Marxismo
La Cerdeña de Gramsci

El primer contacto con ideas radicales y socialistas del pensador italiano fue en el contexto del crecimiento del nacionalismo sardo entre los siglos XIX y XX. Gramsci nunca olvidó los problemas campesinos y la complicada dialéctica de los factores regionales y de clase.
Andrìa Pili. Licenciado en Economía y miembro del colectivo decolonial sardo Filosofia de Logu.
25 feb 2022 19:35

“Antonio Gramsci nació en Cerdeña en 1891; Cerdeña estaba en una relación ‘colonial’ con respecto a la Italia continental. Su primer contacto con ideas radicales y socialistas ocurrió dentro del contexto del crecimiento del nacionalismo sardo, reprimido brutalmente por las tropas de la Italia continental. Aun cuando después de mudarse a Turín y comprometerse con los movimientos obreros de esa ciudad abandonó su ‘nacionalismo’, nunca dejó de lado su preocupación (…) por los problemas campesinos y la complicada dialéctica de los factores regionales y de clase”

Stuart Hall, “Gramsci's Relevance for the Study of Race and Ethnicity”, 1986.

Con estas palabras de 1986, el famoso sociólogo y teórico de los Cultural Studies, Stuart Hall, reconoció la importancia del contexto sardo para la formación del pensamiento de Gramsci y su relevancia para el estudio de los temas relacionados con la “raza” y la etnia. La elaboración gramsciana acerca de la “cuestión meridional” hoy es considerada imprescindible para la lectura poscolonial de las relaciones entre el Norte y el Sur globales; más recientemente el historiador Robert C. Young (2012) también ha destacado la “primera vida en Cerdeña” del intelectual comunista como decisiva por su “interés en el colonialismo”, debido a la relación colonial entre el Piamonte, centro del poder político y económico, y la periférica Cerdeña, que también precedió la relación Norte-Sur dentro del Estado italiano unificado. Este artículo se propone ofrecer una breve profundización sobre la historia económica de la Cerdeña en que Gramsci vivió entre 1891 y 1911, para comprender por qué forjó profundamente su pensamiento y su relevancia internacional.  

La crisis agrícola de los años noventa del siglo XIX

En el año 1891 el PIB per cápita de Cerdeña era el 97% del italiano medio; en 1901, la cuota bajó hasta el 91%. Por el contrario, el mismo valor en el noroeste de Italia pasó del 114% al 125%. Se trata de la primera gran divergencia entre la isla y las regiones más ricas del Estado unitario, que interrumpió un período de veinte años (1871-1891) en el que la diferencia se había reducido, no solo por la expansión de la industria minera, que era principalmente sector en manos extranjeras, sino también por el desarrollo de una empresa sarda vinculada a la viticultura, la ganadería y la elaboración de la madera. La causa principal de este cambio de rumbo fue el giro proteccionista de la política económica italiana (1887-1888) y la guerra aduanera contra Francia, que en aquel momento era el principal mercado de exportación precisamente para esas empresas agrícolas en expansión; la epidemia de filoxera de la vid fue la otra causa de la crisis agrícola, cuyos efectos - a través de la crisis bancaria - se amplificaron y reverberaron también sobre las pequeñas manufacturas urbanas.

Gramsci identificó el proteccionismo como la base de los intereses comunes de las clases dominantes en Italia: los capitalistas industriales del norte y los terratenientes del sur contra los obreros y campesinos

Los años ‘90 del siglo XIX fueron particularmente dramáticos para la isla: las expropiaciones por obligación fiscal fueron, por número y valor, alrededor de la mitad de las de todo el Estado (Atzeni 2000), y redujeron en cerca del 30% el número de propietarios de tierras (Ortu 1998). Por otra parte, el pastoreo había vuelto a dominar la agricultura, creando las condiciones para el oligopolio de las queserías del Lacio, llegados a la isla con el fin de producir pecorino romano, un tipo especial de queso destinado al mercado norteamericano. El proteccionismo que dañó tanto a Cerdeña como al sur de Italia era funcional a la creación del Triángulo Industrial en el noroeste italiano; por eso, la Lombardía, el Piamonte y la Liguria experimentaron durante el mismo período un crecimiento económico más que notable debido a su industrialización. Además, mientras las campañas sardas sufrían, “los accionistas turineses” siguieron llenando “sus carteras con dividendos cristalizados con la sangre de los mineros sardos, que a menudo se reducen a comer las raíces para no morir de hambre” (“I dolori della Sardegna”, Avanti!, 16 de abril de 1919). Esta política no fue un paréntesis, sino que marcó la historia italiana para las décadas siguientes, entre fascismo y guerras mundiales, llevando la brecha Norte-Sur a una notable amplitud hasta 1951 (cuando el PIB per cápita sardo era el 63% del promedio italiano mientras el mismo valor en el Noroeste era del 152%).

Con razón, Gramsci identificó el proteccionismo como la base de los intereses comunes de las clases dominantes en Italia: los capitalistas industriales del norte y los terratenientes del sur contra los obreros y campesinos, que – del norte a las islas – tenían que aliarse para realizar una revolución socialista. El primer sardismo tenía la política gubernamental como la principal diana de sus criticas; en este sentido, uno de los movimientos más importantes fue el Grupo de Acción y Propaganda Antiproteccionista de Attilio Deffenu y Nicolò Fancello, al que Gramsci se adhirió en 1913, compartiendo su manifiesto que consideraba el proteccionismo como la causa de la miseria insular y del enriquecimiento de la industria del norte (Fiori 1966). Más tarde, en un artículo publicado en Avanti! el 23 de octubre de 1918 (“Uomini, idee, giornali e quattrini”), recordó el informe socioecónomico de 1896 elaborado por el diputado Francesco Pais Serra, en el que ya se identificaba la alianza entre industriales y agrarios como causa principal de los problemas sardos y en el que se aseveraba: “La isla de Cerdeña fue literalmente arrasada como por una invasión bárbara; cayeron los bosques (...) para encontrar mercancía fácil que devolviese crédito, y llegaron, en cambio, los explotadores de cadáveres”.

Caccia grossa: bandidaje, racismo y violencia colonial

La profunda crisis descrita anteriormente provocó un recrudecimiento del bandidaje, por cuya represión, el gobierno de Luigi Pelloux envió en 1899 el 67.º regimiento de infantería a la isla. Entre los soldados estaba también el teniente Giulio Bechi - un veterano de la primera guerra colonial italiana en Eritrea. En su libro de 1900 Caccia Grossa” (Caza mayor), contó una redada policial para capturar a cinco fugitivos en los bosques del pueblo de Orgosolo (en la comarca de Barbagia), que se aprovechó para secuestrar muchas cabezas de ganado a la población y en la que detuvieron a un millar de personas. Cuatro de los cinco fugitivos fueron asesinados. Este libro está impregnado de racismo y de mentalidad colonialista; su autor se describe como un “hijo refinado de la civilización” en un territorio “distinto”, más parecido a un país árabe que a Europa y en el cual la población respiraba “en el aire el germen del bandido”. Bechi aclamaba la represión “en el nombre de la humanidad y de la justicia”, como “un destello de luz purísima” generado por los carabineros y los soldados; por el contrario, los sardos eran descritos como bárbaros primitivos “en los que todavía hierve mucha sangre africana”, como degenerados y, por lo tanto, prisioneros de las “vehemencias de la raza y de las pasiones instintivas”. En cuanto a los bandidos, eran deshumanizados, representados con rasgos animalescos y calificados de gusanos nacidos “en un cuerpo viejo podrido”.

El libro de Giulio Bechi es importante para comprender el racismo antisardo de la época y la violencia en Cerdeña. Una violencia colonial, puesto que el bandidaje era considerado no como un delito común sino como la manifestación de la inferioridad racial de las poblaciones que lo habían generado. A ser culpables eran comunidades enteras y no individuos responsables criminales. La culpa del bandidaje, pues, era achacada a comunidades enteras y no a los individuos concretamente responsable del mismo. Por ello, se justificaban formas y medios de represión extraordinarios, que afectaban a los derechos civiles y que habrían sido considerados como inadmisibles en lugares civilizados. Antonio Gramsci se refirió a ese libro en un artículo dedicado a “La Brigata Sassari” en el Avanti! del 14 de abril de 1919: “los señores turineses, la clase burguesa de Turín, que ha sembrado de lutos y ruinas la isla (...) enviando a los carabineros y a los soldados para perseguir, como jabalíes, por montes y valles, campesinos y pastores sardos hambrientos“. En los Cuadernos de la cárcel, volverá a referirse al libro escribiendo que su autor ”trató a la población como a negros". Los textos de la antropología positivista sobre la Cerdeña de finales del siglo XIX, al atribuir el bandidaje a causas raciales, habían cubierto las responsabilidades políticas en el aumento de la delincuencia; desde el pasaje citado se comprende cómo Gramsci reconoció la función del racismo interno al justificar la explotación capitalista, haciendo del subdesarrollo una culpa de los meridionales y de estos el lastre que obstaculiza los sueños de grandeza de la burguesía italiana. En un artículo de Avanti! del 24 de mayo de 1916, ”Gli scopritori“, así el pensador sardo se burlaba de uno de los antropólogos antes citados, Giuseppe Sergi: “los sardos pasan generalmente por incivilizados, bárbaros, sangrientos, etc. Pero, evidentemente, no lo son evidentemente para enviar a freír espárragos a los descubridores de buena voluntad”.

“A mare i continentali!”. Cagliari y la crisis social de 1906

Conseguida la licencia de secundaria en Oristano, en 1908, Gramsci llegó a Cagliari para proseguir sus estudios de bachillerato. La ciudad, aparte de ser uno de los centros del socialismo isleño, era un entorno cultural animado, en el que el joven Antonio comenzó a precisar mejor sus intereses intelectuales (D'Orsi 2018).

La integración de la isla en el mercado capitalista italiano había producido grandes contradicciones. Gran parte de la producción agroalimentaria se dirigía al mercado y en beneficio de los monopolistas italianos poseedores de molinos y queserías

De 1901 a 1911 la isla había vivido un breve paréntesis de recuperación económica (Atzeni 2000, Di Felice 1998), impulsado por la industria molinera y quesera y los efectos de la legislación especial de 1907, dirigida a mejorar la agricultura por medio de obras de saneamiento, cuencas hidroeléctricas - gracias al interés del capital financiero externo - y ayudas al crédito agrario. Estas innovaciones empujaron a las empresas sardas a introducir métodos de cultivo más incisivos, a potenciar el patrimonio zootécnico y a crear fábricas vinícolas y curtidurías; sin embargo, la intervención italiana en la Gran Guerra (1915) interrumpió esta bocanada de aire y en poco tiempo volvió a sofocar económicamente Cerdeña.

A pesar de las apariencias contables, no fue una fase particularmente feliz: la integración de la isla en el mercado capitalista italiano había producido grandes contradicciones. Gran parte de la producción agroalimentaria se dirigía al mercado y en beneficio de los monopolistas italianos poseedores de molinos y queserías, que pagaban miserablemente a los productores y obtenían abundantes ingresos de las exportaciones; la población trabajadora tuvo que hacer frente a la carestía de vida, determinada por los pocos productos que quedaban en la isla con respecto a la demanda. Por eso hubo grandes protestas populares en toda la isla, entre ellas en Cagliari en mayo de 1906, que unieron los intereses de mineros, campesinos y pastores contra los poseedores del poder económico (Accardo 1996) y sus símbolos – los establecimientos aduaneros, los tranvías, las queserías (Sotgiu 1986) - manifestaciones visibles de la alienación sufrida por las masas populares. El historiador Manlio Brigaglia (2006) ha explicado cómo “el odio popular parece apuntarse sobre todo contra los ‘continentales’, como son los empresarios de las minas, los grandes comerciantes de las ciudades, los dueños de las queserías”. Este es el clima por el que Gramsci llegó a repetir a menudo “hay que echar al mar a los continentales” –es decir, los italianos– y pensar que había que luchar por la independencia nacional de la región.

La crisis social de 1906 no era, desde luego, un hecho aislado: ya desde 1899 se habían producido numerosas huelgas, sobre todo en las minas, que desembocaron en la trágica masacre de Buggerru de 1904, con el asesinato de cuatro mineros que protestaban para conseguir el aumento del salario y la reducción del tiempo de trabajo. En este contexto surgió un “nuevo autonomismo”; diferentes intelectuales - incluidos exponentes del movimiento socialista en la isla - se habían vuelto conscientes de la existencia de una cuestión sarda y de la necesidad de solucionarla. El Gramsci de este período fue “socialsardista como la mayoría de los socialistas sardos” (Lussana 2006). Más tarde, se distinguió de los sardistas para proponer una clara solución socialista a la cuestión sarda, dando a los trabajadores isleños el poder sobre la economía de su propia tierra, entonces en manos de capitalistas extranjeros: “Al expropiar a los grandes capitalistas, el socialismo hará que las minas del Iglesiente sean sardas y no inglesas, que los ferrocarriles sardos sean de los sardos y no de los capitalistas turineses, que los acercamientos privados sean de los campesinos sardos y no de los propietarios franceses o italianos del continente, que las queserías sardas sean de los pastores sardos y no de los capitalistas romanos o de la Isla de Ponza” (”La Sardegna e il socialismo“, Avanti!, 13 de julio de 1919).

Gramsci, Cerdeña, el mundo

Cerdeña se encuentra, pues, frente al gobierno central, en condiciones económicas y políticas similares a las de la clase obrera frente al capitalismo

(”La Sardegna e la classe operaia“, 16 de julio de 1919, Avanti!)

El economista Branko Milanovic (2016) escribió cómo, aún hoy, la componente más importante de la desigualdad mundial es la basada en el lugar. En un mundo aún marcado por una profunda desigualdad Norte-Sur, nacer en un determinado sitio puede marcar la diferencia sobre las oportunidades a las que una persona puede acceder para mejorar la propia vida, exactamente como nacer en una clase social determinada o tener un determinado género o color de la piel. Esto vale también en el interior del Norte global, es decir, en los países en los que siguen existiendo fuertes diferencias regionales; en particular Italia, caso ejemplar de persistencia de las diferencias de desarrollo económico: el PIB per cápita sardo, en 2011, era igual al 77% de la media italiana, exactamente como en 1871; la diferencia con el Norte, por el contrario, ha aumentado, hasta el punto de que el Noroeste ha pasado, en los últimos 140 años, de 114% a 121% y el Noreste-Centro de 100% a 114%.

Al igual que la brecha entre el Norte y el Sur del mundo, la brecha entre Cerdeña y el Norte de Italia dentro del marco institucional italiano es también la consecuencia de una relación colonial

Incluso en una situación mucho menos dramática respecto a la época en que vivió Gramsci, debido a la notable mejora de las condiciones de vida, la cuestión sarda sigue en pie. A pesar de una autonomía regional formal y de la concreción del proyecto europeísta y de la globalización, su historia colonial interna sigue produciendo consecuencias y repitiéndose en nuevas formas, tanto en la vertiente económica (pensemos que los sujetos económicos más influyentes de Italia están localizados en el norte) como en la brecha del poder político respecto del Estado central. Lo mismo se puede decir de la vertiente cultural. Si ayer estaban el capital piamontés y ligur en las minas, hoy está el capital lombardo en la petroquímica. Otro ejemplo de colonialismo interior en la actualidad es la ocupacion militar (los dos poligonos más grandes de Italia están en Cerdeña). Además, si hoy el racismo biológico es desacreditado, sin embargo persiste un racismo cultural antisardo; su funcion es la de justificar la presencia en la isla y los beneficios del capital extranjero y de las empresas bélicas públicas y privadas.

Al igual que la brecha entre el Norte y el Sur del mundo, la brecha entre Cerdeña y el Norte de Italia dentro del marco institucional italiano es también la consecuencia de una relación colonial. Nacer en la isla que fue el primer Sur dentro de un Estado italiano, hizo de Gramsci un pensador universal, al que los estudiosos y activistas políticos del mundo miran para entender las razones de su posición subalterna en relación con un Norte, desde el punto de vista económico, político, cultural. También en Cerdeña deberíamos mirar más a menudo a Gramsci, ante todo para comprender nuestra condición de sardos y luego para tratar de revertirla.

Bibliografía citada

Aldo Accardo, Cagliari, Laterza 1996.

Francesco Atzeni, Riformismo e modernizzazione. Classe dirigente e questione sarda tra Ottocento e Novecento, FrancoAngeli 2000.

Giulio Bechi, Caccia Grossa, con prefazione di Manlio Brigaglia, Ilisso 1997.

Manlio Brigaglia, “Il sogno dell’autonomia”, da Storia della Sardegna, a cura di Attilio Mastino, Gian Giacomo Ortu, Manlio Brigaglia, Laterza 2006.

Maria Luisa Di Felice, ”La storia economica dalla fusione perfetta alla legislazione speciale (1847-1905)”, in La Sardegna – le Regioni dall’Unità d’Italia ad oggi, Einaudi 1998.

Angelo D’Orsi, Gramsci. Una nuova biografia, Feltrinelli 2018.

Giuseppe Fiori, Vita di Antonio Gramsci, Ilisso 2003.

Fiamma Lussana, “Gramsci e la Sardegna. Socialismo e socialsardismo, dagli anni giovanili alla Grande Guerra”, Studi Storici, n.3, 2006.

Stuart Hall, ”Gramsci's Relevance for the Study of Race and Ethnicity“, Journal of Communication Inquiry, vol.10, 1986 [“La importancia de Gramsci para el studio de la raza y la etnicidad”, Rev. colomb. antropol. vol.41, Bogotá Jan./Dec. 2005, traduccion de Santiago Giraldo].

Branko Milanovic, Global Inequality. A New Approach for the Age of Globalization, Harvard University Press 2016 [Desigualdad mundial. Un nuevo enfoque para la era de la globalización, Fondo de Cultura Economica 2017].

Gian Giacomo Ortu, “Tra Piemonte e Italia. La Sardegna in età liberale (1848-1896)”, dal già cit. Einaudi (1998).

Girolamo Sotgiu, Storia della Sardegna dopo l'Unità, Laterza 1986.

Robert C. Young, “Il Gramsci Meridionale” in The Postcolonial Gramsci, a cura di Baidik BhattacharyaNeelam Srivastava, Routledge 2012.

Antonio Gramsci, Scritti sulla Sardegna, a cura di Guido Melis), Ilisso 2008.

Antonio Gramsci, La Questione Meridionale, Editori Riuniti 1966.

Los datos históricos sobre el PIB per cápita italiano son extraídos de:

Emanuele Felice, Ascesa e Declino. Per una storia economica d’Italia, Appendice statistica, Il Mulino 2015

Artículo original en italiano publicado en FocuSardegna el 24 de enero 2021.

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