Opinión
El banco Santander (y otros) forman parte del problema

Carta a la Presidenta del Banco de Santander, Ana Patricia Botín-Sanz de Sautuola O'Shea, sobre la relación de su banco con la financiación del ejército de Israel.
Sucursal Banco Santander
Una sucursal del Santander en Delicias, Madrid. David F. Sabadell

Estimada presidenta y restantes miembros del Consejo de Administración del Banco de Santander: Les escribo tras entender que han eludido la petición integrada en las preguntas formuladas en la Junta de Accionistas sobre la intervención de su banco en la tragedia que está ocurriendo en Gaza, con indicios de genocidio por parte israelí contra la inerme población palestina, y la ocupación y colonización del conjunto de Palestina. Les pedíamos que dejasen de financiar las empresas de armas que utiliza Israel, así como las empresas que facilitan y se lucran con la ocupación y colonización de Palestina.  

Todo parecía favorable. La presidenta Botín presumió en la Junta General de Accionistas, celebrada en la Ciudad Financiera este pasado viernes día 22 de marzo, de que el banco Santander es un banco global, presente en numerosos países, y de que había obtenido los mayores beneficios de su historia en el año 2023. Además, éstos los había conseguido contando con un Código Ético, con esfuerzos en la órbita de responsabilidad social corporativa y el ejercicio de una diligencia debida. Afirmó, junto con el consejero de Banca Responsable, Sostenibilidad y Cultura, Ramiro Mato, que las inversiones del banco se hacen con criterios sostenibles (ASG). 

Industria armamentística
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Por eso, las preguntas que se le hicieron, con datos aportados por la Campaña Banca Armada y ‘Don’t Bank on the Bomb’, se referían a cómo era posible, con esos principios comerciales, otorgar créditos y otros servicios financieros a empresas armamentistas como Boeing (constructor de los F-15 y los helicópteros Apache que se están utilizando en Gaza, Líbano o Siria), por valor de 1.567 millones de euros; a Rolls Royce (tanques, como los que se asaltaron los hospitales de Shifa y el Indonesio), 869,5 millones de euros; a Leonardo (cañones navales que bombardean la costa de Gaza) 261,5 millones. Y, también, preguntábamos el porqué de apoyar a empresas de construcción y seguridad que toman parte en la colonización israelí, como Caterpillar, que se utiliza para la demolición de viviendas palestinas (857 millones) o Man (armas antidisturbios Skunk), con 675 millones. 

Los rectores del banco Santander saben que sus clientes armamentistas o civiles, sin estar directamente en Israel, al igual que otras empresas globales, venden sus productos a Israel

En lugar de responder, la presidenta Botín dio dos rodeos. Uno, humanista. Declaró que lo que sucede Gaza “es un drama humano y queremos mostrar nuestra más profunda solidaridad con todas las víctimas de esta tragedia terrible” “y esperamos que se encuentre una solución lo antes posible”. 

El otro, referido a la financiación general de empresas de armamento, supuso admitir la participación del banco y lo englobó en la idea de que “Europa está en guerra y los Estados tienen la obligación de defender a sus ciudadanos, de defender los valores por los que se ha luchado tantas veces, y todas las naciones están buscando cómo mejorar su defensa para responder a estas amenazas”, recordando las últimas decisiones en el seno de la UE. 

Quiso poner unas notas de regulación y control al recalcar que el Banco Santander tiene una política de financiación de Defensa que publica en su web y que fija los criterios que regulan su actividad bancaria. “Verificamos que todos los clientes y operaciones cumplan con esta política de Defensa y, como resultado, rechazamos operaciones que son rentables por estos motivos”.

También afirmó, que, “en ningún caso”, financia la fabricación, comercialización, distribución de productos o materiales relacionados con armas nucleares, químicas o biológicas, minas antipersona, munición de racimo o de uranio empobrecido. Finalizó, sin derecho a réplica, que “No tenemos operación alguna de Defensa en relación con Israel”. Y ahí, está el problema.

Los rectores del banco Santander saben que sus clientes armamentistas o civiles, sin estar directamente en Israel, al igual que otras empresas globales, venden sus productos, los F-15, Apache Ah-64, bulldozers blindados D9, Skunk, etc en todas partes del mundo, como lo hace el mismo banco, sin excluir a Israel, Estado ocupante, colonizador y presunto genocida del pueblo palestino.

No podemos aceptar que los indicios de genocidio, las muertes por hambre, la ocupación y colonización formen parte de ningún valor común. Por lo tanto, si quieren cumplir con criterios éticos y estéticos, conociendo las sinrazones de esas empresas y Estados delincuentes, deberían ampliar las normas que rigen su política comercial y dejar de financiar a empresas armamentistas o ‘civiles’ y abandonar el séptimo lugar entre 674 entidades financieras en la clasificación de quienes apoyan de una u otra manera a la colonización de los territorios palestinos ocupados.

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La resiliencia, sin embargo, no es un cumplido: es el elogio de quien ha decidido no intervenir. Hay una comodidad cobarde en llamar resiliente a quien en realidad resiste.
moralesmontesdeocajuan
9/4/2024 19:22

Esto es llover sobre mojado. Ningún banco, llamémoslos de los grandes, puede hacer gala, ni puede hablar de ética cuando carecen totalmente de ella. Los graves problemas que padece la Humanidad, proceden de ellos, de sus actuaciones basadas en el beneficio a costa de lo que sea. Y sin saber porqué, sin existir una prueba definitiva
de una posible conflagración, no cesan de hablar de la guerra más o menos inminente, simplemente, porque les interesa económicamente.

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