
Presos vascos
Más de 80.000 personas reivindican llevar a la agenda política el fin de la dispersión
Las víctimas de terrorismo Rosa Rodero, viuda del ertzaintza Joseba Goikoetxea, asesinado por ETA, y Axun Lasa, hermana de José Antonio Lasa, asesinado por el GAL, portaron la pancarta de la manifestación en Bilbao y leyeron juntas el discurso final en la explanada del Ayuntamiento.
Para demasiadas personas, la manifestación que cada año se celebra en Bilbao después de Navidades para reivindicar el fin de la dispersión y de las medidas excepcionales permanentes con los presos vascos equivale a apoyar a ETA, una organización que ya ni existe. Pero en las calles de Bilbao se juntan, erre que erre, año tras año, no menos de 70.000 personas, respaldadas por diversos partidos políticos, todos los sindicatos, incluidos CCOO y UGT, y representantes de la sociedad civil. Y la edición de ayer fue especialmente simbólica: dos víctimas de terrorismo, Rosa Rodero, viuda del ertzaintza Joseba Goikoetxea, asesinado por ETA, y Axun Lasa, hermana de José Antonio Lasa, asesinado por el GAL, portaron la pancarta de la manifestación y fueron las encargadas de leer el discurso final en la explanada del Ayuntamiento.
Ellas, humildes en su dolor y seguras en sus peticiones, explicaron antes de la lectura que estar juntas “supone un paso hacia adelante para que este país tenga ya esa paz y tranquilidad que pedimos desde hace tiempo”, indicó Rodero. Para Lasa, suponía “gritar”. “Gritar al mundo, a todo el Estado, a quien sea, que las víctimas no estamos atrapadas en el pasado, sino que queremos seguir hacia adelante hasta que la vulneración de los derechos humanos se solucione”.
En su discurso, hicieron hincapié en que “estamos hablando de derechos humanos y no de reivindicaciones políticas. Su defensa nos compete como ciudadanía, porque no se puede construir una sociedad reconciliada sobre una base punitiva injusta y vengativa, y sin sanar heridas y secuelas. Por ello debe ser una responsabilidad prioritaria para nuestras instituciones electas”.
Fueron los políticos que asistieron a la manifestación quienes pusieron las connotaciones políticas. Mientras el coordinador de EH Bildu, Arnaldo Otegi, se refirió a los presos como “refugiados” y “deportados”, Josetxo Arrieta, de Elkarrekin Podemos, instaba a los presos a “reconocer el dolor causado para que el sueño de la convivencia sea una realidad”.
Con independencia de los matices que cada uno quiso aportar, todos coinciden en que la dispersión vulnera los derechos fundamentales no solo de los presos, sino también sus familiares. La doble condena.
“Le quieres muchísimo, te necesita y estás ahí. Pero es un castigo doble, para ellos y para nosotros”
María, miembro del colectivo Etxera y que prefirió no dar su apellido, lleva 16 años viajando entre una y dos veces cada mes por el Estado español y francés visitando a su hijo. “Le quieres muchísimo, te necesita y estás ahí. Pero es un castigo doble, para ellos y para nosotros”. Desde que su hijo está preso, entre sus visitas y las de sus amigos, “no se ha quedado una semana sin visita”. Ahora los viajes son a València (610km)
La manifestación estuvo organizada por las plataformas Sare y Bakegileak, en su acto en Baiona, que se celebró dos horas antes y congregó a más de 10.000 personas. El portavoz de Sare, Joseba Azkarraga, ex consejero del Gobierno vasco por EA, pidió al nuevo Gobierno español “no más vulneraciones de derechos, ni más legislaciones de excepción”, al tiempo que defendió que los diputados vascos lleven al Congreso de los Diputados las reivindicaciones penitenciarias: “Es necesario avanzar y trasladar en las Cortes Generales un consenso muy mayoritario de la sociedad vasca”.
El diputado de la CUP, Albert Botran, también resaltó la importancia de la fecha de esta manifestación, pocos días después de la nueva formación del Gobierno. “Los gobiernos anteriores han sido bastante irresponsables en política penitenciaria, pero ahora tienen la oportunidad de ser corresponsables en el proceso de paz y cumplir los derechos humanos”.
En la agenda
Este año, quizá por el nuevo Gobierno, por un hartazgo generalizado, o porque Rosa Rodero y Axun Lasa leyeron el comunicado juntas, el final de la manifestación tuvo un final más optimista, más humano. “Cada cual tiene la tendencia natural a sumirse en su propio dolor sin ver el de los demás. Pero nosotras no queremos ser complacientes con el olvido de otras víctimas, o con la vulneración de los derechos de presos y presas, o con la marginación de ningún colectivo familiar”, leyeron juntas, en castellano y euskera, ante 70.000 personas.
El lema escogido para esta edición ha sido Orain presoak (Ahora, los presos). Una petición que resuena más fuerte y que, con EH Bildu en el Congreso de los Diputados con grupo propio se espera que tendrá que ser más escuchada en Madrid. “Cuando se habla de agenda vasca, hay que hablar de presos. Este país necesita una hoja de ruta para su libertad, porque beneficiará la convivencia”, defendió Arnaldo Otegi.
A la manifestación acudieron representantes de los partidos políticos catalanes ERC, la CUP y JxCat y, durante el discurso, hubo palabras de solidaridad para los presos políticos catalanes, quienes tras el juicio en el Tribunal Supremo fueron trasladados a cárceles de Catalunya.
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