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Sindicato Andaluz de Trabajadores (SAT)
Reflexiones en el 40 aniversario de las Candidaturas de Unidad de los Trabajadores
En 1979 nace la CUT, teniendo como origen un núcleo muy influido por contenidos cristianos, aportados por los curas de la Sierra Sur cuyo referente más conocido es Diamantino García, de un lado y, de otro, por Marinaleda con Sánchez Gordillo como líder siendo un producto genuino de la Sierra Sur, relacionado con el SOC.
En efecto, la gran mayoría de las personas que pertenecían a la CUT militaban a la vez en el sindicato, a pesar de lo cual la CUT no era una mera extensión del sindicato. De hecho, en los primeros tiempos, el partido que más influencia tuvo sobre el Sindicato de Obreros del Campo fue el PTE; este partido tenía su arraigo dentro del SOC en la sierra de Cádiz y el Marco de Jerez, donde ejercían su influencia líderes como Paco Casero y Gonzalo Sánchez, y en la campiña sevillana, en pueblos como El Coronil, donde tenían la alcaldía, y Morón.
En primer lugar, las CUT nacieron como unas candidaturas cuyo ámbito geográfico delimitado era la Sierra Sur de Sevilla, en pueblos donde había una gran base social del SOC y que no se sentían representados por el PTE ni por otro partido. Desde la CUT, se conciben los ayuntamientos como un poder al servicio de una clase: la clase obrera. Por tanto, sus políticas tenían que ser anticapitalistas y convertirse en un instrumento de los trabajadores frente al poder de la burguesía. Es un contrapoder cuyo objetivo busca la participación de los vecinos: concienciarlos y organizarlos para el cambio revolucionario de la sociedad. El ayuntamiento se concibe, así, como una herramienta más para el cambio social que se busca, como recuerda Diego Cañamero en su biografia: “Nosotros no queríamos que el ayuntamiento fuera una administración simplemente para arreglar las farolas y cuatro baches de la calle; nosotros entendíamos el ayuntamiento como una especie de poder en manos de los trabajadores y que se pusiese enfrente de la lucha por la vivienda, el trabajo, las libertades, la justicia social..., de todas las necesidades que tuviera el pueblo(1)”.
Las CUT se generan a partir de la participación de los principales dirigentes del SOC. Es el sindicato el que genera la masa social que le lleva al poder en los ayuntamientos. Como escribió Gramsci, antes de conquistar el Estado, el proletariado debe haber creado su hegemonía en la sociedad civil. Este elemento es de vital relevancia para entender la importancia del SOC en los pueblos en los que se consolida. La mayoría sindical en pueblos como Marinaleda, Pedrera o Los Corrales se traduce posteriormente en la mayoría política, que gana las elecciones en los ayuntamientos, y estos se convierten una herramienta más en la generación de hegemonía.
Así, el SOC fue consolidando un proyecto político de amplio alcance en el mundo rural de la Andalucía occidental, en tanto que se configuró como alternativa de poder desde la CUT, a nivel municipal; a nivel económico, desde las propuestas cooperativistas; y, a nivel social, participando en los problemas de los pueblos. Por eso, su nacionalismo de clase se concibió como una herramienta de la lucha de clases. Y, asimismo, se entendía que la clase obrera tenía que defenderse desde un territorio determinado, plantar los pies en la tierra y enfrentase a un imperialismo económico aparentemente irreductible.
A partir de esta premisa, recuperar poder político significaba que los pueblos, en este caso el andaluz, dispusieran de soberanía, entendiendo que reclamar soberanía para Andalucía era reclamar el poder de decidir en su Parlamento y en sus instituciones las políticas económicas, agrícolas, industriales, comerciales, ecológicas, energéticas y culturales que le interesasen como pueblo. La soberanía de Andalucía ya no solo era una lucha contra el centralismo de Madrid, como tradicionalmente había sido, sino, sobre todo, contra el imperialismo económico y las grandes multinacionales que la someten. Aquí el SOC supo conectar con los movimientos sociales que estaban luchando contra el neoliberalismo y la globalización.
Desde la perspectiva del SOC y de las CUT, Andalucía se había quedado sin política propia que desarrollar. En efecto, el Estatuto de Autonomía se consideraba insuficiente, porque realmente se carecía de competencias para decidir el futuro económico y social. Ciertamente, en casos como la Ley de Reforma Agraria fue así, dada la paralización por parte del Tribunal Constitucional de las partes fundamentales de dicha ley. Este debate sobre las competencias o profundización de los estatutos de autonomía se ha mantenido en el tiempo, véase el debate y votación del nuevo Estatuto andaluz en 2007 o el debate sobre la financiación de las comunidades autónomas o sobre el modelo de estado en la actualidad.
Del SOC al SAT, de la CUT a...
Con la creación del Sindicato Andaluz de Trabajadores/as en el año 2007 se recogía todo este legado histórico de lucha social que representaba el SOC y el mundo rural andaluz; y, al mismo tiempo, se abría un espacio sindical para nuevas áreas –género, juventud y migrantes–, sectores laborales –administración pública, hostelería, enseñanza, construcción, metal...– y territorios en los que no había estado presente el SOC. Aun así, este carácter de movimiento social que históricamente estuvo asociado al SOC acarrea debilidades de estructuración y organización interna, en una formación cuyo territorio de anclaje se ha ampliado sustancialmente. El reto del SAT, como heredero del SOC, es articular ese sindicalismo con corte de movimiento social, que se configure como una herramienta sindical útil para resolver los problemas laborales de la clase trabajadora andaluza.
Como hemos visto la CUT nació siendo el frente institucional del SOC, que asumió una ampliación lógica extendiéndose a toda Andalucía y a todos los sectores de la clase trabajadora andaluza. En esta lógica, la renovación o refundación de la CUT debería pasar por una transición a un partido que represente los mismos valores que representa el SAT en el plano sindical, pero en el plano político; es decir, una organización de obediencia exclusivamente andaluza, soberanista, de clase y asamblearia. Si no se plantea esa transición, como hemos visto en estos últimos años, ese espacio político será tomado por fuerzas estatales, como IU y Podemos. Unas organizaciones políticas alejadas, cada vez más, de posturas soberanistas como las que puedan defender el SAT o la CUT, véanse como ejemplo las dos últimas celebraciones del 4 de diciembre o sus afirmaciones en el caso catalán.
El panorama para las próximas citas electorales, tanto estatales como municipales y europeas, pinta en la misma senda de las andaluzas: con una izquierda estatal Unidas Podemos en declive y en guerra entre las diferentes familias, cuya única hoja de ruta que plantea es gobernar con La PSOE, y unas derechas cada vez más fuertes por la propia inoperancia de la izquierda. Ante esta situación queda aprender del proceso de Cataluña y, especialmente, de las fuerzas como la CUP, que ha planteado dos elementos centrales en el debate político. Por un lado, la soberanía de los pueblos, ya sea frente al Estado español o la Unión Europea; y, por otro lado, la oposición al régimen del 78, como heredero del franquismo. Mientras no haya una fuerza andaluza a nivel institucional que luche por y para Andalucía, esta seguirá fuera del debate político y, con ella, los y las militantes soberanistas andaluzas.
(1) RECIO, Joaquín; OCAÑA Luis (coords.) (2010). Diego Cañamero Valle. El hombre con los pies en la tierra. Sevilla: Atrapasueños, pp. 137-138.