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En los últimos días nos han llegado nuevas noticias del proceso de persecución y criminalización de la solidaridad contra diferentes activistas y organizaciones en todo el mundo. Este es el caso de la activista en favor de los Derechos Humanos de las personas que migran, Helena Maleno, de la que hemos sabido que ha sido deportada por el gobierno de Marruecos, precisamente, por sus acciones de denuncia.
Una de las consecuencias del progresivo proceso de militarización de las fronteras es el de criminalizar la solidaridad entre personas y comunidades, que se está reforzado desde las instituciones y que, de consolidarse a nivel social, puede sentar peligrosos precedentes en términos de capacidad de movilización de la sociedad civil.
Bajo la Facilitation Directive, cualquier acto de ayuda a las personas migrantes puede ser considerado un acto punible
La expresión “criminalizar la solidaridad”, se ha extendido a partir de los años 2017 y 2018, sobre todo por parte de organizaciones sin ánimo de lucro y de periodistas críticos con la situación en las fronteras. Es el caso europeo, este marco para la criminalización y persecución de la solidaridad se establece e impulsa en 2002, con la aprobación de la Facilitation Directive (Directiva 2002/90/CE del Consejo de 28 de noviembre de 2002 destinada a definir la ayuda a la entrada, a la circulación y a la estancia irregulares). Este marco normativo establece que son punibles conductas como dar dinero desinteresadamente a la persona que migra para costear su entrada, o ayudarle de otras formas a cruzar la frontera. Es importante señalar que, aunque estas acciones no tengan ánimo de lucro por parte de las personas que las realizan, bajo la Facilitation Directive, cualquier acto de ayuda a las personas migrantes puede ser considerado un acto punible. Esto es debido, a que la normativa de la Unión Europea deja en manos de los Estados la aplicación, más o menos restrictiva, de medidas punibles para las personas que ejercen, aportan o colaboran ayudando a personas migrantes.
Fronteras
Fronteras Cédric Herrou: “Se me criminaliza para que la gente piense que es grave ayudar a migrantes a entrar en Francia”
Condenado por “delito de solidaridad”, Cédric Herrou ahora puede alegar que los actos que se le atribuyen están protegidos por la Constitución francesa, concretamente por el principio de “Fraternidad”, tal y como dictaminó el Consejo Constitucional de Francia el 6 de julio.
Estas medidas están generando diferentes formas de intimidación y acoso a personas y organizaciones. Un caso destacado ocurrió en Francia en 2017, en la ciudad de Calais, conocida por el campo de personas migrantes que se estableció allí y por ser una de las principales rutas de tránsito para aquellas que quieren llegar a Reino Unido. El alcalde prohibió a organizaciones humanitarias repartir comida y agua entre las personas migrantes y potenciales solicitantes de asilo. La razón que expuso fue que el reparto de comida suponía una amenaza para la seguridad en la zona.
En Hungría, ayudar de cualquier manera a que la persona migrante encuentre casa o un lugar donde permanecer se penaliza con dos años de prisión. En Grecia, la Guardia Costera del país ha implementado un registro para las ONG, de manera que estén obligadas a formar parte de la red de la guardia costera, en caso de no hacerlo pueden estar vulnerando la ley, lo que ha sido denunciado por diversas organizaciones por la vigilancia a la que las somete. Por citar sólo algunos casos de cómo se implementan estas medidas criminalizadoras.
De esta manera se van destruyendo los lazos entre comunidades. Primero, porque se generan grupos de población que pueden ser vistos como enemigos por sus propios vecinos, por proveer ayuda a migrantes y, segundo, porque se lanza el mensaje de que ayudar a una comunidad diferente a la propia constituye una forma de crimen.
De esta forma se incentiva la deshumanización, al fin y al cabo, si una persona no es merecedora de solidaridad, comprensión o empatía y es visualizada únicamente como una criminal y causa de diversas problemáticas sociales, resulta más fácil justificar que a esta persona no se la proteja o que no sea merecedora de derechos, de acogida o de protección institucional. Además, se erosiona una característica básica humana: la solidaridad, a la que renunciar supone una deshumanización de nuestras propias personas.
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Todo el compromiso social y político que han querido, se lo han llevado a su campo.
Así nace Podemos, y así nace VOX.
Los dos de lo mismo: de la prensa amarillenta y rojiparda que les dio coba.
Ahora tenemos un gobierno en el que no hay voz, ni voto, del Pueblo; y votamos a la mayor calamidad de maleantes que haya tenido este país en su historia.
Podemos y VOX la misma muerda son.
Esto es el neoliberalismo más despótico y distópico. Las élites están sacando su artillería pesada para derribar cualquier atisbo de solidaridad y compromiso social, que no político, porque este último hace mucho tiempo que está podrido.