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Fiscalidad
Moreno Bonilla se ha quitado la careta
De los creadores de la obra de terror Cómo activar la mayor burbuja inmobiliaria, para luego arruinaros, llega a las carteleras su nueva obra, a modo de tragicomedia, Robin Hood es el que rebaja los impuestos a los ricos. Sí, me refiero a ese nuevo presidente autonómico de centro-extremo, muy centrado él, llamado Moreno Bonilla, y que acaba de eliminar el impuesto de Patrimonio en Andalucía. Y lo hace desde la comunidad autónoma que más pasta recibe, por razones de solidaridad, del resto de los ciudadanos de este país. Su argumento, el de siempre, favorecer que determinadas rentas fijen su residencia en Andalucía ya que, a modo de Míster Marshall, traerán a los andaluces una prosperidad infinita y duradera.
El problema es que los cantos de sirena de esta tropa no se ven avalados por los estudios académicos recientes. Dichas dadivas fiscales no tienen ningún efecto significativo sobre el crecimiento económico o el desempleo, pero generan una mayor desigualdad de ingresos y riqueza. En resumen, no tienen ni idea de lo que hablan y mienten descaradamente. Pero les da igual. Una gran parte de quienes acabarán pagando los platos rotos de tanto engaño fiscal les votó masivamente en las últimas elecciones autonómicas. Obviamente una ausencia de conciencia de clase, aderezado con una percepción de clase media que no se corresponde a la realidad, y una manipulación continuada de los medios de comunicación, cuyos principales accionistas son los beneficiados de estas políticas, constituyen la pócima venenosa para mantener esta farsa, mientras dure. Muy propio del Barroco patrio.
Dichas dadivas fiscales no tienen ningún efecto significativo sobre el crecimiento económico o el desempleo, pero generan una mayor desigualdad de ingresos y riqueza
Pero vayamos al grano. Permítanme compartir con ustedes lo último publicado sobre rebajas fiscales a los más ricos. Se trata del artículo The economic consequences of major tax cuts for the rich, publicado en abril de este año en la revista académica Socio-Economic Review. El resumen del artículo es muy claro: “En los últimos 50 años se ha producido una drástica disminución de los impuestos a los ricos en todas las democracias avanzadas. Sin embargo, tanto en los círculos políticos como en los académicos se sigue debatiendo intensamente sobre las consecuencias económicas de este cambio radical en la política fiscal. Este artículo contribuye a este debate utilizando un indicador recién construido de los impuestos a los ricos para identificar todos los casos de grandes reducciones de impuestos a los ricos en 18 países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) entre 1965 y 2015. A continuación, estimamos los efectos medios de estas grandes reformas fiscales sobre los principales agregados macroeconómicos. Encontramos que los recortes fiscales para los ricos conducen a una mayor desigualdad de ingresos tanto a corto como a medio plazo. En cambio, dichas reformas no tienen ningún efecto significativo sobre el crecimiento económico o el desempleo. Nuestros resultados, por lo tanto, aportan pruebas sólidas contra la influyente idea político-económica de que los recortes fiscales para los ricos “se filtran” para impulsar la economía en general”.
Neoliberalismo
Libertad, igualdad y fraternidad, o barbarie
Un nuevo Robin Hood, el que roba para las élites
Las élites manipulan, enfangan y ponen sus sucias manos hasta en los conceptos más románticos, en esos sueños y héroes de la literatura popular presentes en el subconsciente de los más desfavorecidos, los despreciados, los humillados. Y de eso va las dadiva fiscal de Moreno Bonilla, de cómo los poderosos se han apropiado del mito de Robin Hood para su beneficio. Les ha sido muy fácil, ya que en la actualidad se combinan los ingredientes básicos que permiten semejante atrocidad y manipulación. Se trata del predominio cultural de la élite, centrado en el uso y abuso de cuatro elementos: educación, escuelas de pensamiento, medios de comunicación y lenguaje.
Por un lado, la educación y las escuelas de pensamiento. En economía, por ejemplo, hay una profunda crisis de visión de la escuela dominante, cuyas teorías e hipótesis de partida no solo es que no se cumplan, sino que además son nocivas para nuestra salud. Pero les da igual, siguen enseñando las mismas falsedades por motivos de control ideológico y de defensa de los intereses de la superclase. Es cierto que empiezan a emerger con fuerza voces críticas, que además coinciden con aquellos que mejor analizan y predicen lo que está pasando.
A eso añadan ustedes el control masivo de los medios de comunicación -el panorama nacional es desolador-, y el uso del lenguaje. Al margen que dichos medios publiquen el caso de corrupción x ó y, en realidad es otra pieza del teatro Barroco patrio. Hacen todo lo posible por mantener el estatus que nos ha llevado hasta aquí, y del que dichos medios de comunicación forman parte. Respecto al lenguaje, hay una tendencia a acosar al disidente, al que piensa distinto, al que en definitiva es libre. Pero dicho lenguaje llega a la cobardía cuando se culpabiliza y se responsabiliza de la situación de sufrimiento –paro, desahucios,…- a aquellos que la padecen. Y de eso va el hurto que las élites y los poderosos han hecho del mito de Robin Hood. Lo penúltimo, Moreno Bonilla y su eliminación del impuesto del patrimonio. Lo último la indecente foto de Begoña Villacís desalojando chabolas y mezclando chabolismo con desahucios. Otra de centro-extremo, pero extremo de derechas.
Las relaciones de poder y modelo productivo
Cualquier propuesta fiscal radical para mejorar la eficiencia y justicia social de nuestro país está sometida a una gran restricción que se deriva de las relaciones de poder y de su traslación a una superestructura que distorsiona de manera sistemática la asignación de recursos para el beneficio de unos pocos. Ello no sólo fomenta la desigualdad, sino que también ahoga el crecimiento. En nuestro país la búsqueda de rentas que ahogan el crecimiento toma muchas formas, desde transferencias ocultas -deducciones fiscales permanentes, créditos fiscales a la banca, valoración del suelo ad-hoc…-, pasando por subsidios del gobierno a grupos de presión –básicamente de comunicación-, leyes que favorecen los oligopolios y una aplicación laxa de leyes de competencia. El resultado es tan perverso que en la actualidad quienes sostienen el estado del bienestar son simplemente los trabajadores por cuenta ajena, y los pequeños y medianos empresarios. Por el contrario, los rentistas, básicamente aquellos que se apropian de la renta del suelo y sus múltiples derivaciones, y los grandes contribuyentes –empresas del Ibex y sus consejos de administración- apenas aportan nada.
De esta manera se ha ido modelando a lo largo del tiempo el modelo productivo patrio: predominio de rentistas y una serie de oligopolios que no han hecho prácticamente nada por cambiar el modelo productivo de nuestro país. Su actividad investigadora, por ejemplo, es completamente nula y nuestro retraso secular respecto a nuestro entorno creciente. Si echan una ojeada al índice bursátil patrio más representativo, el Ibex 35, predominan antiguos monopolios naturales, básicamente empresas eléctricas, petroleras, y del sector de telecomunicaciones. Junto a ellos, el sector inmobiliario, ligado al BOE, y el bancario, que tras el triste y lamentable proceso de concentración sufrido en nuestro país, tras la Gran Recesión, lo hace dependiente de las tetas del Estado si las cosas vinieran mal dadas. El impacto en nuestra Hacienda de esta superestructura del poder es brutal. Además de ser un sistema tributario socialmente injusto, es ineficiente. Los ingresos fiscales patrios son muy volátiles en función del ciclo económico y lo sustentan trabajadores, y pequeños y medianos productores, que ya no admiten ninguna subida adicional de impuestos.
La política impositiva aplicada en nuestro país, en definitiva, ha tendido a favorecer a una clase mimada, especialmente rentista
La política impositiva aplicada en nuestro país, en definitiva, ha tendido a favorecer a una clase mimada, especialmente rentista. Y ello tiene sus consecuencias. Si analizamos la equidad de nuestro sistema fiscal, comprobamos que ha fracasado de forma estrepitosa. El coeficiente Gini mide el grado de desigualdad en el reparto de las rentas. Se puede calcular un índice antes y después de impuestos para medir en qué grado éstos contribuyen a mejorar el reparto de las rentas. Según datos publicados por Eurostat nuestro sistema fiscal es, bajo esta perspectiva, de los más ineficientes. España se encuentra entre las naciones más avanzadas que menos consiguen reducir la desigualdad después de impuestos encontrándose más cerca de países como Turquía, Méjico, o Estados Unidos que de los escandinavos. Ante semejante panorama es más necesario que nunca implementar una reforma fiscal radical. Sobre cómo hacerlo, daremos las pistas pertinentes en nuestro siguiente blog. Pero obviamente no irá jamás en la dirección del paso tomado por ese centrista extremo llamado Moreno Bonilla.
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Con el tiempo no hará falta que los millonarios sean productivos, bastará con su favor o presencia para que se le regale con el fruto de la extorsión o voluntad de los obreros y precarios rendidos a sus encantos.