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Pensiones
Cotizaciones ficticias, ¿un parche en la brecha de género en las jubilaciones?

La Seguridad Social hace tiempo que reconoció situaciones injustas en las que una persona no había podido cotizar, como trabajador por cuenta ajena o propia, y que tenía un impacto muy negativo a la hora de la jubilación. Estas situaciones podrían ser como estar en el servicio militar obligatorio o haber tenido prácticas sin remunerar y sin dar de alta, pero principalmente se refieren a la situación de haber tenido hijos o haber estado al cuidado de familiares y no haber podido trabajar fuera de casa ese tiempo. Se trata de una compensación por ese tiempo que se refleja en la cotización y que puede sumar hasta cinco años. Algo que en principio puede ayudar a muchas personas pero que no acaba con la llamada brecha de género en las pensiones.
Según los datos de la Seguridad Social, en mayo de 2025, la pensión media de jubilación de los hombres en España fue de 1.570,39 euros, mientras que la de las mujeres fue de 1.078,49 euros. Eso en pensiones contributivas, ya que las no contributivas, las que tienen las personas que no han cotizado lo suficiente, la desigualdad es mayor: las mujeres representan aproximadamente el 66.42% de los beneficiarios y alcanza el 77,35% en las pensiones de jubilación no contributivas. “Las cotizaciones ficticias pueden ser una herramienta útil, pero no son una solución estructural”, explica Marta Mediano, psicóloga experta en Igualdad en el ámbito laboral, que añade que “funcionan como un parche que reconoce, tarde y parcialmente, algo que ya sabíamos: que las mujeres sostienen una parte invisible del sistema con su trabajo no remunerado”.
“Las mujeres cobran de media un 18% menos que los hombres por el mismo trabajo, acceden con mayor frecuencia, un 73%, a empleos a tiempo parcial", explica Marta Mediano
La jubilación es el último paso de una desigualdad laboral que continúa. “Las mujeres cobran, de media, un 18% menos que los hombres por el mismo trabajo, acceden con mayor frecuencia, el 73% de los puestos, a empleos a tiempo parcial, no por elección, sino por la necesidad de conciliar”, comenta Mediano. La lista de obstáculos de cara a la pensión no se acaban ahí, ya que las mujeres son mayoría en sectores precarizados donde se cobra menos, en las dificultades para ascender (el conocido techo de cristal o suelo pegajoso) y además está el factor cuidados. “Se suma la penalización directa de la maternidad: una mujer con hijos/as puede llegar a ver reducida su pensión futura en hasta un 30%, mientras que los hombres padres no sufren esa merma”, explica la experta.
Es el caso de Auri, C.H. Ella vivió en sus carnes cuando se jubiló hace más de una década las dificultades de recibir la compensación por una vida de trabajo y cuidados. Cuenta a El Salto que ella empezó a trabajar como administrativa a las 16 años y que muchas veces las cotizaciones eran “bajo cuerda”. Cuando se enteró que ninguna de sus compañeras ni ella cotizaban intentó cambiar la situación y acabó peleando para darse ella misma de alta. Lo logró, pero cuando se planteó que se casaba, su jefe le dio “la dote” para que se marchara. “No me querían dar la liquidación y no querían que una mujer casada siguiera trabajando”, explica, algo muy común aún en los años 70 y 80.
“No me querían dar la liquidación y no querían que una mujer casada siguiera trabajando”, explica Auri, que tuvo que 'arañar' años de cotización para poder jubilarse
“Me quedé embarazada y ya con hijo, imposible que te contraten”, comenta, que pese a tener otros dos hijos más, tres en total, siguió formándose con la idea de trabajar fuera de casa en algún momento. Algo que su marido no apoyaba. Aún así estudio auxiliar de enfermería y logró trabajar de ello. Pero el trabajo en sanidad muchas veces es cubriendo bajas, en periodos cortos, intermitentes y con horarios muy difíciles de compaginar con el cuidado de tres hijos, el mantenimiento de la casa y todo lo que se exigía dentro del matrimonio a una mujer.
A los 60 años, miró su cotización. Se enteró por su entorno de la posibilidad de sumar años de cotización gracias a las compensaciones por hijos. A pesar de eso, no cumplía con todos los requisitos para tener la pensión contributiva que, por ejemplo, su marido logró. ”Ahora, con la pensión de viudedad de mi marido junto a la mía he logrado una pensión digna similar a la que tendría que haber tenido por lo trabajado”, relata. Auri ahora participa en el colectivo de pensionistas Coespe, en el grupo de Mujeres y es consciente de todo lo que ha supuesto ser mujer. “Ya desde el bachillerato quería hacer medicina pero a mis padres les dijeron que cómo iba a estudiar tantos años para luego casarme y dejarlo, que mejor mecanografía”, recuerda.
Freno de Europa a medidas de discriminación positiva
Las cotizaciones ficticias por cuidado de hijos y familiares han tenido en estos años muchos cambios. Complementos que han ido apareciendo, pluses para compensar de cara a la jubilación y herramientas para corregir la brecha de género en pensiones. Algunos de ellos han sufrido el revés de tribunales europeos como recientemente ocurrió el complemento que fija La Ley General de la Seguridad Social (LGSS). “Estuvo mal diseñado desde el principio, en 2016, por el Gobierno de Mariano Rajoy”, explica a este medio Mikel de la Fuente Lavin, editor de Viento Sur y ex decano de la Facultad de Relaciones Laborales de la EHU/UPV.
“El nuevo decreto de compensación de la brecha de género establece que la prioridad de aplicación son las mujeres pero los hombres lo pueden pedir si han cumplido varios criterios. Esto, después de la experiencia anterior, se podría haber adelantado que el Tribunal de Justicia de la Unión Europea iba a considerar discriminatorio que los hombres tuvieran que demostrar un prejuicio y las mujeres no”, indica. Para Fuente Lavin, el tribunal europeo “no ha querido apoyar los criterios de compensación, pero el gobierno debería haber hilado más fino”. Ahora, este complemento está en la mesa de negociación para reescribirlo y responder así a la perdición del tribunal. Eso sí, el profesor de Relaciones Laborales advierte que va a suponer un gran coste para las arcas públicas y va a haber muchas reclamaciones de hombres para cobrarlo. “Se van a beneficiar los despachos de abogados, como hicieron antes”, avisa.
“El nuevo complemento no se aplica a las que se jubilaron antes de 2016, que son las que más grandes han sufrido la discriminación”, advierte Mikel Fuente Lavin
Mikel de la Fuente Lavin pone el foco en que las mujeres que más necesitan estas compensaciones no son las que ahora tienen 50 años, si no las que se están jubilando ahora o ya lo han hecho. “El nuevo complemento no se aplica a las que se jubilaron antes de 2016, que son las que más grandes han sufrido la discriminación”, en referencia a las mujeres que no cotizaron, que trabajaron en negro, las que en el rural solo se daba se alta si no estaban casadas, las que dejaron de trabajar fuera de casa por los hijos o el cuidado de mayores, las que se quedaron en el paro pasados los 50 años, etc. Muchas de ellas, no llegaron a acumular los 35 años de cotización ni a tener buenas cifras los últimos 15 años antes de la suma. Además de apostar por mecanismos que ayudan a estas mujeres, el experto en financiación de jubilaciones piensa que deberían ampliarse el tiempo reconocido y aumentar las excedencias por cuidados, ya que solo tres años por hijo o un años (de los dos de excedencia) en el cuidado de mayores, es insuficiente.
Al margen de ampliar estas excedencias o complementos, está el problema actual de que muchas mujeres no logran beneficiarse de ellas. En parte a lo poco conocidas que son, lo difíciles de aplicar a nivel burocrático, las limitaciones tan grandes que tienen para el cálculo de la pensión y las condiciones propias que tiene el sector de la población a quienes van dirigidas. “Muchas de las mujeres que podrían acogerse a estas medidas viven en condiciones de precariedad, con trabajos mal remunerados, jornadas parciales impuestas, y cargas de cuidados que no les dejan tiempo ni energía para informarse o tramitar nada”, explica Marta Mediano, que asegura que “no cuentan con asesoramiento ni con redes que las acompañen en estos procesos” y que se le suma otro obstáculo: el lenguaje burocrático. “No se habla el idioma de la calle, sino el de la administración, y eso genera una barrera más para las mujeres que, en muchos casos, ya han sido históricamente excluidas del acceso a derechos”, incide.
“El resultado es que muchas llegan a la etapa final de su vida laboral sintiéndose agotadas, culpables, con la idea de que no han hecho ‘lo suficiente’", comenta la experta en igualdad laboral
“El resultado -continúa- es que muchas llegan a la etapa final de su vida laboral sintiéndose agotadas, culpables, con la idea de que no han hecho ‘lo suficiente’, cuando en realidad han sostenido hogares, criado hijos e hijas y cuidado a personas mayores y ni siquiera han recibido la información de que ese esfuerzo puede tener, aunque sea mínimamente, un reconocimiento formal”. En opinión de esta experta, la gran cantidad de mujeres que reciben solo pensiones no contributivas o contributivas pero con un importe muy inferior al de los medios tiene múltiples efectos.
“Una jubilación precaria no sólo reduce la capacidad adquisitiva, puede suponer no poder pagar el alquiler, especialmente en el contexto de precios abusivos en el mercado inmobiliario que estamos viviendo”, comenta, y recuerda situaciones donde mujeres mayores se ven obligadas a convivir, habitar casas en condiciones infrahumanas o no poder escapar de la violencia machista. “Con pensiones mínimas, comer bien, cuidarse, hacerse chequeos médicos o simplemente comprar medicamentos es inasumible para muchas mujeres. La salud, en la vejez, se convierte en otra forma de desigualdad”, reclama.
La maternidad, origen de desigualdad económica y profesional
Detrás de muchas de estas situaciones dramáticas está la maternidad. “Es una de las principales raíces de la desigualdad económica y profesional entre hombres y mujeres”, explica la experta en igualdad que recuerda que ya es un factor de problemas al acceso a un trabajo, ascensos, estabilidad, parcialidad de la jornada, despidos en su incorporación tras la baja por maternidad, etc. “Todo esto se agrava si la maternidad no se da en pareja o si no hay una red de apoyo sólida”, opina y recuerda que la jubilación en condiciones de igualdad, “no es un tema solo económico, sino que es una cuestión de justicia social”.
Entre las soluciones, tanto para Fuente Lavin como para Mediano, están medidas como el aumento del Salario Mínimo Interprofesional o la reducción de jornada laboral.”Hay que aumentar el importe de las pensiones mínimas, porque las mujeres son quienes más porcentaje sufren las peores retribuciones”, explica el ex catedrático de la EHU/UPV que recuerda que muchas mujeres no tienen derecho a mejoras en su pensión que se establecen en comunidades autónomas como la vasca porque se tiene en cuenta la unidad familiar. “Hay mujeres que cobran la pensión mínima pero no tienen derecho al complemento porque su cónyuge tiene una pensión media”, indica, señalando la dependencia económica que esto supone.
“En el ámbito laboral es imprescindible implementar políticas que redistribuyan el tiempo de trabajo y de cuidados, como la reducción de jornada laboral”, apunta Marta Mediano
“En el ámbito laboral es imprescindible implementar políticas que redistribuyan el tiempo de trabajo y de cuidados, como la reducción de jornada laboral con mantenimiento del salario”, explica Marta Mediano que indica que esta medida no solo mejora la conciliación de las mujeres, si no que “abriría espacio para que los hombres asuman un rol más activo en estos cuidados”. En cuanto a la Seguridad Social, la experta recomienda “ampliar y flexibilizar los mecanismos de protección para quienes han trabajado en condiciones precarias, temporales o parciales, especialmente en sectores feminizados como la limpieza, la atención sociosanitaria o la educación infantil, donde la brecha salarial y la precariedad son más pronunciadas”.
“Es fundamental que la jubilación no sea un castigo económico para quienes han dedicado años a estos trabajos, que suelen tener salarios bajos y poca estabilidad”, concluye.