Opinión
De 600 a 1.100

Jamás podrás comprar una casa y a Madrid no le van quedando barrios. Todo el norte descartado, también el centro y prácticamente todo el este. ¿Qué será de nosotros dentro de un par de años?
Mani vivienda Puerta del Angel - 14
Vecinas del bloque han buscado dialogar con Vitruvio pero hasta el momento no han recibido ninguna respuesta por parte de la socimi. Manuel del Valle

Cambias de piso, de cama, de vajilla. Te habitúas a un nuevo portal, a otras escaleras y a otros vecinos. Revendes tus muebles, recompras un zapatero, reutilizas unas toallas blancas que a simple vista no parecen tener manchas. Cambias de parada de metro, de florista, de tendero. Te prometes a ti mismo patearte el barrio, volver a generar rutinas y no echar de menos. Pero para cuando todo el círculo vuelve a cerrarse, justo en el momento en el que Natalia, la trabajadora de tu nuevo bar favorito, ya se sabe tu nombre, cambias de nuevo de piso, de cerradura, de fogones.

Terminaste arquitectura, periodismo, relaciones internacionales. Empezaste un máster, unas prácticas o las dos cosas a la vez. Te apuntaste a otro máster, para poder seguir haciendo prácticas, y faltaste a todas las clases, pero sacaste un cinco, un seis o un siete, eso sí que daba igual. Algunos llegaron a hacer otro máster o incluso se matricularon de otra carrera para seguir en ese medio, en esa empresa, en esa oficina. Mientras compartías piso o incluso habitación, con los 300 euros de la beca más lo que te pasaban tus padres ibas tirando.

Te contrataron, no te contrataron, te hiciste autónoma. Te quedaste sin prácticas, sin trabajo y no tenías paro. Apenas cotizaste, aunque trabajabas ocho, diez o doce horas. Escribiste artículos, diseñaste conductos de ventilación, calculaste riesgos de hipotecas. Te fuiste haciendo mayor y por fin un contrato de mil euros. Pero te volvieron a echar del piso porque el dueño, la dueña, el hijo de la dueña, quería el piso para formar una familia, para vivir más cerca de Ciudad Universitaria, para comprarse un bonsái.

Así que, cambias de bloque, de vecinos, de supermercado. Te mudas a Carabanchel, a Puente de Vallecas, a Villaverde. Acudes con alegría a las fiestas del barrio, a la chocolatada, a la carrera popular. Memorizas sus calles, sus santos, sus secretos, y empiezas a preguntarte cómo sería poder comprarte una casa de la que no te puedan echar y no tener que seguir vagando por las calles de Madrid con cuatro cajas de plástico, en las que caben todas tus posesiones.

Piensas en alquilar un trastero, en comprar un bajo comercial y dormir al lado de un futbolín viejo, en volver a casa de tus padres y tirar la toalla. Cambias una vez más de amigos, de novia, de trabajo. Modificas los saludos, las despedidas, las presentaciones. Te apuntas a yoga, a escalada o a caminatas por el parque (que son gratis), mientras piensas en no gastar mucho porque en cualquier momento pueden volver a subirte el alquiler.

Y así sucede, de tanto pensarlo y temerlo, la casera te llama y ves su nombre en la pantalla: “María casera”, “Pedro casero”, “casero Delicias”; y te hace el terrible anuncio. Tu alquiler pasa de 600 a 900, de 600 a mil, de 600 a 1.100, y quieres morirte. Jamás podrás comprar una casa y a Madrid no le van quedando barrios. Todo el norte descartado, también el centro y prácticamente todo el este. ¿Qué será de nosotros dentro de un par de años?

Informar de un error
Es necesario tener cuenta y acceder a ella para poder hacer envíos. Regístrate. Entra na túa conta.

Relacionadas

Arte contemporáneo
Opinión Una grieta híbrida entre la masificación festivalera
VV.AA.
Injerto es ante todo un experimento. No es novedoso, ni pionero, es, al contrario, es un proyecto en curso que anda buscando devolver las prácticas culturales al territorio y situarlas.
Opinión
Opinión Ser palestino es difícil. Pequeño ensayo contra la indiferencia
La resiliencia, sin embargo, no es un cumplido: es el elogio de quien ha decidido no intervenir. Hay una comodidad cobarde en llamar resiliente a quien en realidad resiste.
Galantine
Galantine
7/10/2024 0:23

Verdad verdadera ¿Hasta cuando va a seguir subiendo el precio de la vivienda y de los alquileres sin que nadie del Gobierno o de los Ayuntamientos hagan algo?

0
0
LGTBIAQ+
LGTBIAQ+ Unha casualidade, unha resposta masiva e un debate incómodo: a sentenza de Samuel Luiz en contexto
O 22 de maio, o TSXG ratificaba o veredicto do xurado popular e recoñecía que o asasinato de Samuel Luiz foi un crime motivado por LGTBIfobia. O caso supuxo unha mobilización sen precedentes.
Xunta de Galicia
Política A Xunta recibe ao embaixador de Israel en funcións mentres Gaza agoniza ao bordo da fame
O Goberno de Alfonso Rueda escenifica a súa boa sintonía coa Administración de Benjamín Netanyahu apenas unhas horas despois de que Israel bombardease unha escola que servía de refuxio e ordenase unha evacuación masiva en Gaza.
O Salto medra contigo
Crowdfunding O Salto Galiza abre un crowdfunding para empapelar Altri
Queremos investigar os responsables políticos e empresarias do que podería ser o maior atentado ambiental da historia recente de Galiza.

Últimas

Alemania
Litigio climático Un tribunal alemán abre la puerta a que grandes emisores puedan ser responsabilizados de daños climáticos
El jurado descarta la demanda del agricultor peruano Saúl Luciano Lliuya por entender que el riesgo a su propiedad es demasiado bajo, pero esta misma argumentación podría llevar a condenas en otros casos.
Madrid
Derecho a la vivienda Victoria contra la Sareb: 16 familias consiguen firmar contratos después de años de lucha
Un bloque en lucha de Casarrubuelos (Comunidad de Madrid) consigue formalizar contratos con el banco malo, al que acusan de actuar “como un fondo buitre”. En Catalunya, diez ayuntamientos apoyan los reclamos de 62 hogares en huelga contra La Caixa.

Recomendadas

Culturas
Erika Lust y Sara Torres “El deseo tiene una potencia inagotable para transformar la realidad si lo liberamos de las normas”
Sexo, deseo o ética del placer son algunos de los temas que hilan la escritora Sara Torres y la productora de cine porno Erika Lust en ‘La abundancia del deseo’.