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Feminismos
June Fernández: “Nuestra posición con la gestación por sustitución tiene que ver con nuestra propia biografía”
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No pretende que nadie se salga de la polarización sino que las que tienen una posición cerrada sobre la gestación por sustitución encuentren en su libro argumentos para hilar fino. Así describe la periodista June Fernández la motivación de Sueños y vasijas, análisis feministas en torno a la gestación por sustitución (lo saca ahora en Consonni, pero originalmente es un libro publicado en euskera en la colección LISIPE de Susa).
Dos cosas son destacables de este libro: la primera, que aunque dice analizar la gestación subrogada la mirada es mucho más amplia y abarca varios aspectos en torno a la reproducción asistida que los que los feminismos tienen la capacidad de problematizar. La segunda es que hay un esfuerzo grande por recoger muchas voces y muy diversas. Pese a que la posición mayoritaria del movimiento feminista es contraria a esta práctica por considerarla una violación de los derechos humanos, Fernández ha hecho un esfuerzo por recoger posiciones pragmáticas que abogan por una regulación que sea garantista con lo que entiende como una realidad sin posibilidad de Ctrl+Z y alguna voz, minoritaria, que interpreta la gestación por sustitución como una herramienta ampliar la mirada sobre la familia.
Tu libro se titula Análisis feministas en torno a la gestación por sustitución, pero el tema es mucho más amplio y abarca aspectos muy diversos de la reproducción asistida. ¿Es un tema feminista la reproducción asistida?
Pues yo creo que desde el desarrollo de técnicas de reproducción asistida, eso generó cierta inquietud, cierto interés en el feminismo. A nivel internacional, en los años 70, 80, el feminismo cultural antiporno y antiprostitución se posicionó en contra de la “explotacion reproductiva”, en cuanto a que suponía mercantilizar la vida y hacer negocio a costa del cuerpo de las mujeres; las voces feministas liberales, en cambio, miraron con buenos ojos la donación de óvulos y la gestación subrogada, bajo argumentos de autonomía corporal.
Creo que a día de hoy, nos sigue involucrando en muchos sentidos, por una parte por la participación de las mujeres que aportan su capacidad reproductiva, ya sean las donantes de óvulos o las gestantes en gestación subrogada. Y por otra parte, como explica Sara Lafuente Funes, porque lo habitual en parejas hetero con problemas de fertilidad es que se someta a las mujeres a más pruebas, a más hormonación, por blindar el semen, que se ve como algo innegociable.
Entonces es un tema que tiene mucho que ver también con la mal llamada crisis de reproducción en nuestra sociedad, con la imposición del mandato del deseo materno, y con cómo con tal de cumplir el mandato social de la maternidad te expones a un desgaste corporal, económico, físico, psicológico, emocional... del copón. A mí me interesa mucho ese tema, en parte porque me atraviesa, porque yo he sido madre por inseminación artificial. Mi idea inicial era hacer un libro sobre ese tema, pero entonces salió Mercados reproductivos de Sara y El precio de ser madre de Julia Bacardit. Entonces pensé que mi contribución específica podía ser esta. El libro original es en euskera, entonces se trataba de aportar y recoger el debate intrafeminista en Euskal Herria.
“Una mujer de Baiona sin útero podría emplear óvulos de una chica de Bilbao, semen de un chaval de Aarbus y útero de una joven de Tiflis”. Suena distópico… ¿O no?
Nos sigue sonando a distopía, a pesar de que es algo arraigado en Estados Unidos desde los años 80. O sea que la gestación por sustitución es tan vieja como tú y yo, en su forma tecnificada y médica. Fuera de laboratorio, toda la vida existió la práctica de que unas mujeres tengan criaturas para familias más adineradas o en el contexto de la esclavitud, por ejemplo. Vamos tarde con todo. En el libro menciono muy tangencialmente el tema de los úteros artificiales y me parece que casi que sería más productivo ponernos a pensar en eso que nos viene.
Mi idea no es que la gente se salga de la polarización, sino que sea cual sea su posición, pueda encontrar argumentos para hilar fino, para enriquecer la mirada
¿Se puede ir más allá del a favor o en contra en este tema?
Yo no creo que haya por qué salirse del a favor o en contra. Mi idea no es que la gente se salga de la polarización, sino que sea cual sea su posición, pueda encontrar argumentos para hilar fino, para enriquecer la mirada. Si tú eres una persona abolicionista de los vientres de alquiler, creo que el libro te puede aportar argumentos para no caer en lugares comunes o en la demagogia. Por ejemplo, los países a los que hoy en día van mayoritariamente las familias españolas no son del sur global, son Georgia, Estados Unidos, Canadá. Otro ejemplo es que uno de los argumentos para estar en contra es que se hacen cesáreas programadas… pero de repente descubro que eso no es verdad, sino que es un reflejo de las prácticas obstétricas de cada país: en Ucrania las cesáreas tienen que estar justificadas, y Ucrania hasta la guerra ha sido el país el principal destino de las familias de intención españolas. Entonces, vale, estate a saco en contra, tienes muchísimos argumentos, pero que sepas que el tema de las cesáreas es un estereotipo.
Y quien está favor, pues yo aspiro a que al menos entienda y le dé una vuelta a cuál es la crítica que se hace desde los feminismos, desde el anticapitalismo, desde el ecologismo y el colonialismo, que me parecen críticas más que pertinentes. Vemos narrativas a favor donde priman las visiones muy individuales, muy liberales, y no hay una preocupación aparente sobre cómo funcionan los mercados. Se despacha esto como qué hay de malo si una mujer dentro de su libertad quiere hacer trabajo reproductivo para mí y ya está.
Nuestra generación tenía en su imaginario la idea de gestación subrogara altruista a través del personaje de Phoebe Buffay. ¿Cuáles eran tus referentes cuando empezaste a escribir?
Pues la verdad es que desde Phoebe hasta que llegó el debate a España han pasado quince años por lo menos. Entonces yo creo que igual en nuestro subconsciente ha calado, como dicen Katixa Aguirre e Irantzu Varela, referentes televisivos, más de la farándula. Que si parece que la baronesa Thyssen, se comenta que Kiko Hernández... En ese momento un poco de despiste, cuando era Ciudadanos el que empujaba el tema [Ciudadanos presentó en 2017 una proposición de ley para regularla], pues tenía ese cariz más neoliberal. Andrea Momoitio hizo para Pikara el típico reportaje de voces en contra, que eran las feministas, y voces a favor que eran las propias familias y las asociaciones. Me acuerdo de hablarlo entre nosotras y decir: “Estamos de acuerdo con las feministas, en concreto con Sara Lafuente Funes y la crítica anticapitalista, pero por otra parte, entendemos y podemos empatizar con familias no especialmente politizadas a las que de repente el mercado les da una solución en bandeja con un envoltorio bonito y tampoco nos nacía criminalizar”. Creo que es lo que nos está pasando a muchas personas.
Entre la gente que viene a mis presentaciones, la postura más habitual es: “Me genera muchas dudas, mucho rechazo ético y político, pero luego tengo gente cerca que me cuenta sus historias, que siento que lo han hecho bien”. La gente que ha hecho firmar contratos abusivos no lo cuenta, no sale en la tele.
Gestación subrogada
Violencia contra las mujeres Claves del debate sobre la gestación subrogada, que en España es una forma de violencia machista
Otra referencia fundamental fue Itziar Alkorta, que es una de mis entrevistadas, la del capítulo de legislación. Ella es doctora en Derecho Civil y a mí me hizo un clic porque ella dice que como posición ética y política está en contra de la gestación por sustitución y le parece un terreno en el que la vulneración de derechos humanos de las mujeres y de las criaturas es muy, muy, muy fuerte, y al mismo tiempo, después de darle mil vueltas, aboga por una regulación garantista como el modelo menos malo, reconociendo todas las trampas que hay también en ese modelo.
Y también destacaría a Norma Vázquez. En un momento en el que militaba en un colectivo lesbofeminista en Bilbao se organizaron unas jornadas intrafeministas sobre gestación por sustitución, en el año 2018, y entonces ahí una de las ponentes fue Norma Vázquez, que es una psicóloga de origen mexicano, y aportó muchísimo a la crítica de cómo desde feminismo abolicionista blanco se estaba universalizando la experiencia materna y hablando en nombre de las mujeres de otros contextos, negando su agencia y me marcó mucho esa posición.
Mi siguiente pregunta iba por ahí. En tu capítulo hay voces desde la sociología, el derecho o la mirada perinatal, entre otros. ¿Qué perspectiva te ha servido para hacer clic y con qué aspectos?
Los clics se van sucediendo. Y también creo que es habitual que nuestra posición en este tema tenga que ver con nuestra propia biografía. Por ejemplo, con cómo nos sentimos hacia la maternidad. Esto lo dice en el libro la antropóloga Elixabete Imaz. Ella cree que si estamos tan en contra de la gestación por sustitución y genera más consenso esa posición en contra que el abolicionismo del trabajo sexual es en parte porque tenemos visión muy negativa de la maternidad y del parto, del trabajo gestante, y que eso le sorprende porque a ella, que ha sido madre gestante, le parece que ha hecho trabajos mucho más duros.
En la época que fui madre estaba yo muy flipada con los discursos perinatales, con la crianza con apego. Y fue un clic porque Jule Goikoetxea, editora del original en euskera, me pidió que contrastara el capítulo de la perspectiva perinatal, que fue el único capítulo que me cuestionó de todo el libro. Me puse a leer estudios sobre criaturas nacidas por gestación subrogada y uno de los resultados es que las criaturas nacidas en familias heterosexuales de forma convencional en Italia tienen mejor salud psicológica y emocional que las nacidas por gestación subrogada, porque se ve que hace más daño tener un padre machirulo en un modelo tradicional que tener, por ejemplo, dos padres gays que te han traído al mundo de esa manera. Entonces bueno, los clics, a veces han sido como de ida y vuelta, o contradictorios.
Estamos hablando de una práctica globalizada y no podemos meter en el mismo saco la vivencia de una mujer india, una ucraniana, una canadiense, ni tan siquiera entre unas y otras
Y el antirracista lo destaco mucho porque creo que nos da como todo el rato, como ese ejercicio de humildad. Estamos hablando de una práctica globalizada y no podemos meter en el mismo saco la vivencia de una mujer india, una ucraniana, una canadiense, ni tan siquiera entre unas y otras. Hay mucha subjetividad en la que también interviene la cultura, la política, la religión.
También me parece interesante incorporar la visión de las feministas gitanas de Amuge, porque para ellas es un tema que les pilla muy de lejos, y me parece que nos ponen un espejo. Dicen: “Vosotras nos juzgáis porque somos madres muy pronto pero vuestros ciclos reproductivos os llevan a esta dinámica de la reproducción asistida”. O: “Habláis de colectivizar la crianza y nosotras es algo que no hemos perdido, porque la familia extensa es un pilar”. En sus comunidades, cuando una pareja tiene problemas reproductivos, o bien se hace cargo de una criatura que está en una situación complicada, o se hacen padrino o madrina de una sobri, se les invita a todos los planes… Igual tenemos bastante que aprender frente a la tendencia al individualismo y a soluciones mercantilizadas. Cuando pensamos en colectivizar pensamos en gente hippie en una comuna, y frente a eso me parece interesante mirar a las familias gitanas, dentro de su diversidad.
Diría que el capítulo perinatal lo he leído con mucho interés y, como decías, por mi propia experiencia de ser madre de un niño muy pequeño, no puedo conectar con los estudios que minimizan el impacto de separar al bebé de la madre al nacer. Estoy muy en leer a Ibone Olza.
Habiendo estado muy en leer a Ibone Olza yo también que de hecho la cito en el libro, yo que soy de una familia bollo queer creo que es interesante pensar en cómo confluyen algunos temas en la gestación por sustitución. Por ejemplo, ocurre que las posiciones feministas abolicionistas de los vientres de alquiler son partidarias de blindar el hecho de que madre es la que pare, como ahora ocurre la ley española, y una de las excepciones a madre es la que padre es que en las maternidades lésbicas hemos conseguido que las dos seamos madres desde el momento que nos inscribimos juntas en un hospital para hacer juntas el proceso de reproducción asistida. Son debates sensibles incluso dentro de los entornos de maternidades bollo, donde tenemos debates dedicados sobre lo que implica la gestación y la lactancia en términos de apego, pero nos parece proritario reivindicar la maternidad no gestante, que sigue siendo muy cuestionada e incluso negada en las familias, en las comunidades educativas y en los tribunales.
Y, por ejemplo, Olza me decía que está en contra de que se le llame madre no gestante a la que no pare, ella propone “comadre”, porque madre para el bebé solo hay una. Mi hija tiene cinco años y más allá de preferencias o roles, expresa claramente que tiene dos madres.
El libro me parece que también sirve para pensar qué convierte a una persona en madre, en padre, en adre. Por ejemplo, cuando las feministas abolicionistas, que muchas son muy TERF, dicen “ser mujer no es un sentimiento” o “ser madre no es un sentimiento”... Pues tela, porque una madre por adopción es madre por sentimiento y por contrato. Y de la misma forma una madre lesbiana o bisexual no gestante es madre por contrato y por sentimiento. Entonces me parece que sí, que es caer en discursos bastante problemáticos.
Se suele comparar la gestación subrogada y acabamos con la prostitución. Sara Lafuente plantea un paralelismo con el trabajo doméstico. ¿Tiene más sentido?
Le veo varios sentidos interesantes. Uno es evitar la discusión estéril, polarizada, la bronca. Con el paralelismo del trabajo de hogar y cuidados igual nos podemos entender mejor. Cuando hay abolicionistas en mis presentaciones intento sacar este tema para decir vale, si estás en contra de la gestación por sustitución, creo que también tendrías que estar más radicalmente en contra de la modalidad interna. Y dicen que sí, pero en su agenda no está. Creo que también tiene sentido porque es un trabajo de cuidados y las propias gestantes en sus narrativas muchas veces lo comparan con ser babysitters, con ser cuidadoras.
Aun así, creo que todos los paralelismos también tienen sus elementos de interés. Por ejemplo, en el caso de la prostitución, que yo tengo una posición proderechos, algunos elementos son interesantes, como por ejemplo no negar la agencia de las mujeres, no estar orbitando entre victimizar o criminalizar.
Con mis pequeñas grandes dudas sobre la vivencia del bebé, sí que estoy abierta e incluso proclive a reconocer modelos de crianza en los que haya mujeres o personas cuyo rol sea gestar y que no tenga por qué ser la figura primaria en la crianza
En contextos determinados, como puede ser el mexicano, propias feministas como las de GIRE [fundación feminista de referencia en derechos reproductivos] sostienen que con una legalización se velaría mejor por los derechos de las gestantes, porque esa práctica no va a desaparecer. Y también algo que yo he ido teniendo más claro es que yo sí que creo en el derecho a gestar para otras como un derecho reproductivo. No comercial. Yo soy partidaria de los acuerdos familiares de crianza, de modelos distintos, creo que es incluso algo deseable socialmente que mis amigos maricas quieran ser padres... Y a mí me gusta gestar y me apetece participar de ello, gestando y siendo una figura de referencia para esa criatura, lo cual no me parecería a mí personalmente descabellado. La cosa es que en España los contratos de este tipo son nulos, de pleno derecho, tanto los de gestar para otras personas como los de dar semen, por ejemplo. Y ese es otro problema que tenemos en las familias bollo, que cuando el amigo de turno nos da semen si luego nos lleva a juicio, el juez le da o la jueza le da la paternidad y se la quita a la madre no gestante. Entonces, claro aún con mis pequeñas grandes dudas sobre la vivencia del bebé, sí que estoy abierta e incluso proclive a reconocer modelos de crianza en los que haya mujeres o personas cuyo rol sea gestar y que no tenga por qué ser la figura primaria en la crianza. Me gusta en el libro, cuando Amaia Pérez Orozco dice que ella cree que estaría bien flexibilizar los modelos de familia a todo esto de las filiaciones múltiples, no tanto para canalizar la gestación subrogada, sino para desbordarla.
Para mí es distinto que una industria o un mercado nos venda la moto del altruismo que decir: a nivel comunitario vamos a pensar distintas formas de criar y de gestar que en las que se desligue como dice Borja Muñoz, que es activista marica en contra de la gestación subrogada, en el libro, lo mismo que hemos desligado sexualidad y reproducción o amor romántico y sexualidad, por qué no abrirnos a desligar la reproducción de amor romántico, de sexualidad. Entonces lo veo más por ahí. En cambio, el que sea, si se legaliza en España la gestación subrogada en la modalidad altruista, pues sí que me parece que tiene que ver con un disciplinamiento de género en el que de repente a las mujeres se nos va a animar desde el mercado a que hagamos ese trabajo gratuito. Y eso sí que me chirría más.
La posición feminista es de entrada mayoritariamente contraria a regularizar la gestación por sustitución, pero en tu libro hay posiciones muy diversas. ¿Qué argumentos feministas hay para estar a favor de regularizarla o de no estar en contra?
En el Estado español la referencia más habitual y que citamos mucho en el libro, la más conocida es Gracia Trujillo, que desde lo queer, desde el transfeminismo y leyendo a gente como Sophie Lewis, plantea que la gestación subrogada demuestra que madre no es necesariamente la que pare y que la que pare no tiene por qué ser madre, que en ese sentido, pues desnaturaliza la maternidad hegemónica, y que puede ser una herramienta para la diversidad familiar, y que también tiene que ver con el dejar de hacer trabajo gratuito, con capitalizar trabajos que socialmente se nos ha dicho que tenemos que hacer gratis. Esa es una posición. Luego más que a favor, yo creo que en el libro hay muchas posiciones, que plantean dudas y se preguntan por qué este tema nos escuece y no nos escandaliza tanto en un contexto en el que vulneraciones de derechos humanos hay muchos. Como se dice también desde las trabajadoras sexuales, ¿por qué tenemos esta fijación con la prostitución cuando hay contextos de esclavitud y de trata en otro tipo de sectores como pueden ser el sector textil, las temporeras de la fresa?
Gestación subrogada
Salir del ‘a favor’ o ‘en contra’ para pensar
Esta es una realidad globalizada que es muy difícil parar mediante la prohibición, además de las críticas que podamos hacer a esa opción desde posiciones antipunitivistas. Pues igual tiene más sentido reconocer y escuchar a las gestantes de esos otros países, entender que están en procesos de reclamar una legislación más clara y que blinde sus derechos.
Te centras en el contexto vasco. ¿Es diferente a cómo se da el debate fuera de ese contexto?
Hay diferencias. Yo creo que una diferencia es que efectivamente el feminismo abolicionista que hace pack de prostitución, vientres de alquiler, género y porno, en Euskal Herria es muy minoritario. Eso permite que no haya vetos. De hecho, el otro día me intentaron cancelar en una presentación que hice en un municipio de Bizkaia, en un contexto institucional. Me dijeron las técnicas que les habían llegado peticiones de cancelar la charla desde grupos abolicionistas de Bilbao y de Vitoria. Me resultó muy curioso porque el libro en euskera lo saqué en mayo y lo he presentado un montón de sitios y he hablado en muchos medios en euskera y este sector abolicionista no se ha enterado hasta que no me han entrevistado en Radio Euskadi en castellano. Creo que esto también tiene algo que ver con las posiciones de los partidos políticos.
Aun así, decías que hay voces plurales, y es verdad que esas voces las he buscado bastante. La posición mayoritaria, tanto en el feminismo como en lo queer en Euskal Herria, es que estamos en contra de la gestación subrogada porque es explotar a las mujeres, convertir el deseo de maternidad paternidad en un derecho a costa de explotar a las mujeres y de comerciar con la vida humana. Y las voces que se salen de ahí, como Elixabete Imaz, sienten que están rompiendo un tabú, una ortodoxia, pero que esa ortodoxia no es tan beligerante como la ortodoxia del abolicionismo español.
Un tema que mí me interesa es desromantizar la la adopción, me parece imporante grabarnos que se dan las mismas dinámicas chungas que se han dado con la compra de bebés
¿Crees que rompes algún tabú con el libro?
No sé si un tabú, pero un tema que a mí me interesa es desromantizar la adopción. En el libro hay personas que he entrevistado no porque tengan un discurso específico sobre gestación por sustitución, sino porque saben mucho de adopción transnacional, porque estaba yo muy cansada de esta falsa dicotomía de adopción, de las familias adoptantes como seres de luz que llevan a cabo un acto súper generoso como alternativa éticamente válida a la gestación por sustitución. Los colectivos antirracistas están problematizando las quitas de custodia y también hablando de las heridas migratorias de niños y niñas adoptados de otros lugares. Me parece importante grabarnos a fuego que si bien es cierto que en las adopciones el sujeto que está en el centro es la criatura, y no el deseo paterno materno, se dan las mismas dinámicas chungas se han dado desde compra de bebés, robo de bebés. Lógicas mercantiles, racistas, clasistas y con el añadido de salvacionismo blanco.
Trabajos íntimos, sexaje, estratificación reproductiva, exilio reproductivo, soberanía reproductiva, esterilidad constitucional. Son algunos conceptos que he ido apuntando.
“Esterilidad constitucional” es un concepto que se han inventado sectores que ven interesante que las madres solas y las parejas de mujeres tengamos los mismos derechos en cuanto a acceder al sistema público de reproducción asistida. Cuando Ana Mato, que era ministra de Sanidad, dijo “la ausencia de varón no es un motivo médico de infertilidad”, se responde que sí que tenemos una infertilidad constitucional, que es como que no tenemos manera de reproducirnos sin esa ayuda. Entonces ahí a mí me gusta y comparto la posición de Borja Muñoz, que es activista queer y que tiene un trabajo de investigación sobre el deseo paterno en hombres no heterosexuales, cuando defiende los proyectos reproductivos autogestionados en clave queer. Lo mismo que las parejas hetero muchas veces follan para tener hijos, no porque tengan deseo sexual, ¿qué problema habría en que personas que no son heterosexuales follen entre ellas con el objetivo de tener criaturas en vez de pasar por modelos medicalizados y tutelados por el estado o la industria?
Luego, sexaje, tiene que ver con el feminismo materialista de Jule Goicoechea, que el proceso por el que nos convertimos en las mujeres en una clase subalterna. Es una palabra materialista que en mi cabeza es más marxista. Me parece interesante ver la posición de Jule: a ella le da igual lo que hagan los cuerpos desposeídos para sobrevivir, lo importante es el proceso de sexaje por el que hay unos cuerpos que se ven subalternizados en esta sociedad.
Hay que complejizar la idea de que las gestantes son pobres y las familias de intención son ricas, aunque hay una desigualdad muy clara, yo lo resumo en: “gestantes precarias, familias endeudadas”
¿Qué mitos desmonta tu libro sobre la gestación subrogada?
Más que mito, algo que hay que complejizar un poco por ejemplo lo de la clase social, la idea de que las gestantes son pobres y las familias de intención son ricas. Sí que hay una desigualdad muy clara, pero yo lo resumía en “gestantes precarias, familias endeudadas” porque al final la gente rica es la que ha abierto esta brecha y la ha popularizado. Hay una clase media media acomodada, aspiracional, que su forma de pagar estos procesos es endeudándose y ahí Amaia Pérez Orozco problematiza pues vidas cada vez más atrapadas por la banca: nos endeudamos ya para la casa, y ahora para los hijos.
Otro mito es que la gestación subrogada está contrapuesta con el parto natural. Me he encontrado que de hecho hay contextos, como el modelo altruista donde las mujeres no cobran, donde el perfil son mujeres a las que les flipa gestar y parir y que eligen partos naturales. Es verdad que es lo minoritario.
Y luego otro mito es el narcisismo genético. Yo no tengo cifras absolutas, pero por ejemplo, la tesis doctoral de Ana María Moreno, en la que me he basado mucho, una parte significativa de las personas entrevistadas reconoce que para ellas era el principal motivo para utilizar esta vía tiene que ver más o bien con haber intentado procesos de adopción y frustrarse, o con que les han asignado una criatura muy mayor con una alta discapacidad. Hay familias que de hecho también han sido padres o madres por adopción y son para ellas dos vías distintas, complementarias. Entonces creo que en vez de estereotipar a la gente, a padres, madres por gestación subrogada, como narcisistas que solo les importa el vínculo genético, debemos interpelarnos toda la sociedad.
Termino hablando de otro libro. Participas en (h)amor bi(y)bollo, libro colectivo de la editorial Continta me tienes que forma parte de la colección (h)amor.
Pues participo en este número porque soy bi y bollo. Y para conectar un libro con el otro, puedo decir que en el prólogo de Sueños y Vasijas ironizo sobre que esta tendencia mía a salirme de los debates polarizados, buscar aristas, matices, hacer de abogado del diablo, igual tiene que ver con ser bisexual. Y creo que por ahí van los tiros. Creo que el ser bi tiene mucho que ver con una posición no intransigente, con abrazar la tendencia al movimiento, al cambio. No tengo por qué elegir una posición fija mi vida sexual, afectiva y ni en mi vida política.
En Euskal Herria hay un lema que es divertido, no lo niego, pero que se ha reinterpretado el lema independentista Borroka da bide bakarra, la lucha es el único camino, por Bollera da bide bakarra. Yo creo que en lo bi somos más de no dictar cátedra. Conecto desde ahí, aunque en realidad mi capítulo de (h)amor bi(y)bollo es un estriptis emocional sobre de dónde me viene a mí el anhelar tanto el amor romántico, la convivencia, buscar un refugio en la pareja y que viene de heridas familiares más allá del mandato heteropatriarcal. Y también es una celebración de los nuevos amores, de las relaciones butch-femme, en mi caso, desde lo bi, y también enlazado con la vivencia de la maternidad y nombrar qué pasa cuando se te despierta el deseo de nuevas maneras también después de estar muy metida en la crianza. Pero no lo leáis porque me da mucha vergüenza.