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Literatura
Mensaje de la amiga invisible
Hay beneficio para los integrantes de la cadena de lavado de mentes que cada vez que compraron su ejemplar y se acomodaron en sus rincones de lectura creyeron disfrutar de la novela del año.
Qué fue primero, la vida o la literatura?, quiso Clarice Lispector que nos preguntáramos. Esta mañana por la calle, aire fresco y contaminado, de camino a esta columna, sigo al conejo blanco. “Léeme y sabrás”.
Para que se entienda todo escribe mal, y resulta que al llegar al punto final se trata de una novela bastante buena, incluso comercial. Qué gran autora ha nacido en el firmamento que la recibe justo a tiempo de ocupar el centro de la temporada de ventas desaforadas para quien pueda permitírselas. Ensalzan el libro, atril de madera, portada de colores verde, rojo; letras grandes y relucientes, y asteriscos de espumillón. En compañía de otras novelas que podrían ser la misma y más ejemplares de géneros varios, resplandece en el escaparate de las librerías donde también se encuentran dispuestas a la venta bolsas, calendarios, imanes, gafas, rotuladores, tazas; productos procedentes de las mismas fábricas que apelotonan vidas tan lejanas que no caben en nuestro imaginario centrado y ocupado en lo inmediato, donde no hay tiempo para nada más.
La tendencia es admirar el producto y subirlo, que todo quede bien rebotado y atrapado en las redes. Y centrarse, concentrarse en regalarnos amor y sonrisas las unas a las otras. Debemos creer en las comodidades de nuestro mundo cálido, algo recalentado aunque no tanto como amenazan. No conviene alejarse demasiado del perímetro del campo o ciudad donde celebramos, que abarca desde el ombligo hasta donde nos lleve el egoísmo, o nuestro mérito, también decimos. Que nunca se descienda ni se moleste en recibir alguna noticia basada en hechos reales sobre cómo son esas vidas que apenas son porque tienen que estar y trabajar en las fábricas, cárceles donde conviven la esclavitud de última generación, cada vez más robotizaciones y nuestros deseos de compra a un solo clic de transformarse en regalos que nos traen los reyes del marketing dentro de cajas con la sonrisa más perversa. Qué crack de logotipo.
El capitalismo es amable para asegurar nuestro asentimiento constante y sonante. Sí, sí a todo que no es más que este buen rollo. Mejor que todas esas condiciones desalmadas sobre la procedencia de las compras que nos ayudan a creer que nuestras vidas merecen aún más gastos permanezcan en lo incierto, en la zona de sombra del ahora llévese también una bufanda de sarga azul oscura con el cincuenta por ciento de descuento, usted también merece.
Escribe cada vez peor en busca de la aceptación que confunde con la claridad, o al revés, y tras cada punto final de novela el éxito deviene más rotundo, aumentan las ventas y se multiplican los eventos promocionales que requieren de su presencia rebosante del mismo discurso que apabulla por todos los cónclaves del país desproblematizado. Aumentan las cifras de amistades virtuales, seguidores y seguidoras, proliferan los comentarios intercalados con iconos, gifs y memes en las redes sociales que, en efecto, en este caso excepcional los informes aseguran que se traducen en tantas ventas como ediciones; los números no engañan. Hay beneficio para los integrantes de la cadena de lavado de mentes que cada vez que compraron su ejemplar y se acomodaron en sus rincones de lectura creyeron disfrutar de la novela del año. Enero, febrero, marzo, abril, mayo, junio, julio, agosto, septiembre, octubre, noviembre, diciembre. ¡Cada mes la gran novela del año! Qué mundo tan rebosante de genialidad que solucionó los conflictos de clase de la polis eliminándolos de las memorias, sustituyéndolos por llévese también esta otra “todo sobre la corrupción entre los faraones egipcios” por solo 3,99 euros si necesita un préstamo consígalo aquí a cambio de sus datos. Qué violenta y genial solución adoptaron las altas esferas.
A nosotras, lispectors y derivadas, ahora nos correspondería avanzar como sea (no, mejor que sea de la mejor forma posible) en esta narración desde dentro del capitalismo. Proponemos un desenlace con capacidad de proyección futura, lo rematamos escribiendo con esa fuerza que solo el deseo irradia que ya, que sí, estamos en la línea del frente, proyectiles detenidas posando para la audiencia. Y ahora mirad cómo disparamos contra esas esferas tan poderosas hace un segundo, el punto de otra frase que avanza. Leed como nosotras escribimos contra contra contra. Ha comenzado la explosión y se respira una euforia con cero miedo bajo el sol de justicia analógica, continuidad de lo diferente.
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