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Andalucismo
La necesaria confluencia electoral del andalucismo
Son ya muchas, demasiadas, las citas electorales sin la presencia de un partido genuinamente andaluz con posibilidades de obtener representación parlamentaria en todas las instituciones . Salvo la meritoria obtención de 2 diputadas en 2022 en el Parlamento Andaluz por Adelante Andalucía y una casi testimonial presencia del andalucismo en los ayuntamientos , desde el año 2000 no tenemos representación parlamentaria en el Congreso (José Núñez) y desde 1994 en el Parlamento Europeo (Carlos Bautista). Sin embargo, son muchos los andaluces y andaluzas que se postulan al Congreso de los Diputados, al Senado , al Parlamento Andaluz o al Europeo. Lo que ocurre es que cuando estos señores y señoras toman posesión de sus escaños olvidan súbitamente sus raíces sevillanas, granadinas o malagueñas y se piensan a sí mismos como ciudadanos madrileños naturales del barrio donde pernoctan, de Fuencarral o de Chamberí, de Embajadores o de Hortaleza . Y se sienten, sin complejo o sentimiento de culpa alguno, miembros importantes de la Corte, ajenos completamente a los problemas de la circunscripción en la que obtuvieron los sufragios. Luego, cuando los electores les exigen responsabilidades (si se las exigen) argumentan que siguen defendiendo Andalucía en la medida que el jerárquico sistema parlamentario le permiten; es decir nada. La verdad es que estos “egregios” representantes del pueblo andaluz son pastoreados y nutridos por las élites del partido centralista de turno mientras ellos y ellas andan como mansos corderos arrastrando su balido servil o su cinismo por las sesiones parlamentarias. Y ahora el corderito levantará su manita para votar. Y ahora la ovejita abucheará al orador del partido contrario. Y ahora preguntaremos al corderito por los principios que defiende (pregunta inútil). Y ahora el borreguito y la ovejita lucera agacharán la testuz y guardará silencio durante cuatro años. Buen ganado! Este borrego y esta borrega tienen madera para aguantar tres legislaturas más en política. Y mientras tanto los leones y leonas andaluzas dormitan en la inmensa selva o mantienen interminables polémicas sobre quien tiene el andalucismo más grande.
Parlamentarios que comen y callan. Parlamentarios que deberían presentarse como españoles del sur pero nunca como andaluces, que es cosa bien distinta. Estos parlamentarios que no nos representan y diversas razones están llevando a algunos segmentos del pueblo andaluz a plantear la urgencia de una voz propia en las instituciones. Veamos, pues, algunas de esas razones. Una economía dependiente, colonial, débil, desarticulada, subsidiada . Unos índices de desempleo, de pobreza, de exclusión social aterradores. Una sanidad pública en proceso de desguace en favor de la privada. Unos estándares de fracaso escolar, de abandono escolar temprano alarmantes. Una sociedad civil prácticamente inexistente, escasamente reivindicativa. Un medio ambiente cada vez más degradado a causa del extractivismo capitalista e imperialista y un productivismo depredador de nuestros recursos naturales. Una baja cualificación general que lleva irremediablemente a los trabajadores y trabajadoras a empleos infracualificados y mal retribuidos; y cuando la cualificación es alta los lleva a emigrar a otros mercados más competitivos. Un gobierno de derechas, ajeno a los problemas de desigualdad y ecológicos, que sólo pretende perpetuar un modelo económico vinculado al turismo, a la construcción y a los servicios; y, para más grima, potenciando un conservadurismo arcaico con su vínculo a los sectores más retrógrados de la Iglesia Católica. Un partido de extrema derecha, xenófobo, reaccionario, homófobo y franquista que, para nuestro escarnio, va aglutinando en su seno a personas desesperadas de las clases trabajadoras. Y podríamos seguir con el relato pero no es éste el objeto del artículo.
El nuevo espacio político andaluz que muchos reclamamos deviene necesidad histórica, urgente e inaplazable, pues está a la vuelta de la esquina una importante reconfiguración territorial y política del Estado Español, tensionado por la hegemonía de los partidos soberanistas en las naciones sin Estado- Cataluña, Euskadi y Galicia-. Andalucía representa geográfica y demográficamente una quinta parte del Estado Español; sin embargo, políticamente no representa nada, se encuentra muda en un silencio de llantos ocultos, en un profundo dolor vestido de falsas risas de fiestas impostadas. Sí, hablamos de la Andalucía que se rebeló contra el status quo impuesto por España en 1977 y en 1980. Sí, la Andalucía que consiguió con garras de león, con el pueblo en la calle, su reconocimiento como nacionalidad histórica y así lo recoge nuestro Estatuto. Sí, para muchos somos una nación sin estado , una nación cultural que parece no querer ejercer de nación ¿o sí?
Las condiciones objetivas de las clases populares andaluzas se han visto últimamente muy deterioradas. A la lamentable situación estructural habríamos de añadir los trágicos efectos económicos y sociales de la Gran Recesión de 2008 y de la pandemia de la Covid-19. Negocios cerrados, incremento del desempleo, hambre, más desigualdad, más exclusión...En definitiva, está quebrando el frágil sistema productivo basado exclusivamente en el turismo, la construcción y los servicios. Ante ello, este pueblo nuestro sumiso o resiliente, como ustedes gusten, está buscando ayuda en una beneficencia que ya creíamos superada con el Estado de Bienestar o en la salida individual fatalista a sus problemas. Las respuestas a las crisis estructurales o coyunturales no pueden, ni deben, ser salidas individualistas postmodernas sino salidas colectivas, de acción social, sindical o política, en las que nos apoyemos los unos en los otros. Y ahí es donde se plantea la necesidad histórica, objetiva y subjetiva , de articular un nuevo sujeto político amplio que ponga voz a las reivindicaciones seculares del pueblo andaluz, a los dolores infantianos. Tal sujeto, a mi entender, habría de conformarse como confluencia electoral, a la vista de que el panorama político de este país se presenta como una constelación de pequeños partidos y agrupaciones andalucistas incapaces de lograr buenos resultados electorales por sí solos. Y dado que una unidad política permanente sería una entelequia por sus diferencias ideológicas o estratégicas, lo más pragmático sería un acuerdo de bases o de mínimos para afrontar los próximos comicios electorales, en este caso las Elecciones Europeas de Junio de 2024, y por su puesto, las próximas Andaluzas, Municipales y Generales con ciertas garantías de éxito. De las ideas-fuerza que podrían servir de guía a esta confluencia hay algunas que son inexcusables; a saber: organización o bloque absolutamente independiente de otras fuerzas políticas españolas, andalucista, progresista, de izquierdas, republicano, ecologista y feminista. He omitido conscientemente el atributo federal/ confederal para evitar choques innecesarios y facilitar la unidad de los partidos andalucistas. Ya habrá tiempo de pensar y repensar la configuración de ese nuevo estado en el que creemos y de poner en valor nuestra soberanía. En última instancia serán los consensos o disensos entre las fuerzas políticas los que determinen el perfil de la coalición electoral. Y una cuestión más. El discurso , a mi entender, debiera ser amable, contemporáneo, contundente, claro y breve. “Lo breve y bueno, dos veces bueno”, que decía Gracián. Un discurso capaz de conectar con la juventud andaluza mediante el uso de códigos y canales comunicativos actualizados y no discursos viejunos o decadentes.
Como los lectores supondrán, quedarían descartados de este proceso de confluencia las fuerzas conservadoras o liberales ( el impostado “andalucismo de bata de cola y peineta” de Juanma Moreno) y también el PSOE-A, el partido que fagocitó el nacionalismo andaluz emergente de los años ochenta del pasado siglo para disolverlo en un regionalismo folklórico, al tiempo que sus dirigentes creaban un régimen clientelar, corrupto y desideologizado. El carácter españolista y monárquico de estos taimados socialistas, unido a su jacobinismo ancestral no generaría la necesaria confianza para desarrollar el andalucismo político. Una cosa es el PSOE-A y otra bien distinta son sus bases y sus votantes, soportes necesarios, a los que habríamos de convencer para que se unieran al proyecto. En la fobia de Blas Infante a los partidos políticos de la Restauración anidaban la mentira, la corrupción y la inmoralidad de éstos. El Partido Conservador y el Partido Liberal de los primeros decenios del XX hoy ,mutatis mutandi. serían perfectamente intercambiables por el PP y el PSOE.
Con Izquierda Unida-Los Verdes- Convocatoria por Andalucía (léase Partido Comunista de España ) también tendríamos problemas para su inclusión en el bloque andalucista. Aunque coinciden en muchas dimensiones políticas, sociales y económicas con la izquierda soberanista andaluza, su vocación española y el “centralismo democrático” que marca su ideología impiden que apuesten por un sujeto político andaluz independiente. Además, todavía lleva inscrito en el ADN de muchos de sus militantes la monserga y el topicazo de que el nacionalismo andaluz es de derechas como todos los nacionalismos. Todos, menos el nacionalismo cubano al que veneran y glorifican.
Un caso semejante al de IU /PCE es el de Podemos Andalucía actual. Podemos, aunque apareciera como un movimiento populista emancipador de la gente humilde es, acéptese o no, un hijo pródigo del PCE. En esta organización se formaron sus cuadros altos y medios y en ella optaron por el centralismo, el jacobinismo y el concepto axial de dictadura del proletariado, aunque lo disfrazaran de asambleas abiertas y democráticas. Ciertamente, y el tiempo confirmará mi tesis, El Podemos pablista, por desgracia, no es más que un movimiento de universitarios madrileños ajenos a los conflictos generados por una España Plurinacional. A los últimos resultados electorales de Galicia y los previstos para Euskadi me remito.
De la coalición Sumar de Yolanda Díaz no diré mucho. Es un movimiento en proceso de decantación marcado por el hiperliderazgo cesarista de la vicepresidenta del gobierno. Tales liderazgos son como ídolos con pies de barro cuando no están sostenidos por estructuras potentes, De la toxicidad de los mismos tenemos claros ejemplos en el declive casi inmediato de los populares líderes de Podemos.
Los herederos ideológicos del Partido Andalucista, y si se quiere del PSA, crearon Andalucía por Sí, Izquierda Andalucista y Primavera Andaluza. Los tres tienen en común su carácter diminuto, su escasa proyección en la sociedad o en el mundo laboral y su indudable andalucismo. Andalucismo quizás más moderado en Andalucía por Sí y más radical en Izquierda Andalucista. Nos guste o no en estos partidos se encuentra, a mi entender, el primer núcleo ideológico y humano coherente para conformar la alianza electoral. Tampoco creo que sus diferencias estratégicas o tácticas sean de calado tan grande como para impedirles dar los primeros pasos. Al contrario, ellos están obligados a ser la vanguardia del nuevo andalucismo. Pero les aviso que no es difícil caer de nuevo en las contradicciones del viejo andalucismo del PA, en su interclasismo, en su izquierdismo de charanga y pandereta, en el regionalismo, en el folklorismo o en los personalismos. Además de Izquierda Andalucista y Primavera Andaluza, hoy miembros de Adelante Andalucía , existe en Adelante un segundo núcleo esencial para la convergencia más izquierdista y soberanista que los anteriores, compuesto por experimentados andalucistas procedentes de la generación errante del andalucismo (1981/2021), de la CUT y del SAT.
En un andalucismo más radical y hermético se sitúa Nación Andaluza, organización que cumple más que de sobra todas las exigencias para participar en un bloque andaluz de izquierdas. Dotado de coherencia, compromiso y claridad en los principios sería el partido ideal para una Andalucía utópica, para una Andalucía futurista en la que la gente se ha olvidado de la idea de España, de las costumbres religiosas, del conservadurismo, de las tradiciones y han abrazado mayoritariamente los idearios izquierdistas y laicistas. Pero Andalucía no es Cataluña ni Euskadi, ni siquiera Galicia. Nación Andaluza puede seguir mil años más autocomplaciéndose con sus cinco mil votos desde su independentismo exquisito, lógico y coherente. Pero si no procede con mayor pragmatismo veo difícil, casi imposible, su incorporación a la confluencia electoral que planteo. Ojalá me equivoque.
Dejo para el final a Adelante Andalucía los Anticapitalistas . Ellos fueron el verdadero Podemos que se vinculó al proyecto del primer Adelante Andalucía. Ellos, los mayoritarios, lograron convencer a Antonio Maíllo y al PCE de Andalucía (obvio conscientemente lo de PCA) de las bondades de la coalición, si bien en Izquierda Unida jamás creyeron que la cosa iba a ir tan lejos. Yo sí. Y Teresa Rodríguez. Y Ángela Aguilera. Y Maribel Mora. La ruptura del primer Adelante Andalucía era inevitable, como también lo era la de Podemos Andalucía. Y todavía creo que existe otra ruptura necesaria e inevitable: la de Anticapitalistas. Estos nuevos troskistas andaluces si desean mayor credibilidad andalucista deberán acotar su locus político, su espacio donde articular prioritariamente sus políticas, como lo hicieron en su día sus compañeros de la CUP. No se puede poner a una vela a Dios y otra al diablo. Andalucía o España, ésa es la cuestión. Su carácter internacionalista nadie lo pone en duda.
Y no nos sintamos tristes y compungidos por las soflamas “interesadas” sobre la ruptura de la izquierda andaluza. El marxismo, y también el anarquismo, por su carácter dialéctico siempre ha convivido con el conflicto, con la división pues ésta puede servir para mejor interpretar la realidad o para orientar mejor la acción política. No lo duden. El troskismo rompió con el estalinismo, éste con el leninismo, el leninismo con el socialismo y el socialismo se fracturó del anarquismo de la I Internacional. Aquí, como en la energía, nada se destruye, sólo se transforma y el pueblo andaluz, consciente o no, pide a gritos un proyecto nuevo andalucista, soberanista, infantiano, izquierdista, regeneracionista, transformador y emancipador. ¿A qué estamos esperando? Es el momento de tejer redes de confianza, de credibilidad, y abrirse al pueblo a pecho descubierto. También es el momento de incorporar a nuestras futuras candidaturas andalucistas a personas destacadas de la sociedad civil y de la cultura ; especialmente la Asociación Andalucía Viva liderada por Isidoro Moreno(uno de los principales faros intelectuales del soberanismo andaluz) . Creo que ha llegado el momento de transitar desde el andalucismo cultural al andalucismo político, del sentimiento a la conciencia y de la conciencia a la acción política.
Yo, desde aquí, invito a todos los andalucistas a dar el primer paso para propiciar una confluencia electoral con vocación hegemónica, nutrida por leones y leonas, no por corderos mansos que comen y callan en su cinismo. Y hago la invitación en un momento en el que han muerto y siguen muriendo muchos mitos de la modernidad, en un momento de depresión económica, política, sanitaria y colectiva como el presente.
Y no crean que es tarea fácil acabar con mitos y prejuicios indeseables que no acaban de morir en su eterna agonía. Ni tampoco es fácil sacar a las personas de sus computadoras, de su aislada soledad, para llenar las calles andaluzas de voces y de cantos. Ni tampoco, frenar las diatribas de los medios de comunicación capitalistas y españolistas que intentarán machacarnos de todas las maneras posibles. Pero ésa ha de ser nuestra tarea, nos guste más o nos guste menos. Valentía y riesgo. Lo otro es comer y callar y seguir arrullando el sueño de Andalucía.