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Opinión
Vitoria 3 de marzo. El memorial que soñamos
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El día de la marmota se vuelve a producir en Gasteiz respecto a la creación del Memorial 3M en la iglesia de San Francisco, lugar donde se produjo la masacre de cinco trabajadores a manos de la policía en 1976.
Aunque parezca mentira, se ha tardado un año en registrar la Fundación que gestionará el Memorial. Mientras que, en el Congreso español, se vuelve a publicitar la concesión de 600.000 euros para el memorial que ya se publicitó en 2022. Como pasa todos los años, cuando se acerca la fecha señalada del tres de marzo, a algunos les entran las prisas y aparecen titulares con novedades que no lo son tanto.
Este año hemos sabido, por ejemplo, que La Iglesia de San Francisco será Lugar de Memoria, algo que ya se anunció el año pasado, mientras que la primera reunión del Patronato que regirá la Fundación todavía no tiene fecha.
Lo más preocupante es, que mientras las instituciones continúan en bucle, la iglesia de San Francisco se deteriora a pasos agigantados, y los distintos actores institucionales implicados aplican aquello de “el uno por el otro la casa sin barrer”.
Afortunadamente, la parte social, la Asociación de Víctimas Martxoak3, y Memoria Gara, continúan paso a paso avanzando en la creación de un modelo de Memorial, a través de la participación ciudadana y de personas expertas de distintos ámbitos: el Memorial que soñamos.
Desconocemos las propuestas al respecto de la parte institucional, que no han sido puestas aún sobre la mesa del Patronato de una Fundación que tarda demasiado en arrancar, y en la que la presión popular ha conseguido que estén presentes las víctimas y la sociedad civil.
Sí hemos conocido, a través de la prensa, algunas generalidades al respecto, en el sentido de que el Memorial tiene que mostrar las bondades de la transición democrática, considerando las luchas que desembocaron en la masacre de 3M como parte de un impulso popular hacia la democracia.
Se podría argumentar, que al contrario de un hito de la transición democrática, la masacre el 3M fue un escarmiento para evitar que la transición fuera más allá de un pacto con el régimen
En mi opinión, semejante enfoque no responde a la realidad de lo sucedido en 1976 ni al espíritu del 3M —entendido no sólo como un hecho puntual sino como un proceso que todavía continúa— sino que, al contrario, constituye una visión cuando menos parcial y muy discutible, que sólo nos conduce a la división en la construcción del Memorial, en vez de ser un elemento de consenso.
Tal visión oculta que la masacre del 3M representa la parte oscura, o mejor dicho oscurecida, de una transición que se nos presenta como modélica. ¿Cómo encaja —por ejemplo— este enfoque con el hecho de que el responsable político de la masacre, Manuel Fraga, sea uno de los padres de la Constitución, con busto de honor en el Senado del Reino de España?
¿Cómo se entiende que la “democrática” Justicia española niegue aún la verdad de lo sucedido y se niegue a juzgar a los responsables? ¿Por qué el Reino de España obstaculiza el juicio de uno de los presuntos perpetradores, Rodolfo Martín Villa, por parte de la jueza María Servini en Argentina?
Argentina
María Servini “Argentina avanzará en la causa del franquismo en tanto el Gobierno español nos apoye”
Se podría argumentar, que al contrario de un hito de la transición democrática, la masacre el 3M fue un escarmiento para evitar que la transición fuera más allá de un pacto con el régimen que garantizara la impunidad de los crímenes franquistas y el mantenimiento de los beneficios ilícitos de las élites asociadas al régimen.
Las palabras de Fraga al visitar Vitoria tras la matanza: “que estos hechos sirvan de ejemplo para todos”, dejan claro que el gobierno postfranquista ponía una línea roja de sangre respecto a la transición que se iba a producir.
Además, priorizar el enfoque del 3M como un impulso a la democracia deja en segundo plano que el 3M fue un proceso de lucha obrera con reivindicaciones sobre todo sociales y laborales, una lucha frente a la patronal y el gobierno de entonces, que defendían sus intereses de clase.
Por tanto, si no queremos traicionar lo que supuso el 3M, el Memorial debería centrarse en la lucha obrera y contra la impunidad, ese debería ser su leit motiv.
El 3M fue, ante todo, un impulso popular de solidaridad hacia las personas más desfavorecidas, hacia una nueva clase trabajadora —mayoritariamente migrante— que supo unirse y conseguir el apoyo solidario de buena parte de la ciudadanía de Vitoria.
Considero que ahí deberían estar los elementos básicos sobre el modelo que queremos para el Memorial: Lucha obrera y solidaridad frente a la injusticia y la impunidad. Conceptos amplios y susceptibles de consenso sobre los que poder empezar a trabajar.
En un Memorial que no debería ser un “contenedor” nostálgico de recuerdos, que contenga (en el sentido de contención) el potencial transformador de la memoria del 3M, sino más bien un “proyector” que ilumine el camino con la luz de la memoria colectiva hacia un futuro de igualdad y justicia social.
En todo caso, de manera paralela a este debate necesario, la prioridad debe ser acometer de una vez, y cuando antes, las obras de rehabilitación del edificio, incluido un estudio arqueológico y la preservación de las señales de disparos y otras posible huellas físicas de la masacre.