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Partidos políticos
Mejor
A finales de este mes las distintas opciones políticas nos enfrentamos en unas elecciones municipales y forales compartiendo la idea de que hay que “mejorar”. Defendemos una mejor Bizkaia, una mejor Ermua, una mejor Enkarterri… El matiz está, por un lado, en qué significa “mejor” para cada cual, y por otro, en qué es lo que hay que mejorar en cada caso.
Para entender qué hay que mejorar, debemos tomar referencia del punto de partida. Una vez oí que una sociedad es tan fuerte como lo es su eslabón más débil, y con esta idea me quiero centrar en un ejemplo: en la Euskadi de 2014, antes de la Ley Vasca de Vivienda que reconoce dicho derecho como subjetivo, había 323 personas en calle; en la previa a la legislatura (año 2018) que ahora acaba, 435 personas; en el año de la pandemia (2020), 2.797, y según el último recuento del pasado noviembre, 4.456 personas. Tenemos una Bizkaia donde su eslabón más débil no ha hecho sino crecer, aumentar 14 veces.
Tenemos una Bizkaia donde su eslabón más débil no ha hecho sino crecer, aumentar 14 veces. De 323 personas en situación de calle en 2014 a 4.456 con datos del pasado noviembre
Hay otro consenso en el que parece que coincidimos las opciones políticas acordes con los Derechos Humanos: la Agenda 2030. Este acuerdo de las Naciones Unidas establece una serie de medidas que favorecen poner fin a la pobreza y el hambre en todas sus formas, así como garantizar la dignidad e igualdad de las personas. En esta clave, creemos que es prioritario que lo primero en las políticas públicas de Bizkaia sean precisamente las personas, y que lo público es la fuerza que ha de erradicar estas desigualdades, por dos vías:
Por un lado, los servicios públicos son un “pago en especie” por el cual “lo colectivo” institucionalizado nos garantiza necesidades básicas tales como la educación, la cultura, el transporte, la información, la sanidad… Son medios por los que las Administraciones públicas re-equilibrna nuestra sociedad cubriendo necesidades esenciales independientemente de nuestra nómina o que no la tengamos. Y nos los están robando de manera impune, porque en este sistema sociópata y ecocida se ha vuelto normal que los derechos sociales sean un terreno para el negocio: hay negocio en la educación, en la sanidad, en la desinformación, en convertir la cultura en un símbolo de estatus y no bien colectivo…
En este sistema sociópata y ecocida se ha vuelto normal que los derechos sociales sean un terreno para el negocio: en la educación, en la sanidad, en la desinformación, en convertir la cultura en un símbolo de estatus y no bien colectivo…
La otra vía para erradicar las desigualdades es la principal competencia foral y garantía de lo anterior: la fiscalidad. Para tener una sociedad con justicia social necesitamos una fiscalidad justa y redistributiva. Sencillamente, que paguen más impuestos quienes más tienen. Pero en Bizkaia tenemos justo lo contrario, como pasa en territorios gobernados por PP. Y lo tenemos porque PNV indica que la fiscalidad no es una herramienta de justicia sino una “palanca de atracción y retención del talento”, donde talento significa tener una empresa con éxito: es decir, ser rico. Esto se traduce en que en Bizkaia algunas grandes empresas cotizan menos que una persona trabajadora promedio: pese a que Bizkaia ha sido sede de 4 empresas del IBEX 35 (la principal sede tras Madrid, por encima de Barcelona), el peso de la fiscalidad recae sobre las personas trabajadoras: Hay que acabar con las deducciones de las que muchas de estas empresas además se benefician a la hora de pagar el Impuesto de Sociedades. A esto, hemos de añadir que el PNV ha rechazado impuestos a los ricos, como el PP de Andalucía o el Madrid de Ayuso, no es de extrañar que ella misma se venga a Bilbao.
En Bizkaia, la principal competencia foral, la fiscalidad, no favorece la justicia social, como pasa en territorios gobernados por PP.
Con esto, lo que toca para mejorar es asegurar y apretar el Impuesto de Patrimonio, que en más de una ocasión PNV ha cuestionado, y debemos desarrollar garantías contra quienes hoy se instalan en Bilbao (o Donostia) y mañana en Madrid o Andorra, sean un banco o un jugador de tenis: defendemos que, si un Ferrovial se quiere ir, no lo haga con nocturnidad y sin contribuir. Pero hay también que avanzar en la progresividad del IRPF, así como desarrollar otros impuestos que graven a las grandes empresas( como el Impuesto sobre grandes superficies, centros y cadenas comerciales), y poner en marcha herramientas fiscales como la tasa turística para regular impactos y aprovechar sus beneficios para el bien común.
La gente de derechas suele cacarear eso de que “El mejor sitio para el dinero de las y los contribuyentes en su bolsillo”, algo propio de quien no han tenido una necesidad en su vida.
Necesitamos, debemos defender lo público para desarrollar unas vidas dignas, y para ello es imprescindible un modelo fiscal en el que aportemos según lo que tengamos. Para ello, sin duda son necesarias alianzas, no solamente por mera cuestión matemática, sino porque este tipo de consensos no debería depender de las decisiones de una sola fuerza política por muy fuerte que esté electoralmente, aunque fuera la mía: este tipo de cuestiones requieren de grandes consensos avalados no únicamente por las urnas, sino por el respaldo de la sociedad organizada: asociaciones vecinales, personas usuarias, sindicatos, AMPAs…
Recogemos el guante, la necesidad de desarrollar otro modelo de desarrollo para Euskal Herria es incuestionable, pero las alianzas también, tanto en la institución como en la calle. O, más bien, atar en la institución lo forjado en la calle: “Dejar la huella del barro en la moqueta”. Poca mejora real y coherente con las necesidades de la mayoría social conseguiremos de lo contrario.