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Periodismo
Vázquez de Sola. Entre el exilio y el gozo de sentirse libre (III/IV)
“Al llegar al consulado de París me preguntaron si sabía lo que era 'alta traición'. Dije que sí, que era lo que Franco había cometido el 18 de julio de 1936”. Después de aquel legítimo desaire, en el año 1956, Andrés Vázquez de Sola se vio en París, “sin una perra gorda y sin saber qué hacer”. Los arcos del Pont Neuf le sirvieron como refugio durante un tiempo. Y recuerda que, aunque hambriento y sediento, se cruzó con multitud de personas que le hicieron la vida en el exilio un poco más fácil. Un anarquista lo acogió en su casa, un argelino le dejó su coche para que hiciera las veces de vivienda provisional…
La supervivencia le llevó a trabajar como peón de albañil hasta que, un día, en una obra se cayó de un andamio. “Pero, me caí 'p’a dentro'”, declara entre risas. En el hospital, enseñó sus dibujos al médico que le atendió, quien le recomendó que acudiera a Le Canard Enchainé (1915), un periódico satírico que sigue en activo hoy en día en Francia.
En Le Canard gocé de la libertad de expresión más absoluta”
Mantiene que empezó a vivir aquel día en que le contrataron en Le Canard, porque “gocé de la libertad de expresión más absoluta”. Vázquez de Sola trabajó en tres periódicos franceses: Le Canard Enchainé, Le Monde (1944) y L´Humanité (1904). Fue en Le Canard, sin embargo, donde experimentó el ejercicio de un periodismo de calidad, basado en informaciones contrastadas e investigaciones exhaustivas. Por ello, Andrés se detiene a narrar el proceso de elaboración de las piezas, imprimiendo emoción e intensidad a sus palabras, quizá con cierta nostalgia que rápidamente deriva en enfado por lo denostada que actualmente se encuentra la práctica periodística en nuestro país.
Desde Le Canard se denunció a presidentes de la República como Giscard d’Estaing (1974-1981), primeros ministros como Chaban-Delmas (1969-1972) o el cardenal Daniélou. Según el veterano dibujante, la redacción de Le Canard se mostraba implacable con todos ellos: “Si nos contestaban con un: 'si lo publicáis, os llevo a los tribunales'; entonces, se publicaba la información”, afirma entre risas. Pero añade con tono grave que, “si nos ofrecían información legítima que justificaba los hechos, entonces tirábamos nuestras investigaciones a la papelera, a pesar de los recursos que habíamos invertido en ellas”.
La andadura de Vázquez de Sola en Le Canard se prolongó durante treinta años, y también colaboró con Le Monde
La andadura de Vázquez de Sola en Le Canard como miembro fijo de la plantilla se prolongó durante treinta años, aunque a lo largo de su prolífica y extensa carrera irían surgiendo anécdotas fruto de colaboraciones con otros medios como Le Monde (1944). Le Canard autorizó a Vázquez de Sola para que pudiese publicar en Le Monde y así facilitar que sus dibujos pudieran verse en España. Una anécdota “graciosa”, según el dibujante, aunque surcada inevitablemente por la censura y el control a la prensa bajo la dictadura franquista en España, sucedió cuando Le Monde propuso hacer una encuesta entre los intelectuales y filósofos españoles sobre la situación del país en aquel momento. Sabiendo que estaban muy limitados respecto a lo que podían decir y lo que no, Tierno Galván comentó al periódico francés que participaría con la condición de que Andrés ilustrara sus palabras. Le Monde aceptó y encargó el trabajo a nuestro protagonista: “Hicieron las entrevistas a los intelectuales y yo hice mis dibujos, tal y como lo entendía. Entonces, me viene el director y me dice: 'Mira, Andrés, estos dibujos van a publicarse en España… Por favor, te pido que los descafeínes'”. Una, dos y hasta tres veces “pidieron” al dibujante que le “quitara hilo a la cometa”. “Al final, me negué a hacerlo”, sentencia. “Le dije al director que se lo pidiera a Mingote, que lo haría mejor que yo. Aún hoy no sé si aquello se publicó o no”.
Vuelta a España: primer intento
Vázquez de Sola regresó a España el mismo día en que se conoció la muerte del dictador, en noviembre de 1975. Su mirada se pierde entre recuerdos difusos y fechas que bailan. Su gesto es de pesadumbre: “Yo pensaba que en España iba a cambiar todo, y no fue así. No fue así”, insiste. Más animado, retoma el hilo de la conversación previa y vuelve a centrarse en su trayectoria profesional. Cuenta que las cabeceras más importantes del país se hicieron eco de su regreso y buscaron ficharlo como dibujante. En ABC, por ejemplo, la prosopopeya con la que le dieron la bienvenida quedó reducida a un almuerzo de postín con unos cuantos “peces gordos” de la industria que, finalmente, no supieron (o no quisieron) aceptar la forma de ejercer el periodismo del periodista y dibujante satírico: “Me recibieron muy bien, pero luego no me llamaron más”. Y, entre risas, añade: “No obstante, en los periódicos en los que sí estuve, duraba unos quince días. En cuanto empezaba a dibujar y a escribir, me echaban”. El tono con el que narra su historia de “idas y venidas” denota que tanto la España como el periodismo español posteriores a la muerte de Franco le defraudaron. Así las cosas, y tras la experiencia vivida en diversos periódicos en los que sus dibujos fueron “pasados por el lápiz rojo”, Andrés entendió que España no estaba preparada para su sátira, tomase esta la forma que tomase: “De modo que hicieron aquel recibimiento para que la gente no me olvidase pero, al no permitirme publicar, todos se olvidaron de mí. Decidí, entonces, ponerme a escribir libros y hacer cuadros. Los dibujos que hacía en pequeño, los hago en grande y en lugar de escribir artículos, escribo libros. Se acabó. Y me marché a Francia”.
Segundo intento: Década de los ochenta
En 1985, contactan con Vázquez de Sola para dirigir El Cocodrilo, un semanario satírico de ideología eminentemente derechista: “Si me llaman a mí, pensaba que sería para cambiar. Pero ya desde el principio me impusieron unos colaboradores con los que yo no estaba de acuerdo”, recuerda Andrés, precisando que “un director de periódico es como un director de orquesta, debe elegir sus músicos”. “Yo puedo dibujar o escribir en el mismo periódico donde dibuja y escribe una persona de derechas, pero como director, no puedo tener a Mingote -por mucho que lo aprecie-, o a Summers, que era un fascista”, puntualiza. Por esta razón, su andadura en El Cocodrilo no duró más de un par de semanas.
A su manera, que no es la mía, ETA ha luchado contra el fascismo en el País Vasco, contra el fascismo de Franco y contra el fascismo de Felipe González
A continuación, Andrés guarda silencio unos segundos, dudando acerca de cómo abordar la cuestión que tiene en mente. Entonces, “se publicaban chistes contra ETA”, comienza. Y esa frase le sirve como acceso a una reflexión pausada en la que queda concretada su forma de concebir el mundo: “Yo sé que aún no se puede hablar de ETA, pero yo me lo permito. Nunca he estado de acuerdo con la violencia física, por lo que, en ese sentido, no puedo estar de acuerdo con ETA. Pero tampoco con la Guardia Civil, ni con la policía, ni con el GAL. A todos los juzgo con el mismo rasero”, sentencia. “A su manera, que no es la mía, ETA ha luchado contra el fascismo en el País Vasco, contra el fascismo de Franco y contra el fascismo de Felipe González. Ellos han luchado por ideología, muchos han muerto y otros llevan en la cárcel muchos años, cosa que no ha pasado con Billy el Niño, ni con Fraga, que fue tan asesino como Franco”. Reafirmándose en su denuncia de la violencia, provenga de donde provenga, el veterano dibujante explicita la injusticia de que todos ellos, que torturaron y asesinaron, hayan sido respetados, e incluso condecorados con medallas en tiempos de un gobierno socialista.
En cualquier caso, no es esta la única decepción que Vázquez de Sola ha sufrido por parte de políticos del PSOE. En 1986, publicó unos dibujos criticando la entrada de España en la OTAN y fue denunciado y procesado por un delito de injuria contra el Gobierno. Para él, la organización es “una mafia criminal para sacar el petróleo más barato y luego venderlo más caro”, una entidad agresiva que violenta los principios de paz y bienestar que tan fervientemente defiende. En una de las viñetas que generó polémica, Vázquez de Sola rescató el famoso eslogan socialista que rezaba “OTAN de entrada, NO” y le añadió: “así, sí”. El dibujo consistía en una caricatura de Felipe González siendo penetrado. Sin embargo, le procesaron por otras dos imágenes: en una aparecía una señora “que se veía a siete leguas que era una prostituta”, con dos niños de la mano. La leyenda rezaba: “¡Cuando seáis mayores, votaréis sí a la OTAN! Como todos los hijos de puta.” En el otro, “salía un tío con unos cuernos muy grandes y decía: ‘¡Yo voto sí a la OTAN! Como todos los cabrones.” A cuenta de ambas viñetas, lo procesaron por injurias contra el jefe de gobierno y sus primeros ministros. “¡No, no, no!”, grita Andrés, encendido. “Para empezar, yo no estoy diciendo que todos los que votan ‘sí’ sean unos hijos de puta, sino que los hijos de puta votan ‘sí’. Y para los cabrones, lo mismo. Sigo manteniendo que meternos en la OTAN fue un crimen contra la humanidad”.
Años más tarde, en 1993, se paralizó la distribución de su libro Mi tío fray Diego, después de ser denunciado, también por el PSOE, debido a sus “contenidos humillantes contra la religión”. En un tono entre divertido y solemne, Andrés añade una nota al pie a esa sentencia. Sabe que es un tema escabroso, pero él habla con la seguridad de quien ha dedicado tiempo y esfuerzos a formarse un criterio y establecer un abanico de certezas difícilmente erosionables: “La religión es un tipo de opinión como otra cualquiera, ni mucho menos respetable que cualquier otro tipo de pensamiento. Para mí, los dogmas -frente a la búsqueda, la duda…- no son respetables. Nunca”. Con una suave risa, concluye: “Ni siquiera los de mi partido”.