Racismo
'Volunturismo': cómo convertir buenas intenciones en un negocio al servicio del salvador blanco

El verano es la época preferida del volunturismo. Las empresas que ofrecen estos viajes hacen negocio con planes con forma de voluntariado que, en la práctica, sirven más para afianzar los prejuicios sobre el sur global que para establecer lazos de cooperación.

Pippa Biddle tenía 16 años cuando viajó a Tanzania con varias compañeras de su instituto estadounidense. Su destino era un orfanato, y el objetivo construir una biblioteca. Mano a mano con trabajadores locales, colocaban ladrillos durante el día. Una mañana, Biddle se levantó antes de lo previsto y vio cómo los trabajadores empleaban la madrugada para corregir la chapuza construida la jornada anterior.

No supo cómo asimilar la idea de que la ayuda que tanto ella como sus compañeras traían a Tanzania podía ser contraproducente. Así que lo olvidó e hizo como si nada. Hasta que las experiencias se fueron amontonando y tuvo que afrontar la realidad.

“Aunque es comprensible el deseo de ayudar a otros, la forma en que lo hacen los volunturistas es problemática”. Así se resume una de las conclusiones que Biddle sacaría más adelante, en el libro Our to Explore (Potomac Books, 2021). En él, explora los orígenes y el estado actual de la industria del volunturismo.

Este concepto lo define como “cualquier combinación de trabajo voluntario no cualificado o trabajo voluntario cualificado (por ejemplo, en medicina o educación) realizado por alguien no cualificado y que viaja a corto plazo. Se suele realizar en regiones menos desarrolladas por personas procedentes de regiones más desarrolladas”. Las empresas de volunturismo ofrecen planes por todo el mundo, aunque África es de los destinos favoritos.

El turismo de voluntariado es un fenómeno con raíces en el siglo XIX que ha crecido exponencialmente en las últimas décadas. El Centro de Promoción de Importaciones de los Países en Desarrollo de los Países Bajos (CBI, por sus siglas en inglés) cifraba justo antes de la pandemia en 10 millones el número de personas que se apuntaban a este tipo de viajes. Además, estimaba que este negocio facturaba entre 930 y 1.450 millones de euros anuales prepandemia.

A pesar de ser una industria creciente, ya esta institución recoge las críticas que en los últimos años se han dirigido al volunturismo. “La percepción entre los millennials de que, por ejemplo, ir a un país en desarrollo a construir una escuela no ayuda al sistema escolar de ese país más que a que los turistas se sientan bien consigo mismos es cada vez más criticada”, exponen en su página web.

Más allá de recoger impresiones, lista una serie de problemas: los voluntarios no tienen las habilidades necesarias para contribuir, pueden destruir puestos de trabajo en la comunidad, estimular la delincuencia o contribuir a la imagen de que los países en desarrollo necesitan ayuda occidental.

“Al reforzar estereotipos, el volunturismo anima a quienes participan y organizan experiencias a pensar que las cuestiones de desarrollo son cuestión de suerte”, dice Biddle en su libro

“Al reforzar estereotipos, el volunturismo anima a quienes participan y organizan experiencias a pensar que las cuestiones de desarrollo, en particular la pobreza sistémica, son cuestión de suerte. La idea de que la pobreza es el resultado de una mala mano, y no culpa de una baraja amañada, está en la base del volunturismo”, dice Biddle en su libro.

Y los viajes de volunturismo fomentan esta idea de formas perversas. La norteamericana escribe así: “Los orfanatos solo atraen donaciones y volunturistas si parece que necesitan ayuda. Esto ha dado lugar a recintos destartalados llenos de niños con la cara sucia, camisas rotas, muñecas flacas y sábanas sucias, aunque el orfanato tenga dinero suficiente para resolver estos problemas”.

En otro ejemplo que recoge en el libro, niños ugandeses se frotarían mugre en la cara y el cuerpo y hablarían un inglés más fragmentado al recibir visitantes del norte global.

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Intenciones problemáticas

Las críticas que listaba el Ministerio de Asuntos Exteriores británico estaban formuladas con un “pueden”. “Pueden” destruir puestos de trabajo, “pueden” estimular la delincuencia. Pero no es posibilidad, es hecho.

Si una comunidad decide que quiere que sean trabajadores locales quienes eduquen a sus hijos, la agencia de viajes obviará ese orfanato. Para dar una imagen que concuerde con la idea occidental de lo que es “tercermundista”, estos establecimientos no pueden alimentar correctamente a los niños.

Se han dado casos, también, de niños secuestrados para engrosar las filas de los orfanatos. Quienes residen allí desarrollan apegos inseguros, pues las personas que aparecen para darles cariño nunca se mantienen en sus vidas más de un par de semanas.

En la República Dominicana, expone Biddle, un proyecto de volunturismo consistía en construir un invernadero. El grupo no consultó a la comunidad ni les preguntó por qué un terreno llano y arable estaba desaprovechado. Los voluntarios se fueron antes de darse cuenta de que habían edificado en un túnel de viento, y fue la gente de la zona quien tuvo que limpiar los restos de un invernadero que no sobrevivió a las primeras rachas.

El volunturismo “construye un relato único peligroso que se basa en la supremacía y refuerza una idea de que ellos no pueden sobrevivir sin nuestra ayuda”, afirma Belinda Ntutumu,  secretaria de Afromurcia en movimiento

Belinda Ntutumu es secretaria de Afromurcia en movimiento, además de militante en Regularización Ya y la CNAAE, y asegura que el volunturismo trata de beneficiar a quien hace el voluntariado: “Construye un relato único peligroso que se basa en la supremacía y refuerza una idea de que ellos no pueden sobrevivir sin nuestra ayuda”. “Mucha de la gente que va a estos viajes no conoce la vida de las personas con las que se encuentra y llevan el día a día en el país donde viajan de forma superficial”, afirma Ntutumu.

Según ella, el volunturismo se crea con afán de lucro y no de ayudar a la comunidad. Por eso no se consulta, para empezar, si las propias comunidades quieren aceptar ese proyecto de voluntariado. “La industria del volunturismo vive a costa de la pornografía de la pobreza y del sufrimiento ajeno. Mantiene un relato único con el estereotipo del salvador blanco porque si humanizaran a las personas que viven en los países de destino sería más difícil vender esos viajes”, declara Ntutumu.

 ¿Una industria en reforma?

No todo son oídos sordos dentro de las agencias de viajes de voluntariado. World Challenge, una empresa con más de 30 años y 150.000 voluntarios a sus espaldas, canceló todos los viajes a orfanatos por no considerarlos éticos. Lo hizo siguiendo el consejo de activistas e intentan, sin éxito por el momento, que otros sigan sus pasos.

Eso parece ser una gota en el mar cuando hablamos de una industria, según Biddle, heredera y participante del colonialismo: “Los proveedores de viajes hacen las veces de cobradores de billetes en esta pantomima del progreso, la encarnación moderna de las empresas comerciales que ejercían el control en el colonialismo de antaño. Donde antes descargaban baratijas y recogían mercancías valiosas, ahora acompañan a los turistas voluntarios y los extraen cuando termina su viaje”.

No obstante, la norteamericana expone unas directrices para intentar mejorar en la medida de lo posible la acción de estas empresas. Exige eliminar las imágenes de personas vulnerables de los folletos, sustituir el lenguaje orientado al viajero por perspectivas comunitarias o mostrar dónde acaba el dinero que cobran.

Además, asegura que deberían realizar evaluaciones frecuentes de las necesidades de las comunidades: “Si algo no es necesario, no lo hagas. Si algo no se puede hacer de forma profesional y sostenible, no lo hagas. Si estás pensando en hacer algo solo porque los voluntarios lo piden, no lo hagas”. Termina demandando cualificación en los viajeros y que se les investigue antes de aceptar su solicitud.

Ntutumu también critica el complejo industrial del volunturismo. Lo acusa de promover y beneficiarse tanto de la pornografía de la pobreza como de la historia única que promueven. De tratarse de gente blanca haciendo dinero mediante la explotación de comunidades racializadas.

Ntutumu aconseja a volunturistas que investiguen un poco. Estas personas deberían rechazar ONGs que solo muestren imágenes de pobreza y desigualdad en lugar de personas africanas siendo protagonistas de su relato

Por ello, también aconseja a quienes quieren contratar estos viajes que investiguen un poco. Estas personas deberían rechazar ONGs que solo muestren imágenes de pobreza y desigualdad en lugar de personas africanas siendo protagonistas de su relato.

“Erradica el complejo del salvador blanco. Olvida el relato único. Si quieres conocer África, hazlo por tu propio pie. Vive allí, convive con las personas e interésate por su vida. Verás que todo es muy diferente a como te lo han contado”, afirma Ntutumu.

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soledadgato
23/7/2023 12:47

Gracias por publicar este artículo que deja claro el negocio de los viajes de voluntariado que solo son unas vacaciones disfrazadas de buenas intenciones que dejan satisfechas las conciencias de los participantes pero que son inutiles para la población del lugar de destino. Basta de negociar sin conciencia.

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