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Mozambique
La expansión del eucalipto en Mozambique para la papelera europea
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“La empresa vino para quedarse con mi machamba (tierra) por la fuerza, pero no lo permití; a mis hijos les encanta la agricultura”. Ester Bande vive en el distrito de Gondôla, en la provincia de Manica, en el centro de Mozambique. Es una mujer viuda, con ocho hijos, siete nietos y ocho bisnietos. En Mozambique, machamba se refiere a la tierra destinada al cultivo para uso familiar, un sistema agrícola mixto donde se siembran cereales, trigo, hortalizas y frutas, además de hierbas medicinales, esenciales en las zonas rurales del país, donde el acceso a medicamentos convencionales es a menudo un privilegio.
“Un día me llamaron y me dijeron que me iban a dar un trabajo, pero yo no quería trabajar para ellos. Me dijeron que era perezosa, que no quería trabajar. Pero yo no quería ser su empleada. ¿Y si después se acaba el trabajo? ¿Dónde vamos a cultivar?”.
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Hoy en día, Ester todavía cultiva su tierra, pero otras personas cerca de ella cedieron el derecho de uso de sus terrenos a la empresa a cambio de la promesa de un empleo, y ahora se arrepienten.
La empresa Portucel Mozambique obtuvo del Gobierno el derecho de uso y explotación de la tierra (DUAT, por sus siglas en portugués) para 356.000 hectáreas, de las cuales dos tercios —alrededor de 240.000— están destinadas a convertirse en densas plantaciones de eucalipto, una superficie equivalente a la de los Parques Nacionales de Doñana, Cabañeros, Picos de Europa y Sierra Nevada juntos.
El comercio electrónico, el delivery de alimentos y la transición verde europea están contribuyendo al aumento de la demanda de celulosa en Europa, en particular debido a la controvertida directiva sobre embalajes.
El eucalipto se utiliza en muchos países en la creciente industria de la celulosa, la materia prima necesaria para fabricar la mayor parte del papel que usamos diariamente. Aunque es un material reciclable, para producir nuevos objetos de papel casi siempre es necesario incluir una proporción significativa de fibras vírgenes (no recicladas) para aumentar la resistencia del material.
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El comercio electrónico, el delivery de alimentos y la transición verde europea están contribuyendo al aumento de la demanda de celulosa en Europa, en particular debido a la controvertida directiva sobre embalajes. Según diversas organizaciones defensoras de los bosques, como Fern, la directiva europea aprobada en la primavera de 2024 ha sido un falso avance para el medio ambiente, ya que no reduce el uso de embalajes, sino que “simplemente sustituye el plástico por embalajes de papel, que a menudo también contienen plástico”.
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La alternativa, según Sergio Baffoni, coordinador de Campañas de la ONG European Paper Network, habría sido regular y desincentivar el uso de embalajes monouso en general, que en muchos casos pueden ser reemplazados por envases reutilizables. Sin embargo, las negociaciones para la directiva europea sobre embalajes estuvieron fuertemente influenciadas por el lobby de esta industria, encabezado por multinacionales como McDonald’s. Estas acciones llegaron al punto de llevar al Parlamento Europeo a realizar una investigación interna sobre posibles violaciones de privacidad contra eurodiputados durante las agresivas campañas de dichos grupos de lobby.
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Portugal es el tercer productor de celulosa en Europa, después de Suecia y Finlandia, y el principal productor europeo de celulosa a base de eucalipto. Originario de Australia, el eucalipto crece muy rápidamente, lo que lo convierte en una especie ideal para la producción industrial de papel, utilizado tanto en papeles gráficos y hojas de oficina como en materiales de cartón.
Portugal es el tercer productor de celulosa en Europa, después de Suecia y Finlandia, y el principal productor europeo de celulosa a base de eucalipto
“En los últimos 20 años, el consumo de celulosa en Europa ha aumentado un 22%, mientras que el suministro de las selvas europeas solo ha crecido un 9%. La diferencia entre estas cifras ha sido compensada con importaciones desde países como Brasil, Uruguay y Chile”, explica Baffoni.
Portucel Mozambique es una empresa controlada por Navigator Company, en la que la Corporación Financiera Internacional (IFC), parte del Banco Mundial, posee un 20% de participación. The Navigator Company, anteriormente conocida como el grupo Portucel-Soporcel, firmó en 2009 un acuerdo con el Gobierno de Mozambique para invertir 2.200 millones de euros en el proyecto Portucel Mozambique, destinado a crear un nuevo hub para la producción de celulosa basada en plantaciones locales. Según la empresa, este proyecto podría llegar a exportar un valor de 1.000 millones de dólares anuales una vez completado, beneficiando a la economía del país africano.
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Con un tiempo de rotación mínimo de siete u ocho años para la cosecha de los árboles, hasta la fecha solo se han enviado desde el puerto de Beira nueve cargamentos, equivalentes a 285.000 metros cúbicos de madera, hacia Portugal. Sin embargo, el proyecto prevé que los eucaliptos de Mozambique abastezcan principalmente al mercado asiático, como China, donde también existe una alta demanda de celulosa.
El proyecto prevé que los eucaliptos de Mozambique abastezcan principalmente al mercado asiático, como China, donde también existe una alta demanda de celulosa
El proyecto, según la compañía, se encuentra retrasado debido a problemas de infraestructura, particularmente la falta de expansión del puerto de Macuse, que es esencial para manejar el volumen de exportaciones planificado. Hasta ahora, se han plantado solo 14.000 hectáreas de las 237.000 previstas para el proyecto —menos del 6%—, pero no sin generar amargura entre las comunidades locales.
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Mugabe Augusto esperaba conseguir un trabajo con Portucel Mozambique al ceder sus 1,7 hectáreas de tierra para plantar eucaliptos. Lo que antes era su terreno ahora forma parte de un sotobosque simétrico y seco, indistinguible de las parcelas circundantes. En el contrato que firmó en 2013, al igual que muchas otras personas en las provincias de Manica y Zambézia, Mugabe cedió el uso de su tierra a cambio de un “compromiso de dar prioridad de empleo a los miembros de la familia, en caso de que sea necesario contratar personal para realizar operaciones forestales”, según se detalla en el contrato de cesión. Sin embargo, el documento no obliga a la empresa a cumplir términos específicos, reservándose la posibilidad de decidir cuándo y si la persona será necesaria para trabajos eventuales.
Para Mugabe, el pago de 236 meticales por jornada laboral —alrededor de 3,40 euros— no compensa la pérdida de la tierra de la que él y su familia obtenían sustento
“Me llamaron al principio para trabajar la tierra y plantar los eucaliptos. A veces me llaman para limpiar el sotobosque, pero solo unas semanas al año. ¡Me habían prometido un trabajo por 50 años, para mí, mis hijos y mis nietos!”. Para Mugabe, el pago de 236 meticales por jornada laboral —alrededor de 3,40 euros— no compensa la pérdida de la tierra de la que él y su familia obtenían sustento, cultivando verduras cuyas excedentes vendían en el mercado local. “Esto no es un trabajo de verdad, un empleo como habían prometido. Por eso queremos de vuelta nuestra tierra”.
Mugabe, al igual que otras 4.000 familias, firmó un documento en el que cedía voluntariamente su derecho de uso de la tierra a la empresa. Según la organización mozambiqueña Justiça Ambiental, no se trató de una cesión voluntaria, sino más bien de una negociación. Una “negociación con asimetría de información”, concluye Justiça Ambiental. Esto porque, explica la ONG, la empresa sabía perfectamente cuánta mano de obra sería realmente necesaria una vez iniciado el proyecto. En otras palabras, sabía que no sería suficiente para satisfacer las expectativas laborales generadas en las comunidades.
“Todo esto no es más que colonialismo verde”, afirma Natacha Bruna en la capital, Maputo, en los días previos a las controvertidas elecciones nacionales
Portucel afirma que el proceso ha seguido plenamente la legislación vigente y que la firma de la cesión voluntaria de la tierra se realizó “para garantizar un proceso aún más sólido para las familias y para que tomaran conocimiento de los lotes destinados a las plantaciones”. Al tratarse de un proceso voluntario, subraya Portucel, si la mayoría de una comunidad recibe positivamente el proyecto, cada familia sigue teniendo la libertad de no formar parte de él. Aquellos que ceden sus tierras pueden beneficiarse del programa de desarrollo comunitario promovido por la empresa, denominado Portucel Social Development Plan, que incluye iniciativas como la distribución de semillas para la producción agrícola, colmenas para incrementar la producción de miel, la creación y renovación de pozos de agua, la mejora de caminos y la construcción de un centro de salud.
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“Todo esto no es más que colonialismo verde”, afirma Natacha Bruna en la capital, Maputo, en los días previos a las controvertidas elecciones nacionales. “Porque muchos de estos proyectos, especialmente cuando implican plantar árboles, están alineados con las políticas globales sobre el cambio climático, y por ello son más legitimados”. Bruna es investigadora en el College of Agriculture and Life Science de la Universidad de Cornell y en el Observatorio Rural (ORM) de Mozambique, donde ha realizado diversas investigaciones sobre los efectos de las plantaciones de eucaliptos en las comunidades rurales.
Según la legislación mozambiqueña, para proyectos superiores a 10.000 hectáreas, es necesaria la aprobación del Consejo de Ministros, después de consultar a la población. Sin embargo, las consultas solo involucraron a una parte de las comunidades, representada principalmente por los líderes locales. Muchas personas descubrieron más tarde que la tierra en la que vivían había sido incluida en el proyecto de las plantaciones.
El Departamento Provincial de Tierra y Medio Ambiente de Manica no ha respondido a las preguntas enviadas sobre este tema.
El Social Development Plan está a menos de un cuarto de su implementación, que en total prevé un gasto de 40 millones de dólares estadounidenses (USD). Según Bruna, sigue siendo una forma muy económica de obtener el derecho de uso de la tierra. De hecho, considerando las 356.000 hectáreas de concesión obtenidas, se trata de alrededor de 112 dólares por hectárea destinados a proyectos comunitarios, a cambio de derechos de explotación de la tierra durante 50 años. Un precio modesto para una empresa como The Navigator Company, que ha registrado en los primeros nueve meses de 2024, 241 millones de euros de ganancias, lo que representa un aumento del 20% en comparación con el año pasado. Pero Portucel subraya que el programa está teniendo un impacto positivo en las comunidades, proporcionando diversos datos sobre el impacto social que el programa está teniendo en el país.
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En los primeros diez años del proyecto, Portucel ha dado empleo permanente a 250 personas, y ha creado trabajos ocasionales equivalentes a 1.250 contratos a tiempo completo mensuales. Pero según las investigaciones de Bruna, los que se han beneficiado del proyecto han sido principalmente hombres y aquellos con grandes terrenos en concesión, mientras que muchas mujeres, especialmente cuando viudas o solteras, y quienes tenían pequeños terrenos, se han quedado.
En Portugal, el eucalipto se ha convertido en la especie predominante en el país durante los últimos 50 años, cubriendo el 26% del área forestal total, la mayor proporción en el mundo en relación con el tamaño del país
“Es una pena que tengamos que ir tan lejos, este proyecto podría haberse hecho en Portugal”, declaró en 2015 Pedro Queiroz Pereira, el entonces presidente del grupo Portucel-Soporcel (hoy Navigator Company), refiriéndose a la creciente resistencia a nuevas plantaciones de eucalipto en el país ibérico.
En Portugal, el eucalipto se ha convertido en la especie predominante en el país durante los últimos 50 años, cubriendo el 26% del área forestal total, la mayor proporción en el mundo en relación con el tamaño del país. La promesa de una renta fácil para los pequeños terrenos privados llevó a una conversión del paisaje, especialmente a partir de los años 80, cuando se pensaba que podía ofrecer buenos rendimientos. Sin embargo, hoy en día, una gran parte de las plantaciones de eucalipto en Portugal han sido abandonadas. En 2017, el Gobierno portugués decidió frenar la invasividad del eucalipto. Esta especie, cuando se deja a su suerte, se considera una bomba de relojería para los incendios forestales.
“En términos de biodiversidad, es peligroso porque introduce ciclos de incendios mucho más frecuentes. Y como es un monocultivo, hay pocas otras especies que puedan coexistir con él, por lo que tampoco hay muchos pájaros, mamíferos e insectos”, explica Domingos Patacho, de la organización ambiental portuguesa Quercus. En el distrito de Santarém, donde vive Domingos, el eucalipto cubre las colinas hasta donde alcanza la vista, muchas de las cuales son plantaciones visiblemente abandonadas, también debido al despoblamiento rural. “Lo llamaban el ‘petróleo verde’ en los años 80 y 90, pero el precio pagado por la madera recogida lo decide el mercado, y ha ido perdiendo valor con el tiempo.” Los principales compradores de eucalipto en Portugal son dos empresas: Altri y The Navigator Company.
Mugabe nos muestra el pozo donde solía ir a sacar agua, cuando su machamba era cultivada por él y su familia. Ahora el pozo está rodeado por las filas de eucaliptos que superan los 15 metros de altura. “Desde que plantaron aquí, este pozo, como otros en la zona, se ha secado, porque el eucalipto absorbe mucha agua del terreno”. Otros habitantes también afirman que varios pozos se secan en la temporada seca desde que se instalaron las plantaciones, una consecuencia también registrada por Justiça Ambiental en las comunidades de Zambézia. Según Portucel, los pozos señalados por los entrevistados ya estaban secos antes de la llegada de las plantaciones y no hay correlación entre el descenso de los niveles freáticos y los eucaliptos.
Ester, al igual que Mugabe y otras personas, sostiene que desde que llegaron los eucaliptos, algunos pozos de los que sacaban agua ya no son potables, y el agua causa dolores de estómago. Muchos creen que esto se debe a los insecticidas, como el thiamethoxam, y los fertilizantes utilizados en las plantaciones, que llegan a los acuíferos y, por lo tanto, a los pozos, y la gente de los pueblos ahora debe caminar largas distancias para encontrar otros pozos y transportar el agua a casa en garrafas de plástico.
Al ser consultada para este artículo, Portucel sostiene que las sustancias utilizadas cumplen con los parámetros legales del país, los estándares establecidos por la IFC (Corporación Financiera Internacional) y las recomendaciones de los sistemas de certificación internacionales. La empresa declara que el agua de los embalses cercanos a las plantaciones se analiza antes y después de cada temporada de lluvias, y no se ha registrado ningún tipo de contaminación por insecticidas.
En el vasto paisaje de sabana y arbustos de Mozambique, los cultivos de eucalipto aún son una pequeña mancha vista desde el aire, pero no por eso menos preocupante para las personas que viven con pocos recursos, al margen de la economía global, y que mantienen un equilibrio ecológico que les permite llevar una vida digna y conservar una tierra fértil.
*Esta investigación se ha desarrollado con el apoyo de Journalismfund Europe.