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Migración
Riace y la acogida espontánea. Una vuelta a los orígenes
Tiziana Barillà, autora del libro Utopía de la normalidad. Riace, el modelo de acogida de Domenico Lucano (Icaria, 2018) aborda en este artículo el futuro del pueblo y del sistema de acogida que propone su alcalde, acusado de favorecer la inmigración ilegal.
Acogida autogestionada y autosuficiente. Espontánea, sostenida gracias a la solidaridad internacional. Una vez más, de la pequeña Riace de Mimmo Lucano llega la vía de salida de la soga con la que el Ministerio de Interior ahoga. “Primero pagaremos las deudas que contrajimos a causa de este sistema farragoso y después cada uno se irá por su camino. Si el Ministerio de Interior no confía en nosotros, la acogida la haremos solos, con crowdfunding, con solidaridad. Es necesario recuperar el entusiasmo, pero el modelo Riace sobrevivirá, nadie será obligado a marcharse. Sistematizaremos todas las estructuras que hemos construido, prescindiendo de los fondos del Sistema de Protección para los Solicitantes de Asilo y Refugiados (SPRAR )”. Lo que anuncia Mimmo Lucano no es otra cosa que la vuelta a los orígenes de Riace.
“Acogida en estado puro, no hace falta que nadie nos pague”, me dijo hace tiempo Mimmo Lucano. Hoy quien golpea a Riace golpea el mismo principio de accoglienza diffusa [la acogida común]. Lo dijimos y escribimos mientras las investigaciones de la magistratura, los retrasos injustificados y los bloqueos de los fondos ahogaban al pequeño pueblo calabrés. Demostrar que el modelo Riace fracasa legitimaría la no tan nueva filosofía del ministro Salvini.
Hoy, quien golpea Riace favorece la vuelta a los grandes centros de no-acogida y detención que tanto gustan a la Europa Fortaleza
Hoy, quien golpea Riace favorece la vuelta a los grandes centros de no-acogida y detención que tanto gustan a la Europa Fortaleza. Favorece también la vuelta al crimen organizado (véanse los casos Cara di Mineo, Mafia Capitale, etc). En Riace no existen líneas de demarcación, ni alambre espinado, ni rejas, sino convivencia pacífica e integración, capaces de detonar las mentiras sobre las que el centro izquierda, primero, y ahora los fasciostellati [coalición entre la Lega y el Movimiento 5 estrellas] han construido el poder. Por eso necesitan mostrar que el modelo de Riace no funciona. A costa de asediarlo, asfixiarlo, perseguirlo. Para que deje de funcionar. “Si en un modelo prevalece la humanidad, estamos ante un modelo exportable”, son de nuevo palabras de Mimmo. Por eso el modelo Riace no solo es posible, además funciona. Y por tanto ha de ser destruido.
Italia
La oscuridad tras Macerata
Recapitulamos una historia de odio racista, que ha concluido con una penosa retractación y una condena por asesinato múltiple con la agravante por odio racial, no sin antes haber infectado la opinión pública y marcado la cita electoral de marzo.
En estos tiempos en los que la simplificación, el caos y la desmemoria mandan, quizás conviene recordar que el sistema SPRAR —la acogida común — no nace de la nada, si no a partir de las experiencias de asociaciones y organizaciones no gubernamentales en algunos lugares de Italia entre 1999 y 2000. Riace y Mimmo Lucano encabezaban en ese momento estas experiencias, gracias al encuentro decisivo con Gianfranco Schiavone, entonces presidente del Consorzio italiano di solidarietà, una red no gubernamental de acogida para los refugiados provenientes de Bosnia Herzegovina y otras zonas implicadas en aquel conflicto. Hoy Schiavone es vicepresidente de la Asociazione studi giuridici sull’immigrazione, y sigue de cerca el pulso que mantienen el gobierno de la provincia y el Ministerio de Interior para desmantelar el modelo Riace.
Mientras en el verano de 1998, en Riace desembarcaba el velero con cientos de kurdos que supusieron el punto de partida para el modelo Riace, en Trieste aumentaban las llegadas de refugiados de Kosovo. Schiavone y Lucano se encontraron así en el intento de llenar un vacío normativo que ya era intolerable: el de la acogida. Propusieron al ministerio probar un sistema nacional de acogida con ayuntamientos grandes y pequeños, con un servicio central para monitorear, organizar y unir en red a los ayuntamientos. En aquella época, Mimmo Lucano era un concejal de la oposición y en base a su experiencia con los kurdos propuso al entonces alcalde de Riace el proyecto. Sobre esos documentos, de hecho, no está la firma de Lucano si no la de la administración anterior.
Schiavone y Lucano se encontraron así en el intento de llenar un vacío normativo que ya era intolerable: el de la acogida. Propusieron al ministerio probar un sistema nacional de acogida uniendo en red los ayuntamientos
Sobre el eje Riace-Trieste, entre la cuestión de los refugiados de la ex-Yugoslavia y la cuestión de los refugiados kurdos, nace la acogida común. En 2001, en efecto, el Ministerio de Interior, el Departamento para las Libertades Civiles y la Inmigración, la Asociación Nacional de los Municipios Italianos (ANCI) y el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (UNHCR) firman un protocolo de entendimiento para la realización de un “Programa Nacional de Asilo”.
Italia
Salvini contra Lucano
Surge así el primer sistema público italiano para la acogida de solicitantes de asilo y refugiados, que se extiende por todo el territorio, con la implicación de las instituciones centrales y locales, según un reparto de responsabilidad entre el ministerio de Interior y los entes locales. La ley 189/2002, conocida como Ley Bossi-Fini, fue institucionalizando sucesivamente estas medidas de acogida organizada, previendo la constitución del SPRAR. A través de esta misma ley, el ministro de interior implantó la estructura de coordinación del sistema – el Servicio central de información, promoción, orientación, monitoreo y apoyo técnico a los entes locales- confiando a la Asociación Nacional de Municipios su gestión.
Dotándose de un sistema de acogida común, Italia se había apuntado una pequeña victoria de civilización. Ese sistema que hoy ha sido, en los hechos, abolido, ni siquiera ha podido alcanzar su misión real. Quien acaba con la acogida hoy no golpea a Riace —cuya comunidad ya tiene anticuerpos necesarios para la supervivencia— sino que golpea a Italia entera y deberá asumir la responsabilidad de sacrificar paz social y seguridad social sobre el altar de la propaganda.