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Periodismo
“Elegí la utopía más bonita”, homenaje al periodista anarquista Eduardo de Guzmán
En 1985, después que la Unión de Periodistas le concediera el “Premio Libertad de Expresión” como reconocimiento a sus inquebrantables 60 años de trabajo periodístico y lucha social, por los que fue condenado a muerte e indultado tras largos años de cárcel, entrevisté en su domicilio en la madrileña calle Atocha a Eduardo de Guzmán, memoria viva del periodismo español.
Sucesivas operaciones oculares de cataratas le mantenían inmerso en tinieblas, dificultando su autoimpuesta tarea de ser consciencia crítica de nuestra sociedad. Era buena ocasión para repasar una existencia involucrada en episodios históricos.
Pero la revista para la que entonces yo trabajaba prohibió su publicación, y el material quedó sepultado en mi archivo. Aprovechando el homenaje que ahora le dedica la Fundación Anselmo Lorenzo (Peñuelas 41, Madrid) con una exposición sobre su vida y obra que se abrió con dos coloquios, el 17 y 18 de junio, considero que es el momento para sacarla a la luz.
En 'La Tierra' fui el redactor-jefe, y entre otros sucesos de la turbulenta época, participé en el desenmascaramiento público de la matanza de Casas Viejas
“Nací en 1908 en Villada, un pueblo palentino. Mi padre era abogado y tenía algunas fincas, pero murió pronto y nos quedamos sin un céntimo, por lo que mi madre se vino con los seis hijos a Madrid a buscarnos una salida. Pasamos auténtica hambre, hasta que comenzamos a trabajar en lo que se podía. Yo entré a los 16 años de recadero en un periódico “sapo”, uno de esos que mantenía la cabecera apenas sin tirada. Poco después se independizaron un grupo de periodistas de izquierda y fundaron El Diario del Pueblo y me dieron la oportunidad de empezar a escribir, tocando todo tipo de temas. Pasé luego a La Tierra, que se destacó por su lucha contra la censura. Al proclamarse la República entraron destacados anarquistas en este periódico, que se unió a la CNT, superando los 50.000 ejemplares de venta y con gran influencia en la política nacional. Allí fui el redactor-jefe, y entre otros sucesos de la turbulenta época, participé en el desenmascaramiento público de la matanza de Casas Viejas: nada más producirse la tragedia nos fuimos Ramón J. Sender (entonces redactor de La Libertad) y yo, y a punto estuvieron de matarnos, por descubrir que de los 19 campesinos muertos tan solo seis lo fueron en los enfrentamientos, mientras que el resto fue sacado de sus casas y asesinados“.
”Nuestra generación luchó en la última de las revoluciones románticas, y estábamos convencidos de que íbamos a ganar“
”Aunque el Parlamento se negó a investigar, se formó una comisión parlamentaria extraoficial, a la que acompañamos. Con las pruebas presentadas a juicio se condenó a 20 años al capitán de los Guardias de Asalto que dirigió la matanza, y quien sería poco después amnistiado. Por declarar como testigo en este juicio, de gran importancia política, no pude hacerlo en otro que se celebró en Madrid contra Aurora Rodríguez, quien había matado a su hija Hildegart, inteligente y atractiva joven colaboradora de nuestro periódico. Su madre me llamó desde la cárcel para contarme los motivos: la había criado para convertirla en una redentora de la Humanidad, pero sus sentimientos la apartaron del camino de la lucha trazado por la madre y ésta acabó destruyéndola, como si sufriese una especie de complejo de Pigmalión. Esta terrible historia la conté años después en un libro Aurora de sangre, sobre el que se basó la película dirigida por Fernán Gómez en 1977“.
”Entrando los fascistas, el 28 de marzo de 1939, saqué el último número y salí pegando tiros en un camión rumbo a Alicante"
“Al estallar la guerra civil me fui de corresponsal a varios frentes, entre ellos el de Aragón donde conocí a fondo a Durruti y la tremendamente positiva experiencia de las colectivizaciones. La autogestión obrera en las empresas, los colectivos agrarios y las transformaciones de mentalidad sexual (como la igualdad de sexos y la “huelga de vientres” por la que se decidía evitar que aumentara el futuro número de trabajadores explotados) fueron varios de nuestros logros sociales. Nuestra generación luchó en la última de las revoluciones románticas, y estábamos convencidos de que íbamos a ganar. Cuando asaltamos el Cuartel de la Montaña con unas pocas pistolas viejas creíamos que con buen armamento no habría problema, pero hacen falta muchos años para la educación y el desarrollo de la conciencia y los sentimientos antes que se pueda aplicar el anarquismo. Todas las grandes ideas son utopías, y la más bonita es la que ofrece un máximo de libertad, que es el anarquismo”.
Anarquismo
Julián Vadillo “Los anarquistas estuvieron en todos y cada uno de los organismos de la República”
En enero de 1937 la anarcosindicalista CNT funda el periódico Castilla Libre, siendo elegido Guzmán para dirigirlo: “Es increíble que una ciudad sitiada como era Madrid se publicasen 14 diarios, utilizando los más diversos tipos y tamaños de papeles. Entrando los fascistas, el 28 de marzo de 1939, saqué el último número y salí pegando tiros en un camión rumbo a Alicante. Allí nos reunimos cerca de 30.000 republicanos en espera de los barcos que nos evacuarían, y que nunca llegaron. Sin escape posible, se suicidaron en el puerto más de 600 compañeros, en una de las situaciones más dramáticas que se pueden sufrir. Al resto nos internaron en campos de concentración, separándonos a un centenar para interrogatorios con torturas en Madrid, de los que tan solo sobrevivimos dos. La represión de la posguerra fue feroz, y el mismo Gil Robles publicó que de 400.000 procesados, menos de 80.000 conservaron la vida. Fueron muchos los que murieron de hambre o enfermedades en prisión. En un Consejo de Guerra sumarísimo fui condenado a muerte junto con Miguel Hernández y otros propagandistas. Por 5.000 pesetas era posible salvarse, pero mi familia no las tenía, y nunca he sabido por qué razones, al cabo de 16 meses de esperar la ejecución, me concedieron el indulto. Cumplí siete años más de cárcel, hasta que en 1948 me dieron la libertad provisional, con la sanción de no poder ejercer más el periodismo. Así que me dediqué a traducir del inglés y escribir sin parar novelas baratas”.
Represaliado como periodista y bajo seudónimos tales como Edward Goodman o Charles G. Brown, durante una veintena de años Guzmán inundó los quioscos de España y parte de América con trepidantes aventuras de indios y vaqueros, policías y gánsteres, al ritmo de tres novelitas mensuales tamaño de bolsillo, tapa en papel y a duro el ejemplar, con tiradas que alcanzaban los 60.000 ejemplares.
Fruto de su labor de documentación (ya que nunca había estado en los Estados, país que le negó el visado de entrada por su militancia) serían sus primeros libros: La epopeya del Oeste (1963) y Esto es gansterismo (1966). En 1969 entró a trabajar para una agencia de noticias mejicana, y en la década de los setenta su prodigiosa memoria y su minucioso archivo le permitirán reconstruir el pasado reciente, en numerosos artículos y libros como 1930 (crónica de los acontecimientos del año); La muerte de la esperanza (los inicios y finales de la guerra civil); El Año de la Victoria (lo que significó 1939 para los derrotados); Nosotros los asesinos (editada justo al morir Franco sin pasar censura, centrada en la represión de la posguerra “sin el torpe anhelo de vengativa revancha” y que obtuvo en Francia el Premio Internacional de Prensa); La II República fue así (1977) e Historias de la Prensa (1984). En 1978 obtuvo la rehabilitación profesional, aunque como jubilado sin derecho a pensión (que luego le aportaría la Sociedad General de Autores).
La entrevista terminó con su deseo de volver al oficio en cuanto recuperase la visión: “Se va a cumplir el 50 aniversario de la Guerra Civil, y habrá que escribir sobre ello”. Y así lo haría, publicando artículos, dando conferencias y apoyando a la CNT, al mismo tiempo que reeditaba muchas de sus novelas populares, hasta su fallecimiento en Madrid con 83 años el 25 de julio 1991. Dejaría inéditas una Historia del toreo en España y El doloroso precio de la libertad: siete constituciones, nueve dictaduras, cuatro guerras civiles y dos millones de víctimas, un balance de la vida en España desde 1812, así como un recorrido visual por el comunismo, a partir de un millar de fotos comentadas.
En 2015, Noelia León redactó una monumental tesis (casi 1900 páginas) sobre este relevante periodista, accesible en Dialnet: Eduardo de Guzmán (1908-1991): vida y literatura
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Muy necesario y emocionante este recuerdo a un gran escritor y militante. Me viene a la memoria, con cierta indignación, que por carecer el movimiento libertario de altavoces mediáticos y por ser diana continua de los dardos de la izquierda estalinista o de sus vertientes "eurocomunistas" posteriores, la figura de Eduardo de Guzmán fue calumniada en más de una ocasión por intelectuales de izquierdas en la prensa de gran difusión. Un ejemplo de esta calumnia es el artículo Guerra de palabras, publicado en El Páis de 21 de febrero de 2007 por Antonio Elorza. Sin embargo, lo que no esperaba Elorza, uno de los "intelectuales orgánicos" de la transición, era que le replicara (con lo que hoy calificaríamos de "zasca" en toda regla) la mismísima compañera de Eduardo de Guzmán, Carmen Bueno Uribe, en una carta al director del mismo periódico, que debería haber sido una tribuna para poder lavar en igualdad la afrenta realizada por el artículo de Elorza. Aquí tienen los lectores este texto para el que obviamente nuestro intelectual e "historiador" no tuvo ninguna réplica: https://elpais.com/diario/2007/02/25/opinion/1172358007_850215.html
Que yo sepa, "El doloroso precio de la libertad: siete constituciones, nueve dictaduras..." que mostraría su esfuerzo por abarcar 180 años de la torturada historia del estado español, permanece inédita, quizás sin haberla terminado. Aprovecho la ocasión para informar que la exposición sobre su vida y obra estará abierta todo el verano en la sede de la Fundación Anselmo Lorenzo (c/Peñuelas 41, Madrid), Martes a Viernes 10-14 y 17-20; Lunes 10-14. Quizás cierren un par de semanas en agosto (confirmar en 91-4738248).
Aprovecho para recomendar la lectura de "Viaje a la aldea del crimen" de Ramón J. Sender, que relata los sucesos de Casas Viejas de primera mano. Una auténtica maravilla más que necesaria.
Gracias por recuperar del archivo de los invisibilizados a una persona única, inspiración para unos días de desesperanza.
He tratado de localizar a Noelia León para preguntarle por las obras inéditas de mi recordado Eduardo. Como no lo he conseguido, me pregunto si el artículo sabe algo más de esa historia de España desde 1812 que no llegó a terminar. Un cordial saludo.