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Seis días de protestas. Al menos 11 muertos. Alrededor de 600 heridos. Cientos de detenidos. Las calles de Dakar convertidas en un campo de batalla. Coches volcados, jóvenes corriendo, escapando de la recia represión de las fuerzas de seguridad o haciéndoles frente con lo que tienen a mano. Tanques pisando los restos de los enfrentamientos. Miedo y rabia. Las manifestaciones que tuvieron lugar en los primeros días de marzo en Senegal dejaron dos certezas: la población no tolera más la falta de democracia del país y sus élites políticas no están dispuestas a abandonar fácilmente un lugar de privilegio. Y Macky Sall, quien llegó a la presidencia del país en 2012, no es ajeno a esta dinámica.
Los incidentes, que por momentos levantaron temores sobre una posible guerra civil, empezaron el 3 de marzo, cuando uno de los principales líderes de la oposición, Ousmane Sonko fue detenido cuando se presentaba a declarar. Estaba acusado de violación, pero el motivo de su encarcelamiento fue “causar desórdenes públicos” y participar en una “marcha no autorizada”. Miles de simpatizantes le habían acompañado a su comparecencia ante los tribunales en protesta por el uso de la justicia por parte del gobierno para quitarse de en medio a un rival político que además, como diputado, contaba con inmunidad. El 6 de marzo, presionado por la ola de manifestaciones que agitaron el país, el ejecutivo de Sall puso a Sonko en libertad con cargos.
La insumisión de la juventud senegalesa hace diez años frustró las pretensiones de Wade de perpetuarse en el poder. Quien surgió de ese pulso, Macky Sall, no solo no cumplió con su promesa de reducir el periodo de presidencia de 5 a 7 años sino que empezó maniobras para ser candidato también en las elecciones del 2024
En Senegal la pulsión de rebelión no es ninguna novedad y de hecho ha marcado la última década. En 2011 los jóvenes raperos y periodistas del colectivo Y’en Marre, salieron a escena como un revulsivo por el cambio. El grupo, que tomó su nombre de una canción del famosos rapero Tiken Ya Fakoly, movilizó a una juventud alejada de lo institucional para sacar al presidente Abdelaye Wade del poder acudiendo a votar, en un país en el que la media de edad apenas sobrepasa los 18 años de edad y la pirámide es muy ancha en su base y afilada en su cúspide.
La insumisión de la juventud senegalesa hace diez años frustró las pretensiones de Wade de perpetuarse en el poder. Quien surgió de ese pulso, Macky Sall, alguien no ajeno a la maquinaria —fue primer ministro con Wade entre el 2004 y 2007, y tuvo que enfrentar sus propio via crucis judicial tras anunciar que pasaba a la oposición en 2009— no solo no cumplió con su promesa de reducir el periodo de presidencia de 5 a 7 años sino que empezó maniobras para ser candidato también en las elecciones del 2024. Maniobras que involucran dos estrategias: una reforma legislativa que facilite su acceso al poder, y barrer a la oposición con posibilidades de arrebatarle la presidencia.
El tercer hombre
En 2011 la sociedad civil senegalesa gritaba Wade dégage, diez años después Macky Sall dégage, se ha convertido en la demanda en las calles. Dégage es una palabra francesa que invita a irse, a despejar el terreno, a desaparecer y dejar en paz. No es solo a un líder o a otro a quienes se invita a marchar. Dégage France, lucen algunos muros: es la necesidad de pensar el futuro sin las élites políticas que gobiernan alejados de las necesidades de un pueblo empobrecido y sin futuro.Pero es también la necesidad de librarse de la injerencia exterior en su economía, de Francia, pero también de España, o la Unión Europea, o incluso de China, y en general de todos esos países que tan bien se entienden con un líder, Sall, que ha hecho de las grandes infraestructuras su sello, en una idea de desarrollo y modernización amigable con las inversiones extranjeras. Un nuevo estadio, un enorme centro de conferencias, el tren de alta velocidad, un puente sobre el río Gambia, proyectos que suponen una gran carta de presentación en algunos foros pero que no convencen a un pueblo empobrecido que se ha visto extenuado por la crisis del covid19.
En esta ocasión, sin embargo, hay una baza con la que aquellos que gritaban “¡Estamos hartos!” no contaban hace diez años. Una baza que se llama Sonko. El opositor de 44 años, cuya detención está al origen de los días de tumulto, implica una ruptura con una forma de entender la política y la administración del Estado. Sonko, el tercer opositor a Sall que debe hacer frente al aparato judicial, es también el único que representa todos los “Degage” pendientes: engarza con las reivindicaciones nacionalistas al reclamar incluso la salida del Franco CFA, símbolo por antonomasia de la perpetuación del colonialismo francés, clama por recuperar la soberanía sobre los recursos del país y sus esfuerzos contra la corrupción trascienden lo discursivo.
Senegal
Senegal La revuelta por la detención de un opositor muestra la frustración y el descontento
Antiguo funcionario de aduanas, en 2016 Sonko publica el libro Petróleo y Gas en Senegal: crónica de un expolio en el que revela el engranaje de corrupción por el cual los recursos del estado alimentan las economías de las multinacionales extranjeras y la élite local, señalando a la familia Sall. Poco después después, en 2019, el estreno de un reportaje en la BBC salpica directamente a su hermano, Aliou, acusado de cobrar comisiones por parte de British Petrolium por la explotación del gas senegalés. Pocos meses antes, en febrero de ese mismo año, Macky Sall se había alzado victorioso de sus segundas elecciones tras la salida de la carrera electoral de Karim Wade, hijo del anterior presidente, y el alcalde de Dakar, Khalifa Sall, acusados, respectivamente, de enriquecimiento ilícito y malversación de fondos públicos.
En 2019 Sonko quedó en tercer lugar, acometiendo ya una primera victoria, la entrada de un outsider en la arena política senegalesa. Alguien con la capacidad de movilizar a la juventud y conectar con las demandas políticas de quienes se sentían acorralados por el desempleo, la falta de futuro y el despojo de los recursos. El nombre de la agrupación política que lidera, PASTEF (Patriotas de Senegal por la Ética, el Trabajo y la Fraternidad) comprime en sí principios y aspiraciones de las generaciones más jóvenes.
¿Esperanzarse al fin?
Pero no es solo una cuestión de juventud y necesidad de cambio, la instrumentalización del Poder judicial al servicio de la política ha puesto en alerta a toda la sociedad. El Alto Consejo Judicial responsable de los magistrados, es presidido por el propio Sall, y el vicepresidente del órgano es el Ministro de Justicia.Junto al cuestionamiento de la salud democrática del país, el drama de una juventud que tiene como única salida la migración convulsionó a la sociedad el pasado otoño tras la muerte de al menos 480 jóvenes en una sola semana. Fue la sociedad civil la que honró las muertes de sus compatriotas con un día de luto nacional mientras se acusaba al poder de indiferencia y silencio. Mientras la población emigrante supone un pilar de la economía del país enviando millones en remesas desde el exterior, la suerte de los nacionales avocados al exilio económico no parece una prioridad para el gobierno. Miles de senegales con pasaporte, alojados en macro campamentos en Canarias demandan que su país se involucre en su suerte. La presión ha evitado al menos de momento que Sall se comprometa formalmente a retomar los vuelos de deportación con España, objetivo del reciente viaje del presidente Pedro Sánchez al país. Fomentar la migración circular —con billete de vuelta— de contrato en origen.
La detención de Sonko ha tenido como consecuencia la articulación del Movimiento para la Defensa de la Democracia, una frente que suma a las gentes de Y’en a Marre, pero también a numerosos partidos de la oposición, múltiples sindicatos y colectivos
Sobre este magma de descontentos, la detención de Sonko ha tenido como consecuencia la articulación del M2D, Movimiento para la Defensa de la Democracia, una frente que suma a las gentes de Y’en a Marre, pero también a numerosos partidos de la oposición, múltiples sindicatos y colectivos. La última muestra de que algo podría estar cambiando ha sido el apoyo exteriorizado por el propio Khalifa Sall, a Sonko.
“Toda la clase política, la sociedad civil, la ciudadanía se levantó junta para decir suficiente es suficiente. Pero tenemos que entender que este movimiento no está solo ligado al caso de Ousmane Sonko, es la acumulación de toda una serie de frustraciones y rechazo a los métodos de Macky Sall”, diagnosticaba el propio líder de PASTEF en una conferencia de prensa, a finales de marzo.
Senegal
La juventud senegalesa se organiza ante la falta de futuro
Los movimientos sociales senegaleses denuncian que los acuerdos pesqueros obligan a los pescadores a emigrar aún arriesgando su vida en una patera. El colectivo #480 se propone hacer frente a la migración irregular denunciando a quienes condenan a la miseria o el desempleo a las mayorías, expulsando así a tantas personas de su país.
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Ahora me quedo con la duda de si el líder opositor encarcelado cuando iba a declarar sobre una violación... tuvo participación alguna en tal evento que no se menciona en la noticia ¿?