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México
El Gobierno de los homicidios, las desapariciones, la extorsión, los megaproyectos opacos y la militarización
Andrés Manuel López Obrador deja este 1 de octubre del 2024 el Gobierno en el que estuvo desde el 1 de diciembre de 2018. Es, según él, el primer Gobierno de izquierda en México, aunque según muchos, se trató del regreso del Partido Revolucionario Institucional (PRI) con todo y sus viejas prácticas y formas de hacer política.
Llega al poder su favorita, Claudia Sheinbaum, por lo que se espera que la continuidad del proyecto obradorista siga con ella e incluso se profundicen los graves problemas que López Obrador no resolvió; el proyecto de ella, según los 100 puntos que presentó para sus primeros años de gobierno, es exactamente lo mismo que él aplicó sin escuchar a nadie.
México
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Cuando el nuevo Gobierno de Claudia Sheinbaum dé a conocer los datos de los homicidios ocurridos en el último mes del sexenio de López Obrador, éstos serán muy cercanos a los 200.000. Él siempre ha dicho que en este delito no hay cifra negra —delitos que se cometen y no son denunciados—, pero sí que la hay y se encuentra entre las más de 50.000 personas que han desaparecido durante su Gobierno y de quienes, por desgracia sabemos, muchas están en alguna fosa clandestina o un crematorio, de esos que las madres buscadoras han encontrado por todo el país. AMLO se va de la presidencia de la República dejándonos un país más violento que el que encontró al entrar. Él dirá que no es así, de hecho lo dice, pero la realidad no se puede maquillar, como han maquillado las cifras del horror en que vivió la gente cada uno de los días que estuvo en el poder.
Nunca como estos seis años desapareció tanta gente en un tiempo tan corto: de los 116.000 registros de personas desaparecidas en el país
También dirá que es lo que los Gobiernos anteriores le heredaron y en parte tiene razón, aunque cuando era candidato decía que en seis meses la violencia se reduciría a la mitad, algo que obviamente no sucedió. Con López Obrador, México vivió los tres años más violentos de la historia, después de la Revolución, 2019, 2020 y 2021. También es ya su sexenio el más violento desde ese periodo hasta el día de hoy. Y nunca como estos seis años desapareció tanta gente en un tiempo tan corto: de los 116.000 registros de personas desaparecidas en el país, 60.000 son de los años 1960 a 2018.
Y si a esto agregamos que nunca como ahora el delito de extorsión —“cobro de derecho de piso”, como se le conoce en el país— se extendió a prácticamente cualquier sector de la economía formal e informal, entonces podremos darnos cuenta de que pese a la alta popularidad con que se va, un 70% de aprobación, aproximadamente (un fenómeno digno de estudio), el país es peor que a finales de 2018. Hoy, el mexicano paga un “sobrecosto” en productos tan básicos como la tortilla, el huevo, la carne, el pollo o la carne; los delincuentes controlan cadenas de distribución de alimentos en todo el país. El Gobierno lo supo, lo toleró, fingió que lo combatía, pero muchas veces supimos que detrás de los extorsionadores están agentes de las fuerzas de seguridad.
Los grandes cárteles que tienen presencia en los 32 estados del país se fortalecieron a niveles que jamás imaginamos. Por ejemplo, el Cártel Jalisco Nueva Generación en su sexenio creció tanto, que hoy puede disputarle estados completos al poderoso Cártel de Sinaloa y en algunos de ellos, incluso los ha desplazado. El presidente, en lugar de reconocer que esto es verdad, presume mentirosamente que en su gobierno “no se creó un solo cártel”; parece que no quiere ver que en Sonora nació “La Plaza” o “Cártel de Caborca”, que fue liderado por el viejo capo Rafael Caro Quintero y que hoy con él en prisión es su familia quien lo controla. La organización tiene presencia en por lo menos cuatro estados del país.
Por megaproyectos como el Tren “maya” y el Corredor Interoceánico se han desplazado comunidades, devastado zonas ambientales protegidas y asesinado medioambientalistas y activistas
López Obrador centró su Gobierno en únicamente dos cosas: los megaproyectos —el Tren mal llamado ‘maya’, Corredor Interoceánico, Refinería ‘Dos Bocas’, puentes, carreteras e infraestructura hospitalaria—, nada despreciable si se le mira por encima, porque a detalle ya es otra cosa; se han desplazado comunidades, devastado zonas ambientales protegidas y asesinado medioambientalistas y activistas durante el desarrollo de estos proyectos. Y una disputa eterna contra medios de comunicación, periodistas y personas que no comulgan con sus ideas, poniendo en peligro durante su sexenio el derecho a la libertad de expresión y a la información; él los llama “adversarios”, “conservadores” o “corruptos”, aunque a veces los une a todos en un solo calificativo donde cabe casi cualquier persona: “mis adversarios corruptos conservadores o neoporfiristas”.
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Los proyectos opacos de los que no podremos tener información certera, puesto que ésta fue reservada “por seguridad nacional”, tienen un tufo de corrupción en la que sus familiares, sobre todos sus hijos, están involucrados. Trabajos periodísticos demostraron que en el Tren y en el Corredor Interoceánico, los hermanos López Beltrán utilizaron un testaferro, Amílcar Olán, para hacerse de contratos multimillonarios y venderle a la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) todo el balastro para miles de kilómetros de vías férreas. O en el caso de la nueva refinería en Dos Bocas, Tabasco, donde la exsecretaria de Energía, Rocío Nahle, fue señalada de enriquecerse de manera impresionante desde 2019, cuando se asignó el primer recurso para su construcción. A Nahle le empezaron a aparecer propiedades en fraccionamientos de lujo en Tabasco, Veracruz, Monterrey y hasta en los Estados Unidos. Quizá por eso el sobrecosto en la refinería se elevó de los 9.000 millones de dólares programados, a los 20.000 millones de dólares, aunque sigue sin ser terminada y no ha refinado un solo litro de petróleo. Y lo mismo para el caso del tren que recorre la Península de Yucatán, que suponíamos costaría 150 mil millones de pesos y hoy ya rebasa los 500 mil millones, sin que tampoco esté terminado. Una de dos: o no saben presupuestar una obra, que ya de por sí sería muy grave, o son muy corruptos.
Con la prensa, desde su conferencia diaria, ‘La Mañanera’, no dejó un solo día sin que señalara a los medios, los culpara, los estigmatizara y exhibiera como parte de “sus adversarios, que sirven a la oligarquía corrupta”, sin importar que estos medios lo hayan acompañado durante toda su carrera política y que se sirviera de ellos para señalar a sus adversarios políticos, al llegar al él al poder, aunque éstos hayan seguido en la línea de no ser comparsas del gobierno, no dejaron de ser parte de quienes fueron duramente atacados desde Presidencia. Para López Obrador, el que no está con él se convierte de inmediato en su enemigo. Así, pudimos ver que desde la misma conferencia se expusieran datos privados de periodistas que habían publicado sobre casos de corrupción en su gobierno o criticado la estrategia de seguridad. Tal fue el caso de la periodista de The New York Times, Natalie Kitroeff, de quien expuso su número telefónico después que ella enviara una serie de preguntas sobre la investigación que realizaba y en la que se señalaba que el gobierno de Estados Unidos investigó a López Obrador por haber recibido dinero de la delincuencia organizada durante sus campañas en 2006 y 2012. Y no conforme con hacerlo, violando la Ley de Protección de Datos Personales, aseguró que lo volvería a hacer.
A las Madres Buscadoras, AMLO terminó por estigmatizarlas y hasta acusarlas de estar siendo manipuladas por los partidos políticos de oposición
La grave crisis de desaparición de personas en México, fue minimizada por el Gobierno Federal; de hecho empezaron a aparecer por todo el país decenas de colectivos de búsqueda, a quienes en México conocemos como “Madres Buscadoras”, por estar integrados casi en su totalidad por mujeres que buscan a sus hijos, esposos, hermanos. López Obrador, quien antes de tomar protesta en 2018 se había reunido con ellas y ofrecido incluso un mecanismo internacional para que se hiciera justicia en México, terminó por estigmatizarlas y hasta acusarlas de estar siendo manipuladas por los partidos políticos de oposición. Tal fue el caso de la madre buscadora Ceci Flores, que desde el sexenio de Peña Nieto y éste, busca a sus dos hijos. Hoy, en el último día del gobierno de López Obrador, la activista escribió en sus redes sociales que “¡Llevo 6 años buscándolo! La última vez que se le vio nos prometió ayudarnos a encontrar a nuestros hijos, decirnos siempre la verdad, pacificar al país… andaba haciendo campaña, vestía camisa azul, pantalón de vestir y colgaba sobre su cuello la esperanza de todo un país… Vengo desde Pesquería, Sonora, no he dormido, mi camisa huele a muerte y desesperanza, trae impregnado el olor de los hijos que quemaron en los crematorios que encontramos… Que Dios lo bendiga Presidente, López Obrador, tómese un descanso, nosotras seguiremos buscando”. Lo hizo desde las afueras de Palacio Nacional, al que acudió muchas veces con la esperanza de ser recibida por el presidente, aunque jamás lo logró.
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30 años del levantamiento del EZLN “Buscad a las Buscadoras”. El Zapatismo y la lucha por las y los desaparecidos
Hace unas semanas platiqué con otra madre buscadora, Araceli Salcedo. Su hija, Fernanda Rubí, desapareció el 7 de septiembre de 2012 en Orizaba, Veracruz, y desde entonces la busca. Araceli fue protagonista de un suceso que conmovió y llenó de coraje a la sociedad en México; en octubre de 2015 encaró al entonces gobernador del estado, Javier Duarte de Ochoa, reclamándole su inacción y pasividad ante las decenas de desapariciones que estaban ocurriendo en la entidad. El video de ese momento se hizo viral en el país. “No nos ayudan en nada señor, aquí está su pueblo mágico donde nos desaparecen a nuestros hijos”, le gritó en la cara a Duarte mientras le exigía que no se burlara de ella. “No se burle, quite su sonrisa porque yo no vivo desde ese tiempo, señor”. El gobernador se fue sonriendo, mientras su equipo de seguridad impedía que la buscadora pudiera seguirlo.
El sábado 24 de agosto pasado, Araceli viajaba de Veracruz a la Ciudad de México al médico. En los últimos años, le detectaron cáncer y le han realizado múltiples cirugías para detener la enfermedad. Al llegar a los límites entre el estado de Veracruz y Puebla, en la zona conocida como Cumbres de Maltrata, Araceli y su familia fueron asaltados por delincuentes que les bajaron de su camioneta mientras les apuntaban con fusiles de asalto. La despojaron del vehículo y se fueron, dejándola en mitad de la carretera, mientras decenas de automovilistas que quedaron varados por el bloqueo de la carretera, solamente la miraban. Araceli me contó el horror que vivió y el miedo que tuvo cuando los delincuentes dijeron que se llevarían a su hijo, quien conducía, porque no atinaban a echar a andar la camioneta por un seguro que tenía cuando se apagaba. Le vinieron a la mente miles de recuerdos. Imaginarse perder a otro hijo debió ser como si la acercaran al infierno y la dejaran caer. Afortunadamente, bastó con que él les indicara cómo remover el seguro y pudieron llevarse el vehículo, sin necesidad de llevárselo también a él.
Araceli me contaba todo esto mientras yo pensaba en la pasividad de quienes vieron todo y se quedaron sin hacer nada. Incluso hubo quien grabó el suceso y el video se difundió mucho en Redes Sociales, por el hecho en sí y por tratarse de ella, una mujer que es un símbolo de la lucha de las madres buscadoras en el país. La fundadora del colectivo de buscadoras “Familias de Desaparecidos de Orizaba –Córdoba, Veracruz”, provocó, sin que se diera cuenta, que a mí me recorriera un shock eléctrico por toda la espalda, cuando me dijo “Es que yo sigo buscando”.
Sí, ella sigue buscando. Pese a estar enferma, pese a tener que llevar un tratamiento muy agresivo, pese a que tiene que vivir escoltada por la cantidad de veces que ha sido amenazada por su labor de búsqueda. Ella sigue buscando. Así son las madres buscadoras, están hechas de otra pasta. Quizá por eso los compas zapatistas nos dicen que en ellas está la reserva moral más importante de nuestro país. Quizá por eso las vemos salir con su pico y pala a rascar en la tierra, hasta encontrar algún olor a muerte, que las acerque al sitio donde están esos “tesoros”.
Aunque las critiquen, aunque el gobierno y gran parte de la sociedad las hayan abandonado, aunque las amenacen o las maten. Ellas, como Araceli Salcedo y Ceci Flores, SIGUEN BUSCANDO.
La última ley aprobada fue la de Seguridad Interior por la que la Guardia Nacional (GN), que debería ser una policía civil, dirigida por un civil, pasará a formar parte de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena)
La última acción importante del gobierno de López Obrador fue la recientemente aprobada Ley de Seguridad Interior que el día de hoy, 30 de septiembre, fue promulgada en el Diario Oficial de la Federación. Como Morena obtuvo mayoría calificada en la Cámara de Diputados y logró “convencer” a tres senadores del PAN y el PRD de pasarse a su bancada en el Senado, pudieron modificar la Constitución para que, entre otras cosas, la Guardia Nacional (GN), que debería ser una policía civil, dirigida por un civil, pasara a formar parte de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena). El argumento de López Obrador para que esto cambiara, es que las Fuerzas Armadas eran poco proclives a corromperse y que la recién creada GN podría correr la misma suerte que la extinta Policía Federal si permanecía en manos de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana.
Pero la reforma constitucional aprobada no se queda solamente en eso, sino que otorga al Presidente la capacidad de poder disponer del Ejército, Marina y ahora Guardia Nacional, para que éstas realicen labores de seguridad pública de forma indefinida y de acuerdo a la necesidad del Poder Ejecutivo. Esto se traduce en que lo que antes negaba López Obrador, que el Ejército no debería estar en labores que corresponden a civiles e incluso haber prometido que llegando él al gobierno las Fuerzas Armadas regresarían a sus cuarteles, se queden éstas en las calles por tiempo indefinido. Además, según la nueva ley, la Guardia Nacional podrá ahora participar en labores de investigación y hasta presentar pruebas ante el Ministerio Público y fiscalías en contra de las personas que sean detenidas por ellos. Todo esto en un país donde la tortura es sistemática y se realiza mayormente entre la detención y puesta a disposición del detenido.
López Obrador entregó en su sexenio amplias libertades a la Sedena, así como grandes negocios que operarán de forma permanente: control de varios aeropuertos civiles, incluido el recién construido Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles; manejo de trenes de pasajeros, como el Tren Interoceánico y el tren mal llamado ‘maya’, así como cualquier otro tren que se construya en el futuro; el control de la seguridad aeroportuaria y las aduanas a la Secretaría de Marina; negocios turísticos, como los seis hoteles que se construyen en la ruta del tren en la Península de Yucatán, incluido el que construyeron en la Reserva de la Biósfera de Calakmul, que además es patrimonio cultural de la humanidad por la UNESCO. Y los inmiscuyó en cerca de 100 labores civiles como el reparto de medicinas y vacunas durante la pandemia de 2020, entre muchas otras cosas. Una militarización en toda regla, que él niega diciendo que el comandante supremo de las Fuerzas Armadas es un civil, en este caso él y desde mañana Claudia Sheinbaum.
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De ella, podemos decir que no se espera mucho, sino una continuidad plena de la labor que López Obrador realizó. Claudia Sheinbaum siempre ha seguido la línea de él, de hecho escucharla hablar es como escuchar al mismo presidente: cuando por la Mañanera él informaba de algo, ella horas más tardes lo repetía sin cambiar palabra alguna. El más reciente caso del conflicto diplomático con España es un ejemplo de esto: él exigió a principios de sexenio que el gobierno español se disculpara con México por los agravios cometidos hace 500 años durante la conquista; ella, al no recibir respuesta de España, no invitó a Felipe VI a su protesta este 1 de octubre, alegando que fue una humillación que él no haya dado respuesta a la petición y menos haya aceptado ofrecer tal disculpa.
Claudia Sheinbaum continuará con su conflicto con los colectivos de mujeres en el país, aunque en el discurso diga que es feminista. A mediados de su gobierno en la capital del país, acusó a los colectivos de mujeres de lo mismo que López Obrador acusó siempre a quienes no pensaban como él: “son racistas y clasistas” (dos palabras que López Obrador repitió cientos de veces durante su sexenio), cuando éstas se negaron a ser despojadas de la Glorieta de las Mujeres que Luchan, nombrada así por las colectivas que hicieron de la antigua Glorieta de Colón un lugar de memoria, en la que ella quiso poner la escultura de La Joven Amajac, en sustitución de Cristóbal Colón. Al encontrar que las mujeres rechazaban que usaran la glorieta para esto, Claudia cargó contra ellas de la misma forma en que López Obrador lo hizo contra cualquiera que se atreviera a estar en desacuerdo con él. Así que, ni feminismo, ni nada, solamente continuidad; que sea mujer no garantizaba que fuera en verdad aliada de las miles de mujeres que se convirtieron en uno de los colectivos con los que siempre estuvo enfrentado López Obrador. Quizás por lo mismo, quizás porque ellas no se le sometieron.
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El problema es el sistema, esta estructurado para que sólo lleguen a las cumbres del poder político seres corruptibles y dóciles, títeres del capital.
Las políticas de los supuestos gobiernos de izquierda en América son neoliberales, con algunas muecas de cara a la galería, solo hay que hacer un repaso de las políticas de Chile, México, Colombia... Represión y despojo de los pueblos originarios, macro infraestructuras y pelotazos industriales, militarización...
Quienes defienden esta mierda sin paliativos como mal menor han llegado a el punto de no retorno de la indigencia moral e intelectual, y han renunciado a un escenario de cambio real, el cual, obviamente, solo será posible fuera del sistema, que es irreformable.
El poder real en el sistema capitalista son las oligarquías económicas, los políticos profesionales que son su cortina de humo solo les sirven para mantenerse en un cómodo y discreto segundo plano.
El camino es la revolucion social, el derrocamiento del Estado y la construcción de un mundo nuevo, sobre las ruinas de este.
Bueno no sé cómo el mandato de AMLO (Andrés Manuel López Obrador) tiene el 70 % de aceptación. Si le dicen a un miembro del PAN ( extrema derecha mexicana) que haga un artículo sobre el presidente saliente no lo hace mejor. Claro que ha hecho cosas mal pero , por favor, donde está lo que ha hecho bien para que a su sucesora la voten más del 60 % de la población.
Por último no debemos olvidar la alternativa a este gobierno que tanto han hecho por México
¡ Qué difícil lo tienen los gobiernos de izquierda cuando se les ataca desde sus propias filas ( lo digo por El Salto que permite este panfleto)!
No puedo presumir de tener información de primera mano de Mexico, ni de López Obrador ni de su sustituta, Claudia Sheinbaum; pero soy un ávido lector de prensa independiente y este artículo no me huele bien. No me pidáis datos ni argumentos, que no los tengo, pero el periodista que firma sí los debería tener y aportarlos en su artículo, cosa que no hace. Afirmaciones como las que hace sin aportar datos son, cuanto menos, sospechosas.
Aquí algunos cuentos datos, con información verificable, para sustentar lo dicho en el artículo: https://t.me/otromexico/8759
https://www.diario.red/articulo/editorial/balance-sexenio-amlo-desafios-sexenio-claudia-sheinbaum/20240930214223036155.html
Arizz, señala las lagunas y acciones erróneas del gobierno de López Obrador, pero cuando señala “A pesar de ciertos avances sociales” no dice cuales. Además, me parece profundamente machista señalar a Claudia Sheinbaum como su favorita. No sé quién está detrás de Arizz, pero este artículo parece que está pagado por la oposición mexicana.
Una muestra de lo que escribe en X: https://x.com/Ar1zZ17/status/1827308319515541925.
Está en todo su derecho de criticar el gobierno de AMLO, faltaría más, pero haciéndolo desde la misma trinchera y no llamando lerdos a las 36 millones de personas que votaron a Sheinbaum.