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Migración
Burocracia para los ‘refugiados de segunda’: siete jóvenes malienses ante el bloqueo del Estado al pedir asilo
El 17 de enero de 2012 estallaba la guerra en el norte de Malí. Una primera ofensiva militar que abogaba por la liberación e independencia de la región norteña de Azawad acabó por desencadenar en una guerra cada vez más amplia y compleja, provocando un conflicto fruto de causas vinculadas a cuestiones históricas, culturales, sociopolíticas, económicas, militares y geoestratégicas. Un conflicto protagonizado por una gran diversidad de actores armados con agendas diferenciadas —separatistas, estatistas y yihadistas— y también por diversos actores y agentes de Occidente.
El conflicto armado que asola Malí desde entonces continúa pese al acuerdo de paz firmado en 2015 entre el Gobierno y algunos grupos armados. Los ataques contra la población civil y las ofensivas de los diversos grupos terroristas aumentaron también en el último tiempo. Este contexto de intensificación de la violencia en el territorio maliense ha llevado a forzado a sus ciudadanos a un desplazamiento masivo y empujado a decenas de miles de personas al exilio, buscando refugio y asilo en otros países.
Este es el caso de Dinguere Dansoko, Fode Diakité, Demba Sissoko, Demba Dembelé, Bonko Dembelé, Fily Sissoko e Fousseni Samoura, siete jóvenes malienses que llegaron a principios de año a A Coruña y que todavía siguen esperando los trámites para lograr la protección internacional.
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Llegaron el 23 de noviembre de 2023 a Tenerife. “En la embarcación éramos cien personas. Vinimos hace muchos meses escapando de Malí, escapando de la guerra. Allí no podemos hacer nada“, relatan en conversación con El Salto. Los terroristas buscan y matan a la gente. Muchos de estos grupos cogen a la fuerza a la gente joven para hacerlos militantes guerrilleros de sus grupos armados. ”Cogen a la fuerza los alimentos, los animales, las personas. Nosotros abandonamos Malí por miedo”, ahondan.
Uno de ellos, Dinguere, cuenta cómo esto no comenzó solo en la embarcación. Viene de mucho más atrás: “En Malí no podemos hacer nada. En los pocos trabajos que hay no se gana nada de dinero. En 2021 fui a Mauritania y a finales de 2023 entré a España. Trabajé un poco en Bamako para tener dinero y llegar a Mauritania. Allí trabajé en varios oficios: mano de obra, ayudante de albañil, pesca… Un amigo de Francia me envió dinero y así completé lo que necesitaba para poder pagar el barco”.
Los siete vinieron en la misma embarcación. Allí se conocieron. Desde que llegaron a la costa canaria, estuvieron dos meses en Sigüenza y después llegaron a A Coruña a finales de enero: “Desde que llegamos a Tenerife dijimos que queríamos pedir asilo. Nos dijeron que nos encontrábamos en un lugar de paso, que una vez que nos enviaran a la Península podríamos pedirlo”. Siguiendo estos pasos, cuando llegaron a Sigüenza intentaron iniciar el trámite para conseguir el asilo, pero nunca les llegaron a dar ninguna cita. Todavía no estaban en el destino final y, ante la duda, les pidieron esperar para saber si se quedarían ahí o irían a otro lugar: "Finalmente, tras dos meses en Sigüenza, nos dijeron que teníamos que ir a otro centro”.
Así fue como llegaron A Coruña, el tercer destino de este viaje. Llegaron en enero de 2024 e iniciaron de nuevo la tramitación. Solicitaron por correo electrónico una primera cita para formalizar la manifestación de voluntad, un documento que se les exige a la Administración antes de presentar la petición de asilo.
Sin embargo, no recibieron respuesta. Llegaron buscando trabajo y se encontraron en un periplo burocrático en el que los espacios temporales no se ajustan a la realidad que se esperaban ni a las necesidades que tienen, generando cada vez una mayor sensación de frustración en ellos.
Se encuentran dentro del Programa de Atención Humanitaria de la Dirección General de Atención Humanitaria e Inclusión Social de la Inmigración. Este programa se gestiona también gracias a varias organizaciones, de las cuales Accem forma parte. Actualmente se alojan en uno de los hogares que gestiona Accem en A Coruña. La organización les apoya con la manutención, alojamiento, clases de español… Asesorando y acompañando en todos los procesos previos a la formalización del asilo. Si bien parte de sus necesidades básicas están cubiertas, no es suficiente: “Estamos cansados de quedarnos en casa y no hacer nada, queremos trabajar, para eso vinimos aquí. Ya han pasado nueve meses desde que estamos en esta situación. Es muy frustrante.”
Fue por esto que, tras cinco meses de espera en esta nueva ciudad, el 13 de mayo decidieron mandar un correo y presentar un escrito al Registro de la Oficina de Asilo de A Coruña exponiendo su caso. El 17 de junio, apoyados por personal de Accem, convocaron una rueda de prensa ante la sede de la Policía de A Coruña.
Pocas horas después de enviar la convocatoria a prensa, recibieron la notificación de su primera cita para la realización de este trámite. “Cuando nos llamaron nos pusimos muy contentos, pero queríamos seguir manteniendo la convocatoria para explicarle a la prensa y a la policía que no nos conformamos con esto, lo que queremos es nuestra cita de asilo”. De todas formas, cuentan, la ilusión duró poco. “Después de esta llamada nos explicaron la situación y nos dijeron que en unos seis meses nos llamarían para la primera entrevista. Sentimos mucha decepción. Llegados a este punto, para nosotros seis meses son muchos”, recalcan.
Su estado anímico se ve mermado y contagiado por la desmotivación, el miedo y la ansiedad. “Venimos de donde venimos y vemos cómo a otros compañeros ya les han dado la protección. Nosotros tenemos el mismo derecho que ellos a trabajar cuanto antes. Para nosotros esta primera cita es como si no fuera nada”, concluyen hablando de esta llamada de la Policía.
La manifestación de voluntad no actúa como un documento legal para trabajar. Se trata de una especie de limbo suscrito a temporalidades que no atienden a las particularidades ni situaciones personales de las personas solicitantes: “Los plazos que nos dan son muy largos, lo que queremos es tener la cita lo antes posible. Está pasando mucho tiempo. Nuestra demanda es que adelanten la cita para la demanda de asilo, tener nuestra protección internacional es lo único que queremos”.
La tramitación de las solicitudes de asilo dependen de la provincia y de la localidad en la que se demande. Todo depende de la cantidad de demandas que haya en cada sitio. Debido a la alta demanda de solicitudes de asilo en el último tiempo, el sistema está colapsado y la mayoría de provincias presentan grandes períodos de esperas en el procedimiento. Esto genera, además, una desigualdad entre los distintos territorios del Estado español: “Muchas de las personas que vinieron con nosotros en el barco tienen ya su entrevista de asilo hecha desde hace dos meses, incluso comenzaron a trabajar”.
Son firmes en su demanda: ellos lo que quieren es trabajar. Esa es su primera necesidad, tanto por una cuestión anímica como por una cuestión económica. Ante la pregunta “¿sabíais que esto pasaría una vez que llegaseis a España?” responden un unísono “no”. No entienden su situación. No pueden evitar compararse con el resto de compañeros y dicen que, aunque llegaron huyendo de la guerra, aquí también sienten miedo: “No nos sentimos bienvenidos aquí. Nos preocupa nuestra situación: no conseguimos dormir bien, no tenemos apetito”.
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Desigualdades y diferencias entre las personas migrantes en el Estado español
Verse y compararse con el resto de compañeros con los que compartieron embarcación y vivencia les hacen sentir mucha extrañeza. Esta situación de desigualdad entre unos y otros no solo tiene que ver con el colapso de las oficinas y la cantidad de demandas de asilo en cada lugar, sino que también con la existencia o no de economía sumergida en los distintos territorios. La mayor parte de trabajos que desempeñan muchos de los migrantes irregulares son fuera de la ley.
Un estudio elaborado por la fundación porCausa en el año 2020 estima que en ese momento había unos 300.000 inmigrantes extracomunitarios ocupando empleos dentro de la economía sumergida. Es muy complicado encontrar datos exactos en este campo por la complejidad que supone y también porque no se dirigen recursos a su investigación. Este tipo de trabajos se concentran en sectores muy precarizados, fundamentalmente en la construcción, agricultura y particularmente en el sector servicios (restauración, limpieza, servicio doméstico, tareas de cuidado…). Su situación de regularización convierte estos espacios en lugares en los que se dan situaciones de violencia y abusos cara a sus trabajadores y trabajadoras.
Existe también una brecha muy grande entre distintos territorios del Estado español en lo que a economía sumergida se refiere, generando una gran disparidad. Comunidades como Andalucía, Extremadura y Castilla La-Mancha cuentan con una mayor economía sumergida en comparación a otras. Esto también puede explicar porqué muchos de sus compañeros están trabajando mientras ellos no: “Hay amigos que tuvieron procesos más acelerados y ya están trabajando. Conocemos a gente que está en otros lugares como Sevilla y ya encontraron trabajo”, comentan.
Todo esto ocurre en un marco de cambios y movimientos. El futuro es incierto, pero pueden verse luces. El pasado 9 de abril de 2024, en el Congreso de los Diputados y las Diputadas, se apoyó por mayoría absoluta la toma en consideración de la ILP Regularización para la continuidad de su trámite parlamentario dentro del Congreso.
Esta iniciativa legislativa popular, impulsada por más de 900 asociaciones de la sociedad civil y de colectivos de personas migrantes y racializadas que contó con el apoyo de más de 700 mil firmas de ciudadanos y ciudadanas españolas, pone en el foco la situación de 500.000 personas en situación de irregularidad administrativa.
La historia de vida de Dinguere Dansoko, Fode Diakité, Demba Sissoko, Demba Dembelé, Bonko Dembelé, Fily Sissoko y Fousseni Samoura tiene nombres y apellidos. Es un relato concreto, en un lugar concreto y en una temporalidad concreta. Pero en parte viene a contarnos también la historia de este medio millón de personas migrantes que actualmente se encuentran en irregularidad administrativa y por las que la ciudadanía reclama sus derechos.
Migración
Burocracia para os 'refuxiados de segunda': sete rapaces malianos ante o bloqueo do Estado ao pedir asilo
O 17 de xaneiro de 2012 estalaba a guerra no norte de Malí. Unha primeira ofensiva militar que abogaba pola liberación e independencia da rexión norteña de Azawad acabou por desencadenar nunha guerra cada vez máis ampla e complexa, provocando un conflito froito de causas vinculadas a cuestións históricas, culturais, sociopolíticas, económicas, militares e xeoestratéxicas. Un conflito protagonizado por diversidade de actores armados con axendas diferenciadas -separatistas, estatistas e yihadistas- e tamén por diversos actores e axentes de Occidente.
O conflito armado que asola Malí dende 2012 continúa pese ao acordo de paz firmado en 2015 entre o goberno de Malí e algúns grupos armados. Os ataques contra a poboación civil e as ofensivas dos diversos grupos terroristas aumentaron tamén no último tempo. Este contexto de intensificación da violencia no territorio maliense leva aos seus cidadáns ao desprazamento masivo e empurra as persoas ao exilio, buscando refuxio e asilo noutros países.
Este é o caso de Dinguere Dansoko, Fode Diakité, Demba Sissoko, Demba Dembelé, Bonko Dembelé, Fily Sissoko e Fousseni Samoura, sete rapaces malienses que chegaron a principios de ano a Coruña e que aínda seguen esperando os trámites para lograr a protección internacional.
Ley de Extranjería
Migraciones “No son cromos”: colectivos piden que se respeten los derechos de los menores no acompañados en su reparto
Estes sete rapaces chegaron o 23 de novembro de 2023 a Tenerife. “Na embarcación eramos cen persoas. Viñemos fai moitos meses escapando de Malí, escapando da guerra. Alí non podemos facer nada. Os terroristas buscan e matan á xente. Hai moitos grupos de terroristas que collen á xente moza para facelos militantes guerrilleiros dos seus grupos armados. Collen á forza os alimentos, os animais. Abandoamos Malí por medo”, explican.
Un deles, Dinguere, conta como isto non comezou só na embarcación. Vén de moito máis atrás. “En Malí non podemos facer nada. Nos poucos traballos que hai non se gaña nada de diñeiro. En 2021 fun a Mauritania e a finais de 2023 entrei a España. Traballei un pouco en Bamako para ter diñeiro e chegar a Mauritania. Alí traballei en varios oficios: man de obra, axudante de albañil, pesca... Un amigo de Francia envioume diñeiro e así completei o que precisaba para poder pagar o barco”.
Os sete viñeron na mesma embarcación. Alí se coñeceron. Dende que chegaron a costa canaria, estiveron dous meses en Sigüenza e despois chegaron a Coruña a finais de xaneiro. “Dende que chegamos a Tenerife dixemos que queriamos pedir asilo. Dixéronnos que nos atopabamos nun lugar de paso, que unha vez que nos enviaran á Península poderiamos pedilo”. Seguindo estes pasos, cando chegaron a Sigüenza intentaron inciar o trámite para conseguir o asilo, pero nunca lles chegaron a dar ningunha cita. Aínda non estaban no destino final e, ante a dúbida, pedíronlles esperar para saber se se quedarían aí ou irían a outro lugar. Finalmente, “tras dous meses en Sigüenza, dixéronnos que tiñamos que ir a outro centro”.
Así foi como chegaron a Coruña, o terceiro destino desta viaxe. Chegaron en xaneiro de 2024 e iniciaron de novo a tramitación. Solicitaron por correo electrónico unha primeira cita para formalizar a manifestación de vontade, un documento que lles exixe a Administración antes de presentar a petición de asilo.
Porén, non recibiron resposta. Chegaron buscando traballo e atopáronse nun periplo burocrático no que os prazos temporais non se axustan á realidade que se esperaban nin ás necesidades que teñen, xerando cada vez unha maior sensación de frustración neles.
Atópanse dentro do Programa de Atención Humanitaria da Dirección Xeral de Atención Humanitaria e Inclusión Social da Inmigración. Este programa xestiónase tamén grazas a varias organizacións, das cales Accem forma parte. Actualmente alónxanse nun dos fogares que xestiona Accem en A Coruña. A organización axúdalles coa manutención, aloxamento, clases de español… Asesorando e acompañando en todos os procesos previos á formalización do asilo. Se ben parte das súas necesidades básicas están cubertas, para eles non é suficiente: “Estamos cansos de quedarnos en casa e non facer nada, queremos traballar, para iso viñemos aquí. Xa fai nove meses que estamos nesta situación. É moi frustrante.”
Foi por iso que, tras cinco meses de espera nesta nova cidade, o 13 de maio decidiron mandar un correo e presentar un escrito ao Rexistro da Oficina de Asilo da Coruña expoñendo o seu caso. O 17 de xuño, apoiados por persoal de Accem, convocaron unha rolda de prensa ante a sede da Policía da Coruña.
Poucas horas despois de enviar a convocatoria a prensa, recibiron a notificación da súa primeira cita para a realización deste trámite. “Cando nos chamaron puxémonos moi contentos, pero queriamos seguir mantendo a convocatoria para explicarlle á prensa e á policía que non nos conformábamos con isto, nós o que queremos é a nosa cita de asilo”. De todas formas, a ilusión durou pouco, contan. “Despois desta chamada explicáronnos a situación e dixéronnos que nuns seis meses nos chamarían para a primeira entrevista. Sentimos moita decepción. Chegados a este punto, para nós seis meses son moitos”.
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O seu estado anímico vese mermado e contaxiado pola desmotivación, o medo e a ansiedade. “Vimos de onde vimos e vemos como a outros compañeiros xa lle deron a protección. Nós temos o mesmo dereito ca eles a traballar canto antes. Para nós esta primeira cita é como si non fora nada”, conclúen falando desta chamada da policía.
A manifestación de vontade non actúa como un documento legal para traballar. Trátase dunha especie de limbo suscrito a temporalidades que non atenden ás particularidades nin situacións persoais das persoas solicitantes. “Os prazos que nos dan son moi longos, o que queremos é ter a cita o antes posible. Está pasando moito tempo. A nosa demanda é que adianten a cita para a demanda de asilo, ter a nosa protección internacional é o único que queremos”.
A tramitación das solicitudes de asilo dependen da provincia e da localidade na que se demande. Todo depende da cantidade de demandas que haxa en cada sitio. Debido á alta demanda de solicitudes de asilo no último tempo, o sistema está colapsado e a maioría de provincias presentan grandes períodos de esperas no procedemento. Isto xera, ademais, unha desigualdade entre os distintos territorios do Estado Español. “Moitas das persoas que viñeron con nós no barco teñen xa a súa entrevista de asilo feita dende fai dous meses, incluso comezaron a traballar”.
Son firmes na súa demanda: eles o que queren é traballar. Esa é a súa primeira necesidade, tanto por unha cuestión anímica como por unha cuestión económica. Ante a pregunta “Sabíades que isto pasaría unha vez que chegásedes a España?” responden un unísono non. Non entenden a súa situación. Non poden evitar compararse co resto de compañeiros e din que, aínda que chegaran fuxindo da guerra, aquí tamén sinten medo. “Non nos sentimos benvidos aquí. Preocúpanos a nosa situación: non conseguimos durmir ben, non temos apetito”.
Infancia migrante
Menores que migran solos Securitización vs acogida: ¿para cuándo el debate sobre el “reparto” del presupuesto migratorio?
Desigualdades e diferenzas entre as persoas migrantes nos distintos puntos do territorio
Verse e compararse co resto de compañeiros cos que compartiron embarcación e vivencia failles sentir moita estrañeza. Esta situación de desigualdade entre uns e outros non só ten que ver co colapso das oficinas e a cantidade de demandas de asilo en cada lugar, senón tamén coa existencia ou non de economía sumerxida nos distintos territorios. A maior parte de traballos que desempeñan moitos dos migrantes irregulares son fóra da lei.
Un estudo elaborado pola fundación porCausa no ano 2020 estima que neses intres había uns 300.000 inmigrantes extracomunitarios ocupando empleos dentro da economía sumerxida. É moi complicado atopar datos exactos neste campo pola complexidade que supón e tamén porque non se dirixen recursos a súa investigación. Este tipo de traballos concéntranse en sectores moi precarizados, fundamentalmente na construción, agricultura e particularmente no sector servizos (restauración, limpeza, servizo doméstico, tarefas de coidado...). A súa situación de irregularización converte estes espazos en lugares nos que se dan situacións de violencia e abusos cara os traballadores e traballadoras.
Existe tamén unha brecha moi grande entre distintos territorios do Estado Español no que a economía sumerxida se refire, xerando unha gran disparidade. Comunidades como Andalucía, Extremadura e Castela A-Mancha contan cunha maior economía sumerxida en comparación a outras. Isto tamén pode explicar por que moitos dos seus compañeiros están traballando mentres eles non: “Hai amigos que tiveron procesos máis acelerados e xa están traballando. Coñecemos a xente que está noutros lugares como Sevilla e xa atoparon traballo”, comentan.
Todo isto acontece nun marco de cambios e movemento. O futuro é incerto, pero pódense ver luces. O pasado 9 de abril de 2024, no Congreso dos Diputados e as Diputadas, apoiouse por maioría absoluta a toma en consideración da ILP Regularización para a continuidade do seu trámite parlamentario dentro do Congreso.
Esta iniciativa lexislativa popular, impulsada por máis de 900 asociacións da sociedade civil e de colectivos migrantes e racializados e que contou co apoio de máis de 700 mil firmas de cidadáns e cidadás españolas, pon no foco a situación de 500.000 persoas en situación de irregularidade administrativa.
A historia de vida de Dinguere Dansoko, Fode Diakité, Demba Sissoko, Demba Dembelé, Bonko Dembelé, Fily Sissoko e Fousseni Samoura ten nomes e apelidos. É un relato concreto, nun lugar e nunha temporalidade concreta. Pero en parte vén a contarnos tamén a historia deste medio millón de persoas migrantes que actualmente se atopan en irregularidade administrativa e polas que a cidadanía está a proclamar os seus dereitos.