Opinión
Después de Gaza, África 50: Franco Berardi “Bifo” y René Vautier

El Observatorio de Vídeo No Identificado (desorg.org) ha invitado a Franco Berardi “Bifo” a Barcelona para “pensar después de Gaza” este jueves 18 de diciembre, acompañando la proyección de “África 50”, de René Vautier, (“el cineasta más censurado de Francia”), en La Filmoteca de Catalunya. Y este martes 16 Bifo estará también en Madrid presentando “Pensar después de Gaza” en la librería Traficantes de sueños.
Africa 50
África 50
16 dic 2025 08:28

Exteriormente, uno puede ilusionarse y tener esperanza, pero cualquiera en su fuero interno sabe demasiado bien que ningún gobierno tiene la menor posibilidad de desordenar el orden del mundo, sino solo de confirmarlo (…) Los gobiernos de la democracia real no pueden hacer nada, excepto prolongar e intensificar la catástrofe en curso. (…) Sin verdad, la realidad solo es mentira, así como la verdad sin la realidad no es más que impotencia (…) El encuentro de la realidad y la verdad en la historia es una experiencia sensible y entusiasmante que indica que se ha traspasado el umbral más acá del cual hay narcosis, y más allá del cual ya no se está dispuesto a tolerar lo intolerable. En ese umbral, el de lo imposible, se combate y se construye. Son los fragmentos de una experiencia en curso.

Marcello Tarì, No existe revolución infeliz. El comunismo de la destitución (Editorial Petit 14, 2025)

¿Hasta cuándo?

Llegamos al final de una época. ¿La civilización contaminante del capital? ¿Los mil años de la revolución papal y su afán clerical de crear Iglesia en todas partes? ¿El Estado como relación social del neolítico? Sea como sea, la civilización vive su ocaso entre los escombros de un mundo maltratado con saña, bajo el emblema de un orden de derecho, de razón y de progreso tecnológico.

Bifo dice más, dice que “después de Gaza” ninguna de las justificaciones tardomodernas nos sirve ya. Un Occidente senil justifica un genocidio retransmitido en directo. Un Occidente senil balbucea ante la masacre de hijas, de hijos, de ancianos, sin reconocer sus formas coloniales actualizadas para un mundo cibernético. Un Occidente senil prepara la “guerra inter-blanca” como única manera de no tener que rendir cuentas: que el último político sea ahorcado con las tripas del último banquero, parafraseando al abate Meslier en el preludio de la Revolución Francesa.

Ni la política sirve, ni la razón, ni el lenguaje argumentado, ni la esperanza en una futura reconciliación. “Quien continúa haciendo como si fuese posible restaurar la universalidad de la razón no ha comprendido. Quien cree que la voluntad política puede subvertir lo irreversible, no ha comprendido (…) Quien piensa que la palabra democracia tiene significado no ha comprendido (…) Y al contrario, tenemos que comprender (…) Hay que comprender porque solo cuando hayamos comprendido podremos comenzar a cumplir la única acción razonable: alejarnos de la vinculación histórica, olvidar la identidad (las identidades) y por tanto descubrir —o más bien instaurar— una dimensión no histórica, no política, en la que sea posible la amistad, la alegría y la cortesía. Quien comprende deserta...” (Pensar después de Gaza, Editorial Tinta limón, 2025).

Ni la política sirve, ni la razón, ni el lenguaje argumentado, ni la esperanza en una futura reconciliación. «Quien continúa haciendo como si fuese posible restaurar la universalidad de la razón no ha comprendido

Desertar de la humanidad, de la última coartada del poder. La humanidad ha sido siempre “demoníaca por su ambigüedad”, como diría Walter Benjamin: el proyecto de la humanidad universal ilustrada, finalmente reconciliada en el futuro, ha sido al mismo tiempo, en cada presente nunca reconciliado, la justificación de las peores humillaciones y atrocidades. Después de Gaza no hay futuro. Los velos de la humanidad razonable se nos pudren en la boca como hongos. Es el final de una civilización confundida hasta el delirio por su propio maltrato, que se debate con la ferocidad de un animal herido.

Bifo acierta a señalar que el hundimiento no es simplemente exterior. No estamos separados del mundo que nos atraviesa. El hundimiento es tanto psíquico como económico, es tanto de una sensibilidad mutilada como de un medio ambiente envenenado, atañe tanto a las estructuras jurídico-políticas como a la tonalidad depresiva de una situación donde no hay alternativa. Vivimos bajo operaciones de guerra psicológica que buscan traumatizarnos, dejarnos bloqueados y desorientados. Seres cuya angustia debería reclamar un guía fuerte y clarividente. Títeres para gritar unidos el deseo de aniquilación de enemigos míticos: Amalek. Los árabes. Los rusos. Los bárbaros contra la nación. Da igual. Aniquilación: según las encuestas, en medio de la guerra la mayoría de habitantes de Israel estaba en contra del envío de alimentos y medicinas a Gaza.

El hundimiento es tanto psíquico como económico, es tanto de una sensibilidad mutilada como de un medio ambiente envenenado. Vivimos bajo operaciones de guerra psicológica que buscan traumatizarnos, dejarnos bloqueados y desorientados

Hay una curiosa resonancia entre Bifo y René Vautier a uno y otro lado de África 50.

René Vautier vivió de adolescente una similar situación sin salida. Ninguna vieja mediación política o institucional resultaba practicable para un chaval proletario en la indómita Bretaña, bajo la ocupación nazi de Francia. Había que inventar formas de romper el juego. Vautier empezó con pequeñas acciones nocturnas. Salir a romper las mirillas de los puestos de tiro nazis que debían repeler una posible invasión desde el Océano. Siguió después pasando mensajes y explosivos. Preparando sabotajes de la logística militar. Algunos de sus amigos murieron en aquellas incursiones nocturnas. De la Resistencia salieron las y los mejores de su generación, a pesar de que “la calidad de los resistentes no es, ay, por todas partes la misma”, decía René Char. En la experiencia de la resistencia se guarda “el tesoro perdido de las revoluciones modernas”, decía Hannah Arendt. Una generación, un gesto y un tesoro que tenemos aún que comprender.

Cuando la política no sirve, ni la razón, ni el lenguaje argumentado, cuando la máscara humanista del gobierno se evapora, hay que tomar las cosas en las propias manos. Nadie va a arreglar las cosas por nosotros ahí arriba. Hay que dejar de pensar el espacio de lo político como el de la publicidad. El silencio y los pequeños gestos adquieren otra vez consistencia. Organizarse cara a cara, de lo cercano a lo cercano, en el anonimato bajo el radar, fuera de la escena pública e institucional, entre el sotobosque y los senderos. Después de la guerra, fue igualmente así como René Vautier consiguió rodarÁfrica 50y arrancar las bobinas y a sí mismo de la persecución policial en la Colonia.

Porque no espera nada

Con 21 años da un bofetón al gobernador colonial francés que le está insultando por grabar el maltrato y no los beneficios que trae a los africanos la civilización. Arroja por la ventana en una pelea a quien estaba registrando su habitación: un policía. Sale escondido en un camión de verduras. Pasa diez días en una “cabaña dogón”, donde los abuelos van a morir cuando sienten que ha llegado su hora. Es liberado de una comisaría con su material por una manifestación en Bobo-Dioulasso. Muere tres noches seguidas y es llevado en ataúd acompañado de lloronas entre los barrios de Dakar. “Durante el rodaje y el retorno, solidaridad, por tanto, en toda la línea. Y la pregunta que me hago es la siguiente: ¿si para hacer esta película hubiera adoptado la vía del disimulo y la hipocresía, esta cadena de amistad y complicidad habría existido?”

Con 21 años da un bofetón al gobernador colonial francés que le está insultando por grabar el maltrato y no los beneficios que trae a los africanos la civilización

Un plano conspirativo de amistades y complicidades, opaco al poder, que trata de elaborar una salida al Apocalipsis que fue la esclavitud y la realidad colonial.

La ambigüedad en la continuación de esta historia está en la política tanto como en la Guerra Fría. Las redes de amistad y complicidad duraron hasta que trataron de convertirse en partido político y conquistar el poder. Modibo Keïta en el Malí de la revuelta Tuareg. Kwame Nkrumah aislado en un castillo embrujado de Ghana. El sufrimiento provocado por intentar desarrollar las fuerzas productivas —del Capital— en África, fue un trabajo impulsado por socialistas. Igual que en Rusia tras fracasar la expansión mundial de la revolución comunista. Con la descolonización apareció la CIA y los golpes de Estado “por el bien del Imperio”, y los escombros no han dejado de amontonarse. El bloqueo histórico de la Guerra Fría había comenzado con el abandono y la mentira contra el grupo más amplio y mejor organizado de maquis comunistas, en la Grecia donde los masacran Generales y yanquis, en 1954.

Frantz Fanon había advertido que era una mala idea tratar de imitar a los blancos. En el fondo comunal de África conjugado con la experiencia de la resistencia latía la potencia ética y sensible para ensayar otras vías. No hay que copiar, decía, ni desear las casas, los coches o los cuerpos de los amos. Frantz Fanon también decía que cada generación se encuentra en una relativa situación de cautiverio y encuentra ante sí una tarea revolucionaria.

Frantz Fanon también decía que cada generación se encuentra en una relativa situación de cautiverio y encuentra ante sí una tarea revolucionaria

Hemos comprendido mal la revolución. Eso esta claro. No hemos comprendido qué anhelo latía en la sombra de la experiencia revolucionaria: No imitar a los amos hasta convertirse en uno de ellos. No constituir un Estado para desarrollar las fuerzas productivas. No seguir amontonando las ruinas de la historia y la política hasta que ya no podamos respirar. Sino más bien salir. Desertar. Aún más, destituir este mundo y sus relaciones de mierda con uno mismo, con los otros y el mundo que nos dejan a merced de un infierno administrado.

No hay nada que parezca más lejano que la revolución. Y nada que se reclame con más fuerza.

Caminamos sobre el umbral del fin. Sin justificaciones. Sin esperanza. Con un mundo que parece cerrarse sobre sí mismo para devorarse.

Ridícula aparece la esperanza en la democracia para salvarnos de la toma del poder nazi. Los nazis ya están aquí. Hace mucho. Los vencedores ejecutarán el testamento de los vencidos, dijo Bordiga al acabar la 2ª Guerra Mundial. Organizar la integración en la homogénea sociedad depresiva del capital de un proletariado todavía orgulloso, recién llegado a la fábrica: la subsunción real, “la fábrica de la infelicidad”. “La democracia y no el capital derrotó a la clase obrera”, decía Tronti. La democracia y el capital, habría que decir.

Ridícula aparece la esperanza en la democracia para salvarnos de la toma del poder nazi. Los nazis ya están aquí

Francia ya ha sido ocupada. El mundo ya ha sido ocupado

¿Lo hemos comprendido o todavía no? Nos encontramos en una situación análoga a la que forjó en el anonimato lo mejor de su generación: Mascolo y Antelme, Marguerite Duras y Elio Vittorini, René Vautier y René Char y tantos otros y otras “hijos de la noche”, como dicen los Gimenólogos. Seres anónimos atacando en la noche detrás de las líneas, tejiendo vínculos de amistad y complicidad, tomando en serio su tarea.

Todo en la tonalidad de la época está contra esta tarea. No hemos comprendido el anhelo en la experiencia revolucionaria. Tampoco el que late en la experiencia apocalíptica. En 1492 ésta empieza en las Américas. Un poco más tarde en África, porque los indígenas no servían para el trabajo forzado en su propia tierra. Llega hoy a Occidente. Y nos encuentra desarmados. Porque incapaces de “elaborar el final”, como decía Gianni Carchia. Carchia definía la doble incapacidad de elaboración de otro final como una doble “distonía emotiva”, fruto de una mala comprensión de la modernidad tardía. Por un lado la “depresión mítica”, que solo ve nuevos comienzos constituyentes, eterno recomienzo sin fin de instituciones retóricas, jurídicas, políticas. Por otro lado la “euforia neo-gnóstica”, donde la historia nunca sirvió para nada y todo ocurre ahora, y que “concede ya siempre la salvación metahistórica a quien, individualmente, se haya liberado de lo inauténtico”. La depresión de la encerrona en la larga vía de las instituciones representativas, que giran en su inanidad incapaces de afrontar lo que “después de Gaza” ya está aquí. La euforia de un ahora sin profundidad y sin mundo, que acaba girando en torno a la salvación personal, donde ya hemos sido barridos de pura impotencia.

Esencial es que la apocalíptica sea apocalíptica de la historia y no del cosmos natural, y no de un evolucionismo indiferenciado. Elaboración de una salida de la historia hacia otras formas de existencia.

Esencial es que la revolución sea revolución contra y fuera de la política, como dijo el joven Marx hace demasiado tiempo. Precisamente tratando sobre esa cuestión judía que hoy nos estalla en la cara. Elaboración de una salida de la política y del ecumenismo clerical izquierdista, o cristiano, hacia otras formas de existencia.

Intratables, poneos en camino. No retraséis la salida.

El martes en Madrid y el jueves en Barcelona
La convocatoria es este jueves 18 de diciembre a las 20h en  la Filmoteca de Catalunya. Y en Madrid se presenta Pensar después de Gaza este martes 16 a las 19h en Traficantes de sueños (C/Duque de alba)

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