Opinión
Las insuficiencias del Sistema
Si Bertolt Brecht acuñó la frase “Qué tiempos serán los que vivimos, que hay qué defender lo obvio”, hoy más que nunca esta frase tan exacta y rigurosa debería llevar a una profunda reflexión por parte de la sociedad extremeña.
Resulta desesperante ver cómo se vacían los pueblos de nuestras comarcas de sus licenciados por falta de oportunidades laborales, tanto en la esfera privada y por supuesto en las entidades públicas locales.
A día de hoy desgraciadamente, un título universitario no vale más que un certificado de escolaridad, puesto que en las mismas bases de los distintos ayuntamientos del tripartidismo se encargan de crear plazas a medida para sus acólitos que posean (claro está) el carnet de susodicho partido o bien colaboren en pegadas de carteles electorales e incluso boicoteando a las demás formaciones políticas.
Cuando hablamos de diáspora en nuestros pueblos, no debemos olvidar que es una condena hacia los que son expatriados y por ende a los mismos lugareños, ya que exportamos lo mejor de nuestra tierra a otras comunidades autónomas
Cuando hablamos de diáspora en nuestros pueblos, no debemos olvidar que es una condena hacia los que son expatriados y por ende a los mismos lugareños, ya que exportamos lo mejor de nuestra tierra a otras comunidades autónomas, o lo que es peor a otros países después de formarlos durante años con el consiguiente esfuerzo por parte de las familias y el desembolso de la sociedad misma.
El nepotismo en su máxima expresión se representa en la creación de plazas ya creadas destinadas a ser ocupadas por las personas elegidas a dedo por el partido dominante. Se crean plazas bajo concurso público con bases predispuestas hacia la persona elegida de antemano, o bien por las corporaciones locales o por el funcionario de turno, intentando hacer creer en la limpieza de susodichas y haciendo creer a los demás opositores que tienen opciones a cubrir dichas plazas.
En la mayoría de los casos, las personas elegidas para el tribunal carecen de titulación ni preparación alguna para someter a los opositores a examen ni para juzgarlos dignamente. En las pruebas sean físicas o prácticas la degradación es tal que es prácticamente imposible acceder a un puesto de trabajo sea temporal o indefinido, ya que a través de los tiempos se han perfeccionado, aclimatado y engrasado a la perfección una maquinaria que despoja de todos sus derechos laborales a aquellas que con meritocracia, capacidad, esfuerzo y tesón se sitúan por delante de aquellas a las cuales están destinadas dichas plazas.
En definitiva, la pasividad y la desidia nos ha acostumbrado a dichas prácticas y aceptamos lo ignominioso y deleznable, al igual que hemos asumido que nuestros hijos, hermanos, vecinos, etc., tengan que emigrar de su tierra por falta de oportunidades laborales. Acabo, algunas o muchos deberíamos defender lo “obvio”.
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