Líbano
Israel mantiene la intensa ofensiva en Líbano a pesar de las órdenes de detención y de las negociaciones

Las tropas israelíes bombardean provocando un desplazamiento civil que desborda las capacidades del país. Beirut Urban Lab denuncia que el objetivo de la destrucción masiva de edificios es evitar que las personas regresen a sus barrios y pueblos.
Taanayel, Bekaa
23 nov 2024 06:26

Las órdenes de detención internacional contra líderes israelíes carecen de impacto sobre el terreno en la franja de Gaza y en Beirut, donde el Ejército de Israel mantiene sus operaciones de manera inalterable. El Tribunal Penal Internacional sorprendió el jueves a observadores de todos los espectros políticos al dar el paso de catalogar al primer ministro israelí, Benyamin Netanyahu, y al hasta hace poco ministro de Defensa del mismo país, Yoav Gallant, como sospechosos de crímenes de guerra y contra la humanidad. A algunos analistas les cogió a contrapié porque desconfiaban de que un TPI sumido en presiones israelíes encontrara las fuerzas para hacerlo. A otros, porque acusan el cuerpo judicial de antisemita.

El movimiento del TPI, radicado en La Haya, llega en medio de los esfuerzos por conseguir un alto el fuego entre el Gobierno de Israel y la milicia libanesa Hezbollah. Amos Hochstein, negociador de la Casa Blanca para lograr la paz en Oriente Medio —y ciudadano israelí— ha estado esta semana en Beirut para recibir la respuesta del Ejecutivo libanés y de Hezbollah a la propuesta de tregua planteada por los EEUU. Hochstein se ha reunido durante dos días consecutivos con varios líderes libaneses implicados en la mesa de negociación, entre ellos Nabih Berri, presidente del parlamento libanés y negociador por parte de Hezbollah, que, más allá de una milicia, es un partido político. Berri es líder de Amal, formación política libanesa y chií aliada de Hezbollah.

Tanto Berri como Hochstein han asegurado públicamente que las negociaciones están muy avanzadas y que hay opciones reales de cerrar el acuerdo pronto. Pero el discurso positivo de ambos choca con la firmeza de Israel y de Hezbollah en posiciones frontalmente opuestas. Los ministros de Netanyahu exigen que el acuerdo de tregua permita a Israel actuar en Líbano si Hezbollah reaparece en el sur del país, mientras que Naim Qassem, nuevo líder de Hezbollah, ha advertido que el grupo no se retirará de la zona alegando que sus miembros son naturales del territorio.

Los misiles israelíes y estadounidenses han derribado al menos 262 edificios en los distintos barrios de la zona sur de Beirut

Un urbicidio acelerado

Mientras la tregua se resiste en Líbano, la ofensiva israelí continua. Las tropas del país avanzan a nivel terrestre hacia la segunda línea de defensa de Hezbollah y el intercambio del fuego aéreo persiste. Desde finales de septiembre, cuando el conflicto latente entre Israel y Hezbollah escaló a guerra abierta, las autoridades israelíes lanzan una de las campañas de bombardeos más destructiva en la historia moderna de la humanidad. Los lanzamisiles y aviones de guerra israelíes se han centrado especialmente en los territorios de Líbano donde la milicia libanesa tiene más apoyo, castigando no solo las capacidades militares de Hezbollah, sino también la población civil que reside en esas zonas —mucha de la cual, sin embargo, no tiene relación con este grupo.

En los suburbios de Beirut, que son el hogar de 700.000 personas, Israel ha ejecutado en menos de dos meses más de 186 bombardeos emitiendo un aviso previo poco tiempo antes de proceder a destruir edificios enteros. En muchas otras ocasiones, Israel también ha bombardeado sin advertirlo. En conjunto, los misiles israelíes y estadounidenses han derribado al menos 262 edificios en los distintos barrios de la zona. Beirut Urban Lab estima que el punto álgido de la ofensiva israelí contra estos suburbios llegó en noviembre, cuando las tropas comandadas por Herzi Halevi lanzaron una media de diez bombardeos al día.

En Beirut Urban Lab consideran que la lluvia de metralla que cae durante los últimos meses en Dahie responde a una estrategia militar israelí que se acuñó en esos mismos suburbios en 2006, cuando Israel lanzó duros bombardeos contra la zona durante la guerra de entonces con Hezbollah. “Se trata de la Doctrina Dahie”, dicen en Beirut Urban Lab: “aniquilar la posibilidad de vida en la localidad y causar desplazamiento civil forzado y duradero”. Este grupo de investigación libanés considera que la situación en Dahie y en otros puntos del territorio libanés permite hablar de ‘urbicidio’, lo que se conoce como “la destrucción deliberada de edificios e infraestructura de modos que disrumpe el tejido social, económico y cultural, desplazando población y eliminando la memoria colectiva de un territorio”.

Opinión
Opinión Una noche en Beirut
“Cierra las ventanas”, casi que me ordena un amigo. Le comento que es inútil, no amortiguaría el ruido. “No es por eso. Han lanzado fósforo blanco”. Es cierto eso de que cada día vemos lo peor que hemos visto en nuestras vidas.

El Dia de la Independencia, bajo bombardeos

Las tropas israelíes podrían estar aplicando la Doctrina Dahie en otros puntos del país, como por ejemplo el sur de Líbano o la región montañosa de la Bekaa, ambos territorios con presencia de Hezbollah y de bolsas de población seguidoras de la organización. Más de un millón de personas ha huido de sus casas a raíz de ello, buscando un techo bajo el que refugiarse.

Hasan, de unos cincuenta años de edad, es residente de Houla, un pueblo libanés fronterizo con Israel. Ahora pasa los días en un centro médico del Socorro Popular Libanés en Taanayel, en la Bekaa. Allí, esta organización médico-social acoge varias familias en las mismas instalaciones donde ofrece servicios sanitarios a la población civil. Houla y los municipios de su alrededor sufren una gran destrucción, y Hasan reconoce no tener información sobre el estado actual de su casa. “Hogares, tiendas, puntos de interés cultural, todo ha quedado destruido”, lamenta Hasan en declaraciones a El Salto Diario. Este libanés asegura que Israel pretende impedir el regreso de la población al territorio, pero anticipa que los residentes mantienen la determinación de regresar: “construiremos el país desde zero. A todo ser humano le gusta vivir en su tierra”.

Los civiles hospedados en el centro de SPL en Taanayel se muestran agradecidos por la ayuda recibida. Varios miembros del personal médico también son personas desplazadas desde otros puntos de país. “Aquí somos todos hermanos”, dice Ibrahim, trabajador de la organización. El sentimiento de comunidad entre libaneses de distinto origen y condición no es algo a dar por sentado. La ofensiva israelí se centra especialmente contra los territorios donde la mayoría social la representa la población musulmana chií, la misma religión que profesa Hezbollah. La identificación inexacta de toda una comunidad con la milicia libanesa provoca una culpabilidad que Israel ha tratado de impulsar. En varias ocasiones, los bombardeos israelíes han atacado población desplazada en municipios de mayorías sociales distinta a la musulmana chií, algo que muchos han visto como un intento de provocar el conflicto civil en Líbano.

En varias ocasiones, los bombardeos israelíes han atacado población desplazada en municipios de mayorías sociales distinta a la chií, algo que muchos han visto como un intento de provocar el conflicto civil en Líbano

No lo bastante ajenos a los problemas de los mayores, un grupo de niños pequeños baila de forma conjunta. Levantan las manos y dan vueltas sobre si mismos mientras suena una canción de tonos nostálgicos. Nidal, una mujer de 49 años de edad, les da indicaciones para que no se pierdan. “Están preparando un baile para mañana [el viernes 22 de noviembre], que es el Día de la Independencia de Líbano”, explica Ibrahim. Cuando el baile termina, la formadora se acerca. Ella misma es una ciudadana desplazada por los bombardeos. Qasarnaba, su pueblo en la Bekaa, es víctima de ataques.

Nidal explica cómo de importante es cantar y bailar con los niños para que no se asusten al oír los aviones de guerra israelíes. Pero asegura que los pequeños lo entienden todo: “lo que más les afecta es cuando ven sus casas destruidas a través del teléfono”, dice con pena: “lo único que podemos hacer es abrazarlos y dejarlos llorar”. De repente, fuera del alcance de la vista de sus pupilos, Nidal se emociona. “No podemos volver a casa. Está todo destruido. Aunque la guerra terminara, no podemos volver”. Los compañeros del SPL la consuelan con caricias. Pero esta madre de dos chicos mayores de edad insiste: “yo misma trabajé en construir esa hogar, pero los hogares se destruyen con una sola detonación. No pedimos nada más que la paz”.

En ausencia de una paz que no llega, los niños pequeños que se refugian en el centro del SPL en Taanayel bailaban ayer ante la atenta mirada de los adultos. Lo hicieron enfrente de Nidal y debajo de los jets israelíes con tal de celebrar el Día de la Independencia de Líbano. Mientras, Israel, Irán, Francia o Estados Unidos deciden el futuro del país.

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