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Movimientos sociales
La Invisible arma su último eslabón de una larga cadena de lucha
“La Invisible forma hoy una cadena para defenderse, pero también para mostrar todo lo que puede desencadenar”. El pasado 12 de febrero más de un millar de personas formaron una cadena humana alrededor de La Casa Invisible a grito de “¡somos indesalojables!”. Esta acción de resistencia se organiza ante la orden de desalojo del Ayuntamiento de Málaga que amenaza con clausurar este espacio tras una larga trayectoria de lucha y de reclamación de la cesión.
Una trayectoria que comenzó hace 15 años cuando un conjunto de vecinos y vecinas decidieron entrar en un edificio de propiedad municipal situado en el centro de Málaga. Son 15 años desde que se puso fin al estado de abandono y deterioro en el que se encontraba este antiguo palacio de 1876. Así nació La Casa Invisible, como un centro social y cultural de gestión ciudadana que ha terminado convirtiéndose en un pulmón para la ciudad de Málaga, un espacio que ha permitido estimular procesos de autoorganización, donde se han fraguado diversas redes de cooperación ciudadana, y que ha permitido a una cantidad innumerable de proyectos y creadores locales generar cultura entendiéndola como un bien común, como un proceso social al margen de las lógicas mercantilistas.
La cultura, el arte, la cooperación y el procomún, son las armas que utilizan desde los bandos invisibles en esta guerra institucional que lleva produciéndose desde aquel entonces. Del otro bando: promesas incumplidas de una cesión temporal, órdenes de cierre cautelar y notificaciones de desalojo. El devenir de La Invisible es actualmente incierto, pues se encuentra con el plazo de desalojo voluntario finalizado, y a la espera de una autorización judicial para el desalojo. Sin embargo, lo que es seguro, lo que han demostrado las numerosas y multitudinarias movilizaciones, así como la cantidad de impulsos creativos que se han materializado de polivalentes formas en el interior de este edificio, es que no hay que subestimar la potencia de la cooperación.
La cesión del edificio: a la tercera no va la vencida
Desde sus primeros pasos, el proyecto abrió vías de negociación con el Ayuntamiento para la cesión del inmueble, un proceso que tuvo como resultado en 2011 la firma del Protocolo de intenciones para el impulso cultural de La Casa Invisible. En este convenio se acordó la cesión temporal del edificio, así como una serie de requisitos para que, tras el plazo de 12 meses, se produjera la cesión por un periodo más prolongado.
En 2012, habiendo cumplido La Casa Invisible con los acuerdos establecidos (entre los cuales se encontró la constitución de una fundación que actuara en representación de La Casa Invisible, y que dio lugar al nacimiento de la Fundación de los Comunes), se inició el procedimiento para la adjudicación a la espera de aprobación en la Junta de Gobierno, que nunca se llegó a aprobar.
La situación de La Casa Invisible pasó a ser de “cesión en precario” y el proceso de adjudicación quedó completamente paralizado hasta que en el año 2015 se retomaron las negociaciones a través de las cuales se acordó la presentación del proyecto básico de rehabilitación del edificio que se entregó formalmente en 2016.
El proceso de cesión fue de nuevo bloqueado de forma injustificada. En 2017, una de las obras de la exposición “La Guerra. Espacios-Tiempos de Conflictos” sirvió como pistoletazo de salida para que el Grupo Municipal de Ciudadanos, con el apoyo del Partido Popular, presentase una moción de urgencia por la que se acordó sacar a concurso este edificio, pero únicamente para aquellas entidades con la capacidad económica para rehabilitarlo. Así, en febrero de 2018 se inició un expediente para denegar la cesión del edificio, y se produjo una notificación de desalojo.
Tras dos multitudinarias manifestaciones y una intensa programación cultural, en agosto de 2018 el mismo alcalde hizo pública la paralización del procedimiento de desalojo y el inicio de un nuevo proceso de negociación que debería haber culminado en la cesión. Sin embargo, la aprobación en octubre de 2021 (con el voto de calidad del alcalde) de una moción de urgencia presentada por Ciudadanos para desalojar La Casa Invisible por motivos de “seguridad”, hizo que, por tercera vez, el Ayuntamiento rompiese con los acuerdos establecidos para la cesión del inmueble.
La última amenaza de desalojo
“Francisco de la Torre, gestor mayor de la miseria: Hace más de cinco años recibió usted nuestro proyecto para rehabilitar el edificio. Cuéntele usted a la ciudadanía a la que dice representar que lo tiró a la basura, a pesar de que ese proyecto fue elogiado por el personal técnico municipal y por el Ministerio de Cultura. (…) Lo tiró porque estaba lleno de vida y alegría”. La voz temblorosa pero desafiante de una de las integrantes del proyecto enunciaba estas palabras ante el Ayuntamiento y ante miles de simpatizantes del proyecto durante la manifestación convocada el último 27 de noviembre, un mes después de la moción de Ciudadanos.
Cinco días después, diversos medios de comunicación difundían que el Ayuntamiento daba por notificada la orden de desalojo voluntario. Una notificación que La Invisible alegaba no haber recibido, y de la que, por lo tanto, se desconocía “el contenido de la orden de desalojo y su fundamentación”, generando una clara “indefensión” para el proyecto, según su comunicado oficial. Finalmente, en los últimos días del año 2021 lograron acceder a estos informes, en los que precisamente no se expresaba la necesidad de medidas cautelares de cierre ni intervenciones de emergencia. En suma, fue el informe elaborado por el concejal de Urbanismo (y por lo tanto de carácter político y no técnico) el único que explicitó la necesidad de desalojar el edificio para poder rehabilitarlo (mientras que en el proyecto de rehabilitación elaborado por La Casa Invisible se propone una rehabilitación por fases compatible con la continuidad de las actividades).
El 1 de febrero de 2022 La Casa Invisible anunció haber recibido la segunda notificación a través de la cual se comunicó el segundo plazo para el desalojo voluntario del edificio. Un plazo que finalizó el pasado viernes 11 de febrero, un día antes de que diversos miembros de la ciudadanía se encadenasen con sus manos para rodear el edificio en defensa del proyecto.
“Es una cadena de alegría y potencia contagiosas, porque estos eslabones son también invisibles, y han estado siempre aquí protegiendo y cuidando lo común a cada paso. Llevan aquí quince años, quince años de cultura libre, deseo de la multitud, potencia de la cooperación, quince años demostrando que esta Málaga, la que no queréis ver, es una realidad encadenada a la ciudad y a otras formas de vida posibles. La Invisible forma hoy una cadena para defenderse, pero también para mostrar todo lo que puede desencadenar”. Así enunciaba el manifiesto que se leyó en varios puntos de la cadena humana, y que culminó con un “¡somos indesalojables!”, y el aplauso del más del millar de personas que participaron en la acción.
Ante el desalojo: multiplicidad y Cultura Libre
La Cultura Libre viene a ser “la ética del compartir, la libre circulación de los bienes culturales y la no reducción de estos a productos mercantiles”, según el último dossier de actividades presentado por el proyecto. Es un principio que La Invisible lleva por bandera desde sus inicios, y así lo quiso demostrar con el anuncio de la celebración del X Festival de Cultura Libre, que arrancó el 6 de febrero, que durará hasta finales de marzo y que estará compuesto por diversas muestras musicales, presentaciones, exposiciones, espectáculos de danza, proyecciones, recitales de poesía… Uno de los platos principales será la exposición artística Bola de Nieve, con artistas de reconocimiento como Dora García (último Premio Nacional de Artes Plásticas), el dúo hispano-islandés Libia Castro y Olafur Olafasson (Premio Nacional de Arte en Islandia 2021), Nuria Güell (Premio El Ojo Crítico 2021) y el equipo canario PSJM (incluido entre los 100 artistas más representativos del arte político internacional en Art & Agenda: Political Art and Activism).
A finales de febrero, el festival tendrá otro de sus platos fuertes: Multiplicity, un Congreso Internacional sobre el Futuro de las Políticas Culturales en Europa, coorganizado por el European Institute for Progressive Cultural Policies y el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. Así, durante los días 25 y 27 de febrero el congreso reunirá a la dirección de ambas instituciones (Monika Mokre y Manuel Borja-Villel), al director del Centro Pompidou de París (Bernard Blistène), a los artistas malagueños Rogelio López Cuenca y Elo Vega y a representantes las universidades de Berlín, Zúrich, Viena, Londres, Colonia y Málaga, entre otras reconocidas personalidades.
En suma, la organización pretende que el congreso no se limite a este evento, sino que se prolongue a lo largo de todo el año. De hecho, ya se han confirmados actos hasta verano, entre otros con Charles Esche, director del Museo Van-Abbe de Eindhoven (Países Bajos), tal y como anunció Kike España, coportavoz de La Casa Invisible, en la última rueda de prensa.
En este sentido, España expresó que: “todo lo que va a suceder en estos dos meses, con el Festival, el Congreso y la exposición Bola de Nieve, demuestra la simbiosis de La Invisible con tantos agentes sociales y culturales de Málaga y otros lugares, además de la diversidad cultural de la ciudad. El gobierno debería respetarlo y asumirlo, en lugar de intentar un desalojo que no soluciona nada, porque esa multiplicidad cultural y social va a seguir aquí”.