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Euskal Herria
Juan Azkarate, el último superviviente de la Marina de Guerra Auxiliar de Euzkadi
Juan Azkarate ha fallecido este 8 de junio a los 100 años, a pocos días de cumplir 101. A lo largo de su larga vida, más de una vez se refirieron a él como un héroe y, aunque sea una palabra bastante imponente, lo cierto es que sí fue protagonista de alguna heroicidad. Porque la vida no resulta fácil para nadie que pierde a su madre cuando todavía es un niño y, si eso ocurría a finales de los años veinte y habías nacido en el pueblo pesquero de Bermeo, te veías abocado a enrolarte en algún barco pesquero a una edad en la que hoy en día estaría prohibido ejercer cualquier trabajo.
Si recién cumplidos catorce años estalla una guerra en tu país, es muy probable que intentes permanecer alejado de cualquier zona de combate y trates de sobrevivir hasta que termine el conflicto. Poco después de estallar la Guerra Civil, Juan Azkarate se enteró de que el Gobierno Vasco estaba pidiendo voluntarios con experiencia en la mar para la recién creada Marina de Guerra Auxiliar de Euzkadi (MGAE) y decidió alistarse. La edad podía ser un problema, así que, por si acaso, prefirió ponerse unos años de más. Los suficientes como para que le permitieran formar parte de la unidad militar que se estaba creando para escoltar a la flota vasca, mercante y de pesca, y que, más adelante, asumiría también la labor de destrucción de minas marinas, colocadas por el bando franquista y que estaban causando más de una muerte.
A lo largo de su larga vida, más de una vez se refirieron a él como un héroe y, aunque sea una palabra bastante imponente, lo cierto es que sí fue protagonista de alguna heroicidad.
La jugarreta con la edad le sirvió a Juan para que le admitieran en la Marina de Guerra, sin embargo, su cara de niño y su viveza llamaron la atención del lehendakari Jose Antonio Aguirre. Este le propuso volver a estudiar y Juan preguntó quién se iba a ocupar de llevar comida a su casa si el estudiaba. Ante la negativa del lehendakari, rechazó su propuesta, consciente de que él necesitaba trabajar para comer.
Ya dentro de la MGAE, formó parte de la tripulación del bou Araba, uno de los bacaladeros reconvertidos en precarios buques de guerra que formaban parte de la MGAE. Al amanecer del 5 de marzo del 37, cuando se produjo la batalla de Matxitxako, el bou Araba estaba en tierra siendo reparado y Juan Azkarate no tomó parte en el combate. Desde tierra vio el resplandor del bombardeo, que se inició cuando el crucero Canarias, uno de los buques mejor preparados del bando franquista, se encontró en alta mar, a la altura del cabo de Matxitxako, con cuatro pequeños bous de la MGAE que escoltaban al mercante Galdames, en el que viajaban 172 pasajeros y tres toneladas de monedas de níquel para el Gobierno Vasco.
Su cara de niño y su viveza llamaron la atención del lehendakari Aguirre que le propuso volver a estudiar. Juan preguntó quién se iba a ocupar de llevar el pan a casa si él estudiaba.
El Canarias había apresado previamente al mercante Yorkbrook, que transportaba armas para la república. Abrió fuego sobre el bou Gipuzkoa y lo persiguió cuando el bacaladero, seriamente dañado, tomó dirección a puerto. En la persecución quedó al alcance de la batería costera y debió desistir de alcanzar al Gipuzkoa. Mientras tanto, el Bizkaya se había encontrado con el Yorkbrook, al que escoltó hasta el puerto de Bermeo, consiguiendo que el armamento que transportaba llegara a su destino. De vuelta en alta mar, el Canarias abrió fuego sobre el bou Donostia, que se vio obligado a alejarse. Después disparó sobre el Nabarra, que respondió al ataque y ambos buques mantuvieron combate durante más de hora y media. Hasta que un disparo del Canarias impactó en las calderas del Nabarra y quedó a merced de las olas. 20 tripulantes fueron apresados por el buque franquista y los restantes 29 se hundieron con el barco. Los supervivientes serían condenados a muerte más adelante y sólo la mediación del capitán del Canarias, Salvador Moreno, ante Franco, destacando la valentía demostrada por los marinos, permitió que fueran finalmente puestos en libertad.
Después de la batalla, Juan Azkarate siguió formando parte de la MGAE y también cuando, en junio del 37, con la caída de Bilbao, se vieron obligados a trasladar su sede a Santander. Había dejado el bou Araba para enrolarse en el destructor José Luis Díez. Desde Burdeos volvió a Santander y, al caer la capital cántabra, siguió para Asturias y de allí, salió a Francia.
Con la guerra todavía activa, Juan dejó Francia para ir a Barcelona y seguir involucrado en la lucha contra el fascismo. Hasta que, con la caída de Cataluya, debió de salir hacia el exilio. Como muchos otros republicanos, el destino de ese exilio sería el campo de concentración de Argelès. Cuando quiso volver a España, fue retenido en otro campo de concentración en la frontera de Irun y trasladado a la cárcel de Larrinaga, de donde consiguió salir libre y con vida.
Guerra civil
Guerra Civil A 85 años de la batalla de Matxitxako
El recuerdo de la MGAE siguió presente durante los años del franquismo y se organizó algún homenaje clandestino en el aniversario de la batalla de Matxitxako. Hasta que, en 1978, se pudo realizar el primer acto conmemorativo legal. Ya en 1998, empujados por la labor de investigación de Juan Pardo, se empezó a organizar la que sería Asociación Matxitxako, formada por familiares y amigos de los miembros de la MGAE. Desde entonces, se ha organizado cada año un homenaje y en 2007 se inauguró, junto al cabo de Matxitxako, la escultura de Néstor Basterretxea que recuerda la batalla. Quince años después, se estrenó el documental “Matxitxako. Apuntes sobre la Marina de Guerra Auxiliar de Euskadi”, dirigido por Jesús Lacorte y producido por Oihane Pardo. Juan Azkarate estaba siempre presente como protagonista de estos actos.
El recuerdo de la MGAE siguió presente durante los años del franquismo y se organizó algún homenaje clandestino en el aniversario de la batalla de Matxitxako. Hasta que, en 1978, se pudo realizar el primer acto conmemorativo legal.
La secretaria de la Asociación Matxitxako, Coro Sánchez, recuerda a Juan como “una persona de gran valía“: ”Con múltiples cualidades positivas. Era muy cariñoso, muy humilde y sencillo. Siempre dispuesto a contribuir a propagar la memoria de la MGAE”.
Fue el más joven de todos los miembros de la Marina y ha muerto a los 100 años. Por suerte, la labor de recuperación de la memoria que se ha venido haciendo en las últimas décadas, ha permitido que se conozca qué fue exactamentela MGAE. Además, Juan Azkarate ha podido disfrutar en vida de todos los reconocimientos. Esto no es muy frecuente cuando se trata de la memoria histórica y de la lucha contra el franquismo.