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Pista de aterrizaje
Silvia Albert Sopale: “En España el racismo está invisibilizado pero existe”
Silvia Albert Sopale dice que nunca pudo ser Blancanieves en el colegio y ahora de mayor, ya como actriz, solo le ofrecen papeles de señora de la limpieza, prostituta o toxicómana. Lo cuenta desde las tablas de la madrileña sala Off Latina mientras interpreta No es país para negras, una obra que se aleja del lamento para reivindicar su negritud y exigir su espacio.
Silvia Albert Sopale (San Sebastián, 1976) dice que nunca pudo ser Blancanieves en el colegio y ahora de mayor, ya como actriz, solo le ofrecen papeles de señora de la limpieza, prostituta o toxicómana. Lo cuenta desde las tablas de la madrileña sala Off Latina mientras interpreta No es país para negras, una obra que se aleja del lamento para reivindicar su negritud y exigir su espacio. En la pieza teje sus experiencias con las de otros afrodescendientes para ofrecer un relato único, íntimo y desgarrador. Tras 55 minutos de respiración contenida se escucha un “uff” entre el público.
Silvia acaba de terminar su actuación con una especial intensidad –confiesa que hoy puso énfasis en esa parte– clamando que al final, bajo tierra, todos somos iguales. Después de una sonora ovación la actriz pregunta al público si ha visto alguna vez algo parecido. Solo una persona levanta la mano. La pieza lleva dos años y más de 60 bolos por España para hacer justicia y así se lo cuenta a El Salto, tras limpiarse el sudor y fumarse un bien merecido cigarro.
Más de dos millones de afroespañoles en el país, ¿qué es ser afroespañol?
Ser afroespañol es algo que estamos construyendo ahora mismo, estamos definiéndonos. Es una reivindicación de identidad, la búsqueda del reconocimiento de pertenencia. Para mí, ser afroespañola es un posicionamiento ante España en el deseo de ser reconocida como parte de esta comunidad y no ser vista como una extranjera.
¿Cuáles son vuestros referentes? ¿están? ¿no están?
Sí, en España ha habido un montón de personas negras haciendo cosas desde hace mucho tiempo. La escritora Remei Sipi, el dramaturgo Inongo vi Makomè, el economista Edmundo Sepa… Lo único, que hasta el momento han estado invisibilizados por los medios. Cuando yo era pequeña tirábamos de América porque aquí en España era complicado.
Ahora en Barcelona tenemos un proyecto que se llama Black Barcelona en el que estamos visibilizándolos. Nos está pasando una cosa muy curiosa, gente con 40 como yo estamos diciendo que nos faltan referentes y sin darnos cuenta nos hemos convertido en ellos. Rubén Bermúdez –fotógrafo, autor del libro Y tú, ¿por qué eres negro?–, Lucía Mbomio –escritora, autora del libro Las que se atrevieron–, el colectivo Afroconciencia…
También se han creado espacios como el blog Afroféminas o la librería United Minds, especializada en África y la diáspora, para contar nuestra historia y para reescribirla, porque hasta ahora solo hemos tenido un discurso, el blanco.
En la actualidad, el mestizaje está más presente. Tú creciste en una España blanca. ¿Cómo se lo tuvieron que montar tus padres?
Mi madre era muy peleona y tuvo que pelear mucho en el colegio contra una institución racista. Ella reforzó nuestra autoestima explicándonos que en casa éramos iguales pero en la calle éramos negras. Creaba nuestra conciencia de negritud para posicionarnos y cuando saliésemos a la calle no nos diesen ostias si no que estuviésemos fortalecidas.
Las mamás de afrodescendientes se pueden plantear pasar por encima del color de la piel o reforzar la identidad de sus hijos. ¿Qué aconsejas?
En un mundo ideal no haría falta reforzar la identidad. Pero estamos en el mundo real, en donde el racismo existe, en donde las niñas y los niños son discriminados por su color de piel entre otras cosas. No prepararlos es un error, hacer como que no existe no es la solución, ya que estas niñas y niños se lo encontraran en algún momento de su vida.
Si no, seguirá pasando lo que pasa ahora que no se identifican los ataques racistas, se normaliza todo. Muchas personas no saben identificar el racismo que sufren o han sufrido y muchas más aún no saben identificar cuando están siendo racistas.
Tenemos que reforzar la identidad de nuestras hijas y nuestros hijos porque en algún momento lo van a necesitar. Yo tengo una niña de cuatro años y yo siempre digo que es mestiza. Con esto de los mestizos siempre se da la cosa de que ni son negros ni son blancos. Por suerte para ella hoy hay un montón de referentes mestizos donde puede reflejarse.
Hay que enseñarla el orgullo de ser negra y que si el problema lo tienen los otros la solución hemos de buscarla entre todas. Hay que verlo en positivo para que se sienta segura cuando llegue al cole y se enfrente al primer insulto.
Ya no hay palizas, hay menos insultos por la calle, pareciera que ya no hay racismo.
En España el racismo está invisibilizado, pero existe. España se considera un país no racista, pero es mentira. En el colegio de mi hija propuse crear una comisión sobre racismo y las mamás me decían que no hacía falta, que el racismo ya está superado. Pero no es verdad.
Hay que saber lo que es ir andando por la calle y que la gente se sujete el bolso, que vayas a un restaurante y que el camarero siempre ofrezca la cuenta a la persona blanca, que me pidan el NIE en un Ayuntamiento cuando yo soy española y tengo DNI…A la mayoría le gustaría que esta situación estuviese superada y posiblemente para algunas lo está, hasta que entra en tu vida una persona racializada, entonces todo cambia.
Entonces comienzas a ver los detalles, el racismo en el lenguaje, la exclusión en los medios, la repetición de estereotipos en las películas, en el teatro, en las series de televisión. Comienzas a ver y entender el racismo institucional, los CIEs, las deportaciones masivas, la criminalización de la pobreza.
Dentro de la comunidad afro tú, como española, estás en una situación de privilegio...
Empiezo a aceptar esta responsabilidad. Mis padres son migrantes, llegaron con una mano delante y otra detrás. Yo he nacido aquí, tengo mi documentación en regla, he podido estudiar arte dramático, tengo una pareja, tengo una casa y tengo acceso a una serie de espacios como por ejemplo este teatro. Y por eso tengo que utilizar este privilegio para contar esta historia y hacerla llegar hasta allá donde sea posible.
¿Y la obra está funcionando?
La obra está funcionando muy bien, yo no me lo esperaba. Aparte de estar los viernes en la sala OFF Latina, nos están llamando asociaciones y colectivos de todas partes de España, nos han buscado ya dos universidades americanas y nos han invitado a varios congresos en España.
Y la reacción del público es siempre un gran asombro. En algunas personas detecto que es la novedad del tema lo que les sorprende, a otras les asombra cómo está contado. Cuando me dicen lo buena actriz que soy algo en mí se remueve y pienso ¿que esperaban? Y no por una cuestión de ego, en el mundo de la interpretación hay mucho por trabajar siempre, sino por una cuestión de expectativas.
Es como si no se esperara mucho de mí como mujer negra, así lo siento a veces. Los afrodescendientes que vienen a verla acaban dándome las gracias porque por primera vez en la historia de España se está hablando de ellos.
Los ‘otros’ estamos tomando la palabra y estamos contando nuestra propia historia. Hasta el momento los que hablaban sobre inmigración eran los blancos pero tenemos nuestra propia voz y podemos alzarla.
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En esta sociedad como bien dice la actriz Silvia, queda mucho por hacer en muchos temas que se creen superados y no es asi. Gracias al esfuerzo y trabajo de personas como Silvia se reivindica esta normalidad de lo ya debiera ser normal en una sociedad como la de hoy. Queda mucho por hacer en muchos ámbitos y la educación y la cultura tienen un papel fundamental. Gracias Silvía.Y