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Opinión
Sindicalismo que gana: la clave no es la unidad, sino organizar a las mayorías

Cada cierto tiempo renacen debates públicos en torno al anarcosindicalismo y al sindicalismo social. En este periódico hemos podido disfrutar ahora de varias opiniones sobre de la posibilidad de la unidad sindical, los modelos organizativos y las estrategias.
Siempre es positivo que se abra un espacio de discusión, pero hay una cuestión clave que ha quedado sin abordar ¿Cómo conseguimos que la mayoría de las plantillas en los tajos se impliquen en las luchas y se logren victorias reales? Si queremos un sindicalismo fuerte, hay que poner el foco en la organización real en los centros de trabajo y en la capacidad de movilizar a la mayoría de los trabajadores, no solo a los ya convencidos. No basta con tener estructuras sindicales correctas, ni con coordinar acciones entre diferentes organizaciones.
¿Secciones sindicales vs. comités? Más allá de la estructura
En el artículo que inicia este debate, Miguel G. Gómez argumentaba que la fusión entre CNT y CGT no es viable y abogaba por la acción conjunta desde la independencia de cada organización. Un planteamiento razonable más aún cuando existen diferencias estratégicas sobre como aplicar la acción sindical en la empresa, pero a la vez se torna insuficiente si no se responden las preguntas centrales: ¿Cómo lograr que la mayoría de la plantilla se involucre activamente? ¿Es posible actuar conjuntamente en la misma empresa si el objetivo es constituirse en el único sindicato de toda la plantilla? ¿En qué nos favorece en última instancia el pluralismo sindical en una misma empresa?
Un problema habitual es basar la actividad sindical en un pequeño grupo de militantes sin conseguir involucrar al resto. La organización debe centrarse en ganar mayorías
El modelo basado únicamente en las secciones sindicales es el más acertado para construir un sindicalismo con democracia directa, en el que todas las voces tengan peso y participación. Un modelo que posibilita la autonomía sindical, para que quienes protagonizan las luchas tengan la última palabra. Un modelo que, además, dificulta la burocratización, en el que existe la revocabilidad directa de delegados o enlaces sindicales. Lo explica Pep Cara en su artículo: poner en marcha una Sección sindical implica acompañamiento, formación, estrategia y dinamización desde la experiencia del sindicato matriz. La cuestión es que estas dificultades no son exclusivas de la apuesta que hace el anarcosindicalismo por las secciones sindicales.
Opinión
Opinión La unidad del anarcosindicalismo es la acción conjunta
Se argumenta que la acción sindical es más fácil al contar con representación legal. Con esto se pierde el foco en el problema práctico de fondo: sin la implantación mayoritaria de la sección sindical en la plantilla se carece de capacidad para negociar mejoras directamente con la empresa, se tenga o no de aliados de la empresa al tándem CCOO-UGT u otros. Un problema habitual es basar la actividad sindical en un pequeño grupo de militantes sin conseguir involucrar al resto de los trabajadores y trabajadoras en la toma de decisiones y acciones colectivas. La organización debe centrarse en involucrar a los trabajadores que aún no están convencidos.
Es importante capacitar a un grupo motor de trabajadores que actúe como enlace entre el resto de trabajadores y el sindicato, que asuman el rol de movilizadores y construyan confianza en la acción colectiva. También identificar a “trabajadores clave”, aquellas personas que por experiencia, conocimientos, valentía o capacidad de cohesión son especialmente respetadas por sus compañeros y pueden movilizar a otros. Las secciones sindicales deben poner el foco en ganar mayorías dentro de las plantillas. Sin una estrategia comunicativa clara para lograrlo, crece el riesgo de quedar aislados o reducidos a pequeños grupos de militantes sin fuerza suficiente para imponer mejoras.
Activismo vs. organización: la necesidad de un sindicalismo ganador
Un elemento del imaginario popular de la izquierda y que el anarcosindicalismo actual no se libra: entender el activismo como sustituto de la organización. Apostar por la movilización en la calle, la protesta y las manifestaciones como el atajo para la transformación social. José Luis Carretero señalaba en su artículo que la unidad del anarcosindicalismo es clave para construir una alternativa sindical de masas. Difícil no estar de acuerdo con la promesa de lo que podría conseguir, pero se sigue sin abordar la pregunta clave: ¿Cómo asegurar que cualquier modelo de la unidad sindical empodere a la mayoría de los y las trabajadoras?
Hay otro problema en el argumento que desarrolla la propuesta y es el imaginario que trasmite. No se habla de huelgas indefinidas, con respaldos mayoritarios convocadas para mejorar convenios colectivos de empresa o ramo; piquetes masivos que generen un clima de agitación continuada. Se habla de movilizaciones generales y protestas en la calle que no construyen bases sólidas en los centros de trabajo ni en los barrios. Todas positivas en términos de solidaridad y visibilidad, pero ¿contribuyen a una afiliación masiva y a una mayor capacidad y organización en los centros de trabajo? Si estas movilizaciones no se traducen en un crecimiento real de los sindicatos en los centros de trabajo, se corre el riesgo habitual de quedarse en acciones simbólicas, masivas, pero sin impacto estructural.
El verdadero reto es construir sindicatos que ganen, no solo coordinarlos. Si el anarcosindicalismo quiere ser una fuerza transformadora, el foco debe estar en cómo organizamos y movilizamos a la mayoría de los trabajadores para conseguir victorias
La clave es no solo participar en luchas sociales y apostar por la unidad en las movilizaciones, sino conseguir conectar esas luchas con una estrategia sindical que construya poder dentro de las empresas y sectores laborales. Esto es la apuesta por la organización (el organizing que dicen en inglés), que es algo diferente del activismo. Se trata de trabajar desde un enfoque en el que el sindicato no solo llame a protestas, sino que construya estructuras organizadas en los centros de trabajo, buscando que la mayoría de la plantilla participe y se convierta en la protagonista de sus propias luchas.
Ganar mayorías y construir poder sindical real
El verdadero reto es construir sindicatos que ganen, no solo coordinarlos. Si el anarcosindicalismo quiere ser una fuerza transformadora, el foco debe estar en cómo organizamos y movilizamos a la mayoría de los trabajadores para conseguir victorias, porque sin victorias, cualquier modelo sindical es solo una estructura vacía.
Opinión
Opinión Impulsar la unidad anarcosindicalista es una tarea estratégica imprescindible
Por eso, la pregunta no es “¿Cómo nos unimos?”, sino “¿Cómo organizamos?”. No importa si hay uno o múltiples sindicatos anarcosindicalistas o si se prefiere una coordinación formal de estructuras, lo crucial es si cualquiera de esos modelos logra involucrar masivamente a los y las trabajadoras en defensa de sus intereses, de forma sostenida y victoriosa.
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Julio hace una de las preguntas fundamentales. Haciendo un símil partidista que nada tiene que ver, la diferencia entre Ciudadanos y Podemos respecto a PP y PSOE, es que los primeros se vinieron abajo simplemente cuando los medios dejaron de inflarlos o con cuatro campañas burdas de desinformación, y los segundos aguantaron la caja B y el 15M, dos bombas atómicas en su percepción social, porque tienen una organización sólida, de base, intrincada en las organizaciones civiles. Sólo una organización extremadamente sólida y masiva te permite hacer cambios revolucionarios.