz, derivando en una batalla frontal con las grandes eléctricas, quienes llevan décadas alistando entre sus filas a miembros de PP, PSOE, PNV y ERC, entre otros, para evitar la regulación. El gas, la gasolina o el diésel han incrementado sus precios afectando directamente al bolsillo del consumidor, y esto acentúa la necesidad de dejar atrás las energías fósiles. Por ello, y porque son altamente contaminantes, la transición energética apuesta por las energías renovables. Molinos y placas que pretenden extenderse por Euskal Herria sin respetar zonas naturales ni la fauna que las habita. Macroproyectos que motivan la queja de las asociaciones medioambientales y ecologistas tanto en Navarra como en Araba. 

Desde Sustrai Erakuntza, organización surgida para dar respuesta jurídico-técnica a proyectos insostenibles en Navarra, recuerdan que la Zona Media y Ribera de Navarra están saturadas de polígonos de captación de energía eólica, infraestructuras que causan grandes impactos ambientales, en especial a la avifauna. Y, sin embargo, denuncian que se siguen aprobando nuevos proyectos eólicos y solares en esas mismas zonas, muchas de ellas situadas junto a lugares protegidos donde los daños causados serían aún mayores. Una protesta que comparten grupos como Mendi Askeak, en Araba, donde se han presentado cuatro proyectos de nuevos polígonos eólicos. Dos de ellos, los de Iturrieta y Arkamo, han sido rechazados recientemente tras recibir varios informes medioambientales contrarios a su puesta en marcha. Algo que consideran toda una victoria contra un gigante como Iberdrola, pero con lo que no se conforman. 

Sin molinos en Araba

La lucha de Mendi Askeak por preservar los espacios protegidos alaveses se remonta 15 años atrás. Hoy, su persistencia ha permitido que en los parques de Iturrieta y Arkamo no se construyan polígonos eólicos, aunque todavía siguen en pie los proyectos de Labraza y Azazeta. “Que las administraciones se den por vencidas en algo que han propuesto es un gran logro del movimiento vecinal. Se han dado unos pasos muy importantes y hacemos una valoración muy positiva”, señala Koldo Ortiz de Guinea, miembro de Mendi Askeak. Hace 12 años, había 19 proyectos previstos en Araba, pero desde hace cinco o seis años solo se mantenían en pie estos cuatro.

Energías renovables
Energías renovables El dilema de la transición energética en Araba
En Araba se libra la batalla en la que nos jugamos cuál va a ser el camino a seguir por una transición energética basada en las energías renovables

Para Ortiz de Guinea, pese a que las energías renovables contaminan menos que las fósiles, estos polígonos son “zonas industriales, aunque las maquillen con la palabra ‘parque’ y parezca que tienen animales y monte”. Subir las grandes palas de los molinos a los picos provoca un impacto medioambiental importante. Por ejemplo, a la hora de crear caminos por los que puedan acceder los camiones, con la construcción de instalaciones de plataformas de miles de metros cuadrados, al tirar el cableado o al crear las subestaciones eléctricas: “Se produce una muerte importante de fauna, sobre todo de aves”, explica Ortiz de Guinea.

“Los parques eólicos provocan la muerte de fauna, sobre todo aves”. Koldo Ortiz de Guinea, miembro de Mendi Askeak

El polígono que se pretende construir en Azazeta se ubica en los montes de Gasteiz, un lugar que desde Mendi Askeak ya se intentó que fuera catalogado como parque natural: “Peleamos para ello, pero por desgracia no lo conseguimos”. En el caso de Labraza, que tampoco está protegido por la Red Natura 2000, como sí sucede con los ahora descartados Arkamo e Iturrieta, cuenta con otras especificidades medioambientales que los grupos alaveses creen que deben conservarse. Este espacio, situado en el término municipal de Oion, tiene un alto valor biogeográfico, ya que es la única masa natural de pino carrasco en la Comunidad Autónoma del País Vasco, además de estar considerado como un corredor ecológico comarcal.

Desde Mendi Askeak denuncian que es el propio Consejo de Gobierno de la Diputación Foral de Araba quien incumple su plan Mugarri, aprobado en 2009 para la Promoción y el Desarrollo de las Energías Renovables en Araba. “En ese plan se señala que no se pueden colocar parques eólicos en zonas que tienen gran valor para las aves, entren o no dentro de la Red Natura 2000”, comenta Ortiz de Guinea. Tienen claro que la decisión final sobre estos proyectos tiene que ser de la gente y no de Iberdrola. Saben que delante tienen un enemigo fuerte, que se adorna del “capitalismo verde” para hacer negocio, pero desde Mendi Askeak subrayan que el pueblo no ha comprado los discursos de la multinacional eléctrica y advierten de que seguirán presionando para parar estos proyectos eólicos. 

Molino de viento Navarra
Los molinos eólicos se multiplican en Araba y Navarra. Mikel Romeo Ruiz

Joserra Becerra, portavoz del partido EQUO Berdeak, cree que se han planteado las instalaciones sin tener en cuenta otros emplazamientos con menos impacto y, en este sentido, recuerda que el Gobierno Vasco ha lanzado un Plan Territorial Sectorial para la ordenación de las energías renovables en el que debe señalar los lugares más idóneos para estas actividades. “Para una adecuada transición energética hay que planificar para evitar un crecimiento desordenado y un mayor impacto medioambiental”, dice Becerra. Además, recuerda que para que una instalación eólica sea rentable ya no hace falta ponerla en la cima del monte, pudiendo ubicarse en una zona degradada a la que se le daría así “un valor adicional”. Admite que las instituciones se pliegan ante las grandes empresas, pero señala que no pueden ir contra sus propias normativas: “Llama la atención que el diputado general, Ramiro González Vicente, se haya pronunciado a favor cuando el plan aprobado por la Diputación dice lo contrario”.

Paneles de Navarra

En lo que va de 2021, en Navarra se han presentado más de 70 proyectos. Y aquí, al igual que en Araba, la construcción de nuevos polígonos de producción de energía acarrea también protestas vecinales y ecologistas. La organización Sustrai Erakuntza ha presentado alegaciones a los macropolígonos eólicos de la empresa Sacyr, en el norte de la Comarca de Pamplona, y al de Green Capital Power, en la ladera sur de la Sierra de Andía (Aldane). Además, también ha advertido de que los nuevos proyectos solares en Iruñerria ocuparán 847 hectáreas de terreno agrícola, “el equivalente a mil campos de fútbol”. Para Pablo Lorente, miembro de Sustrai, el proyecto fotovoltaico supone “todo un ecocidio y la destrucción del sector primario”. Y recuerda que la degradación de las zonas rurales tiene una afección directa en el consumo de productos locales y de alta calidad: “A los gobiernos se les llena la boca con el kilómetro 0 pero luego no defienden la soberanía alimentaria”, comenta. 

Desde Sustrai llevan años demandando que se apueste por modelos de electrificación basados en las renovables, pero no así: “No se fomenta un modelo sostenible para la creación de la energía eléctrica, es un modelo de industrialización del medio natural y del medio rural”. Defienden que la clave del cambio se encuentra en reducir los consumos y producir la electricidad lo más cerca posible de donde se consume. De esta forma se lograría un menor impacto medioambiental reduciendo los daños de las macroinstalaciones y de las líneas de alta tensión —por donde se distribuye la energía—. Lorente denuncia que “estos modelos se basan en un proceso de carácter especulativo para hacer dinero y no para cubrir las necesidades básicas y lógicas”.

“No se fomenta un modelo sostenible para la creación de energía eléctrica, sino un modelo de industrialización del medio natural y del medio rural”. Pablo Lorente, miembro de Sustrai Erakuntza

Según Sustrai, los gobiernos autonómicos se están poniendo de perfil o simplemente defienden los intereses de las grandes empresas. Aunque en Lezaun o en Urbasa Handia hay informes técnicos desfavorables a la construcción de molinos porque el Gobierno de Navarra considera que afectan a la biodiversidad de la zona, Pablo Lorente insiste en que “quienes marcan el modelo energético y los proyectos no son tanto la Consejería de Medio Ambiente como la Consejería de Desarrollo Económico”. En este sentido, destaca que el Gobierno de Navarra lleva años incumpliendo los tratados y las leyes al construir infraestructuras dañinas para el territorio como las minas subterráneas, las canteras, la segunda fase del canal de Navarra, el tren de alta velocidad o el campo de golf en Baztan. “Junto con la coordinación de plataformas en contra de este modelo, defendemos una moratoria para hacer una planificación democrática del modelo energético que nos lleve a una transición verdadera”, concluye Lorente.

Ecocidio renovable

En 2020 hubo un boom en las energías renovables por todo el Estado, cuenta Julen Rekondo, divulgador ambiental y Premio Nacional de Medio Ambiente. Al principio se construyeron las llamadas huertas solares, donde las hectáreas ocupadas eran relativamente pocas y se concentraban en el sur de Navarra, en la zona de la Ribera. “Sin embargo, ahora nos encontramos con parques fotovoltaicos que superan los 300 MWh, y cada MWh supone dos hectáreas”, comenta. Este auge se debe a la llegada de los fondos europeos, a una cierta aceptación social de las energías renovables, a los apoyos del Gobierno de Navarra y a que los bancos centrales han bajado los tipos de interés. Rekondo remarca la paradoja de que las grandes empresas siempre han trabajado con los combustibles fósiles y ahora “casi aparecen como los paladines de la lucha contra el cambio climático, cuando son uno de sus artífices”. 

Las afecciones a la biodiversidad son diferentes en la energía eólica y en la fotovoltaica. En el caso de la eólica, provocan una mortandad de aves importantes, a pesar de que Rekondo matiza que “no hay un censo oficial, pero los más castigadas son los buitres leonados o los murciélagos”. En este aspecto, recuerda que no se producen controles porque las empresas “no tienen interés en ello”. Asimismo, hay un problema de fragmentación de hábitat, al encontrarse las aves migratorias con las barreras de los parques eólicos. Por otro lado, la energía fotovoltaica, en cambio, incide en la desaparición del entorno, la industrialización del campo o la disminución de tierras agrícolas. “Algunas de las zonas navarras más idóneas para la plantación de cereal desaparecerían junto a una serie de aves que viven allí”, denuncia Rekondo.

Urbasa Handia Bizirik
Pancartas de Urbasa Handia Bizirik con el lema "renovables sí, pero no así". Ekinklik
Al igual que los parques alaveses de Iturrieta y Arkamo no verán polígonos eólicos en sus montes por pertenecer al sistema Red Natura 2000, también en Navarra existen algunos proyectos eólicos, como los proyectados en el parque natural de Urbasa y Andia que, al encontrarse en zonas protegidas, deberían ser rechazados. Un lugar que cuenta con espacios naturales tan impresionantes como el nacedero del Urederra o el balcón de Pilatos. En estos momentos, organizaciones como Urbasa Andia Bizirik están presentando alegaciones a todos estos proyectos. Sin embargo, Julen Rekondo reconoce que es muy complicado hacerles frente por tiempo y medios cuando se están presentando en el último año dos nuevos proyectos por semana.

Modelo eléctrico

El aluvión de proyectos de energías renovables no solo ha llegado a Euskal Herria: se repite por todo el Estado. Álvaro Campos, doctor en Ingeniería Térmica y miembro de Aliente (Alianza Energía y Territorio), señala que estos proyectos han llegado a gran velocidad y de una forma muy opaca, sin que el Ministerio se manifestase. “No puedes inyectar renovables sin que de alguna manera haya capacidad de absorber la energía y desplazarla a las zonas de consumo”, explica. Aquí se da una asimetría entre el mundo rural y el urbano: mientras el ámbito rural se convierte en zona de producción, y de daños naturales, las ciudades, ajenas a esos impactos, ejercen de “consumidoras pasivas”.

“El modelo eléctrico que tenemos surge, se consolida y se extiende con base en las necesidades que tienen las energías fósiles”, explica Campos. Para operar de una forma eficiente y rentable son necesarias grandes potencias localizadas en el territorio, muy gestionables y con grandes inversiones de capital: “Cuando se ha llegado al consenso de que hay que abandonar las energías fósiles, se ha adaptado el modelo que ya existía a las renovables”. Las centrales —placas, molinos...— no contaminan durante su vida útil, pero el desarrollo de estructuras necesarias para la transición energética obliga a consumir mucha energía para todas estas subestaciones, líneas eléctricas, placas o molinos. “La transición energética tiene que abandonar el fósil en las centrales y en la construcción de placas o molinos”, aclara Campos. 

“La transición energética tiene que abandonar el fósil en las centrales y en la construcción de placas o molinos”. Álvaro Campos, integrante de Aliente
La alternativa al actual modelo centralizado pasa por conocer las características de las renovables. Requieren mucha energía, minerales muy escasos y grandes terrenos, pero tienen la ventaja de que producen casi en cualquier lugar. Campos aboga por “un modelo donde la producción se acerque a los puntos de consumo y por un consumidor que conozca los impactos que genera la energía que utiliza”.

Las energías renovables son la apuesta de futuro para paliar el cambio climático y generar electricidad de una forma más sostenible. En Euskal Herria, eso choca de lleno con la construcción de gigantescos molinos y miles de placas fotovoltaicas que amenazan con ocupar montes y cientos de hectáreas de terreno rural. Además, el sistema centralizado por el que se rigen las renovables en el Estado español propicia las macroconstrucciones para generar y transportar la energía, algo que rechazan los grupos locales y ecologistas. La lucha vecinal se enfrenta esta vez contra gigantes como la eléctrica Iberdrola o la constructora Sacyr. En Araba ya se han parado dos polígonos eólicos, pero la amenaza de muchos otros sigue latente, sobre todo en Navarra. En los próximos meses se verá si la apuesta es por el medio ambiente y la sostenibilidad o por los beneficios de las grandes eléctricas.

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