Oriente Próximo
La diáspora kurda ante la caída de Bashar al-Assad
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La noche del 7 de diciembre, Damasco estaba rodeada. El avance de los insurgentes, encabezados por Hayat Tahrir al-Sham (HTS), dejó al régimen acorralado en su propio bastión. Los aliados históricos de Assad optaron por la retirada estratégica, mientras el primer ministro Muhammad al-Jalali anunció la disposición del gobierno a una transición política.
Sin embargo, tampoco para el pueblo kurdo, el cambio de régimen es garantía de un futuro estable. En el noreste de Siria, donde en 2014 se proclamó formalmente la Administración Autónoma del Norte y Este de Siria (AANES), el colapso de Assad representa tanto una oportunidad como una amenaza. Fuad Omar, miembro del Partido de la Unión Democrática (PYD) y corresponsable de relaciones exteriores en Europa en Bruselas, lo resume: “A pesar de la alegría por la caída del tirano, esta situación nos pone en estado de alerta, como al inicio de la revolución.”
Turquía intensifica su ofensiva
En paralelo al colapso del régimen, Turquía intensifica su campaña militar contra la región autónoma kurda, reforzando los ataques aéreos y lanzando incursiones terrestres en áreas clave. Desde Ankara, el presidente turco Recep Tayyip Erdogan justifica las operaciones como parte de una lucha antiterrorista contra el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), pero en la práctica, estos ataques han afectado gravemente a civiles y a la infraestructura.
“La ofensiva turca no solo busca debilitarnos militarmente, sino también desplazar a nuestra gente, borrar nuestra cultura y minar nuestro proyecto político”, denuncia Leyla Ahmed
Para la diáspora kurda, las noticias desde la región son motivo de alarma. “La ofensiva turca no solo busca debilitarnos militarmente, sino también desplazar a nuestra gente, borrar nuestra cultura y minar nuestro proyecto político”, denuncia Leyla Ahmed, miembro de una red de solidaridad kurda en Berlín. En el terreno, el impacto es palpable: hospitales destruidos, población evacuada y la constante amenaza de una invasión a gran escala a la espera de mantener la promesa de alto el fuego. Para Fuad Omar, el objetivo es claro: “Turquía quiere acabar con los kurdos y aplastar nuestras fuerzas políticas. Aprovecha el vacío de poder en Siria para avanzar en su agenda expansionista.
Leyla Ahmed destaca: “Rojava no es solo para los kurdos. Es un ejemplo para cualquiera que sueñe con unas estructuras más justas”
Desde Bruselas, Omar también alerta sobre la situación que pueden enfrentar las minorías en Siria, señalando que el 75% del territorio está controlado por facciones que niegan los derechos de otros pueblos. Liderado por Abu Mohammad al-Jolani HTS busca proyectar una imagen moderada hacia el exterior mientras impone un gobierno represivo basado en una interpretación religiosa particular. Human Rights Watch ha documentado cómo más de 27 facciones bajo el paraguas del HTS, vulneran los derechos fundamentales, sobre todo de mujeres y minorías. Según el portavoz kurdo en Bruselas, el peligro es claro: “Podrían ocurrir masacres masivas contra kurdos, yazidíes y otras minorías.”
Mientras tanto, Daesh, a pesar de su debilitamiento, mantiene células activas y campamentos en el desierto sirio, desde donde lleva a cabo ataques esporádicos para reafirmar su presencia. Como señala el activista kurdo Dr. Mustafa desde Madrid, “Daesh como ideología no ha muerto y sigue infiltrándose en muchos espacios”. Se ha documentado como combatientes del Daesh están participando en fuerzas de oposición y en milicias respaldadas por Turquía en Siria.
Redes de solidaridad
Desde fuera, la diáspora kurda sostiene un papel fundamental en amplificar la voz de quienes resisten en el noreste de Siria. A través de las redes de solidaridad, buscan presionar para que los ataques cesen y se reconozca el derecho kurdo a la autodeterminación. “No tenemos embajadas, somos nosotros y nosotras, quienes desde la diáspora, llevamos al mundo la realidad de nuestra lucha” afirma el Dr. Mustafa.
No obstante, la frustración es evidente: “Hemos aprendido a no confiar en las grandes potencias. Prometieron protegernos en el pasado, pero priorizan sus intereses con Turquía, incluso cuando eso significa traicionar sus propios principios democráticos” comenta Leyla Ahmed y añade que “sin apoyo internacional, será difícil sobrevivir.”
En medio de la adversidad, el legado de Rojava sigue siendo un modelo único en la región que representa una alternativa al autoritarismo dominante, basado en la democracia directa, la igualdad de género y el ecologismo. Leyla Ahmed destaca: “Rojava no es solo para los kurdos. Es un ejemplo para cualquiera que sueñe con unas estructuras más justas”. Además, el Dr. Mustafa pone en valor los logros alcanzados: “Lo que hemos construido en estos años es invaluable. Nuestros niños y niñas han crecido en las escuelas kurdas, aprendiendo a amar la libertad de manera desinteresada. El pueblo kurdo no lucha por dinero, sino por principios y valores.”
El fin del régimen de los Assad plantea una pregunta inevitable: ¿habrá espacio para el reconocimiento kurdo en la reconstrucción de Siria? Para el Dr. Mustafa, es fundamental no repetir errores del pasado: “Venimos de muchas promesas rotas. Desde la Administración Autónoma del Norte y Este de Siria (AANES) vamos a mandar una delegación a Damasco para saber qué opinan sobre nosotros. Queremos una Siria en paz, que respete los Derechos Humanos y a sus minorías. Negar esto es condenar al país a una guerra permanente”.
Fuad Omar mantiene que, pese al contexto adverso, el pueblo kurdo hará todo lo posible por asegurar un lugar en el futuro del país: “Lucharemos en todos los frentes políticos y diplomáticos para garantizar que el pueblo kurdo tenga un papel activo en la reconstrucción de Siria”.
La historia reciente de los kurdos está marcada por traiciones, pero también por una inquebrantable voluntad de resistir. Como concluye el Dr. Mustafa: “Siempre dicen que los kurdos tenemos las montañas, pero sobre todo, tenemos a los amigos”.
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