Sánchez quiere enderezar la legislatura acercándose a un Puigdemont que promete agonía

El presidente del Gobierno prepara el camino para un acuerdo integral con Junts aunque los independentistas por ahora auguran frialdad y padecimiento a los negociadores parlamentarios.
Congreso 09.07.25 - 24
David F. Sabadell Pedro Sánchez durante la tensa sesión de control al Gobierno del 10 de julio.

Ha sido la semana de los balances de fin de curso de los líderes de los dos partidos más votados. Pedro Sánchez, y tres días después, Alberto Núñez Feijóo, han querido contribuir a la narrativa previa al apagón político que suele ser el mes de agosto y dieron comparecencias con sus relatos, llenos de dardos envenenados y de medias verdades.

Es imposible hablar del fin del curso político sin valorar que el PSOE, milagrosamente, acaba mejor que con respecto a dos meses atrás. En primavera, con el seísmo que representaron las filtraciones (y posterior dimisión) de Santos Cerdán, muchos pensaban que el Gobierno tenía los días contados.

“Tengo mucha paciencia”, se le escuchó decir a Feijóo en los pasillos del Congreso. En Génova parecen ya asimilar que no habrá elecciones generales al corto plazo

No solo eso no ha ocurrido, en buena medida gracias a que los socios de investidura siguen sin quitar su confianza a quien eligieron hace 21 meses, sino que gracias a una conjura de varios factores Sánchez se va de vacaciones más tranquilo y con mucha menos presión mediática. Entre esos factores están el enfrentamiento simbólico con Trump y la OTAN, la aparición del caso del exministro Montoro, los derrapes tácticos de Génova y los buenos datos relativos de la economía.

“Nos metieron un gol en el último minuto”, filtraban algunos dirigentes del PP con respecto al caso del exjefe de Hacienda de Rajoy. Es que la narrativa de que los socialistas son el único y peor retrato de la corrupción ha chocado con la realidad. La disociación positiva de la economía española en comparación con los grandes de la Unión Europea tampoco ayudan a su motor destituyente. “Tengo mucha paciencia”, se le escuchó decir a Feijóo en los pasillos del Congreso. En Génova parecen ya asimilar que no habrá elecciones generales al corto plazo.

Operación Junts

El discurso de Sánchez ha dejado algunos indicios de por dónde irán los tiros a partir de septiembre. Ha prometido que se intentarán los Presupuestos Generales del Estado y, sin decirlo, ha admitido que no cumplió su palabra de presentarlos para 2025. La dinámica líquida y frenética de la política española hace que ya nadie los reclame porque falta menos para el 2026 de lo que va del corriente año.

Para eso y para imprimir la segunda mitad de la legislatura de algún sello exitoso, que permita ir a las próximas generales con cosas para exhibir a un electorado progresista que será difícil de movilizar, hay que enderezar las cosas con Junts. Sus siete escaños son claves y con el voto positivo de esos diputados hasta se puede prescindir del ‘sí’ de los cuatro de Podemos (excepto en leyes orgánicas).

Sánchez ha dejado entrever que ocurrirá en el próximo curso la reunión con el expresident Carles Puigdemont, anhelada en el partido catalán (algo admitido fuera de micrófono). “Me reuniré con todos los interlocutores”, ha dicho el presidente, y ha opinado que la sentencia del Tribunal Constitucional sobre la Ley de Amnistía “precisamente permite superar” viejas trabas (entre ellas, que ambos se vean en persona).

El líder del PSOE está abierto a mantener un encuentro con el máximo referente de Junts, que reside desde 2017 en Waterloo

Tras la comparecencia, fuentes de Moncloa ratificaron en respuesta a El Salto que la dirección de esos comentarios iba en el sentido interpretado, es decir, que el líder del PSOE está abierto a mantener un encuentro con el máximo referente de Junts, que reside desde 2017 en Waterloo (Bruselas) y que solo ha regresado una vez a Barcelona, en una breve reaparición y en la que estuvo en riesgo de ser detenido (todavía está en vigor una orden de captura).

“La amnistía política de parte del PSOE todavía no ocurrió”, comentaba a El Salto hace unas semanas un dirigente de Junts. Ante la repregunta, explicitaba: “Que Sánchez no se ha reunido con el president Puigdemont”. Los posconvergents también reniegan desde hace más de un año porque el Gobierno podría hacer mucho más de lo que hizo para que el gironés sea amnistiado por el Tribunal Supremo, algo trabado por el delito de malversación.

Sobre el guion enviado por Sánchez, en Junts lo desmerecen. Una persona de contacto casi diario con Puigdemont solo quiso responder en forma escueta a El Salto: “El president no está en eso ya, eso es de hace un año”. Se refiere a la intención manifiesta de una suerte de lavado de cara con visita a Waterloo o Suiza que nunca ocurrió. Pero ya ha llovido mucho y en el medio hubo autonómicas en Catalunya que dejaron más heridas abiertas.

Más allá de ese encuentro personal, de carácter simbólico, también Junts tiene dos espinas clavadas: el haberse quedado fuera de la Generalitat y del Ajuntament de Barcelona. La portavoz Míriam Nogueras lo suele recordar en sus intervenciones en el atril del Congreso: “Para nosotros Barcelona no es solo la ciudad más grande de Catalunya. Para nosotros es la capital de la nación”. No perdonan que su candidato Xavier Trias, el más votado, fue excluido de la alcaldía por un acuerdo entre PSC, Esquerra Republicana y los Comuns.

¿Qué puede ocurrir con la amnistía? En Junts creen que entre fines de septiembre y octubre el Constitucional responderá el amparo y las medidas cautelares presentadas por la defensa de Puigdemont, y que lo hará positivamente. Una vez amnistiado, podría volver, al menos sin problemas legales.

La situación electoral de Junts tampoco es la óptima para favorecer acuerdos: sus dirigentes ven con pánico los números en que pierden votos frente a la ultraderecha de Aliança Catalana, con el liderazgo de Silvia Orriols. También algunos independentistas más liberales empiezan a ver con mejores ojos el nuevo partido Alhora (“a la vez”, en castellano), del filósofo y tertuliano habitual Jordi Graupera.

Este partido, tras participar de las europeas, ha anunciado que acudirá a las municipales. Ha obtenido solo 0,55 por ciento el año pasado, pero con su discurso independentista, de defensa a ultranza del catalán (“hay que descastellanizar los municipios”, reclaman) pero distanciados de la islamofobia populista que critican en Orriols, se presentan como una oferta que encajaría en una clase media liberal catalanista que escape de los ultras y del desgastado Puigdemont.

¿Será posible para Sánchez acercar posiciones con Junts para conseguir los Presupuestos? Nadie lo ve fácil pero tampoco imposible. Aunque la agonía se anticipa larga y trabajosa para los negociadores del PSOE: antes de que acabe la legislatura también se necesitan sus votos para varias leyes clave, como la ley Mordaza o la llamada ‘financiación singular’, una promesa que ERC exigirá en su momento. Los cambios en migración (darles competencia a los Mossos) es algo aún pendiente y que podría acercar posiciones. Aunque da la impresión que sin Puigdemont amnistiado, nada podría avanzar.

Ruidos a la izquierda

Podemos dejó en claro en el último pleno del Congreso que hará valer sus cuatro escaños y votó en contra del decreto energético, llamado ‘anti-apagón’. En la formación morada han elevado el tono de críticas para con Sánchez este año, especialmente en lo que hace a su política de defensa y con Israel, en una carrera por recuperar terreno y tratar de captar votantes de izquierda transformadora desencantada con la deriva del PSOE y Sumar.


Fuentes moradas rechazan las críticas de ser funcionales a una “pinza con el PP” y no les importa coincidir con la derecha y extrema derecha, aunque los medios afines al Gobierno los acusen de ser funcionales a ese bloque. “Somos coherentes y no vamos a apoyar algo en lo que no creemos solo por no votar diferente al PP”, señalan.

Su estrategia va dando resultados: en algunas encuestas superan a Sumar y en algunos casos de forma consolidada, como en la circunscripción de Barcelona. En Ferraz, por ahora, creen que se podrá llegar a acuerdos y atribuyen todo a la competencia con el yolandismo.

La coalición que lidera Díaz también acaba el ciclo un poco mejor de como lo comenzó (con el caso Errejón y las heridas sin suturar tras las europeas). La escisión de uno de los escaños de Compromís no fue una buena noticia pero ha ido en paralelo de cambios al interior del grupo: más espacio para las confluencias y mejoras en la articulación de las decisiones. Los que estaban cerca de irse, como Més y la Chunta, frenaron los planes.

En ese marco, Díaz sabe que se acabaron los tiempos de voluntarismo, como hubo en la campaña de 2023, y ahora no deja pasar ni una noticia sobre el ala del PSOE en la que no esté de acuerdo. El último día de julio, la vicepresidenta cuestionó los intentos del ministerio de Transición Ecológica de negociar una extensión del calendario nuclear, sugerida en una carta de la vicepresidenta Aegesen a las empresas.

Varios diputados de la coalición transmitían optimismo esta semana y prometían que el próximo curso estará marcado, también, por la presión que pondrán al PSOE para sacar leyes y medidas sociales que den un oxígeno a la izquierda. Pero sin entrar en el “no a todo de Podemos”, de quien siempre machacan que cuando era parte del Consejo de Ministros se contenía en ciertas críticas maximalistas. El nivel del fratricidio entre las familias de la izquierda confederal será también una de las bolas con las que Sánchez deberá hacer malabarismos el próximo ciclo.

Energía
El Congreso tumba el ‘decreto antiapagones’ del Gobierno
Los votos de las derechas, Podemos,BNG y Chunta han dejado caer el Real Decreto-ley 7/2025, que incluía medidas como el gestor de autoconsumo o penalizaciones para energías fósiles. Han votado a favor PSOE, Sumar, ERC, PNV, Bildu, Compromís y CC.
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