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Laboral
Reivindicar los derechos laborales en microempresas, el reto de los sindicatos

Una escena que a muchas personas les resultará conocida: “Intenté que todos escribiéramos una lista de irregularidades y se lo entregáramos a la encargada pero en el último momento se echaron atrás”. Laura trabajaba de auxiliar de camarera en un restaurante franquiciado de Ciudad Real. Cuenta que la mayoría de las empleadas estaban por debajo de las 20 horas semanales y que siempre hacían horas complementarias. Dice complementarias y no extras, ya que era lo habitual y se las pagaban al precio de la hora de la contratada, no a un 70% más como debería ser por convenio las horas extras. No conocían los horarios de la semana hasta el domingo, se les cancelaban horas si no había gente en el restaurante; o tenían que hacer labores de categorías por encima de la suya. La negativa a aceptarle unos días de permiso para cuidar a su hermana ingresada hizo que Laura dijera basta.
Un enfado que compartía con sus compañeros, sin embargo, a la hora de la verdad, fue ella sola a pedir sus derechos. Sola porque ningún otro compañero la secundó, aunque sí estuvo acompañada de un sindicato.
La situación de estar dos o tres trabajadores en una pyme y que no se atrevan a alzar la voz es muy común. Lo mismo ocurre con los falsos autónomos, los trabajadores y trabajadoras de plataformas como Glovo, los y las que trabajan en remoto sin pisar la oficina o las trabajadoras de los cuidados. Son solo algunos de los perfiles emergentes que encuentran los sindicatos y que mayor explotación laboral sufren. Y a la que medidas como la reducción de la jornada laboral o el aumento del Salario Mínimo Interprofesional más afectaría.
“Generalmente es más fácil plantear una denuncia, una demanda o una reclamación en una empresa grande en la que el trato con la dirección es más impersonal”, explican desde CNT
Esto, de momento, es algo no cuantificable, ya que las Inspecciones de Trabajo recogen sus intervenciones por tipo de infracción o comunidad autónoma, pero no por tamaño de empresa. Sin embargo, los sindicatos tienen claro que son los trabajadores y trabajadoras a las que más cuesta llegar. “Es cierto que la intervención en empresas de plantillas muy reducidas, de dos o tres personas, requiere de mecanismos adaptados a esas realidades, en las que muchas veces las dinámicas psicológicas entre plantilla y patronal se ven afectadas por el exceso de cercanía: generalmente es más fácil plantear una denuncia, una demanda o una reclamación en una empresa grande en la que el trato con la dirección es más impersonal”, explica Eva Peña, secretaria de Acción Sindical del sindicato que dio cobertura a Laura, CNT. Peña cuenta que esta situación les obliga a cambiar el enfoque y abordar la defensa de las personas trabajadoras en estas microempresas buscando “fórmulas que permitan establecer canales de comunicación directa entre el sindicato y la dirección de la empresa, como medida previa al planteamiento de conflictos abiertos”.
“El pasado año tuvimos numerosos éxitos y en sectores muy diversos, incluso en plantillas atomizadas en centros de trabajo diferentes”, comenta a El Salto Luis Fernández, responsable de sindicalización de ELA, que pone de ejemplo su intervención en piscinas y polideportivos con empresas subcontratas en Sopelana, Bermeo, Derio o Barakaldo, tras meses de huelga. También pone de ejemplo el conflicto laboral en Bolsas Oses en Orkoien (Nafarroa) que con 14 empleados logró superar el convenio del sector; o en otros más feminizados como la ayuda a domicilio. El último caso, recuerda, es el de los servicios en Zumaia (Bizkaia), donde lograron un incremento salarial del 19%.
“El mayor reto es pasar de verse como individuos explotados a colectivos organizados y capaces”, indican desde ELA
“Las empresas pequeñas son organizables, siempre que se vean como colectivo”, señala Fernández, que asegura que el mayor reto es “pasar de verse como individuos explotados a colectivos organizados y capaces”. Una visión similar tiene desde Galicia Francisco González Sío, secretario confederal de Negociación Colectiva de CIG. “Las empresas pequeñas tienen una conflictividad ligada al convenio del sector, que es donde más conflictividad hay”, explica; y comenta que en el día a día, “es más complicado porque la relación entre el empresario, los trabajadores y los delegados sindicales es muy estrecha”. Añade que los conflictos suelen darse a necesidades imperiosas como cierres, despidos o recortes muy serios, a diferencia de lo que ocurre en grandes empresas; y pone como ejemplo la huelga del metal en Cádiz que estos días está copando titulares. “La mayoría de las movilizaciones están protagonizadas por empresas pequeñas, pero luchan por un convenio sectorial digno les permite hacer fuerza conjunta”, explica.
Para la CIG, reconocen, es más difícil llegar a trabajadores cuando la plantilla es inferior a diez personas. “Se llega a través de la afiliación, las redes sociales, a través de las personas liberadas que llevan información, que explican cómo está el sector o qué reivindicaciones hay ahora, etc”, comenta González Sío, que por contraste, asegura que, cuando son mayores las empresas, se pueden organizar asambleas trimestrales o puntuales si hay novedades en su convenio o en el sistema de pensiones, por poner un ejemplo. “Hay sindicatos –continúa el secretario de la CIG– como CCOO y UGT, que se preocupan de los trabajadores de las empresas grandes y dejan a un lado las pequeñas que están alrededor de estas o de la Administración, con subcontratas, pero sus necesidades suelen ser imperiosas”.
La propuesta del PP: comités de empresa solo por encima de los 250 empleados
Según la legislación vigente, todas las empresas de más de 50 empleados deben convocar elecciones y formar un comité de empresa con los representantes de los y las trabajadoras. Estos actúan como representantes de los trabajadores ante la empresa y pueden tener acceso a información, un lugar destacado ante los cambios que planee la compañía y a negociar. Para el Partido Popular, esto es excesivo y quiere cambiar la legislación para que solo las empresas de másde de 250 empleados tengan este derecho. Una propuesta que deberá ser votada este fin de semana en su congreso: “hay que eliminar las trabas y los umbrales regulatorios asociados al tamaño empresarial: 250 trabajadores deben ser los nuevos 50”.
Para González Sío, esta medida “afectaría mucho a la capacidad de las trabajadoras y trabajadores de reivindicar sus derechos”. El representante de la CIG explica que “el nexo entre lo que los sindicatos reivindican y lo que pasa en las empresas son los delegados sindicales” y que, gracias a su labor, trabajadores y sindicatos pueden enterarse de las “maniobras” de la empresa antes de que sea demasiado tarde”. Hacer eso significaría que los sindicatos tuviéramos muchos problemas para actuar y sería un desastre”, indica en referencia a la propuesta del PP.
Para CNT dejar a las personas trabajadoras como “meras espectadoras” de lo que hacen los comités responde en parte a la crisis de afiliación que sufre el sindicalismo en las últimas décadas
Pero no todos los sindicatos participan en los comités de empresa ni tienen delegados liberados de sus funciones como trabajadores para atender los problemas sindicales. Es el caso de CNT. “Tenemos la representación sindical, que nada tiene que ver con los comités de empresa y que consiste en la representación de las personas trabajadoras afiliadas a un sindicato en una empresa”, explica Eva Peña. Asegura que este derecho está contemplado en el art. 28.1 de la Constitución Española y que además es un “derecho humano expresamente reconocido también en la Declaración Universal de los Derechos Humanos”. Para ella, dejar a las personas trabajadoras como “meras espectadoras” de lo que hacen los comités responde, en parte, a la crisis de afiliación que sufre el sindicalismo en las últimas décadas.
“A diferencia de lo que sucede con la representación unitaria (los comités), en la representación sindical que CNT practica no importa cuál sea el volumen de plantilla de la empresa: ya se trate de una plantilla de diez personas, de cien o de mil, con un porcentaje de afiliación suficiente en la misma, cualquier organización sindical tiene derecho a la huelga, a plantear conflictos colectivos, a desarrollar su actividad sindical dentro y fuera de la empresa, y a negociar colectivamente”, explica.
Para ELA “no hay empresa pequeña, si no colectivo a organizar”. Por eso explican que la legislación permite llevar a cabo elecciones sindicales en empresas de más de cinco trabajadores. “Cuando desde ELA nos dirigimos a un colectivo pequeño, pero con al menos seis trabajadores en situación precaria, el proceso es claro: planteamos la afiliación de toda la plantilla, la convocatoria de elecciones y utilizamos diferentes herramientas de diagnóstico para analizar la situación de precariedad, los puntos débiles de la empresa y las líneas de trabajo, sindicales y jurídicas, para darle la vuelta a una situación precaria”, detalla Luis Fernández, que aclara que si la empresa es menor a seis trabajadoras o trabajadores, “el proceso es el mismo, pero se constituye una sección sindical en lugar de celebrar elecciones sindicales”.
Nuevas realidades, nuevo sindicalismo
¿Qué pasa cuando el obstáculo no es el número de personas trabajadoras, sino su dispersión, su aislamiento o que su relación laboral no esté debidamente acreditada? Esto pasa con personas que trabajan en remoto, fuera de un centro de trabajo, en sectores como el trabajo doméstico, los cuidados, en plataformas. También aplica a los falsos autónomos. “Ya hemos tenido algún caso en el que nos hemos visto en la necesidad de practicar sindicalismo remoto”, comentan desde CNT, en referencia a tener reuniones por videollamadas, en el caso de plantillas con teletrabajo el 100% de la jornada y de la plantilla, separados por cientos de kilómetros entre ellos. “Se trata de adaptarse a las nuevas realidades, como siempre hizo el sindicalismo; si bien sigue siendo preferible el desarrollo de la actividad sindical de manera presencial, pues genera más adhesión y compromiso”, reconoce Eva Peña.
“Tenemos relación con el sindicato de trabajadoras del hogar”, explica González Sío desde Galicia, que opina que “lo suyo es que tuvieran un convenio propio”, algo que ven fundamental. En relación a los falsos autónomos, comenta que han “discutido cómo entrar; ya que son trabajadores hiper explotados, y para eso estamos en el sindicato”. Tanto ELA, como CNT y CIG conocen de cerca la situación de los mataderos, donde muchos de sus trabajadores son explotados sin contrato, como falsos autónomos o con subcontratas que no garantizan sus derechos. “En nuestro caso estamos hablando de muchos trabajadores, que se unieron y se acercaron al sindicato, que es lo mejor: tiene que usarlo como una herramienta para mejorar sus condiciones”, termina el sindicalista gallego.
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“El pasado año, los trabajadores y trabajadoras de diferentes subcontratas de Amazon se organizaron en ELA para dar respuesta a una situación perversa. Si mejoraban sus condiciones, Amazon rescindía el contrato mercantil con la subcontrata y las plantillas perdían su empleo. La organización en torno a ELA hizo que consiguiéramos diferentes convenios propios en diferentes subcontratas, con cláusulas contra el cambio de contrata”, explica satisfecho Luis Fernández, que adelanta que actualmente ELA apoya una huelga de varios meses en operadoras de Uber y tiene una lucha abierta con Glovo.
Desde GIC conocen otro obstáculo añadido: la dispersión geográfica y el mundo rural. “Nosotros intentamos tener uniones locales, en las comarcas del interior y tener locales sindicales que mantenemos con mucho esfuerzo y con mucha militancia de las personas que las atienden. Son el nexo de unión con esos trabajadores, y realmente funciona”, comentan. Ponen de ejemplo de adaptación lo que logran abriendo el local cuando hay feria los sábados, aprovechando que muchos trabajadores bajan al pueblo más grande con ese reclamo.
Sea el obstáculo que sea, los sindicatos tienen claro que tienen que dar con la tecla para llegar a los trabajadores menos protegidos. “La práctica nos demuestra que ganar a gigantes desde plantillas pequeñas es posible para todas aquellas personas que quieran organizarse y pelear con las herramientas del sindicato”, concluyen desde ELA.