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Infraestructuras
Qué hace esa autovía en nuestra huerta
Sobre parte de los sembrados de la chufa con denominación de origen de València, entre la ciudad y la cercana población de Alboraia, está creciendo una masa de alquitrán y cemento que no va a mejorar la reconocida horchata valenciana ni va a atenuar las emisiones contaminantes de los vehículos.
Si usted no ha visitado nunca València, igual no es consciente de que un cinturón de huerta, cultivada y trabajada durante milenios, envuelve al núcleo urbano. Ese anillo vegetal, que sigue produciendo y dando de comer tanto a llauradors como a consumidores, es un tesoro de valor incalculable e irreproducible. No hará mejor ninguna máquina humana el trabajo que ha hecho desde que es río el Turia, sedimentando y fertilizando sus riberas con el transcurso de los aluviones.
Infraestructuras
L'ampliació de la V-21 destruirà 80.000 metres quadrats d'horta
Esa milenaria herencia común está siendo atacada estos días por maquinaria que viene a hacer más ancha la V-21. La vía, que es el acceso norte a la ciudad, no se encuentra saturada ni existe una problemática de tráfico. Si se amplía, atraerá más volumen de circulación de vehículos. Lo lleva diciendo desde 2017 el colectivo Per L Horta, respaldado con datos del propio ministerio de fomento. Y lo han podido comprobar in situ estas pasadas semanas un grupo de personas que han puesto sus cuerpos para defender del derribo a una edificación histórica, el Forn de barraca, que se ha cruzado en el itinerario de la ampliación.
Urbanismo
L’enderrocament de l’històric forn de Barraca
Ni retenciones ni atascos han visto durante los diez días que han resistido para llamar la atención sobre lo irracional de esta ampliación en tiempos de cambio climático. Lo que sí vieron fue un enorme dispositivo de la Guardia Civil que, pese a lo pacífico de la protesta, se saldó con cuatro personas detenidas. La lamentable imagen de las excavadoras destruyendo un trozo de nuestro patrimonio histórico se produjo por la fuerza.
Especulación urbanística
Forn de Barraca, un símbolo de resistencia
Tras doce días defendiendo el Forn de la especulación urbanística que amenaza la huerta de Valencia, nadie podía imaginar que las fuerzas del orden actuarían el día de las protestas por el cambio climático.
La obra sigue adelante pese al esfuerzo y la valentía de esas personas. Una obra que se cobra, por cierto, la constructora OHL. No sé si es relevante citar aquí que ésta compañía está siendo investigada por crear un sistema de sobornos a políticos, con dinero negro, para garantizarse adjudicaciones y sobrecostes. Algo que salió a la luz el pasado junio.
Ibex 35
Villar Mir, un mal ejemplo de empresario ejemplar
Puede que tampoco sea importante para este caso que la empresa fuera financiadora ilegal del partido que proyectó esta ampliación: el PP. No sé si es relevante porque la obra sería igual de irracional aunque no la estuviera haciendo la empresa de Villar-Mir, suegro de Javier López Madrid, que además de compiyogui de Letizia la reina, tiene un turbio asunto con el defenestrado Villarejo, que llegó a apuñalar a la doctora Montes, acosada por el compiyogui y al que ella había denunciado.
En las manos del ministro de fomento, José Luis Ábalos, estaba el botón rojo para detener esta barbaridad. No lo apretó
Sin saber seguro si es relevante quién se lo cobra, sí parece relevante saber quién lo paga. La versión corta: es dinero que se paga desde nuestros impuestos. Si ampliamos el foco, la infraestructura sale de los fondos del ministerio de Fomento, dirigido en funciones por el socialista valenciano Jose Luis Abalos. En sus manos estaba el botón rojo para detener esta barbaridad. No lo apretó.
Parte del argumentario de por qué, pese a ser de la tierra, el ministro decidió no proteger su huerta, se lo escuchamos al portavoz del PSPV en Les Corts valencianas. Con apellido asesino y caradura evidente, el señor Manolo Mata vino a decir que 60.000 metros cuadrados destruidos de huerta no son nada, que total tenemos más.
Con apellido asesino y caradura evidente, el señor Manolo Mata vino a decir que 60.000 metros cuadrados destruidos de huerta no son nada, que total tenemos más.
Son tiempos extraños los de este primer cuarto del siglo XXI. Asistimos en directo a la evidencia científica de la aceleración del cambio climático y contemplamos impotentes cómo las administraciones públicas no cambian el chip. La Generalitat valenciana, en la anterior legislatura, aprueba una ley para, por fin, considerar y proteger la huerta como lo que es: un patrimonio valioso para el bien común. Esta ley se demuestra insuficiente para detener la ampliación (reitero, innecesaria) de una vía que atraviesa huertas del producto más rentable y simbólico de esta zona: la chufa.
Es más, hace escasas semanas, en esta misma legislatura, el Govern valenciano declara el estado de emergencia climática. ¿Qué dice el señor Mata al ser preguntado con la compatibilidad de esta declaración con la ampliación de la V-21? Que el ser humano está lleno de contradicciones. Casi estoy viendo cómo al terminar de decirlo se enchufó un cínico pitillo.
Joan Ribó dice que él ha intentado conseguir una alternativa, lo que no dice es que esa alternativa igualmente llevaba aparejada la ampliación, y por tanto, la destrucción de huerta y el estímulo al uso del vehículo
¿Y el alcalde de la ciudad? Joan Ribó dice que él ha intentado conseguir una alternativa, lo que no dice es que esa alternativa igualmente llevaba aparejada la ampliación, y por tanto, la destrucción de huerta y el estímulo al uso del vehículo. Tampoco desvela que podía haber hecho mucho más para paralizarla, en lugar de marear la perdiz vía prensa con una ampliación supuestamente menos lesiva, pero innecesaria. Como buen surfero no se privó del descaro de señalar, vía Twitter, lo “sintomático” que es que se derribase el Forn de Barraca el día de la jornada mundial de lucha climática.
Tal vez no recuerda el alcalde que aprobó una moción en el pleno de octubre del 2017, impulsada por València en Comú y que exigía la paralización de esa ampliación. No movió un dedo en ese sentido. Prefirió evitarse el titular en la prensa conservadora de rechazar una inversión del estado en un contexto en el que la infrafinanciación por parte del gobierno central era un tema candente. Supongo que algo así pasaría por la cabeza de Joan Baldoví cuando registró una enmienda a los últimos presupuestos de Montoro, todavía vigentes, reclamando las inversiones para esta ampliación de la V-21. Igual se le ha olvidado viendo su actitud estos días que de aquella enmienda sale el dinero que paga hoy esta destrucción de la huerta.
Uno de los cofundadores del colectivo británico Extintion and rebellion, Roger Hallam, hizo el pasado verano en la BBC una sencilla analogía sobre el reto climático al que nos enfrentamos. El activista comparaba los mensajes de alerta desde la ciencia hacia nuestras sociedades con la de un paciente que acude a su doctor y este le dice que tiene cáncer. En ese momento tienes dos opciones: o cambias de vida y luchas contra el cáncer, o sigues ampliando autovías y puertos hasta que te mueras.