Opinión
La precarización de las trabajadoras que hacen de barrera en la lucha contra las violencias machistas

La discriminación y la falta de escucha es la realidad de muchas compañeras con quienes he compartido espacios laborales de intervención directa en violencias machistas. Las condiciones precarias de las trabajadoras provocan diariamente el agotamiento y huida de profesionales cualificadas.

Psicóloga clínica y feminista interseccional
30 nov 2020 05:00

En el mismo momento en el cual me dispongo a escribir unas líneas acerca de la precarización de las profesionales que trabajamos hace muchos años en intervención directa en violencias machistas, me llega un burofax que me informa que la entidad para la cual trabajaba como psicóloga me despide.

Un despido más en plena pandemia, aparecen las causas y las excusas, quien tiene el poder escribe e instituye “el relato”. La excusa empresaria fue la indisciplina de mi parte, al pedir continuar con el teletrabajo hasta que mejorara la situación epidemiológica en Catalunya-Barcelona. Dicha petición, que comuniqué a la empresa-asociación, se explica a partir de tener una condición autoinmune que me coloca en la población de alto riesgo frente al coronavirus.

Teletrabajé todo el confinamiento hasta el mes de octubre, cuidando y brindando tratamiento a mujeres, niñas y niños, pero en medio de la segunda ola de pandemia en el estado español, cuando tomo medidas de autocuidado, intento diferentes vías de negociación, diálogo, acuerdos para continuar temporalmente con el teletrabajo, por el alto riesgo para mi salud, ese cuidado es considerado una falta disciplinar y por lo tanto la decisión es dejarme sin trabajo ni posibilidad de reubicación alguna en la entidad. Pero, lo más importante de este relato es que no soy un caso aislado, el descuido y precarización de las profesionales que intervienen en la red de atención en violencia machista no es una excepción.

Esta situación de discriminación y de falta de escucha es la realidad de muchas compañeras con quienes he compartido espacios laborales de intervención directa en violencias machistas

Esta situación de discriminación, de falta de escucha y de prácticas feministas en la gestión de las relaciones de poder, de precarización laboral se refleja en los bajos salarios, la sobrecarga en la relación horas de trabajo–cantidad de mujeres, niños y niñas a quienes hemos de brindar tratamiento de salud mental por día, contratos de los llamados basura, temporales, sin estabilidad alguna. Y son cuestiones que van en detrimento de la calidad de la atención. Los datos que trascienden mi subjetividad. Es, como dije, la situación y la actualidad de muchas compañeras con quienes he compartido espacios laborales de intervención directa en violencias machistas, tanto en España como Argentina. En este sentido, advierto una serie de obstáculos que es necesario esclarecer y transformar para la continuidad y sostenimiento de las luchas feministas contra las violencias machistas que operan a nivel micro y macro social, dentro y fuera de las instituciones. 

Sabemos que sin la fuerza de trabajo de las mujeres, las personas racializadas, las de sectores populares, sin los cuidados, la vida cotidiana no se sostendría, sabemos que en el contexto de pandemia se agudizaron las violencias machistas, sabemos que las profesionales de intervención directa hemos sostenido la atención, los cuidados, y los abordajes en tiempo real, esto es al mismo tiempo que el contexto nos atravesaba subjetiva y socialmente en nuestros cuerpos, nuestras psiquis, nuestras pérdidas, nuestras relaciones de lazo social y nuestras responsabilidades con los cuidados de otras personas.

Violencia machista
25N: un grito desconfinado en las calles contra la violencia machista
Hoy las mujeres han desconfinado un grito unánime contra la violencia machista, en un 25N marcado por acciones menos numerosas pero igualmente simbólicas en una protesta de pandemia.

En medio de la pandemia, muchas trabajadoras hemos visto profundizada la precarización de nuestro trabajo, reducidas nuestras jornadas laborales o enfrentado despidos disciplinantes más que disciplinarios, que imponen perspectivas capacitistas, productivistas y descartan trabajadoras, a sabiendas que la cola del paro no deja de crecer. Entidades que hablan de, pero no practican, feminismos y conciliación de cuidados. 

Los límites, los bordes que nos ha impuesto la pandemia a nuestras prácticas cotidianas, no solo a quienes transitamos alguna patología crónica, son de esta manera negados, en un cinismo y negacionismo tal que incluso intenta instrumentalizar los cuidados de las personas a quienes brindamos tratamiento y con las que mantenemos nuestro compromiso profesional y feminista. Entre lo mucho que nos enseña el feminismo está la certeza que la entrega incondicional, incluso la entrega que pone en peligro nuestra subjetividad es una forma de controlar a las mujeres. Este tipo de prácticas, neoliberales y antifeministas, construye procesos de nuevas subjetivaciones obedientes, sacrificadas y ausentes de derechos, las cuales profundizan las rupturas de lazos sociales y aumentan la des-subjetivación, otro obstáculo más para luchar contra las violencias machistas. 

Esta realidad, sumada a la precarización, impide la organización de, entre las propias trabajadoras, promueve el productivismo

Esta realidad, sumada a la precarización, impide la organización de, entre las propias trabajadoras, promueve el productivismo por encima de los resultados en los tratamientos, la docilidad y obsecuencia de las trabajadoras que cada 2, 3, 6 meses ven en vilo sus puestos de trabajo según el humor de las dueñas. Llamo así a las gestoras de espacios del tercer sector, que toman los feminismos para vaciarlos de contenido. 

El llamado tercer sector es de una heterogeneidad tan amplia, con tantos matices y especificidades que escapa a estas reflexiones hacer un diagnóstico del mismo y menos es mi intención realizar una crítica generalizada y homogeneizante. Pongo el foco en las estructuras del tercer sector que se caracterizan en sus modelos de organización y trabajo por estar más cerca de las empresas (orden jerárquico, escasa participación de las trabajadoras en las decisiones importantes, poca transparencia, priorización de las ganancias por sobre la calidad del servicio, expulsión de las trabajadoras que reclaman por sus derechos, de las que no responden con obediencia y sumisión, de las que tienen problemas de salud, etc.), que de las cooperativas, asociaciones que sí trabajan de manera horizontal, incorporando el feminismo a sus prácticas cotidianas y contemplando el cuidado de sus integrantas. 

Me preocupa que muchas profesionales de sólida experiencia luego de un recorrido en el tiempo de intervención directa decidamos por cansancio salir de la intervención 

Una de mis preocupaciones, como psicóloga, como feminista interseccional, como responsable de garantizar tratamientos en la red pública de salud a mujeres y niñez y como una de las tantas trabajadoras que ha visto vulnerados sus derechos, es la forma en que algunas y aclaro, ni de cerca todas, las asociaciones que gestionan recursos de atención y recuperación integral en situaciones de violencia machista, al precarizar y discriminar a las profesionales, se transforman en sí mismas en un obstáculo para brindar asesoramiento y tratamiento con perspectiva feminista interseccional a quienes sufren violencia machista, en tanto provocan diariamente el agotamiento y huida de las profesionales cualificadas. Me preocupa que muchas profesionales de sólida experiencia luego de un recorrido en el tiempo de intervención directa decidamos por cansancio, agotamiento, burnout, salir de la intervención o “nos decidan”, por no coincidir/avalar,/legitimar prácticas que yo llamo “del descuido”. 

¿Cuál es el lugar, espacio, tiempo que las entidades dan a prácticas efectivas de cuidados para las profesionales? ¿Qué entendemos y a quiénes incluimos en los cuidados? ¿Qué implica en momentos de generalizada vulnerabilidad social precarizar laboralmente a quienes ejercen funciones fundamentales de cuidados? Creo que el primer paso debiera orientarse a “hacer lugar” a la demanda, a la escucha, algo que, no solo en el ámbito psicológico nos debería resultar familiar. Por otro lado, resulta necesario pensar en un nuevo pacto no solo entre las entidades y las administraciones públicas, sino entre las entidades y sus trabajadoras, que son quienes sostienen, en última instancia, las intervenciones directas y, por qué no, un nuevo pacto de construcción subjetiva.

Informar de un error
Es necesario tener cuenta y acceder a ella para poder hacer envíos. Regístrate. Entra na túa conta.

Relacionadas

Opinión
Opinión Diez alternativas a la seguridad militarizada
Con motivo de la cumbre de la OTAN del 24 y 25 de junio, organizaciones sociales, ecologistas, sindicales y políticas de distintos territorios del Estado español convocan viernes y sábado en Madrid la Conferencia por la Paz y contra el Rearme.
Gordofobia
Gordofobia Ozempic y el negocio del malestar
El miedo y la estigmatización de los cuerpos generan beneficios. La gordofobia está tan interiorizada que, de alguna manera, todas las personas tememos engordar.
Opinión
Corrupción La carretera corrupta, el perdón y el pregón
Recorriendo uno de los tramos de carretera que ha aparecido en el informe de la UCO sobre las corrupciones de Cerdán, Koldo, Ábalos y cía... siento un miedo que parecía haber superado en lo que siempre han llamado la recta de La Torre.
Ourense
Ourense Ourense organízase para loitar contra patrullas de extrema dereita nos barrios máis empobrecidos da cidade
A veciñanza e os movementos sociais responden ao discurso do medo promovido por Frente Obrero e sinalan a súa estratexia de criminalizar a pobreza e sementar odio en contextos de exclusión e abandono institucional.
Feminismos
Feminismo Dous anos sen reparación tras sufrir lesbofobia nun Rexistro Civil de Pontevedra cando ían inscribir a seu fillo
Un funcionario negouse a inscribir ao fillo de Antía e a súa parella. Un erro de redacción na lei trans está detrás dos argumentos que o funcionario esgrime para defender a súa actuación.
Medio ambiente
Medio ambiente Iberdrola proxecta un parque eólico que pon en risco un dos maiores xacementos fortificados de Galiza
A Xunta vén de declarar a utilidade pública para o parque eólico Castro Valente, a pesar de que a súa construción está suspendida cautelarmente polo Tribunal Superior de Xustiza de Galicia.
O Salto medra contigo
Crowdfunding O Salto Galiza abre un crowdfunding para empapelar Altri
Queremos investigar os responsables políticos e empresarias do que podería ser o maior atentado ambiental da historia recente de Galiza.
O Teleclube
O Teleclube 'O Teleclube' alucina no deserto con Óliver Laxe e 'Sirat'
Laxe leva o seu cuarto premio de Cannes, esta vez en competitición, polo seu novo filme que explosiona na gran pantalla.

Últimas

Alemania
Litigio climático Un tribunal alemán abre la puerta a que grandes emisores puedan ser responsabilizados de daños climáticos
El jurado descarta la demanda del agricultor peruano Saúl Luciano Lliuya por entender que el riesgo a su propiedad es demasiado bajo, pero esta misma argumentación podría llevar a condenas en otros casos.

Recomendadas

Culturas
Erika Lust y Sara Torres “El deseo tiene una potencia inagotable para transformar la realidad si lo liberamos de las normas”
Sexo, deseo o ética del placer son algunos de los temas que hilan la escritora Sara Torres y la productora de cine porno Erika Lust en ‘La abundancia del deseo’.
Filosofía
Brais Arribas, filósofo “Non se trata de empoderar senón de disolver o poder”
Durante a conversa, o profesor reflexiona sobre a saúde da filosofía galega, o poshumanismo, as novas masculinidades ou a experiencia da pandemia.