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Millonarios
Los impuestos de patrimonio a los más ricos vuelven a estar de moda: el G20 y Europa los debaten
Las cuentas públicas no cuadran, los que más tienen y las grandes empresas cada vez aportan menos y el debate sobre imponer nuevos impuestos a la riqueza vuelve a tomar fuerza en las principales plazas de poder mundial: el Grupo de los Veinte (G20) y el Parlamento Europeo. La próxima reunión en noviembre del club de los grandes países en Brasil deberá debatir una posible hoja de ruta para imponer un impuesto mínimo global a los más ricos que funcione de una forma similar al impuesto mínimo del 15% de sociedades adoptado en el seno de la OCDE.
La presidencia brasileña del G20 le encargó al economista y director del Tax Europe Observatory Gabriel Zucman el diseño de un impuesto mínimo global a los súper ricos. “Al igual que tenemos un impuesto mínimo sobre las multinacionales, necesitamos un impuesto mínimo sobre los superricos del mundo, y es técnicamente factible”, argumentaba el propio Zucman en la presentación de un documento que explicaba cómo un impuesto mínimo global que tan sólo lo paguen los milmillonarios para recaudar 250.000 millones de dólares. Es decir, un impuesto coordinado que grave con un 2% de su riqueza a tan sólo 3.000 personas podría recaudar anualmente un 15% del PIB español.
Ya existe un precedente que abre el camino a este nuevo impuesto global coordinado, tal y como señala Zucman. El impuesto mínimo del 15% a las multinacionales, aunque bastante mínimo y descafeinado, fue un éxito de colaboración entre países con su aprobación por una inmensa mayoría de países en el seno de la OCDE. Ese es el camino que pretende seguir el debate actual sobre la posibilidad de acordar un impuesto mínimo a los billonarios en todo el planeta. Cuando se debatió sobre aquel impuesto, también hubo voces que decían que era imposible y países que inicialmente se opusieron. Pero, finalmente, los Estados se pusieron de acuerdo para poner coto a la elusión fiscal de las grandes empresas y la carrera fiscal a la baja en la que están compitiendo actualmente muchos países.
El documento fue firmado incluso por Janet Yellen, secretaria del Tesoro de Estados Unidos, o por Luís Caputo, exministro de Economía de Macri ahora reciclado en ministro de Javier Milei
Pese a lo que se podría creer viendo el enfoque fiscal de las grandes potencias hacia los ricos en las últimas décadas, o del mantra repetido desde sectores liberales de que los impuestos al patrimonio van a desaparecer, los 20 Estados presentes firmaron una declaración conjunta que aceptaba seguir avanzando en un sistema de impuestos mínimo a las grandes riquezas. El documento fue firmado incluso por Janet Yellen, secretaria del Tesoro de Estados Unidos, o por Luís Caputo, el exministro de Economía de Macri ahora reciclado en ministro de Javier Milei.
Sobran los motivos, falta dinero
Los motivos para que los principales gobiernos e instituciones estén debatiendo un impuesto a los más ricos son varios, pero se podrían encasillar en tres grupos. Por un lado, el descuadre de las cuentas públicas. La pandemia hizo mucha mella en las finanzas nacionales. Los déficits de todos los países se dispararon, incrementando la deuda pública y la dificultad para cuadrar cuentas en los últimos años. A estas circunstancias se les suma una tendencia global: los ingresos por impuestos de sociedades cada vez representa menos porcentualmente en el total de ingresos tributarios de los países, recayendo el peso sobre los impuestos al trabajo y al consumo, y las grandes fortunas cada vez encuentran más formas de no pagar lo que le corresponde de una forma progresiva. Es decir, los que más tienen cada vez aportan menos.
“No podemos abordar eficazmente los retos sociales y climáticos actuales si no empezamos por gravar a los más ricos de forma clara y significativa”, Thomas Piketty
El segundo motivo es la necesidad de financiar los desafíos medioambientales a los que nos enfrentamos. “No podemos abordar eficazmente los retos sociales y climáticos actuales si no empezamos por gravar a los más ricos de forma clara y significativa”, apunta el economista Thomas Piketty en una columna publicada en Le Mond en el que señalaba, precisamente, que el “los debates fiscales en curso en Francia y las discusiones previstas para la cumbre del G20 de 2024 demuestran que la cuestión de la justicia fiscal y la fiscalidad de los multimillonarios no está a punto de desaparecer del debate público”, sino que es más necesario que nunca.
El tercer argumento que se esgrime tiene mucho que ver con el propio funcionamiento capitalista donde los que más tienen siguen acumulando riqueza mientras los niveles de desigualdad crecen, aunque la mayoría de los mandatarios que apoyan una fiscalidad más justa nunca utilizarán esas palabras por riesgo de ser tachados de “malvados comunistas”. Unas desigualdades crecientes que ponen en riesgo el mismo consumo necesario para que la maquinaria capitalista funcione. Organizaciones que habían funcionado como brazos ejecutores del neoliberalismo y el libre mercado como el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial o la OCDE apuntan en sus últimos informes hacia una desigualdades que ponen en riesgo el sistema y que apuntan a una mayor “conflictividad social”.
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El debate de moda (e inevitable)
Tal y como explica Piketty, en Francia se está hablando también de nuevas figuras impositivas a los que más tienen. De hecho, el Gobierno francés ha anunciado un paquete fiscal que afectará tan sólo al 0,3% de los hogares más ricos y a las empresas que facturan más de 1.000 millones y con el que pretenden recaudar entre 15.000 y 18.000 millones de euros anuales.
De hecho, Susana Ruíz, directora de Justicia Fiscal en Oxfam, explica a El Salto que el debate que ha habido en el seno de las instituciones europeas “tiene mucho que ver con la posición francesa y el debate que hay allí, donde hay un problema de déficit muy grande”, en referencia al descuadre de las cuentas públicas que, según anunciaron desde el propio ejecutivo galo tras presentar el paquete público, no conseguirán reducir el déficit por debajo del límite del 3% hasta 2029.
“El debate y el discurso de gravar a los que más tienen se ha convertido en un debate inevitable”, Susana Ruíz, directora de fiscalidad en Oxfam
Pero que se esté debatiendo en varias de las plazas de decisión más grandes del mundo apuntan, tal y como señala Ruíz, a que el “debate y el discurso de gravar a los que más tienen se ha convertido en un debate inevitable”. Señala que las preguntas sobre de dónde sacamos el dinero para pagar la factura de todo lo que hemos sufrido (y gastado) en los últimos años o los fondos necesarios para acometer la transición energética y ecológica que necesitamos resuenan cada vez más en gobiernos de todos los colores. “Sólo hay que escuchar el discurso de Pedro Sánchez en la que dijo lo de ‘que paguen los ricos’ para ver que estamos hablando sólo del impuesto, sino que es una agenda mucho más amplia”, afirma Ruíz.
En Bruselas también se habla de ello
Con motivo de la reunión del G20, el grupo de los socialdemócratas europeos, en el que se encuentra el PSOE, llevó el debate al Parlamento Europeo para buscar “un compromiso de la UE para apoyar en el G20 una hoja de ruta ambiciosa para un impuesto mínimo a las personas súper ricas”. “Un impuesto mínimo acordado a nivel mundial reduciría las oportunidades para que los multimillonarios muevan fácilmente su dinero y activos entre jurisdicciones evitando una tributación adecuada”, argumentó en el pleno Jonás Fernández, eurodiputado y portavoz del grupo en la Comisión de Asuntos Económicos y Monetarios.
Al PP solo se le ha unido en su oposición total a gravar a los milmillonarios el grupo de extrema derecha Conservadores y Reformistas Europeos
Los resultados de las intervenciones en el debate dejaron alguna sorpresa, aunque estuvieron en la línea del debate ideológico sobre los impuestos a los ricos. El Partido Popular Europeo se opuso frontalmente al apoyo de la eurocámara a la propuesta que se debatirá en el G20. “La izquierda no quiere aprender, dañan nuestro sistema y empobrecen más pobres a las personas a las que se supone que defienden”, dijo en su comparecencia la eurodiputada del PP Isabel Benjumea, en su clásica y simple defensa de los que más tienen. Al PP solo se le ha unido en su oposición total a gravar a los milmillonarios el grupo de extrema derecha Conservadores y Reformistas Europeos (ECR). Incluso la otra escisión de la extrema derecha europea donde se encuentra Vox, Patriotas por Europa (PfE), mostró su apoyo a perseguir la evasión fiscal y señalaron que “la propuesta del G20 va en la buena dirección”, aunque siguiendo su línea ideológica nacionalista apuntillaron que deberían ser “los Estados miembro los que deben controlar sus ingresos tributarios”, defenciendo la “soberanía fiscal”, tal y como explicó el eurodiputado francés de Agrupación Nacional Pierre Pimpie durante el debate.
Los socialdemócratas (S&D), la Izquierda Europea (The Left), donde se encuentra Podemos y Sumar, y Los Verdes (Greens/EFA) mostraron su apoyo a una posición europea conjunta que empuje al debate y adopción del impuesto a los súper ricos en la reunión de noviembre del G20. “Necesitamos una hoja de ruta, usando la OCDE para crear unas reglas para una tributación mínima de los ricos”, argumentó Gabriele Bischoff, de los socialdemócratas alemanes, en referencia al resultado esperado tras la reunión del G20 en Brasil.
Posiblemente una de las sorpresas desde el punto de vista ideológico y que puede suponer que la balanza se incline en muchos países: los liberales europeos (Renew Group), donde ya no quedan partidos españoles tras la desaparición de Ciudadanos, se posicionaron a favor de que la Unión Europea apoye el impuesto a los súper ricos que se debatirá en la próxima cita del G20. Es decir, de los grupos parlamentarios con representación española, tan sólo el grupo del PP se opuso a que Europa apoye el impuesto a los súper ricos. Aunque, tal y como apuntaba Ruíz, el peso de los de Macron en Renew y las maltrechas cuentas francesas tengan mucho que ver en este giro.
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Más allá de Brasil
La reunión en Río de Janeiro pondrá el debate encima de la mesa una vez más y, pese a la firma y conformidad por parte de los 20 ministros de economía y finanzas que asistieron a la anterior reunión en la ciudad brasileña, quedan muchas dudas sobre el resultado de la reunión y lo que vendrá después.
Una de esas preguntas salta al ver la firma del ministro argentino. La posición de Milei contra los impuestos siempre ha sido la misma. “Me cortaría un brazo antes que subir un impuesto”, dijo el ahora presidente de Argentina en una entrevista durante la campaña electoral. Una promesa que, de haberse cumplido, habría dejado a Milei sin extremidades ya que ha subido varios impuestos a la clase trabajadora y a los salarios. Pero que apoye un impuesto que tan solo pagaría un pequeño puñado de argentinos milmillonarios es algo que genera dudas entre el resto de países y actores que participarán en la reunión de Río de Janeiro.
El otro punto de inflexión son las elecciones presidenciales estadounidenses, que se celebran justo dos semanas antes de la reunión de Brasil. Pase lo que pase, será Joe Biden el que acuda a la cumbre del G20, pero no sabemos cuál será la posición de Donald Trump en el caso de volver a entrar en la Casa Blanca. “No sabemos lo que puede ocurrir”, dice Ruíz, “por eso es importante lo que pase en Europa”, explica. Según la directora de Oxfam, muchos de los avances en cuanto a fiscalidad, como las que intentaban atajar la elusión de impuestos por parte de las tecnológicas norteamericanas en Europa, vinieron en la época de Trump y causaron las respuestas de los aranceles. “Por eso es importante que haya avances y compromisos ahora, que tengamos anclados los acuerdos de la mejor forma posible”, apunta Ruíz.
“El debate sobre si imponer nuevos impuestos a las grandes fortunas ya está en cierto modo superado, lo que debatimos ahora es cómo podríamos ponerlo en práctica”, Susana Ruíz
La reunión de Río será la última de la presidencia brasileña del G20. La próxima parada es Sudáfrica. Allí y durante su año de presidencia se tendrá que poner en marcha un plan de acción para poner en marcha la hoja de ruta hacia dicho impuesto y otras medidas tributarias internacionales. “Hay que intentar conseguir que sea un plan de acción lo más detallado posible”, dice Ruíz. Y si el G20 no funciona o avanza “porque hay tipos como Milei o Trump que lo bloquean, pues habrá que buscar otras formas de avanzar y otras organizaciones internacionales más comprometidas”.
Pase lo que pase en Brasil, Bruselas y Sudáfrica, una cosa queda clara: el debate sobre los impuestos a las grandes fortunas para superar los retos a los que nos enfrentamos vuelven a estar de moda tal y como lo estuvo entre las 2 grandes guerras mundiales y tras la segunda, pero que fue matado por cuatro décadas de expansión del neoliberalismo del eje Thatcher-Reagan. Es más, tal y como concluye Ruíz: “El debate sobre si imponer nuevos impuestos a las grandes fortunas ya está en cierto modo superado, ya no hay tantas reticencias como antes, lo que debatimos ahora es cómo podríamos ponerlo en práctica”.