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Racismo
Jalane Schmidt: “En Estados Unidos, los orígenes de la policía profesional se remontan a las patrullas esclavistas”
La activista del movimiento Black Lives Matter, Jalane Schmidt, reflexiona sobre la nueva ola de protestas, las alianzas posibles en un contexto de autoritarismo, y el horizonte político que apunta a la desfinanciación de la policía como se exige en las calles.
La historiadora Jalane Schmidt navega entre sus investigaciones sobre la raza y en la revolución cubana y las demandas negras en las actuales calles estadounidenses. Residente en Charlottesville —tristemente célebre tras la muerte por atropello de una militante antirracista— y profesora en la Universidad de Virginia, esa activista del movimiento Black Lives Matter pone su mirada al servicio de una comprensión amplia de este nuevo ciclo de protestas, en el complicado contexto pandémico. Protestas que traen un nuevo abanico de alianzas y horizontes políticos.
Estas protestas se dan en el contexto de una pandemia mundial. Sus efectos sobre la población afroamericana han sido alarmantes.
Podemos ir incluso más atrás, hasta la crisis económica de 2008, cuando se dio la ejecución de tantas hipotecas. La riqueza afroamericana aún no se ha recuperado de esto. Hay, incluso antes de la pandemia, una proporción de diez a uno entre la riqueza en manos de una persona blanca y la riqueza de una persona negra. Mucho de eso tiene que ver con la crisis de la vivienda de 2008. Hay que mantener en mente que la protección legal para la no discriminación en el acceso a la vivienda, viene de pocas décadas atrás.
En Estados Unidos —al no tener una buena protección social como tienen muchos países europeos, la propiedad inmobiliaria es nuestra manera primaria de construir riqueza y tener algo para legar a los propios hijos. La casa también se convierte en un nido para vender más tarde en la vida si se necesitan recursos tras la jubilación y ese tipo de cosas. Así que ese es el contexto. La gente negra ya se había quedado atrás, especialmente después de 2008, con la crisis hipotecaria. Y eso fue hace una década.
Entonces llega la pandemia, que está exacerbando más, o en realidad exponiendo, las desigualdades económicas basadas en la raza. Porque la gente racializada generalmente, pero las personas negras específicamnte, tienen las ratios más altas de infeccción, hospitalización, y muerte por coronavirus, y eso tiene que ver con que muchos negros están en empleos de clase obrera que requieren de su presencia, muy a menudo en espacios pequeños, donde se producen los contagios. Mientras, la gente blanca predomina en la clase profesional, que puede trabajar desde casa, con Zoom y todas estas cosas y aislarse. Estas son las condiciones tras las desigualdades en términos de salud y estadísticas de covid.
En 2014, con Barack Obama al frente de la Casa Blanca, el movimiento Black Lives Matter (BLM) tomó las calles, ¿qué continuidad hay entre esas movilizaciones y estas protestas? ¿Qué diferencias?
Diría que las protestas esta vez tienen una base mucho más amplia, y se dan de manera simultánea, de manera parecida a lo que tuvimos en los 60, cuando Martin Luther King fue asesinado y hubo protestas por todas partes en todo el país. Hay una capa más amplia de la población que participa en las protestas, incluyendo mucha gente que no es afroamericana y se ha movilizado como aliados, eso es diferente de lo que pasó hace seis años.
También está el hecho de que las demandas que se hacen en las calles en las protestas de BLM, principalmente esta llamada de desfinanciar la policía, finalmente están siendo escuchadas, mientras antes era imposible pensar en ella fuera del ámbito del activismo, eran sólo castillos en el aire izquierdistas. Ahora la desfinanciación de la policía está realmente siendo tomada en cuenta en los círculos políticos principales.
La llamada a desfinanciar la policía, finalmente está siendo escuchada, mientras antes era imposible pensar en esta propuesta fuera del ámbito del activismo, eran sólo castillos en el aire izquierdistas
Un artículo en la revista politico.com sobre cómo la reivindicación para desfinanciar se ha hecho mainstream, tiene como foto de portada del artículo una imagen de una protesta de BLM en Charlottesville, que tuvo lugar hace unos días —hemos tenido hasta mediados de junio cuatro protestas y somos menos de 50.000 personas. Protestas con 2000-3000 personas bloqueando las calles principales, y esto solo en una ciudad pequeña. Está pasando en todas partes, también en pequeñas ciudades más conservadoras.Así que esas son las diferencias, protestas más expandidas a nivel geográfico, con una composición demográfica más variada de manifestantes.
Y ¿cómo se han organizado todas estas protestas, hay un componente espontáneo?
Cada lugar tienen su propia red de organizadores y cada contexto es diferente. Aquí las nuestras estuvieron muy planificadas, con ciertos grupos de activistas que difunden las convocatorias en las redes sociales. Pero no solo las personas activistas están participando, mucha gente está cansada de esto.
Algunas movilizaciones en otros lugares han sido más espontáneas. Algunas han sido una práctica nocturna, lugares como Richmond. Virgina, donde la gente aparece cada noche frente a la estatua del confederado Lee, ante la comisaría de policía. Lo que no significa que no haya grupos de activistas antirracistas haciendo ciertas acciones en el marco de estas protestas, pero muchas de ellas se organizan así, como una cosa nocturna. En Richmond ya dura semanas, cada noche ha pasado algo. Tiene cierto tipo de sentimiento de espontaneidad, sobre todo cuando algunas multitudes han ido y derribado estatuas confederadas. Creo que de hecho es bastante espontáneo, aunque alguien trae una cuerda, lo cual lo convierte en no 100% espontáneo, pero hay un sentimiento diferente frente a las marchas organizadas, que se planean por adelantado, con su lista de reivindicaciones
¿Cómo se siente tener un presidente abiertamente racista, elegido democráticamente?
Ha sido muy desalentador. Hay una historia en nuestro país, que parece dictar que cuando obtenemos cierto progreso en cuestiones de justicia racial, hay una revancha blanca. No es una pauta inusual. La revancha a veces es proporcional al éxito, en este caso, la elección de un presidente negro, tras la cual tienes la elección de Trump.
Quiero señalar los detalles del proceso electoral de los Estados Unidos. Realmente, Hillary Clinton obtuvo tres millones más de votos. Así que en términos de voto popular, ganó por bastante. El problema es la manera en la que está diseñado el sistema. Hubo tres estados específicos: Michigan, Wisconsin y Pennsylvania que suelen ser democráticos, por muy poco la mayoría de esos estados votó por Trump. Entre esos tres estados, sólo 90.000 votos más fueron para Trump, pero eso fue suficiente dada la estructura del proceso electoral que le dio la victoria. Así que sí, fue elegido democráticamente por un sistema constitucional establecido, pero en términos de apoyo popular, él no tienen el apoyo popular mayoritario.
Estados Unidos
Trump, en un búnker, señala al movimiento Antifa como el enemigo a cazar
Las protestas por el asesinato policial de George Floyd se han extendido a todo el país, en un movimiento que ya se compara con los disturbios que, a finales de los 60, impulsaron el movimiento de los derechos civiles. Al menos cinco personas han muerto en el contexto de las manifestaciones. Trump pide considerar terroristas a los antifascistas.
Las personas negras no eran ingenuas ante el racismo endémico de nuestro país, pero la revancha ha sido muy severa, particularmente con Trump, que tiene tendencias muy autocráticas, un autoritarismo que asusta. Creo que esto puede tener que ver con la mayor participación en las manifestaciones: decimos que los negros somos el canario en la mina de carbón, en términos de los efectos de ciertas políticas, o qué significa la presencia de una policía autoritaria.
Las personas negras no eran ingenuas ante el racismo endémico de nuestro país, pero la revancha ha sido muy severa, particularmente con Trump, que tiene tendencias muy autocráticas, un autoritarismo que asusta
Cada vez más personas blancas se están viendo afectadas por ello, por el autorismo de Trump, así que hay gente blanca que se está radicalizando con esto. Que dicen que claramente, esto siempre ha sido un problema, pero ahora está alcanzando a un sector más amplio del electorado.
En España tenéis vuestra propia historia de autoritarismo, para mi es de alguna forma tranquilizador hablar con periodistas extranjeros, especialmente desde Europa, porque tenéis un mirada más precisa sobre lo que precede al autoritarismo, sobre cómo se afianza, cómo llega al poder. Soy historiadora, puedo verlo venir también, pero la mayoría de los estadounidenses no tienen esa percepción del peligro que está ahí y cómo los sistemas democráticos que se han conformado pueden ser comprometidos si la sociedad no vigila. Lo que pasa ahora es que hay una mayor franja de la sociedad que está dispuesta a escuchar esos argumentos porque ven el autoritarismo. Así, hay un vínculo entre las críticas anti Trump y la crítica a la policía del movimiento BLM, y esto está resultando en una alianza más amplia esta vez con un alcance mayor.
¿Hay una articulación entre el movimiento antirracista y antifascista?
Particularmente tras la elección de Trump, y aún más después de los ataques del supremacismo blanco en Charlottesville en 2017, las críticas antifascistas al gobierno han sido también más escuchadas.
Pienso que algunos de los argumentos, y específicamente los que tienen que ver con la tendencia autocrática del presidente, y la manera en la que está consolidando poderes en torno a sí mismo, y cómo las normas y prácticas democráticas se están debilitando... todo esto da un mayor contexto para una crítica antifascista de lo que está pasando.
Como decías habéis tenido un presidente negro, son numerosas las personas negras en las instituciones y sin embargo parece que esto no conlleve una disminución de la violencia policial.
En nuestro país, los orígenes de la policía profesional se remontan a las patrullas esclavistas. Ese es el primer tipo de organización de vigilantes, en este caso hombres blancos, para capturar esclavos escapados, o parar a cualquier persona negra en la vía pública y demandar ver sus papeles. Está muy interiorizado en nuestra historia, en cuanto cómo es la policia: restringiendo cuerpos negros en los espacios públicos, por el poder de la ley, el poder del estado.
Además tenemos este problema, cada vez más, con la militarización de la policía. El equipamiento militar excedente está yendo a las fuerzas de policía local, cada vez más tienes este tipo de convergencia de militarización de la policía local y el ejército, hasta el punto que parece una fuerza de ocupación. Obama acabó con ese programa de transferencia de equipamiento militar a la policía local por una orden ejecutiva, y esa fue una victoria, algo que reclamaba el movimiento BLM. Pero Trump revirtió esa decisión y ahora hay un flujo de material de guerra yendo a la policía local.
Así que las estructuras del racismo institucional, especialmente en lo referente a la policía, han estado bien establecida por siglos aunque tengamos ciudades que tienen jefes de policía o alcaldes negros. Esto muestra qué profundamente arraigada está la supremacía blanca en las instituciones. Por tanto creo que muchos políticos negros juegan el juego: una reluctancia a considerar algunas de las demandas activistas sobre desfinanciar y desmantelar la policía, porque parece muy fuera de lo posible, aunque la discusión sea cada vez más mainstream. Pero los políticos son por definición mainstream, normalmente no son activistas, aunque nuestra alcaldesa comenzó siéndolo, y es muy buena, hace preguntas críticas, es una mujer negra que creció en la pobreza, así que conoce a la policía y es muy crítica con ella. En fin, el racismo institucional está muy intrincado. Incluso cuando tienes politicos negros.
¿De qué manera el derribo de estatuas está suponiendo una revisión a este racismo institucional?
Los manifestantes las están derribando, rompiendo la ley. Pero en muchos lugares como en Charlottesville, las estatuas van a ser retiradas de acuerdo a un proceso legal. Luchamos un largo tiempo para cambiar la ley, una ley que estará vigente el 1 de julio y entonces podemos comenzar a retirar las estatuas, aquí en Virginia.
Creo que la retirada de monumentos seguirá, estos levantamientos han hecho que más gente piense en las conexiones entre supremacía blanca y este tipo de policía que apunta a las personas negras para matarlas. Se está viendo que estas estatuas de confederados son parte de la construcción de la supremacía blanca. Que la confederación fue un movimiento de estados rebeldes cuya única razón de ser era promover y proteger la esclavitud.
Yo veo estos derribos de estatuas continuar y crecer, hay hasta pequeñas ciudades u organizaciones conservadoras a favor. Aquí, una organización para la preservación histórica, hace solo cuatro años, cuando estábamos considerando qué hacer con las estatuas de Charlottesville, abogaba por mantenerlas —mucha gente blanca mayor en el organigrama— pero ahora publicaron un comunicado diciendo que estas estatuas tiene que desaparecer.
Es mucho más fácil demoler una estatua que acabar con la supremacía blanca. Algo que hubiese sido políticamente difícil hace unos meses, es visto ahora como algo alcanzable. Lo más difícil es desfinanciar la policía
Por otro lado, es mucho más fácil demoler una estatua que acabar con la supremacía blanca. Algo que hubiese sido políticamente difícil hace unos meses, es visto ahora como algo alcanzable, el fruto más bajo en el árbol, el movimiento más fácil contra la supremacía blanca. Lo más difícil es desfinanciar la policía.
Creo que algunos políticos están tentados, con el fin de reducir tensiones y ganar algunos puntos, de retirar estatuas. Están dispuestos a hacer eso, pero no dispuestos á hacer el duro trabajo de investigar a su propia fuerza policial.
¿Hay tras estas protestas un movimiento lo suficientemente sólido para perdurar?
Estamos en un año de elecciones presidenciales, y también muchos senadores, miembros del congreso y gobernadores serán elegidos. Con toda esta gente movilizada y radicalizada sería maravilloso si pudieran votar, pero tenemos un montón de problemas con la supresión de votantes en lugares como Carolina del Sur o Georgia. Georgia tuvo elecciones hace unas semanas, y hubo mucha gente que no pudo votar.
Racismo
De la revuelta antirracista a la revolución social
Algunas reflexiones políticas a partir de la indignación por el asesinato de George Floyd.
Lo mismo pasó el año pasado en Wisconsin, uno de los tres estados que se decantaron por poco por Trump. Así que me gustaría poder decir que esa gente que está en la calle, va a ir a las urnas, pero tenemos estos problemas. Trump está haciendo todo lo que está en su mano para hacer imposible votar por correo, aunque él mismo vote así, pero no quiere que el resto de nosotros lo hagamos porque eso haría al electorado lo más inclusivo posible, reduciría las barreras del voto.
Así que creo que este movimiento tiene potencial no sólo para expresar la ira en las calles, especialmente siendo un año electoral, pero queda por ver si Trump está haciendo maniobras para orientar las elecciones a su favor. Tiene a su secretario en el Departamento de Justicia, William Barr, deseando hacerlo.
Hasta ahora, ¿qué balance haces de este mes de insurrección?
Creo que es importante que el sentimiento anti-Trump y la crítica a la policía están confluyendo. Tenemos un ejemplo perfecto para ilustrar este autoritarismo, hace algunas semanas, cuando Trump salió de la Casa Blanca con Bill Barr y convocó a la policía. Había un grupo pacífico de gente que no estaba ni protestando frente a la iglesia de St. John's justo frente a la Casa Blanca, e hicieron que la policía atacara con gases lacrimógenos a estos “manifestantes”. El sacerdote, el seminarista, la iglesia, estaban ayudando a los manifestantes con agua y comida. Tuvieron que irse, huir. Trump fue ahí para hacerse una foto propagandística sosteniendo una biblia.
El autoritarismo de Trump y su administración, siguiendo por el Departamento de Justicia suponen la consolidación de la autocracia, con la utilización de la policía para dispersar oponentes políticos, incluso aquellos que se estaban concentrando de manera totalmente pacífica. Quizás esa fue una llamada para despertar a algunas personas y completa el círculo de cómo BLM —criticando a la policía— y la oposición a Trump se están uniendo, y eso es lo que les hace más poderosos pero también más volátiles.