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Málaga
Andalucía volvió a salir a la calle por el derecho a la vivienda: “Sus beneficios nos cuestan la vida”
Más de 30 mil personas en Málaga, alrededor de 35 mil en Sevilla y unas 4 mil en Cádiz marcan un segundo hito en la lucha por la vivienda en Andalucía. Cánticos que recorren Andalucía llenan las calles en la lucha por la vivienda y el territorio.
Desde el movimiento Málaga para vivir, consolidado tras el éxito de la anterior manifestación del 29 de junio, declaran que “nos encontramos aquí porque esta ciudad es inhabitable, porque el modelo especulativo y rentista en el que se basa nos cuesta la vida, porque se ha construido una ciudad en contra de su vecindad.” Esther Rodríguez, de Málaga para vivir, explica cómo “hemos puesto en el centro la lucha de las vecinas, organizarnos entre nosotras para poner sobre la mesa la cuestión de la vivienda inaccesible, los trabajos precarios que no nos dan para vivir y la crisis climática y el territorio que es una realidad para las más precarias”. Mientras, la plaza donde se ha convocado la manifestación sigue llenándose de gente.
Y es que el 29 de junio Cádiz y Málaga ya habían salido a las calles. Antonio Gallardo, de Cádiz Resiste destaca la cantidad de colectivos diversos que han participado en esta segunda convocatoria y habla de “un éxito rotundo”. “Esto es un problema de todo Cádiz”, destaca Gallardo, afirmando con orgullo que “la ciudadanía puede parar todo esto”. La Federación Linense de Asociaciones Vecinales Inmaculada (FLAVI) también se ha sumado a la convocatoria andaluza señalando que la Junta de Andalucía lleva “doce años sin poner un ladrillo de vivienda protegida”. Mientras todo esto ocurre, la Junta de Andalucía prepara una nueva ley de vivienda con el objetivo de reactivar el mercado inmobiliario.
Movilizaciones amplias, familias, vecinas y jóvenes han tomado los centros históricos. Hablando de éxitos, Nerea de Tena, del colectivo Haciendo Barrio de Macarena, una de las entidades impulsoras de Sevilla para vivir, denuncia que “se está expulsando a las vecinas y vecinos de Sevilla de sus barrios y de sus casas, soportando en sus espaldas los altos precios de la vivienda” por eso “han salido a la calle para decir basta y exigirle a las administraciones públicas que adopten medidas para garantizar el derecho a la vivienda”.
“Queremos otra ciudad donde los barrios respiren, donde haya espacios para el encuentro, donde las viviendas no sean mercancías y el trabajo no sea una condena”, exclaman en la lectura del manifiesto al sonido de las llaves que agitan las manifestantes.
Marta, vecina de Sevilla, habla de cómo “estamos cansadas de no tener un derecho tan básico como la vivienda” y es que “esto viene de la masificación turística donde absolutamente todo se vende”. Esta vecina denuncia que “no importa que la gente se pase trabajando 12 horas al día y aun así no tenga para pagar el alquiler”, expresando su indignación al ver que “da igual que se pierda la identidad de los barrios, la historia de la gente, los comercios locales”.
Dora Fernández, vecina del barrio malagueño de Lagunillas desde hace más de 30 años, explicaba cómo en los últimos años en su bloque se han multiplicado las viviendas turísticas. Cuando empezó la transformación de barrio, intentaron pararlo, preguntando sobre la legalidad de las reformas que se estaban haciendo. Les dijeron que se trataba de oficinas.
Una semana después tenían los primeros turistas. Por eso, Dora ha salido a la calle este 9 de noviembre. También lo han hecho por primera vez Elena, de Ciudad Jardín, que explica “la sensación que te da es que es un movimiento que no afecta a un sólo sector de la población, tengamos la edad o los sueldos que tengamos, no somos capaces de acceder a una vivienda”, y Fran, de Puerto de la Torre, que denuncia que “la única opción que tenemos es heredar o alquilar con el 40% del salario así que tenemos la responsabilidad de protestar cuando se organiza la gente”. Los datos presentados por CCOO lo corroboran, un 42,3% de la población asalariada, es decir, más de 291.000 personas no pueden alquilar ni comprar una vivienda.
En Málaga, aunque te alejes de la manifestación en todo el centro histórico retumban las voces bajo lemas como “¿Qué pasa? ¿Qué pasa? Que no tenemos casa”. Y es que las cifras son escalofriantes. Según la Red Andaluza de Lucha Contra la Pobreza y la Exclusión Social en 2023 en Málaga se produjeron 1.151 desahucios, 3 al día. En Sevilla, según los datos del Consejo General del Poder Judicial en el cuarto trimestre de 2023 se realizaron más de 500 desahucios.
“Los abusos y brutalidades de este modelo de ciudad no dejan de crecer, cada vez hay más alquileres abusivos e impagables, más destrucción del territorio, más precariedad laboral”, declaran desde Málaga para vivir en su manifiesto al cerrar la manifestación. Pero la resistencia continúa. “Vecina, resiste, sabemos que existes” se escucha al pasar por los pocos hogares que se mantienen en barrios cada vez más gentrificados. En el centro de Málaga podemos hablar de alrededor de 4.500 viviendas turísticas de las 8.000 totales.
Desde Málaga para vivir hablan de “una situación límite de emergencia habitacional, climática y de precariedad laboral de la que sólo se sale con autoorganización vecinal, cuidado mutuo y lucha” y denuncian que “este modelo especulativo y de urbanismo descontrolado ha generado emergencias en todos los ámbitos de nuestras vidas”. Por eso, tras la multitudinaria manifestación, se convocó una concentración en solidaridad con las afectadas por la dana, tanto en Valencia como en la propia Málaga, con un Valle del Guadalhorce inundado tras el desbordamiento del río y un suelo en proceso de desertificación que no ha podido absorber el agua.
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Derecho a la vivienda El movimiento por la vivienda se renueva en Andalucía en plena crisis habitacional
“Queremos otra ciudad donde los barrios respiren, donde haya espacios para el encuentro, donde las viviendas no sean mercancías y el trabajo no sea una condena”, exclaman en la lectura del manifiesto al sonido de las llaves que agitan las manifestantes. “Las catástrofes climáticas afectan más a las mismas de siempre, las que no tienen un techo seguro, las que no tienen acceso a la vivienda y mañana no saben si podrán recuperar su casas”, explica desde Málaga Esther Rodríguez, añadiendo “que el trabajo precario nos obliga a estar en el tajo a pesar de que haya una catástrofe”. La manifestación de Málaga cierra rodeando en la plaza de la Constitución una pancarta en la que se lee “sus beneficios nos cuestan la vida”.